Capítulo 29. ¿Por qué escogiste esto?
Jasper
Levi y Freya desaparecieron del radar. No podía hallarlos, era como si no existiera rastro de ellos por más que lo buscara.
Tres días sin verlos, un fin de semana y un largo lunes de escuela. No me parecía novedad que Levi faltara, siempre fue perezoso para estudiar, pero era demasiada coincidencia que Freya tampoco estuviera aquí y ninguno contestara el teléfono.
No he hablado con Freya desde nuestra discusión por lo que sucedió con Sally, y Levi... Con él es otra historia. Vino a mi casa el viernes por la noche a confesarme sus sentimientos. A confesar que sentía algo por mí. Yo no supe qué contestar, o cómo reaccionar. Estaba sorprendido y, a la vez, muy confundido. Solo recordaban cómo se me aceleró el corazón y sentí un hormigueo en el estómago. Pero no pude decir o hacer nada antes de que Levi me diera la espalda y se marchara.
Me quedó claro que me estaba evitando cuando no contestó ninguna de mis llamadas y confirmé que no quería volver a verme cuando ni siquiera vino a la escuela el lunes.
¿Pero eso en dónde dejaba a Freya? ¿Acaso él fue a buscarla para decirle? ¿Acaso ambos hicieron un pacto para no volver a hablarme? ¿Acaso todo esto... era mi culpa?
Sacudí la cabeza, no permitiría que aquellos pensamientos intrusivos se adueñaran de mí. Solo era mi mente jugándome malas pasadas. Bromas pesadas. Sí, eso debía ser.
«No es tu culpa. No puede serlo», me dije a mí mismo.
Las clases terminaron y salí del edificio del instituto con premura. Mi objetivo era ir a casa de Freya y luego al departamento de Levi para buscarlos. Era imposible que simplemente se desvanecieran de la superficie terrestre.
Arranqué el coche, sintiendo como este ya no vibraba destartalado como antes. No desde que Levi pagó su restauración completa. Le debía mucho por ello. En general le debía bastante.
«Vine a confesarte que me gustas, Jasper. Que estoy enamorado de ti».
Su confesión no paraba de repetirse en mi cabeza una y otra vez. Yo mismo la repetía porque quería entender la razón. Estaba hambriento por comprender qué era lo que yo tenía y Levi amaba de mí. ¿Por qué un chico como él gustaría de uno como yo? Éramos tan diferentes; él era más extrovertido, con facilidad para hablar con otros, un irresponsable tanto como un paranoico. Yo era cerrado, de pocos amigos, demasiado responsable y con un sobre pensamiento que me afectaba más de lo que me beneficiaba.
Éramos tan distintos, pero aún así él escogió gustar de mí. Y yo... ¿Acaso yo también gustaba de él?
Detuve mi tren de pensamiento con una sacudida de cabeza y subí el volumen de la radio. No quería pensar en eso, no aún, no hasta verlos a ambos. A la chica que me gusta y al chico que gusta de mí. ¿Qué clase de desastre amoroso era este?
Dejé que una pegajosa y olvidable canción pop se quedara con todo el espacio de mis pensamientos y seguí conduciendo hasta llegar a casa de Freya. Estacioné el coche en la entrada y bajé a tocar la puerta.
Al inicio no recibí respuesta. Ni siquiera un ruido proveniente del interior. Volví a tocar para cerciorarme, pero de nuevo no hubo contestación y estuve por marcharme cuando la puerta se abrió tan solo un poco.
Me encontré con el demacrado rostro de una mujer. El cabello castaño desperdigado y su pequeña complexión me dijo al instante que era la madre de Freya. Hacía mucho tiempo que no la veía en persona.
—Señora Ni-
—No está aquí —acotó con su voz ronca y arrastrada. De seguro estaba ebria.
—¿En dónde está? —pregunté, tenso. Conocía las formas de la madre de Freya y temía que le hubiese hecho daño. Más.
—Se la llevó ese otro chico —respondió.
—¿Ese otro chico? —Fruncí el ceño—. ¿Habla de...?
—El de cabello oscuro —interrumpió, seguido de una seca carcajada—. El niño rico. Maldita convenenciera.
Sentí un gramo de alivio al saber que ambos estaban juntos, pero ahora surgían las dudas.
La más obvia: ¿Por qué se fueron juntos?
La más apremiante: ¿Les sucedió algo?
Me volví hacia la madre de Freya para agradecerle, pero ella ya estaba cerrando la puerta en mi cara. No me sorprendía.
Volví a subirme al coche y me dirigí al departamento de Levi. Mentiría si dijera que no aceleré de más. Necesitaba saber que estaban bien. No quería tener que llamar a la policía. Me estacioné frente al edificio. Lo hice tan rápido que incluso quedé mal parado. Bajé a punta de trompicones y entré con tal rapidez al lobby, que el tipo de la recepción me vio extraño.
Me acerqué a él. Era el mismo hombre que Levi siempre decía que tenía un horrible talante. Se le notaba en la cara.
—¿Levi Elrod está en su departamento? —pregunté.
Él me miró con fastidio antes de negar con la cabeza.
—No.
—¿No?
—No.
Toqué la mesa de la recepción con mis nudillos, sintiendo la ansiedad a flor de piel. ¿Dónde diablos estaban?
—¿Cuándo salió la última vez?
—Niño, no soy un testigo al cual interrogar. Si quieres jugar al detective entonces-
—¡Solo responda la pregunta! —exigí, perdiendo la paciencia y arrepintiéndome casi al instante—. Por favor.
Juré que llamaría a seguridad para echarme, pero en su lugar, emitió un largo suspiro y contestó:
—La última vez que lo vi fue el viernes por la mañana para ir a la escuela. Salió de aquí hecho una bala y no ha vuelto desde entonces.
Entonces salió el viernes por la mañana a la escuela, en la tarde debió recoger su coche del taller para luego ir a verme a mí y probablemente después a Freya.
—Gracias —farfullé y salí con largas zancadas.
Se me estaban agotando las opciones y mi último recurso era aquel que había estado evitando: el trabajo de Freya.
Al llegar al restaurante me tomé un minuto para calmarme. Hablaría con Sally por primera vez desde el incidente. Estaba muy tenso. Así que, con pasos tal vez demasiado lentos, caminé hacia el restaurante y, al abrir una de las puertas, tuve la mala suerte de toparme de frente a Sally.
—Sally —dije sin pensarlo.
—Jasper —respondió ella de la misma manera.
Ambos nos quedamos sumidos en un largo silencio. Uno muy, muy incómodo.
—Entonces tú-
—Estás-
Ambos hablamos al mismo tiempo y nos carcajeamos con incomodidad.
—Tú primero —dijo ella.
Estaba por ir directo al punto y preguntarle acerca de Freya, pero al final me retracté. Todavía tenía un asunto pendiente con ella.
—¿Tienes un minuto? —pregunté.
Se mostró dudosa al inicio, tal vez algo incómoda, pero terminó por asentir.
—Sí, solo déjame entregar una orden.
Me senté en una de las mesas más alejadas de los comensales y la esperé. Pedí un refresco mientras tanto, y aunque batallé por no ponerme ansioso, no pude evitar hacer temblar mi pierna.
Sally llegó unos minutos después. Se sentó en la silla frente a mí y suspiró.
—Lamento la tardanza.
—No te preocupes —respondí y bebí un trago de mi refresco—. Espero no quitarte mucho tiempo.
Asintió, esbozando una sonrisa afable.
—Te escucho.
Exhalé, apoyando los codos sobre la mesa para estar más cerca y hacer de la conversación algo más íntimo.
—Sally, la verdad es que yo... Yo lo lamento muchísimo —comencé—. Lo que pasó aquella noche fue una equivocación. No debí-
—Fue una equivocación de ambos —acotó—. Estábamos vulnerables y nos dejamos llevar. —Se carcajeó—. Tal vez demasiado.
Me reí también, asintiendo.
—De cualquier manera, te ofrezco una disculpa —insistí—. Apenas nos conocíamos y las cosas escalaron de más.
—Acepto tus disculpas, Jasper. —Volvió a sonreír—. Aunque solo quiero dejar las cosas en claro: esto fue cosa de una sola vez.
Me apresuré a asentir.
—Por supuesto, yo no tenía otras intenciones. Eres una gran chica, no me malentiendas, pero-
—No te gusto de esa manera —completó y negó con la cabeza—. Lo entiendo y siento lo mismo por ti.
Me sentí aliviado por la madurez y pragmatismo de ambos. Me quedaba claro que Sally era como la amiga madre de Freya. Muy similar a cuando yo adoptaba un tono paternalista con Levi.
—Dejando eso en claro —dijo Sally entonces—. Asumo que en realidad estás aquí es por dos personas cuyos nombres empiezan con L y F.
Me puse tenso de nuevo.
—¿Sabes dónde están?
Negó con la cabeza, desviando su mirada como si estuviera apenada.
—No... no exactamente.
—Sally —llamé su atención—. ¿Qué es lo que sabes? —indagué—. Por favor, necesito saber que están bien. Ellos no responden mis llamadas, ni siquiera están en casa. Solo quiero saber que no están muertos en una zanja o-
—¡Hey! —interrumpió ella—. ¡No digas esas cosas!
—Lo siento, solo quiero saber dónde están.
Sally exhaló y negó con la cabeza.
—No sé todo, en realidad desconozco el contexto, pero el viernes por la noche recibí una llamada de Freya. Sonaba mal, como si hubiese estado llorando y ahora escapaba de algo. Me aseguró que estaba bien, que estaba con Levi —relató, adoptando cierta duda en su rostro—. Luego ella... Ella me dijo que saldrían de la ciudad.
—¿De la ciudad? —cuestioné—. ¿No dijo a dónde o para qué?
—Jasper —Sally volvió a verme a los ojos. Se veía casi tan nerviosa como yo, pero también triste, apenada.
—¿Qué sucedió? —pregunté, temeroso por la respuesta.
—Freya y Levi... fueron a casarse.
(...)
Freya
Nos fuimos de Seattle sin mirar atrás, pero con muchas dudas acosando nuestras mentes.
Emprendimos camino hacia Washington DC; un largo viaje de casi dos días en coche. Llegamos el lunes por la tarde y fuimos directo al registro civil. No estábamos arrepentidos, o al menos no lo admitimos en voz alta. Yo no me retracté bajo la única motivación de que, si hacía esto, podría librarme de mi madre de una vez por todas. Y Levi... no me atreví a preguntar por qué lo hacía.
Me contó lo que sucedió con Jasper y comprendí de dónde venía su tristeza. Me dijo que su padre ya se había enterado de sus mentiras y entendí sus miedos. No me dijo explícitamente por qué me ayudaba, pero yo suponía que así como era una salvación para mí, era un escape para él.
Como necesitábamos dos testigos, Levi le pagó un par de extraños que accedieron con facilidad. Un juez nos hizo leer papeles, responder un par de preguntas y nos entregó un acta para que la firmáramos.
Antes de hacerlo, Levi me dio el anillo de plata que siempre portaba en el pulgar, diciendo que era algo simbólico. Me lo puse aunque me quedaba grande y después firmamos. En menos de dos horas estuvimos casados ante los ojos de la ley. El juez debió extrañarse por la poca felicidad en nuestros rostros.
Yo estaba a nada de llorar, pero no de felicidad o tristeza, sino de alivio. Ahora era libre, pero al ver a Levi y luego el papel con nuestros nombres y firmas, entendí que, en el proceso de conseguir lo que yo consideraba "libertad", nos había esposado a ambos, entre nosotros, a un destino más trágico.
No nos dimos cuenta del peso de nuestras acciones sino hasta que salimos del registro y nos subimos al coche para ir hacia un hotel.
Estábamos casados, pero ¿a qué costo? ¿Por qué lo habíamos hecho? ¿Acaso éramos tan estúpidos?
Me quedó claro que Jasper siempre tuvo la razón, Levi y yo éramos demasiado impulsivos, irracionales y, definitivamente, estábamos rotos hasta el alma. Tal vez no era del todo nuestra culpa, pero lo que hacíamos con nuestras emociones, cómo reaccionábamos a estas, eso era nuestra entera responsabilidad.
Si Levi y yo no éramos idiotas, entonces, ¿por qué actuábamos como tal?
Miré a Levi con el rabillo del ojo. Estaba enfocado en la calle, con el pesar escrito en todo su rostro. Me sentí culpable. Demasiado. Quería regresar el tiempo y deshacer esto.
—Lo lamento —dije, intentando ocultar mi voz quebrada—. Lo lamento mucho, Levi.
Levi se detuvo en el semáforo rojo y se volvió hacia mí, negando con la cabeza.
—No, yo lo lamento. Debí haber hecho algo antes. —Miró las marcas de los dedos de mi madre en mi cuello.
—¿No te arrepientes de esto?
Desvió su mirada de la mía y se aferró al volante con más fuerza.
—No.
—No tienes que mentir.
—No miento. —Volvió a verme—. No me arrepiento solo de esto... sino de todo.
¡Aaaaaah, me desesperan mis propios personajes! Lo admito, hasta a mí me estresan con sus imprudencias, pero confío en que este trío pueda arreglarlo todo... tarde o temprano XD.
En fin... ¡Muchísimas gracias por leer! Ya falta poco para que termine este libro, de hecho acabamos de entrar al último arco de la historia. Estoy emocionada porque lean el final tras tantos meses escribiendo y publicando. Espero que les guste y de nuevo muchísimas gracias por todo el apoyo, no saben lo feliz que me hace ver sus votos y sobre todo leer sus comentarios (disculpen si no puedo contestarlos todos, pero el tiempo no es mi aliado últimamente 🥲) y por seguir la aventura de estos tres personajes. ¡Nos leemos muy pronto! 💜💙
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