Capítulo 13. ¿Renacer o morir?

Freya

Si hay algo que me gustaba en este mundo que, al menos para mí, sufría de una tendencia a ser una mierda, era la época del renacentismo. Su arte, su cultura, sus sucesos, todo era de mi adoración, y cuando me enteré que habría una feria renacentista a una hora de Seattle, supe que tendría que ir aunque eso implicara perder un día de sueldo. Mis prioridades estaban algo desacomodadas.

Afortunadamente, Levi se ofreció a llevarnos a Jasper y a mí y, siendo Levi —o más bien su padre—, ofensivamente rico, no tuve que pagar nada más que mi vestuario. Era mi primera feria renacentista, así que por supuesto iría disfrazada como todos los demás.

Levi pensó como yo y también se disfrazó, Jasper fue el problema e insistió con que no tenía un disfraz ni dinero para gastar en uno. Me costó un día entero, pero al final logré convencerlo con la condición de que haría su tarea de literatura. Cosa sencilla para mí.

Llegamos al mediodía a la feria y, para mi fortuna, sí lucía exactamente como las fotos en internet aseguraban. Era en un campo abierto y este estaba repleto de grandes carpas a manera de puestos de vendimia, había una imitación de un castillo que lo transportaban de un lado al otro por su obvio desgaste e, incluso, había un grupo de personas que actuaban como gente de la época y desfilaban en imponentes caballos mientras recitaban cánticos en un inglés sumamente antiguo. Parecía algo sacado de un sueño, de verdad sentía que había llegado a un libro de fantasía ambientado en el pasado con toda la gente disfrazada caminando a mi alrededor y, aunque me gustaría decir que yo encajaba, la verdad es que mi cabello azul vibrante me delataba como una humana contemporánea.

—¿Pude haber venido de elfo y nadie me informó? —se quejó Levi, poniendo el seguro a su coche.

Me volví hacia él y una amplia sonrisa apareció en mi rostro al ver como sí se había esforzado con su disfraz. Venía vestido con un estilo steampunk; un saco negro de donde colgaban cadenas con engranajes y un reloj de bolsillo, unas botas extravagantes hechas de cuero, unas gafas que parecían más bien visores y, lo mejor de todo, un sombrero de copa también decorado con engranajes.

—Creo que este estilo te sienta bien —señalé y pasé una mano por su brazo, sintiendo la suave tela de su saco—. Muy bien, chico bonito.

Levi se carcajeó.

—¿Chico bonito? —se mofó—. ¿Qué eres? ¿Una tía abuela?

Estuve a punto de replicar cuando Jasper terminó de hablar con uno de los organizadores y se aproximó a nosotros.

Él, a diferencia de Levi, venía mucho más simple. Según él, usar una camisa blanca con un cuello abierto hasta el pecho era más que suficiente. Por suerte, Levi lo convenció de usar lentes de contacto, le dio un sombrero y unas botas y ahora se asemejaba más a un imitación muy floja de un pirata.

—Según el organizador, habrá un desfile en dos horas —informó—. Y un concurso de beber cerveza hasta vomitar o terminar en el hospital por congestión alcohólica. Juro que estas fueron sus palabras exactas.

Levi se acercó a él y enderezó el sombrero en su cabeza, Jasper ni siquiera se inmutó o le impidió que lo hiciera.

—Me intriga el concurso de beber cerveza —admitió Levi—. ¿Cuál será el premio?

Jasper ahora sí apartó las manos de Levi de su sombrero y lo miró con seriedad.

—Ni siquiera lo pienses —advirtió—. No pienso lidiar contigo borracho.

—Oh, vamos, Jas. Yo sí lidiaria contigo borracho —aseguró, sonriendo de manera ladina y luego metiendo las manos en sus bolsillos. La mayoría de sus movimientos siempre eran ligeros y despreocupados, sobre todo cerca de Jasper, claramente porque anhelaba impresionarlo de alguna manera con su actitud "relajada".    

—Vale la pena preguntar cuál será el premio —replicó Levi—. Tal vez me gane un caballo.

Jasper resopló y rodó los ojos.

—Haz lo que quieras, no soy tu padre como para prohibirte cosas —cedió a duras penas.

Levi sonrió y me miró a mí de soslayo antes de alejarse.

—Regreso en un santiamén.

Jasper y yo nos quedamos solos en la entrada, pero lo único en lo que podía pensar era en Levi. Era incapaz de sacármelo de la cabeza; su forma de ser, de hablar, de actuar. Todo en él era demasiado atractivo para mí, pero claro, tenía que estar enamorado de mi mejor amigo, del chico del que estoy casi segura que está enamorado de-

—Te ves asombrosa —interrumpió la voz de Jasper.

Me enfoqué en él, topándome con que estaba muy cerca de mí. Le sonreí con amabilidad.

—Gracias, es un gran halago considerando que hice todo lo que estuvo en mis manos y con un presupuesto muy limitado.

Jasper me observó de pies a cabeza y asintió de manera aprobatoria.

—Pues luces increíble.

Mientras que Levi había optado por algo más fantasioso, yo me fui por lo clásico y me disfracé de una chica noble de la época. Realmente no era nada del otro mundo; solo un largo vestido de gamuza roja con costuras doradas. Alguna vez lo usé en una obra de teatro de la secundaria, y como no he crecido básicamente nada en estos años, aún me quedaba de largo. Solo tuve que hacerle unos ajustes.

Me carcajeé y le di un suave codazo a Jasper.

—Y yo creo que tú pudiste haberte esforzado más —recriminé.

—Sabes que este tipo de eventos no son mi estilo.

Lo miré con los ojos entornados y me crucé de brazos.

—¿Ah, no? —inquirí—. ¿Entonces qué sí lo es?

Jasper se quedó pensando, creo que ni siquiera él sabía cuál era su estilo.

—¿Quedarme en casa leyendo?

—Qué aburrido.

—¡Oye! —protestó—. Yo no juzgo tus gustos.

—No te estoy juzgando —aseguré—. Solo creo que podrías divertirte más.

Jasper hizo un mohín.

—¿En serio crees que soy aburrido?

—Creo que tienes el potencial de no serlo —respondí y entrelacé nuestros brazos—. Si te dejas guiar por mí, te convertiré en el chico más divertido de Seattle.

Frunció el ceño y colocó el dorso de su mano en mi frente.

—¿Te sientes bien? Creo que estás delirando.

Me reí y aparté su mano.

—¿Ves? Sí puedes ser de sangre ligera si te lo propones.

Jasper notó como me aferraba a su mano todavía y conectó sus ojos marrones con los míos. Estábamos cerca, muy cerca de hecho. Me llevaba unos considerable centímetros de altura, pero podíamos conectar miradas. Era extraño, estaba tan acostumbrada a verlo con gafas, que nunca había tenido la oportunidad de ver lo que realmente se escondía debajo. Sus ojos eran tranquilos, sin rastro de tormento alguno como los de Levi, pues en ellos podía hallar un semblante mucho más firme.

Jasper entonces, sin romper el contacto visual conmigo, levantó su brazo hacia mi rostro y rozó mi mejilla con las yemas de sus dedos.

—Me gusta verte así —dijo en voz baja, solo para mis oídos, como si yo fuese su mundo entero.

—¿Cómo? —pregunté, dejándome llevar por lo que sea que estaba sintiendo en ese instante. ¿Deseo? ¿Curiosidad? ¿Lástima?

Jasper esbozó una suave sonrisa y agarró un mechón de mi cabello, colocándolo detrás de mi oreja.

—Feliz —respondió y, al bajar el brazo, volvió a rozar mi mejilla, pasando muy cerca de mis labios en los que pronto fijó toda su atención—. Tienes... —vaciló y comenzó a acercarse—. Tienes una sonrisa preciosa.

Nuestros labios estaban a milímetros de distancia, tan poco, que podía sentir su respiración contra mi rostro. No sabía si alejarme o permanecer ahí, mi mente estaba hecha un embrollo de emociones. Pero no tuve que pensar tanto, pues casi de inmediato me azotó un recuerdo del pasado. Un par de ojos idénticos a los de Jasper acompañados de una voz que me susurraba con tristeza:

«Perdóname, Freya, sé que no querías esto, pero te juro que todo será mejor de esta manera».

Aquello me provocó un escalofrío y me alejé de inmediato de Jasper, dejando ir su mano y retrocediendo a punta de trastabilleos. Sentí su mirada tan extraviada como dolida y me golpeó un puñetazo de culpa.

—Lo siento —musité, sin atreverme a verlo a los ojos—. Es solo que... estábamos demasiado cerca.

Noté como la manzana de Adán de Jasper se movía al tragar saliva y después se limitaba a asentir con una sonrisa triste en sus labios. Él ya sabía que yo gustaba de Levi, era una herida ya abierta y no quería irritarla, pero debía de hacerlo, sino jamás me sentiría cómoda conmigo misma y mis sentimientos.

—Jasper —llamé en voz baja y me digné a observarlo con la mirada gacha—. ¿Te molesta que yo sienta algo por Levi?

Jasper se tensó ante mi repentino cuestionamiento. Este era un tema que le incomodaba y a mí también me incomodaba tener que tratarlo con él, pero debía hacerlo y poner todas las cartas en la mesa antes de que explotaran.

—No —respondió, esforzándose por mostrarse impávido—. No me molesta.

«No me mientas, Jasper, por favor, dime la verdad», pensé. Qué cruel era por querer que él admitiera algo doloroso, pero tal vez, si lo hacía, las cosas podrían ser muy diferentes.

—Jasper-

—Estoy muy consciente de lo que sientes por Levi —acotó—. Y sí eso es lo que quieres entonces... entonces solo insiste con él.

Antes de poder presionar más con el tema, fui interrumpida por una exclamación a metros de nosotros.

—¡Oficialmente no participaré en el concurso! —anunció Levi—. El premio es una dotación de cerveza por todo un año, cosa que estoy seguro será lo último que quiera después de beber litros de esta.

Ni Jasper ni yo le contestamos. Lo más que hice fue verlo con el rabillo del ojo, esperando que lo notara y no hiciera preguntas que reavivaran el tema.

Aunque claro, el muy distraído ni siquiera volteó a verme más que por un microsegundo.

—¿Por qué tienen cara de que alguien acaba de morir? —cuestionó.

Limpié mis sudorosas palmas en la falda del vestido. No sabía qué responder, pero el silencio sería peor.

—Jasper y yo-

—Recordé que tenía un pendiente. —Jasper se excusó—. Necesito hacer una llamada.

Antes de darle tiempo a Levi de seguir indagando, Jasper nos dio la espalda a ambos y se alejó, sacando su celular para hacer la finta. No iba a llamar a nadie, solo se evadía porque no quería responder preguntas, no podía culparlo, ni siquiera yo quería y eso que fui sido la causante de esto.

La verdad es que no quería herirlo. Sería incapaz y jamás me lo perdonaría a mi misma, siendo esta la exacta razón para ser sincera... aunque la verdad fuese tan dolorosa.

«¿Y estás siendo sincera contigo misma?» Me recriminé internamente.

Levi, quien se había quedado en silencio, exhaló y se dirigió a mí:

—¿Qué sucedió?

Sacudí la cabeza.

—No... no fue nada —vacilé, por un momento consideré contarle la verdad a Levi, pero esto era algo entre Jasper y yo.

Levi, siendo tan perceptivo como siempre cuando se trataba de las verdaderas intenciones de otras personas, me leyó como un libro abierto y no presionó con el tema. En su lugar, tomó mi mano y me jaló lejos de la entrada.

—Oye, ¿a dónde...?

—Conduje una hora hasta aquí para que al final ni siquiera te diviertas —interrumpió y giró su rostro hacia mí, enseñándome aquella sonrisa ladeada que me provocaba un cosquilleo—. Disfruta esto al menos.

Estaba por aceptar, así de convincente era la sonrisa en su rostro, pero pronto regresó a mí la imagen de Jasper, lo destrozado que estaba por mi pregunta y luego cómo se alejó de nosotros.

Me detuve en vilo y obligué a Levi a detenerse también, zafando mi mano de su agarre.

—No creo que sea correcto —musité, abrazándome a mí misma—. Jasper y yo-

—No sé que le hayas dicho a Jasper —acotó Levi, caminando hacia mí para aferrarse a mis hombros—, pero sea lo que sea, él estará bien.

Aunque me esforcé por disimular la vergüenza en mi rostro, esta se filtraba hasta por mis poros.

—¿Por qué estás tan seguro?

Levi sonrió, confiado, y dejó ir mis hombros para poner los brazos en jarras.

—Porque yo me aseguraré de ello.

Abrí la boca, dispuesta a argumentar contra aquello, pero Levi tomó nuevamente mi mano y me llevó hacia una carroza que ofrecía paseos alrededor de la feria. Se atravesó en el camino del cochero y este último frenó a los caballos de súbito.

—¡Oye, mocoso idiota, no...!

—¿Cuánto por un paseo? —cuestionó Levi, directo al punto.

El cochero bufó.

—Para ti, niño prepotente, el doble —contestó el hombre, visiblemente molesto por el susto que Levi le había pegado al meterse en su trayecto.

—De acuerdo, lo pagaré —cedió Levi sin pensarlo mucho y se subió al carruaje.

—Levi —llamé—, obviamente este tipo no quiere darnos un paseo.

—Escucha a la chica —espetó el grotesco hombre.

Levi enarcó una ceja.

—¿Ni siquiera por cien dólares? —ofreció, sacando un billete del bolsillo interior de su saco. Me quedé estupefacta, ¿acaso siempre traía tanto dinero consigue?

El cochero se tornó levemente boquiabierto, viendo a Levi a los ojos y luego el billete otra vez. Al parecer el dinero era más valioso que su orgullo. Carraspeó y, acomodando el ridículo sombrero de bufón que llevaba en la cabeza, aceptó el billete.

—Diez minutos de paseo —condicionó.

Levi se encogió de hombros.

—Es suficiente para mí. —Me ofreció su mano—. Ven, hablemos mientras recorremos la feria. Así no se sentirá como un desperdicio.

No podía argumentar contra su lógica, así que, con una mano, levanté la falda de mi vestido y con la otra acepté la de Levi, dejándome ser jalada al interior del carruaje.

Me senté al lado de él y el cochero echó a andar a los caballos. Nos movimos lentamente por la feria, y aunque esta estaba repleta de cosas que me gustaría hacer, me sentía indigna de realizarlas. Me sorprendía lo culposa que podía llegar a ser.

—No te acongojes —dijo Levi de la nada—. Te prometo que Jasper estará bien.

Bajé la mirada y un mechón de cabello cayó sobre mi rostro. Ni siquiera me molesté en quitarlo, más enfocada en tragarme las lágrimas para no llorar frente a Levi.

—Levi —llamé, bajando la voz—. Sabes si... ¿Sabes si yo le gusto a Jasper?

Levi permaneció en silencio, pero ni siquiera quería ver su expresión porque estaba segura de que al mínimo movimiento empezaría a derramar lágrimas.

—No lo sé —contestó, pero se escuchaba inseguro—. Eso solo puedes preguntárselo a él.

Asentí con lentitud y tomé un trémulo respiro antes de atreverme a levantar el rostro y ver a Levi a los ojos.

—Gracias por traerme aquí —agradecí—. Las cosas no salieron como yo pensé, pero aun así te lo agradezco.

—No me lo agradezcas, solo conducí una hora, no un día entero.

Levanté una ceja.

—Hace unos minutos te estabas quejando de haber conducido una hora hasta acá para nada.

—Era para incentivarte.

Me recargué contra el asiento de madera, cruzando los brazos.

—Querrás decir chantajearme.

Levi sonrió con un toque de cinismo y cruzó una pierna sobre la otra. Tenía algo en contra de sentarse correctamente.

—Juré que irías tras de Jasper —comenté, sin razón ni son.

—Conozco a Jasper lo suficiente para saber que cuando está así, lo mejor es dejarlo solo un rato —explicó—. Además, me gusta estar contigo. Creo que nos entendemos bien.

Eso yo ya lo había notado. Desde el primer instante sentí una química natural con Levi. ¿Qué podía decir? Nuestros pensamientos empalmaban demasiado bien. Y ahora que estábamos solos y ya no tenía nada que perder... me arriesgaría.

Mordí discretamente mi labio inferior y luego me pasé al mismo lado que Levi para sentarme más cerca de él.

—Y lo que sucedió, bueno —me corregí—, lo que casi sucedió entre nosotros... ¿Te gustó también? —indagué—. Digo, porque sé que te gusta Jasper y-

—¿Estás preguntándome si soy gay sin preguntarme si soy gay? —acotó, seguido de una carcajada.

—Ya que lo dices, sí, tal vez sí.

Levi miró a nuestros alrededores y luego al cochero que iba más enfocado en dirigir a sus caballos y gritarle a cualquier que se metiera en su camino que en nosotros.

—Te confesaré la verdad —dijo Levi y bajó la voz, como si alguien fuese a oírnos entre los caballos, la música y el bullicio en general.

—Te escucho —respondí, también en voz baja para hacerlo sentir más cómodo.

—No sé qué...  —Se interrumpió a sí mismo—. Estoy indeciso, o confundido. No sé cuál suene menos peor.

—¿Confundido? —inquirí, frunciendo el ceño—. ¿Quieres decir que estás inseguro sobre tu sexualidad?

—Es complicado. —Entornó los ojos—. Me he sentido atraído hacia las mujeres, vamos, incluso he tenido novias y citas casuales.

—Ajá. —Me mostré intrigada—. ¿Cuál es el pero?

—Pero también me he sentido atraído por los hombres —añadió—. De hecho me gustan más los hombres.

—Bien, pues todo apunta a que eres bisexual con una inclinación masculina, ¿no? —sugerí.

—Supongo, no lo sé —farfulló, negando con la cabeza—. Te dije que estoy confundido.

Solté una exhalación y miré el cielo sobre nuestras cabezas. No era un día soleado, de hecho, estaba nublado y por el color tan oscuro de las nubes, llovería muy pronto.

—¿Yo te gusto? —pregunté entonces, sin verlo a los ojos—. O al menos... ¿Te atraigo?

Levi se quedó en silencio, de seguro su expresión me diría todo, pero no me atrevía a verlo por miedo a la decepción. Prefería seguir hundida en una ilusión que yo sola me había construido.

—Freya, tú eres-

Me apresuré a volverme hacia él y colocar mi dedo índice sobre sus labios, negando con la cabeza.

—Lo siento, no respondas —pedí de súbito—, fue una tontería de mi parte preguntarte eso.

Levi me miró con intriga, probablemente tratando de descifrar lo que yo quería decir con mis repentinas acciones.

Aparté mi dedo de sus labios y, sin darle mucho espacio a mis pensamientos, me incliné hacia él y lo besé. Era tal y como los recordaba; cálido, suave e incluso con dejo al sabor del café que se había bebido en el trayecto hacia acá. Me aferré a su nuca, enredando mis dedos en su largo cabello negro y sintiendo como él comenzaba a corresponder el beso.

Separé nuestros labios poco después, pero mantuve nuestras frentes juntas, mirándolo a los ojos con cierta satisfacción.

—Lo único que quiero que sepas, es que no me he rendido contigo, Levi.

Uuuh, momento Freya x Levi 👀

Las cosas van adquiriendo un poco más de tensión por aquí, así que creo que es tiempo de preguntarlo otra vez:
¿Cuál es su ship favorito?

💙¡Muchas gracias por leer!💜

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