Capítulo 42: Sueño Cumplido
Gohan
Nunca pensé que me la pasaría pegado a Beverly en algún momento de mi vida, ni tampoco pensé que podía ser la persona más agradable en un lugar, sin contar a Ashton, claramente.
Como Ashton era más joven y recién estaba experimentando la vida adulta, su familia parecía querer saber todo sobre él, en cambio, a Beverly nadie la estaba acosando.
No me había quedado de otra para salvarme de los conflictos y había tenido que perseguir a Beverly a donde fuera.
—Gohan, no seas cobarde —me dijo cuando salió del baño.
—No tendría que pasar por esto si tu mamá no le hubiera dicho a Ashton que me trajera —le dije, mientras la seguía al salón donde estaba la fiesta, nuevamente—. ¿Cómo se le ocurrió esa idea sabiendo como es su familia?
—Supongo que pensó que nadie le daría tanta importancia —respondió.
—Pues le dieron.
—Ya no te hablaran más ahora que saben qué clase de persona eres, no debes preocuparte.
Cuando volvimos a entrar, Ashton no tardó en correr conmigo.
—Les dije que iríamos a jugar golf, vamos —me dijo, jalándome del brazo para ir hacia afuera.
El día estaba muy bonito y el club era particularmente elegante, con esa gran casa para actividades y ese terreno para jugar golf con lagunas artificiales y pasto verde podado prolijamente.
Ashton tomó su equipo de golf que solo tenía porque su padre jugaba golf y fuimos al primer hoyo para intentar jugar.
—Bien, toma el palo, ponte junto a la pelota y mueve tus brazos así para tomar impulso.
Ashton comenzó a demostrarme como se hacían los movimientos correctos a un lado y yo solo lo imité, tirando la bola un tanto lejos del agujero.
—Hay que seguir practicando.
De pronto, un anciano de origen asiático se puso detrás de nosotros. Supuse que quería jugar también.
Ashton me hizo intentarlo de nuevo y esa vez, al tomar vuelo, le di un golpe en la entrepierna al anciano asiático y al golpear la bola, la lancé justo sobre la cabeza de uno de los trabajadores del club que iba pasando.
—Magnifica puntería, en todos los sentidos —bromeó Ashton.
—Lo siento mucho —le dije al anciano, quien estaba rojo y se apretaba la entrepierna con las manos.
Él solo asintió dándome a entender que no me preocupara.
—¿Y si mejor hacemos algo más?
—Sí, vamos —me dijo Ashton.
Ambos nos despedimos del señor y comenzamos a caminar hacía donde estaba la casa, entonces, mi vista se posó en uno de los carros de golf estacionados a un lado.
—Ashton, quiero cumplir un sueño —le dije, mirando el carro embobado.
Ashton me miró algo confundido y siguió mi mirada para ver qué era lo que estaba observando.
—Necesitaré unos cuantos shots de tequila antes para hacer algo así frente a toda mi familia —me dijo, mirando el carrito también.
Ambos volvimos a la fiesta con la excusa de que nos había dado sed y sí, sed de hacer una estupidez, por lo que, con cuidado, robamos una botella de tequila que había en una de las mesas con bocadillos y volvimos a salir.
Cada uno había bebido cinco tragos de tequila, lo que me había quemado la garganta.
Una vez que pasamos los tragos, fuimos hacia un carro de golf y yo me subí en el lado del conductor para comenzar a andar por el campo.
Era como estar en una montaña rusa, con tantas montañitas y personas que había que esquivar, conducir un tonto carrito de golf se volvía una aventura de otro mundo.
Ya que, Ashton había subido la botella de tequila, seguimos bebiendo tragos mientras andábamos y en solo unos minutos se desató un caos más grande.
Empujé las puertas principales de la gran casa y entramos destrozando todo lo que había a nuestro paso y cuando quise parar, me di cuenta de una terrible situación.
—No para —le dije a Ashton, intentando no chocar con las paredes.
—¡¿Qué?!
—¡Los frenos están malos!
—¡No puede ser!
Ashton intento ayudarme a frenar también, pero no pudo, por lo que terminamos saliendo por el otro lado de la casa, devuelta al campo de golf, mientras la familia de Ashton nos seguía por detrás horrorizada.
—¡Ashton, detén esa cosa! —oí que grito la señora Johnson.
—¡No puedo, mamá!
Entonces, saltamos una montaña y caímos directamente a una laguna.
Al menos había cumplido mi sueño de conducir un carrito de golf.
[...]
—¡Los frenos de esa cosa estaban malos! ¡Mi hijo pudo morir! —le dijo el señor Johnson a la dueña del club.
—Lo sé, juez Johnson, pero...
—Pero si no quiere una demanda, mantendrá esto en secreto y lo dejaremos hasta acá.
—Sí, juez Johnson, no debe preocuparse de nada.
—Perfecto.
Una vez que la señora salió de la habitación para juegos de mesa en la que estábamos, el señor Johnson nos miró furioso.
—¿Saben que hubiera hecho mi padre si a los veinte años hubiera conducido ebrio un carro de golf destrozando una casa?
—No nos puedes golpear, eres juez, defensor de la justicia y...
—No, Ashton, no los golpearé y mi papá tampoco me hubiera golpeado, me hubiera entregado a la policía para que me dieran una lección —aclaró—. Y no hubiera pagado la fianza.
Ambos lo miramos aterrados.
—No me miren así, ya no los entregué a la policía —nos dijo—, pero espero que puedan vivir sabiendo que arruinaron mi cumpleaños número sesenta.
Al menos yo, podría dormir como un bebé.
—Me costará mucho seguir mi vida después de esto —mentí.
—No juegues conmigo, Gohan.
—Lo siento, señor... y feliz cumpleaños.
El señor Johnson emitió un pequeño gruñido y sin decir nada más, salió del cuarto.
—Bueno, eso salió mejor de lo...
—¿Tienes una bolsa? —me preguntó Ashton.
Yo lo miré extrañado, ¿acaso el tequila le había hecho mal para el estómago y ahora vomitaría?
—No, ¿Por qué?
Entonces me di cuenta de que estaba mirando la pecera que había en la sala con demasiada atención.
—Ashton, acabamos de hundir un carro de golf en una laguna, hay una grúa sacándolo de ahí ahora, ¿y tú quieres robarte unos peces? Ten algo de dignidad.
—Aquí a nadie les importan... ni siquiera tienen juegos en su pecera —dijo, acercándose a los peces—. Conmigo serían más felices.
Yo me ubiqué a un lado de él y entonces di un suspiro.
—Si los cambias de ambiente así pueden morir... mejor llevémonos la pecera.
Ashton se giró a mirarme y me dio una sonrisa.
Por cosas como esas éramos un equipo.
La pecera no era tan grande, por lo que solo la tomamos de donde estaba, la cubrimos con un mantel que le sacamos a una de las mesas de la sala y salimos por la parte delantera de la casa con cuidado.
Nos fuimos de la fiesta sin despedirnos de nadie, pero daba igual, dudaba que alguien quisiera volver a hablarnos después de lo que había pasado.
Para no ir con la pecera en el transporte público, tomamos un taxi y volvimos al departamento, donde hicimos el cambio de pecera como debía hacerse para no enfermar a los peces.
Una vez que terminamos, llevamos la pecera y el mantel robados hacía afuera del departamento y los dejamos en la calle con la intención de que alguien se los llevara y les diera un uso.
Con eso, Ashton ganó tres peces nuevos y Oliver y Samy, nuevos compañeros de pecera.
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