Capítulo 36: No Cumplir Expectativas
Mayo de 2017
Gohan
Ashton había ido a la casa de sus padres a comer después de varios meses sin siquiera verlos en persona. Solo había aceptado ir porque se había enterado de que Katy Perry había comprado una casa en Beverly Hills, a tan solo unas casas de la de su familia.
Realmente, Ashton no conseguiría nada apareciéndose en la casa de sus padres, pues Katy Perry no aparecería por ahí; pero su intención era pasar por enfrente de la casa de ella solo para tocar la misma acera en la que ella se había parado.
El fanatismo de Ash lo había llevado directamente a un infierno y se lo pudo haber ahorrado, pues la veríamos por tercera vez en noviembre y nuevamente con pases VIP...
Yo no había querido acompañarlo. Me había pasado esos meses evitando ver a mi mamá, no iría a meterme con los Johnson, quienes ni siquiera eran mi familia. No era así de masoquista.
Yo me había quedado estudiando algo estadística para un examen la siguiente semana. Siempre era bueno adelantar cosas cuando se tenía tiempo.
Estuve varias horas estudiando, hasta que oí la puerta principal y supuse que Ashton había llegado.
Al principio todo parecía muy normal, pero entonces Ashton comenzó a mover las cosas de los muebles como si intentara ordenarlas y luego comenzó a limpiarlas con desinfectante como si hubieran estado en contacto con un virus mortal.
—Ashton, ¿qué haces?
—Es que hace tiempo que no limpiábamos aquí —me respondió.
Ni siquiera me había mirado, estaba muy concentrado en limpiar sus CD's.
Yo lo dejé, hasta que se metió a mi cuarto y comenzó a tocar y limpiar mis cosas.
—Mira, hermano, puedo aguantar que limpies afuera, pero no te metas en mis cosas —le dije algo molesto, mientras él revisaba mi escritorio.
No me molestaba que se metiera a mi cuarto, ni que usara o tocara mis cosas; pero si cuando lo hacía de esa forma tan invasiva y nerviosa.
—Si no lo haces tú, tendré que hacerlo yo —me dijo, sin inmutarse.
—Ashton —lo llamé molesto—, deja mis cosas.
No respondió nada, lo que terminó por colmarme la paciencia.
—Ashton, sale de mi cuarto ahora mismo.
Por fin se dignó a mirarme.
—Somos compañeros de departamento, deberías mantener tus espacios limpios por respeto a mí —me dijo.
Yo lo miré ofendido.
—Ni siquiera está sucio, idiota, solo estas buscando una excusa para desquitar tu enojo con alguien —le dije—, pero no lo harás conmigo, ¡así que sale!
Ashton me dio una mirada bastante intimidante. Normalmente yo lo veía como un dulce y tierno chico que se intentaba hacer el rudo, pero en ese momento si estaba algo asustado de como pudiera reaccionar.
Mi amigo dejó el desinfectante que tenía en la mano sobre mi escritorio, dando un fuerte golpe, lo que hizo que me encogiera en mí mismo. Como toda persona alguna vez maltratada, tenía esas reacciones ante sonidos fuertes o movimientos bruscos.
Obviamente, Ashton no me golpeó, solo dijo:
—Tengo que tomar aire —y salió de mi cuarto.
Yo no intenté detenerlo porque temía que en ese caso si termináramos en una pelea física que yo no ganaría.
Quizás, cuando niños yo peleaba mejor que Ashton, pero en ese momento sabía que no. Él tenía un poco más de músculos que yo y eso sería suficiente para ganarme.
Estuve en mi cuarto unas tres horas, esperando a que apareciera por ahí, pero no lo hizo.
Cuando fui a hacerme algo de cenar a la cocina, sentí como alguien intentaba abrir la puerta, pero no lo lograba. Supuse que era Ashton por el sonido de las llaves, así que abrí la puerta, provocando que él se desequilibrara y cayera sobre mí.
Estaba muy ebrio, pero no como de costumbre. Era un ebrio deprimido, no uno feliz e hiperactivo.
—Lo siento, Han.
—No pasa nada.
Lo llevé al sofá y luego cerré la puerta del departamento.
Ashton comenzó a llorar y yo me senté a su lado para abrazarlo.
—S-siempre son tan crueles —me dijo—. Ninguno cree que siquiera pueda sacar la carrera.
—Pero tú sabes que no es así.
—Pero me duele que ellos lo crean —confesó—. Marco dijo que yo no me esforzaba lo suficiente, pero no sé qué más se supone que deba hacer para hacerlos sentir orgullosos... o al menos conformes.
—Oye, tú no viniste al mundo a cumplir con las expectativas de nadie, ni siquiera las de tus padres —le dije—. Solo tienes que cumplir las tuyas y ya.
Ashton asintió secando sus lágrimas.
Yo sabía que no era fácil vivir sin querer cumplir las expectativas que tenían los demás. Vivíamos en una sociedad y no podíamos evitarlo porque el humano estaba hecho para eso; lo que hacía inevitable pensar en los demás y lo que opinaban sobre tu forma de vivir.
Dejé un beso en su frente.
—No importa lo que digan o piensen los demás de ti, Ashton, pero si te ayuda en algo... yo estoy muy orgulloso de ti por ser la persona que eres —aseguré.
No sabía por qué, pero había comenzado a llorar más fuerte.
—P-perdóname, de verdad lo siento...
—¿Por qué?
—Por lo de hace un r-rato, me porté pésimo contigo —dijo con la voz temblorosa—. No quería a-asustarte.
—Tranquilo —le dije acariciando su cabello—, sé que no querías hacerlo.
Ashton solía ser el menos violento de los dos, su personalidad era demasiado dulce para que reaccionara tan mal, había que provocarlo demasiado para que explotara. Yo, en cambio, había vivido en un constante circulo de violencia con mi papá, padrastro y las pandillas vecinas; eso no me había dado un muy buen ejemplo de cómo sobrellevar la ira y, por más terapia y ganas de controlarme, a veces simplemente no lo podía evitar.
Ashton siguió llorando un poco más, supuse que ya no tenía que ver con sus papás, si no conmigo. Conociendo a Ashton, suponía que pensaba que con lo que me había hecho había recordado a mi papá; pero no.
Ashton no se parecía ni un poco a mi papá o lo poco que recordaba de él.
—¿Quieres dormir conmigo? —le pregunté.
Ashton asintió y nos levantamos del sofá para ir a mi cuarto a dormir. Ya era bastante tarde y al día siguiente teníamos clases.
Yo me quedé abrazando a Ashton por la espalda y no tardó en dejar de llorar y dormirse, algo que agradecía mucho. No me gustaba verlo así de triste y sin poder hacer nada, porque no había forma de consolarlo cuando estaba así.
—Te amo —le susurré.
—Yo te amo a ti —balbuceó apenas entendible.
Yo no pude evitar soltar una risita. Incluso dormido respondía mis "te amo".
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