Capítulo 32: Gohan es un Idiota

Gohan

Sarah hablaba y hablaba, pero yo no la estaba escuchando realmente. Lo único que tenía en mi cabeza era como decirle que ya no quería seguir con esa relación.

Me gustaba mucho, era linda, simpática e inteligente. Era increíble, no podía pensar en una cosa que reclamarle, pero simplemente yo no servía para eso.

Estábamos en un café, comiendo unos pasteles y bebiendo malteadas.

—¿Por qué estás tan callado? —oí que me preguntó entre mis pensamientos.

—Es que hay algo que te tengo que decir...

—¿Qué cosa? —preguntó curiosa.

Yo lo pensé unos segundos y entonces hablé: 

—La policía me esta investigando por trafico de metanfetaminas y debo huir a México... Me iría a Colombia, pero Pablo Escobar no quiere competencia.

Ella pestañeo varias veces mientras me miraba.

—Pablo Escobar murió hace veinte años, Gohan.

Oh, sí, había olvidado esa parte.

—Eso era un chiste —mentí—, pero lo de México y las metanfetaminas no.

—Han... si traficaras metanfetaminas y la policía te buscara, no te sentarías aquí a hablarme de eso —explicó—. Ahora deja de jugar y dime que te sucede.

Yo solté un suspiro. A eso me refería con que era inteligente.

—Bueno... sé que debí comentártelo antes, pero yo... —comencé a vacilar—. Tú me gustas mucho y creo que eres muy linda, lista y graciosa...

Tenía que decirle cosas positivas antes de darle un golpe duro.

—¿Pero? —preguntó impaciente.

—Pero yo soy el problema. A mí no me gusta tener una novia y te juro que lo intenté por ti, pero no puedo... —dije, algo complicado.

Yo sabía que estaba lejos de ser la victima en esa situación, pero realmente me sentía acomplejado por eso, por no poder mantenerme en una relación seria aun con una chica que me gustaba tanto como ella. Yo era un desastre.

—¿Y no pudiste decírmelo antes? No sé, quizás un mes atrás o dos incluso... —dijo, con clara molestia.

—Quería, pero no sabía cómo y... agh, no sé cómo explicarlo y tampoco lo vas a entender...

Entonces Sarah tomó lo que quedaba de su malteada y me la tiró a la cara, haciendo que incluso entrara a mis ojos.

—Eres un idiota, Gohan. Un maldito manipulador egoísta e inmaduro que se cree una clase de fuckboy o no sé —dijo poniéndose de pie, aun más molesta—. Espero que algún día crezcas y dejes de jugar con los sentimientos ajenos.

Dicho eso, se marchó del lugar furiosa.

Al menos había contemplado desde antes la cuenta, así que no me molestó que me abandonara... aunque podía haberse ahorrado la parte de la malteada.

No me importó que toda la gente en el café me quedara mirando y cuchicheara, la verdad era que tenía muy poca vergüenza, por lo que solo pedí la cuenta para ir a casa y sacarme toda la ropa manchada.

[...]

Cuando subí al quinto piso, me topé con el vecino de enfrente y su buldog saliendo de su departamento.

—Hola —lo saludé.

—Amigo, ¿qué te paso?

—Larga historia...

—Bueno, espero que logres sacar esas manchas... Nos vemos.

Comenzó a bajar las escaleras con su perro, el que siempre dejaba su baba esparcida y hacía que me resbalara bastante más seguido de lo que me hubiera gustado.

Entré al departamento, el cual parecía vacío. Suponía que Ashton estaba en su cuarto durmiendo o haciendo otra cosa, por lo que me dirigí al baño de inmediato y cuando abrí la puerta vi algo que no hubiera querido ver.

—¡Mierda! —dije cerrando los ojos.

—¡Te dije que avisaras cualquier cambio de planes!

Cerré la puerta, pero mantuve los ojos cerrados.

—¡No pensé que fuera importante!

De pronto la puerta se abrió y la chica salió con la camiseta de Ashton encima, bajándosela para cubrirse lo que más podía. Me dio una sonrisa avergonzada y fue al cuarto de Ashton.

—¡No vi nada importante! —le dije.

¡Me alegro!

En ese momento salió Ashton en solo ropa interior y me miró molesto.

—No es cierto, le vi todo —le susurré—, pero es tu culpa por ni siquiera cerrar con seguro.

—Creí que después de comer con Sarah se irían a un motel o algo.

—¿Y por eso te pones a coger en el baño que compartimos?

—Respecto a eso... no toques la mesa de la cocina, no hasta que te diga —me dijo.

—Por Dios, ten algo de pudor... —le pedí—. Aunque me da igual, después de todo, hemos tenido sexo en la misma habitación.

—Bueno, más importante que eso es lo que te paso a ti... —dijo, dándome una mirada de pies a cabeza.

—Te lo contaré después de ir al baño y meter mi ropa a la lavadora. Tú termina en tu cuarto, por favor.

—Eso haré —me dio unas palmadas en el hombro—. Ahí hablamos.

Yo asentí y Ashton se metió a su cuarto y cerró con seguro. Esperaba que el pobre pudiera terminar lo que había empezado, aunque había sido su culpa, ni siquiera estaban haciendo mucho ruido como para advertirme.

Inmediatamente entré al baño y me metí a la ducha. Mi cabello había quedado todo pegoteado con lo dulce de la malteada, cuando había llegado ya se había puesto tieso, por lo que me debí echar champú dos veces para asegurarme de dejarlo bien limpió.

Cuando terminé de ducharme y salí del baño con una toalla enrollada en la cintura, oí los gemidos de la chica provenientes del cuarto de Ashton. Claro, ahora que no me eran útiles.

Me metí a mi cuarto y me puse ropa limpia, para luego tirar la sucia en la lavadora que estaba en la cocina.

Una media hora después, cuando yo estaba en mi cuarto leyendo un libro, Ashton abrió mi puerta.

—¿Pedimos sushi?

—Bueno.

—¿Te molesta si ella se queda o...?

—No, tranquilo, una opinión femenina sobre mi experiencia de hoy me será útil.

[...]

—Te lo merecías y quizás yo te hubiera tirado el pastel también, de todas formas, tú ibas a pagar.

Ashton y yo la miramos con desagrado.

—¿Ese será tu gran aporte?

—Tú quieras sinceridad.

—Sí, pero una que me favoreciera —aclaré.

—Oye, soy mujer, obviamente me iba a poner de su lado si es que ella no era la mala —dijo con obviedad.

Yo hice una mueca y me metí un roll de sushi a la boca.

—Gohan también tiene sentimientos y comete errores —le dijo Ashton—. Todo lo que hizo lo hizo con las mejores intenciones.

—¿Ahora eres su abogado? —le preguntó Bella.

Ashton frunció el ceño y se metió un roll de sushi a la boca también.

—¿Comen para enfrentar sus problemas?

Yo mastiqué lo que me quedaba y tragué.

—No, comemos para evitar herir los sentimientos de las niñas molestosas.

Ashton y yo chocamos los cinco.

—Dios, si tenía razón con lo de inmaduro... —se burló.

Yo miré a Ashton fastidiado.

—Tiene que hacerlo muy rico como para que permitas que siga aquí —le dije.

Ashton me dio un empujón.

—No seas idiota.

Bella no pudo evitar reír, algo avergonzada por mi comentario.

—Al menos es gracioso.

Yo sonreí engreídamente.

—Sí, eso ya lo sé.

Los tres seguimos comiendo. Estábamos sentados en el suelo de la sala, con la comida en la pequeña mesa de centro. Ashton y yo habíamos tomado la costumbre de comer así y se sentía mil veces mejor que cuando comíamos en una mesa normal con nuestras familias.

—Supongo que ustedes dos son una clase de fuckboys, ¿no?

Ambos la miramos y negamos.

—No, no somos —dijo Ashton—. Somos nerds, ¿cómo podríamos ser fuckboys?

—Sí, ¿qué acaso estabas tan concentrada que no le echaste un vistazo al cuarto de Ashton? Tiene un telescopio y estrellitas en el techo —me burlé.

Ashton me miró con el ceño fruncido, pero yo lo ignoré.

Bella soltó una pequeña risa.

—Sí, noté eso..., pero también noté que parecen los típicos mujeriegos que tienen largas listas de conquistas —explicó—. Son una mezcla entre nerds, mujeriegos, hippies y gays.

—Creo que entiendo las tres primeras, pero no la última... —dije.

—Ahora mismo Ashton tiene su mano en tu pierna...

Ashton, quien estaba masticando con sus mejillas infladas, bajo la mirada al mismo tiempo que yo, dándose cuenta de que lo que decía Bella era cierto.

Ashton la miró.

—Es un tic —dijo con la boca llena, sacando la mano de mi muslo.

—Bien, si sabemos que nuestra sexualidad es algo dudosa, así que te creo —admití—. El único problema es que todo lo que dijiste, junto, no tiene sentido.

—Sí, los nerds no son mujeriegos, tampoco los gays y los hippies no son nerds.

—Y los gays rara vez son hippies.

—Y los mujeriegos tampoco son hippies.

—Y los nerds no soy gays... bueno, creo que esa sí puede ser —me corregí.

Bella nos quedó mirando bastante confundida.

—Mejor cambiemos de tema.

Eso erauna táctica a la que yo llamaba: hablar hasta marear al oponente.

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