Capítulo 31: Regalo de Mesiversario
Diciembre 2016
Ashton
—¿Qué demonios estás haciendo? —le pregunté a Gohan.
Gohan estaba en la mesa de la cocina, envolviendo lo que parecía un regalo de forma horrible. Ni siquiera estaba todo el regalo cubierto.
—Envuelvo mi regalo de mesiversario —explicó—. Más le vale que le guste o me mataré.
Yo tomé el regalo y lo desenvolví fácilmente, la cinta ni siquiera estaba bien pegada.
—¡Oye, desarmas mi esfuerzo!
—Gohan, no puedes regalarle a tu novia un lubricante y marihuana —le dije con desaprobación.
—¿Por qué no? —preguntó sin entender—. A ella le encanta el sabor a frutilla y fumar hierba.
—Sí, pero si le regalas esto pareciera que solo piensas en cogértela —le dije.
Gohan dudo, supongo que era porque eso era lo que más le guastaba hacer con Sarah.
Sí, se suponía que él la rechazaría en la primera cita, hacía casi dos meses atrás, pero al final no lo había hecho porque resultó gustarle bastante. El problema era que Gohan no sabía mantener una relación y se aburría muy fácil, por lo que me llegaba a sorprender que llevara ya un mes con ella.
—Cómprale otra cosa y en vez de envolverlo, compra una bolsa —le dije.
—Bien, señor romanticón, ¿qué debería comprarle a mi novia según tú?
—No sé, es tu novia, no la mía.
Gohan suspiró y se tiró sobre la mesa rendido.
—¿Por qué las mujeres son tan complicadas?
Yo fui al refrigerador para sacar algo de beber.
—Serían menos complicadas si nosotros fuéramos menos idiotas —contesté.
[...]
—Todos son muy caros —se quejó Gohan—. Solo llevamos un mes, no diez años.
—Han, si crees que un perfume es un regalo para celebrar diez años, jamás llegarás a celebrarlos —aseguré.
—Tampoco quiero...
Como lo sentía por Sarah. Suponía que ella, como una persona normal, hacía planes a futuro cuando tenía una relación e imaginaba que quería durar lo más posible con Gohan, quien no parecía muy motivado con eso.
—Este cuesta la mitad del dinero que me da mi padre —dijo—. ¿Cómo pueden los mortales pagar eso?
—La mayoría de los mortales no compran ese... un Halloween es una buena opción. Son más baratos y huelen muy bien —le dije, después de todo, sabía que yo terminaría eligiendo el regalo.
—Si tú lo dices, te creo.
Al final terminamos comprando un perfume Halloween de color violeta y una bolsa de regalo para que Gohan no debiera intentar envolver algo otra vez.
Mientras caminábamos por el centro comercial, nos topamos con un grupo de chicas que iban jugando, con algo de violencia, a empujarse. Justo cuando pasamos a su lado, una chica cayó sobre mí y, si yo hubiera sido más débil, me hubiera terminado botando.
Yo la sostuve en mis brazos y la ayudé a ponerse de pie, mientras sus amigas reían y la molestaban conmigo.
—L-lo siento mucho, en serio, perdón.
—Tranquila, no pasa nada.
Gohan estaba atrás de mí, analizando la situación en silencio.
—Muchas gracias y perdón de nuevo... Adiós —se despidió.
Yo le di una sonrisa y comencé a caminar con Gohan, hasta que una de sus amigas habló:
—Pídele su número.
—Cierra la boca —masculló la chica que se había caído sobre mí.
—¿Tienes un lápiz? —le pregunté a Gohan.
Él me miró extrañado y sacó un lápiz del bolsillo de su chaqueta de mezclilla.
—Agradece que jamás limpio mis bolsillos.
Yo tomé el lápiz y fui hacia el grupo de chicas, haciendo que todas se quedaran congeladas. Tomé el brazo de la chica que se había caído y con cuidado de no lastimarla, le escribí mi número.
—Por cierto, me llamo Ashton —dije al cerrar el lápiz.
Le di una última sonrisa y volví con Gohan para seguir nuestro camino.
—Hasta yo me enamoré de ti —me dijo Han, haciéndome reír.
—Solo fui amable.
—Ay, sí tú... solo fui amable —dijo burlescamente—. Tú haces esas cosas porque sabes que vuelven locas a las mujeres.
—Gohan, solo le di mi número —le dije—. Como si eso fuera muy raro.
—No me refiero a eso, me refiero a tu forma de actuar. Con tus sonrisas coquetas y tu seguridad —explicó—. Por eso le gustas a todas.
Yo rodé mis ojos. Me lo decía como si él no se comportara muy parecido.
Gohan coqueteaba casi de la misma forma que yo. La única diferencia era nuestra apariencia. Aunque ambos éramos estereotípicamente guapos, dependía de los gustos quien lo era más.
La principal cosa que amaban las mujeres de mi amigo eran sus ojos verdes, los que incluso a mí me dejaban hipnotizados de vez en cuando. El desgraciado tenía unos ojos maravillosos y, además, una sonrisa casi perfecta, lindo color de piel y buena estatura.
Una vez que salimos del centro comercial, nos topamos con una patrulla de policías frente a un café y, para mi sorpresa, Gohan saludó al policía apoyado en ella.
—Hola, oficial Cooper.
Él lo miró con los ojos entrecerrados.
—¿Comida japonesa?
—¿Qué?
—Eres el chico de nombre de comida japonesa... ¿Sushi?
—Gohan —le dijo él, algo molesto.
—Es sushi desarmado.
—No, el sushi es gohan enrollado —discutió.
—Como sea...
Entonces Gohan sacó de su bolsillo de la chaqueta una bolsita de marihuana.
—Mire, ahora no me puede arrestar por esto —se burló.
El oficial Cooper lo miró con fastidio.
—Me alegro por ti.
En ese momento, otro oficial salió con unos cafés en la mano.
—Vámonos, Cooper.
—Nos vemos, Alan... digo, oficial Cooper —se despidió Gohan.
El oficial no dijo nada, solo entró a la patrulla y evitó el contacto visual.
—No creo que debieras molestar a la policía.
—Tranquilo, le tiene miedo a tu papá.
Luego de eso, seguimos con nuestro camino a la parada de autobuses para volver a casa.
[...]
Gohan estaba preparándose para salir con Sarah a celebrar su mesiversario, dos días después de que fuéramos a comprar el regalo.
Por primera vez, Gohan parecía algo nervioso, pero no tenía muy claro porque y prefería no preguntar. No quería arruinar algo.
—¿Vas a llegar? —le pregunté.
—Quizás —respondió un tanto cortante.
Su forma de contestar solo me dejaba más claro que algo le pasaba.
—Bueno, avísame cualquier cosa —le pedí.
—Está bien.
Salí del cuarto de Gohan para ir al mío, tomar mi celular y tirarme en la cama. Habíamos tenido un periodo de exámenes agotador, por lo que merecía un descanso antes de estudiar para los que me quedaban. Además, era viernes, podía darme el lujo de procrastinar un poco.
Al desbloquear mi celular, vi que tenía mensajes de un numero desconocido, por lo que me metí al chat para ver que era.
Era la chica que había chocado conmigo el otro día en el centro comercial que, ahora sabia, se llamaba Bella.
Respondí su mensaje en el que me pedía perdón por haberse tardado en responder. No tenía porque disculparse, el que siquiera me hubiera hablado me había tomado por sorpresa.
—¡Me voy! —gritó Gohan desde afuera.
—¡Suerte!
No muchos segundos después, oí la puerta principal cerrarse.
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