Capítulo 27: Adiós, Pulguita

Junio de 2016

Ashton

Hasta el momento no había ningún departamento que nos gustara, ni en el centro de Los Ángeles, ni más cerca de la universidad.

Si vivíamos en el centro, la universidad nos quedaría un poco más lejos, pero tendríamos muchas cosas a la mano.

Ese día iríamos a ver un departamento cerca del centro que estaba a un precio más económico por no tener estacionamiento, ni ascensor. Al menos a mí, no me molestaba vivir en un quinto piso y subir y bajas escaleras, de hecho, me ayudaba a hacer ejercicio y mantener mis piernas duras.

Estaba en mi cuarto, revisando departamentos en internet, cuando la puerta se abrió.

—Ashton —me llamó mi papá.

Yo emití un quejido.

—Que nadie en esta familia sepa tocar...

—No me hables así, Ashton —me ordenó—. Y quiero hablar algo importante, así que escúchame.

Yo giré mi silla para mirarlo.

—¿Qué?

—Ya que veo que vas muy en serio con irte de casa y usar el dinero de tu abuelo, quiero que lleguemos a un acuerdo —me pidió.

—Papá, el dinero es mío y ya, no hay nada que puedas hacer para evitarlo —le dije—. Ni siquiera usar que tengo problemas mentales, porque no los tengo.

—Ashton, ¿tú crees que me importa tu herencia? —me preguntó—. Ese viejo era mi papá, me dejo esta casa y varias más, con millones de dólares que yo he convertido en más millones de dólares con inversiones.

—Lo sé, pero lo único que se me ocurre es que quieres fastidiarme —dije, siendo sincero.

Obviamente sabía que mi papá no quería esos millones de dólares, él tenía más y ni siquiera los necesitaba.

—No, todo lo contrario, quiero que no te fastidies la vida —me dijo—. Tú eres muy irresponsable con el dinero y amas gastar y gastar... tus peces tienen una canasta de basquetbol cuando no juegan.

—Era bonita.

—A eso me refiero. No quiero que tires el dinero hasta quedarte sin nada —explicó—. Por eso quiero que no lo tengas todo de inmediato. Primero consigue un departamento y cuando me digas el dinero de la renta, te daré tres mil dólares más que eso mensuales para que te mantengas con Gohan... y si necesitas algo extra, me lo comentas y veremos si es correcto o no. Ya cuando vea que puedes manejar tu dinero, te lo daré todo.

—Que sean cuatro mil más la renta y es un trato.

Sí, yo no amaba que mi padre controlara mi vida, pero quizás tenía razón. Recién tenía dieciocho años y jamás había vivido solo, manejar una suma de dinero tan exorbitante podría salir mal.

—Bien, es un trato... haré un documento y lo firmaremos.

—Perfecto.

Yo no le hubiera pedido firmar el trato, pero si algo había aprendido era que eso era lo más seguro. Que fuéramos familia no significaba que no pudiéramos traicionarnos.

[...]

Bien, por fuera no era el edificio más bonito, pero el departamento que estábamos viendo si era bastante bonito para ser tan viejo.

Tenía dos cuartos de un tamaño perfecto y el baño era bastante espacioso para los dos, eso estaba más que bien.

Mientras mirábamos la cocina, Gohan se me acercó con el celular en la mano.

—¿Sabes que es lo mejor?

—¿Qué?

Me mostró el mapa en su celular.

—Hay de todo cerca: un minimarket, comida china, un café... —comentó—. Los demás no estaban tan bien ubicados.

Claro, la ubicación de ese era perfecta, lo único que lo hacía más barato era que fuera tan viejo y no tuviera ni ascensor, ni estacionamiento; cosas de las que podíamos prescindir.

—A mí también me gusta —le dije—. Y cuando lo decoremos, será aún mejor.

Lo habíamos encontrado, ese sería el departamento en que viviríamos.

[...]

El ambiente en la cena estaba algo tenso, aunque no porque alguien estuviera molesto o porque hubiéramos discutido, era otra clase de tensión a la que estábamos acostumbrados.

—¿Te iras en serio? —preguntó Bev, de pronto.

Yo asentí.

—Ya encontré un departamento, nos mudaremos a principios de julio.

Un silencio se instaló nuevamente.

—No entiendo que es tan extraño —confesé—. Todos, menos Bev, se fueron de casa al entrar a la universidad. Se fueron incluso a otros estados.

—Sí, pero a dormitorios de la universidad —dijo Marco—. Tú te iras a un departamento con tu amigo o lo que sean, a vivir juntos.

—¿Y eso qué? Es más o menos lo mismo —dije.

—No, porque dudo que quieras volver después —explicó Anette—. No vas a querer volver a la casa porque no está Gohan.

—Bueno, cuando salga de la universidad tendré veintitrés o más... ¿por qué querría volver con mis papás?

Los cuatro me miraron con fastidio, pero no iba con la intensión de insultarlos.

—Ay, el asunto de ustedes es practico —les dije—. ¿Para qué van a vivir solos? Aquí tienen una casa enorme, con Misty para que los atienda. Si Gohan no existiera y fuera tan asocial como ustedes, tampoco me iría... De hecho, quizás Marco no se tenga que ir jamás, de todas maneras, papá le dejará la casa a él.

—Ashton —me reprendió papá—. Te he dicho mil veces que no especules de mi herencia. La sabrás cuando esté muerto.

—Ya, perdón.

Volvió a instalarse un silencio que incluso me hacía pensar que estaban algo deprimidos porque me iba y jamás volvería a esa casa a vivir.

—¿Y cuándo planeas decirle a Misty? —preguntó mi mamá.

—No sé... mañana quizás.

La verdad era que no sabía cómo hacerlo, pues no quería verla llorar porque me haría llorar a mí... sería un desastre. El problema era que tenía que hacerlo y pronto o podría molestarse por habérselo ocultado.

[...]

Misty estaba en la cocina lavando la loza que habíamos usado en el almuerzo.

Yo entré a la cocina con una sonrisa nerviosa y cuando me vio, se secó las manos con un paño y me miró preocupada.

—Pulguita, ¿Qué haces aquí? ¿Necesitas algo?

—Un abrazo —respondí apenas.

Misty me miró extrañada, pero yo solo la abracé soltando lágrimas.

—Pero, Ashton, ¿qué pasa? —preguntó preocupada—. ¿Discutiste con tus papás? ¿Con Gohan?

—No... tengo que contarte algo —me separé de ella y me sequé las lágrimas—. En unas semanas me voy a mudar.

—Pero si te aceptaron aquí en Los Ángeles, ¿para qué te vas a ir? —cuestionó confundida—. Beverly se quedó.

—Es que yo... con Gohan...

Misty me miró enternecida y entonces sus ojos se aguaron.

—Ay, mi niño, te voy a extrañar muchísimo, ¿lo sabes?

Yo asentí, volviendo a llorar.

—Lo siento.

—No, no, Ashton —me dijo, secando mis lagrimas con sus manos, delicadamente-. Está bien. Tienes que crecer... y cuida a Gohan, él te necesita mucho.

Yo asentí nuevamente.

—Tú sabes dónde voy a estar, no me iré de aquí, y cada vez que vengas te haré el pastel de papás que te gusta o tu sopa de zapallo, ¿si, pulguita?

Y volví a asentir para luego abrazarla.

Podía ser extraño que me doliera más dejar a la empleada de la casa que a mis padres o mis hermanos; pero Misty siempre había sido tan maternal conmigo... Era la única en esa casa que entendía mi sensibilidad y la única que siempre era tan dulce para tratarme que, saber que ya no podría contar con ella todos los días, me daba tristeza.

Ya no oiría su "pulguita" todos los días, ni comería su comida... Definitivamente tenía más cosas que extrañar de ella que de mi familia.

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