Capítulo 25: Estrés
Noviembre de 2015
Ashton
El próximo año en agosto o septiembre, Gohan y yo debíamos irnos a la universidad y eso me estaba manteniendo algo estresado en todos los ámbitos posibles.
Durante el semestre anterior, habíamos estado haciendo algunas actividades extracurriculares que ayudaran aún más a nuestro ingreso a las universidades. Desde antes ya habíamos participado en ferias de ciencias fuera de la escuela y concursos de matemáticas, pero queríamos agregar un área más.
Ambos habíamos hecho servicio comunitario que tuviera que ver con el medio ambiente. En el verano habíamos estado limpiando playas de Los Ángeles y además habíamos entrado a concursos de surf. También, ambos habíamos entrado a la banda de la escuela, yo tocando la flauta traversa y Gohan el violín.
Gohan había tocado antes el violín cuando era niño, por lo que recordar cómo se hacía no le llevó mucho tiempo; pero yo había tenido que dedicarme bastante a la flauta para que sonara como debía.
La directora ya había conseguido que varios maestros nos dieran cartas de recomendaciones para cuando postuláramos, lo que no sería en mucho tiempo.
En cuanto al examen que nos exigían las universidades que queríamos, lo habíamos dado en marzo. En caso de que no nos fuera tan bien, podíamos volver a darlo más veces, pero ambos habíamos sacado bastante más del puntaje necesario y nos era útil para cualquier universidad prestigiosa que nos interesara. A Gohan le había ido excelente en la parte de matemáticas, pero yo le había ganado en la de escritura, así que ambos habíamos tenido un total más o menos parecido (él había sacado unos treinta puntos más).
Por suerte, el obtener un puntaje tan alto en el examen le servía a Gohan para postular a las becas que sin duda necesitaría. Él, a diferencia de mí, no podía pagar una carrera en Harvard o en la Universidad de California.
También habíamos tenido que dar un examen de inglés, pero al ser nuestra lengua materna, ni siquiera nos habíamos esforzado mucho. Ese examen iba más enfocada a la población latina del país.
Las postulaciones las haríamos en enero, pero ya teníamos casi todo lo necesario para ese entonces.
Más allá de la preocupación por entrar a la universidad, me preocupaba mi amistad con Gohan. Ya llevábamos tanto tiempo siendo mejores amigos que separarme de él me costaba.
Hubiera sido muy triste que, teniendo incluso los mismos gustos, no lográramos quedar en las mismas universidades y eso ni siquiera me estaba dejando dormir bien.
Durante ese mes había tenido al menos cinco pesadillas en las que Gohan y yo nos alejábamos y nunca volvíamos a ser los amigos que éramos en ese momento.
Mientras estábamos en la cena, el apetito se me había ido y mamá lo había notado.
—Ashton, deja de jugar con la comida y trágala de una vez por todas —me pidió, algo molesta.
—No tengo hambre —contesté desanimado.
—¿Qué te sucede? —me preguntó papá.
El tono en que me hablaban no me solía hacer sentir muy cómodo. Era demasiado autoritario y algo amenazante, como si no pudieran comprender una razón por la que yo podría estar triste. Claro, para ellos yo tenía que ser el hombre más afortunado de la Tierra: era guapo, inteligente, millonario y había abrazado a Katy Perry en dos ocasiones; lo tenía todo, no podía sentirme acongojado.
—Nada —respondí.
—¿Cómo que nada? —cuestionó mi madre—. No estas inapetente y con esa cara por nada.
Yo solté un suspiro rendido. Parecía que hiciera lo que hiciera sería desaprobado.
—Es la universidad —decidí decir—. Eso me tiene estresado.
Mi padre pareció divertido con eso.
—Así es la vida, Ashton —me dijo—. Tú decidiste querer entrar a una universidad y te tienes que esforzar por eso, la vida no es gratis en ningún sentido.
Yo lo miré algo extrañado.
—¿Por qué lo dices como si hubiera sido solo mi decisión?
—Porque lo es, Ashton, aquí nadie te puso un arma en la cabeza para querer ir a la universidad —me dijo con dureza.
Eso hizo que yo me molestara.
—¿Qué hubiera pasado si te hubiera dicho que no quería ir a la universidad?
—Bueno, te hubiera dicho la verdad: que te vas a morir miserable y fracasado —soltó sin más.
Todos los demás estaban comiendo su comida en silencio. Esa era la primera vez que alguien discutía con papá de esa forma, eso era peor que robarle su whisky.
—No solo eso, me hubieras tirado a la calle —aseguré, levantando la voz—. Si los demás pueden vivir aquí es porque tú apruebas lo que decidieron hacer con sus vidas, pero si yo hubiera querido trabajar o estudiar arte, jamás me hubieras dejado volver a entrar a esta casa.
—Porque no eres Picasso, Ashton, eres un adolescente tonto que no piensa antes de actuar y que, si no fuera porque es medianamente inteligente, no sería nadie en la vida, jamás.
—¡No soy medianamente inteligente, soy brillante, papá! ¡Soy el más listo de tus hijos, pero no puedes aceptarlo porque soy yo!
—¡Cuando estudies derecho o medicina en Harvard puedes decirme que eres el más brillante de esta casa, no antes!
—¡No me vas a chantajear para que estudie lo que tú quieras! ¡Y la inteligencia se mide más que en entrar a una universidad y elegir una carrera de mierda que te quite la vida!
Entonces mi madre golpeó su mano contra la mesa.
—¿Qué vocabulario es ese, Ashton? —cuestionó.
—¡Ay, mamá, yo no soy un mojigato como tú! ¡Yo puedo decir "mierda"!
Mi madre se puso de pie, furiosa.
—Vete a tú cuarto de inmediato —me ordenó con enojo—. Y no vas a cenar más tarde, te morirás de hambre hasta mañana por ser tan insolente.
Yo dije nada más y me puse de pie para irme a mi cuarto y encerrarme.
Mamá y papá aun no sabían la carrera que yo quería estudiar y mis hermanos, por suerte, no les habían dicho nada; pero sabía que no les gustaría, por más que fuera una carrera científica. Para ellos dos no existía nada más allá de la medicina o el derecho, elegir cualquier otra cosa me haría un idiota.
No me demoré mucho tiempo en comenzar a llorar, ya no solo estaba triste y preocupado por mi amistad con Gohan; sino que también por lo poco que me valoraban mis padres. Antes y en ese momento, jamás me habían hecho sentir como que los enorgullecía, porque tenían cuatro hijos más que ya lo habían hecho antes y mucho mejor.
Que yo sacara buenas notas, que ganara concursos, que entrara a una universidad... eso no les sorprendía, todos mis hermanos lo habían hecho y ya con Marco habiendo entrado a Harvard, no había forma de superar sus expectativas. Lo único que me distinguía a mí, era ser el idiota desastroso que cargaba con un mejor amigo mala influencia.
En ese momento me había decidido. Pasara lo que pasara, incluso si quedaba en la Universidad de California en Los Ángeles, yo me mudaría de esa casa. No importaba ni siquiera si Gohan quedaba en la misma universidad, en el caso de que no, me mudaría solo.
De pronto, la puerta de mi cuarto se abrió y yo sequé mis lagrimas rápidamente.
—Aprende a tocar.
—Lo siento, Ashton —me dijo Anette, en un tono algo desagradable.
Mi hermana mayor no se destacaba por hablar dulcemente, aun si estaba feliz.
—Solo te venía a decir que sé que estás estresado y a papá y a mamá ya se los olvido lo que era sentirse así por la universidad —me dijo—. Recuerda que la última vez que estudiaron fue hace muchos años..., así que, si necesitas ayuda con las postulaciones, yo puedo ayudarte.
Yo la miré muy confundido. Era como ver a otra Anette.
Ella soltó un suspiró.
—Tú y yo somos muy distintos, ni siquiera tenemos una relación de hermanos, pero me hubiera gustado que Marco hiciera algo así por mí cuando me vio arrancarme el pelo durante el tiempo que estudiaba para dar el examen de admisión —me confesó—. Yo puedo ser una hija de puta egoísta en otra forma, pero no en esta.
Yo le di una sonrisa sincera.
—Gracias, hermana...
—Intenta dormir bien... Nos vemos.
Anette cerró la puerta con delicadeza y sentí como se alejó.
En ese momento entendía porque ella y Marco tampoco parecían ser tan cercanos. Aunque tenían tres años de diferencia, el ser lo hermanos mayores pudo unirlos de alguna forma. Quizás, Marco era un gran problema para todos por ser un idiota engreído y egoísta, al que papá adoraba solo porque era su copia.
No era que todos los demás nos lleváramos increíble, pero Marco siempre había sido otra cosa. Era el mayor de todos, era humanista, el favorito de papá... tenía todas las cualidades para ser el hermano más apartado.
Al menos sabía que en ese sentido, Anette me podía apoyar.
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