Capítulo 23: Destrozar Propiedad Privada
Septiembre 2014
Ashton
—¡Katy! ¡Katy! ¡Katy! —gritaba la multitud a nuestro alrededor.
Sí, estábamos en nuestro segundo concierto de Katy Perry, en primera fila y ambos teníamos puestas pelucas y cintillos como los que usaba en el video de California Gurls. Yo había elegido la de color azul y Gohan la de color violeta. Debía decir que ambos nos veíamos un tanto tontos, pero en especial yo, pues estaba con mi ropa negra habitual.
Amaba a Katy Perry con mi alma, pero no me vestiría como Gohan por eso.
El concierto había sido magnifico y poder hablar con ella nuevamente y abrazarla para sentir su clásico olor a dulces, había sido un sueño. También le había regalado un brazalete con una carta expresándole mi amor una vez más.
Antes de ir al concierto, ambos habíamos estado fumando hierba, pues en un concierto lleno de gente, nadie notaria el olor a marihuana. Eso había hecho que todo fuera mucho más alucinante que la última vez, especialmente porque habíamos usado unos lentes 3D para la última parte del concierto y las luces y fuegos artificiales nos habían hecho sentir como si estuviéramos en el espacio... excepto porque el espacio no tenía esa clase de colores realmente.
Ya que, ya éramos más grandes que la última vez, habíamos ido en transporte público y nos devolveríamos de la misma forma; pero antes, debí comprar toda la mercancía que pude meter en mi mochila.
Una vez que estábamos en el autobús, yo hablé:
—Mi mayor sueño hubiera sido casarme con ella.
—Bueno, definitivamente hubieras sido mejor esposo que Russell Brand —aseguró Gohan, algo molesto.
Ambos entrecerramos los ojos, probablemente pensando en lo mucho que detestábamos a Russell Brand por haberse casado con ella y haberla dejado por mensaje de texto antes de un concierto. Ese tipo jamás le mereció.
—Bueno, quizás algún día te cases con ella o con una famosa... estamos en Los Ángeles y tu vives en un barrio lleno de ellas —me recordó.
—Katy Perry no vive ahí.
Mi otro sueño era que ella se mudara a Beverly Hills para poder encontrármela en la calle. Saldría a caminar solo por ella.
—Bueno, por ahora...
—De todas maneras, dudo que alguna estrella se quiera casar conmigo, sea cantante o actriz... Yo soy un hombre de ciencia, a ellas le gustan los hombres divertidos —le dije.
—Oye —dijo como un quejido—, la ciencia es divertida.
—Gohan, sé realista —le pedí—. Dudo que a Katy Perry le interés saber cosas como la hipótesis del universo oscilante.
—¿Qué? Pero sí es interesante —aseguró—. Solo piensa que, según esa hipótesis, el universo está sufriendo una serie infinita de oscilaciones. Todas inician con un Big Bang y terminan con un Big Crunch.
Ambos nos quedamos mirando el techo del autobús, como si intentáramos ver el universo a través de él y, con ellos, la serie de oscilaciones de la que hablábamos.
—Ni siquiera es algo certero, es una hipótesis.
—Bueno, por algo se debe empezar... ¿Qué dices de la teoría del espacio estacionario?
—Que la disminución de la que produce el al expandirse es compensada con una creación continua de materia —contesté—. Porque se necesita poca materia para mantener constante la densidad del universo mientras este se expande.
—Te estaba preguntando si a Katy Perry le interesaría, no que proponía. Eso yo ya lo sabía —me recordó.
—Ah, tiene sentido.
En parte, era culpa de los efectos de la hierba que aún no se esfumaban.
—De todas formas, ¿por qué estamos hablando de la expansión del universo? —preguntó Gohan.
—Eh... —me quedé vacilando—. ¿Por qué Katy Perry vive en él?
—Quizás podríamos hacer una hipótesis en la que Katy Perry, cada vez que canta E.T., expande el universo —dijo.
Sí, definitivamente estábamos drogados aún. Seguramente los efectos se habían prolongado porque también habíamos bebido unas cervezas.
—Deberíamos hablar con Stephen Hawking para contarle —dijo Gohan de pronto.
—Gohan, el tipo es parapléjico —le recordé—. No puede tomar un celular.
Gohan se quedó pensando.
—¿Entonces a quien llamamos?
—¿Stephen King? —pregunté.
—Ese es escritor...
—Sí, pero sus nombres se parecen.
Gohan comenzó a buscar en internet el número de contacto del escritor de novelas de terror, Stephen King, como remplazo del físico teórico británico, Stephen Hawking.
De pronto, se puso el teléfono en la oreja.
—Hola, señor King. Mi nombre es Gohan y creo que IT es el libro más asqueroso que he leído en mi vida, ¿de casualidad no le gustaría escribir un libro sobre una teoría del...? —Gohan pareció confundido y luego me miró—. Me colgó.
—Él se lo pierde. Que siga escribiendo sus historias de payasitos y cosas raras.
Seguimos hablando sobre el universo y algunas teorías e hipótesis a lo largo de la historia que nos llamaban la atención, mientras algunas personas nos miraban algo extrañadas, hasta que llegamos a la parada que nos dejaba más cerca de la casa.
Cuando llegamos a la casa, saqué unas cervezas más y las bebimos para quitarnos la sed que teníamos. Obviamente nuestras gargantas habían quedado secas después de saltar y gritar tanto.
Por supuesto, no había considerado que eso solo nos dejaría más torpes de lo que ya estábamos.
Cuando estábamos por subir, revisé mi celular y vi un mensaje de Misty: "Pulguita, dejaste tu moto en el patio delantero esta mañana y tu mamá dijo que la llevaras para atrás, ¿puedes hacer eso?".
Mamá me había regalado una moto como regalo de cumpleaños anticipado, aunque no había sido fácil convencerla y aun no me dejaba usarla más que para andar por ahí cerca. Aun cuando había sacado la licencia para motocicletas, a ella no le gustaba la idea de mi ser manejándola.
¿Cómo la había convencido de comprármela? Bueno, había estado dos meses insistiéndole cada día, hasta que ya no aguanto más.
—Tengo que ir por la moto... ¿me acompañas?
Gohan se encogió de hombros y me siguió para ir al patio delantero.
Ambos nos quedamos mirando la motocicleta como si fuera algo interesante y entonces, Gohan abrió la boca:
—¿Cómo será dar un paseo drogados?
—Habrá que descubrirlo.
Bien, de eso no podía culpar del todo a las drogas. Si Gohan hubiera preguntado eso mientras estábamos lucidos, me hubiera drogado solo para descubrir cómo se sentía manejar una moto en ese estado, arriesgándome a matarme. Era brillante para unas cosas, pero no para otras.
Gohan abrió la puerta exterior de la casa y yo encendí la motocicleta. Él se subió y yo me mantuve a su lado para que no se desequilibrara, ya que él no sabía manejarla como yo.
—Bien, iremos lento, como si fuera una bicicleta —le dije.
Anduvimos unos metros por la calle, hasta que yo vi la enorme casa de una vecina de la acera de enfrente. Una vez se me había caído un globo aerostático miniatura en su patio y no me lo había querido devolver. Ya habían pasado como cuatro años, pero era el momento de que me lo pagara.
—Mi turno —le dije a Gohan, sacándolo de encima de la moto.
—¿Qué vas a hacer? —me preguntó cuando me subí.
—Saldar cuentas.
Entonces avancé en dirección al patio delantero de la anciana y comencé a destrozar sus rosales. Gohan estaba boquiabierto por mi maldad, pero no hizo nada para detenerme, de hecho, se puso a grabarme mientras daba vueltas en círculos.
La señora, cuando salió de su casa, quedó horrorizada, incluso había sacado tierra de su patio, dejándolo disparejo.
Una vez que volvió a entrar, suponía que, con la idea de llamar a la policía, yo comencé a avanzar en dirección a la casa, mientras Gohan corría detrás de mí.
Cuando papá y mamá se enteraran, me matarían; pero valdría la pena.
[...]
—Una multa, Ashton, una multa por destrozar propiedad privada —dijo mi padre con molestia—. Sabía que Katy Perry era una mala influencia.
—No metas a Katy Perry en esto, ella no hizo nada.
—No debe ser una blanca paloma, Ashton —me dijo con la intención de molestarme—. Todas esas estrellas consumen drogas y alcohol.
«Como si yo no lo hiciera».
No había que ser estrella de la música o del cine para consumir drogas, podías ser hijo de un juez de la Corte Suprema y hacerlo igual; yo era la prueba viviente.
—Como sea —dijo después de un rato—. Te descontaré esto de tu mesada, te quitaré esa moto y nunca más te compraré un boleto a un concierto.
Yo pronto sería mayor de edad, lo que significaría que podría gastar el dinero del abuelo y mi papá no podría impedir que comprara otra moto u otro boleto a un concierto.
—Claro, papá.
—Ahora, fuera de mi vista o te irá peor.
Yo salí de la oficina con una sonrisa. Eso había sido mil veces mejor que lo que esperaba, aunque si sentía tener que esperar tanto para volver a tener una motocicleta.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top