Capítulo 21: Snow Valley

Ashton

Esquiar era de las cosas más divertidas que había hecho en mi vida y quizás, era la única actividad familiar que todos disfrutábamos. Por esta razón, siempre que íbamos a esquiar jamás faltaba un integrante de la familia.

A Gohan no le había costado nada aprender y yo, ya que, sabía esquiar, había tomado unas lecciones de snowboard.

Nos estábamos alojando en una cabaña para grupos de personas y ese día en la noche iríamos a una sesión nocturna, las cuales eran mis favoritas. Nada como deslizarse por la nieve en su sendero iluminado, pero cubierto con un cielo nocturno.

Antes de comenzar la sesión nocturna, Gohan y yo estuvimos jugando con la nieve y lanzándosela a personas extrañas, escondidos detrás de lo que fuera.

—Mira, esa niña es pequeña... quizás llore —me dijo Gohan.

—Yo quiero.

Hice una bola de nieve con las manos, detrás de un arbusto y entonces, le lancé la bola a la niña, dándole justo en la cabeza. Efectivamente, la niña comenzó a llorar después de unos segundos y por suerte, los padres no encontraron los culpables a la vista.

Cuando la gente se movió, Gohan y yo comenzamos a reír, hasta que una voz conocida nos interrumpió.

—No sean infantiles —dijo Anette—. Y no se metan en problemas, después nos terminarán vetando de aquí a todos.

—No seas exagerada —le dije.

—Ya tienes dieciséis años, Ashton, tus travesuras infantiles no tienen justificación.

Solté un suspiro agotado.

—Bueno, hermana, me voy a comportar.

Anette asintió convencida y cuando me dio la espalda, yo le lancé una bola de nieve en la nuca.

Mi hermana se volteó con la boca entreabierta, sorprendida por mi osadía, y cuando el impacto se esfumó, tomó un montón de nieve, sin molestarse en moldearlo, y me lo lanzó.

Ambos comenzamos una guerra de nieve, yo por diversión, Anette por venganza; y no tardaron en aparecer más de mis hermanos.

Beverly se puso del lado de Anette y comenzaron a atacar a Gohan también.

—¡¿Yo que tengo que ver?! —preguntó Han.

—Es por todas las cosas irritantes que has hecho durante estos años —le respondió Bev.

Pierce y Marco nos miraban desde un lado sin hacer mucho, hasta que a Pierce le llegó nieve por accidente.

Beverly se iba a disculpar, pero Pierce le lanzó nieve de vuelta antes de que pudiera, lo que lo puso de nuestro lado.

—¿Qué es esto? —preguntó Marco—. ¿Chicas contra chicos?

—En ese caso, está claro que grupo está en desventaja —dijo Anette.

—Sí, el de ustedes —dijo Pierce.

Anette soltó una risa burlesca.

—Si lo dices porque somos dos contra cuatro, lo entiendo; pero considera que estas dos les ganan en inteligencia a ustedes cuatro —se jactó.

—¿Más que yo? —preguntó Marco—. Entiendo que los demás, pero no más que yo.

—Ay, Marco, tu no podrías haber estudiado medicina Yale, aunque te pagaran.

—Claro, no me gusta la medicina, hermana —recordó—. Pero estudie derecho en Harvard, la maldita mejor universidad en cuanto a derecho, de todo el mundo.

—Bueno, medicina en la UCLA tampoco está mal —dijo Beverly—. Es mejor que Yale en medicina, incluso.

—Pero no que Stanford —le recordó Pierce.

Gohan y yo nos quedamos en silencio, era mejor que no supieran que ninguno de nosotros estudiaríamos medicina o derecho.

Yo intenté retroceder para alejarme disimuladamente, hasta que Anette me miró.

—Y Ashton no entrara a medicina en Harvard, tampoco Gohan —aseguró.

—Pues claro —dijo Gohan con obviedad—. A diferencia de usted, Ashton y yo queremos tener vida social, amigos y novias.

Los cuatro lo quedaron mirando algo ofendidos.

—No quiero ser cruel, pero Ashton y yo no tenemos los requisitos principales para ser abogados o médicos —siguió—. No somos tan egocéntricos, ni amargados, ni masoquistas.

—Ah, sí, ¿entonces que carrera quieren? —preguntó Marco, cruzándose de brazos.

—Ciencias ambientales —dijo Gohan—. Tendremos calculo... a que ninguno podría con eso.

Anette hizo el ademán de llevar la contraria, pero se arrepintió. Sí, no eran un desastre en matemáticas, obviamente, pero no eran tan buenos como nosotros.

—Bueno, como sea, las chicas seguimos siendo mejores —aseguró Anette—. Y si incluimos a mamá, ganamos sin duda.

Marco la miró sorprendido.

—¿Y papá qué? El tipo es brillante y...

—Y da igual porque hay estudios que dicen que la inteligencia se hereda de la madre porque va ligada al cromosoma X —dijo Anette.

—Y con eso, los hombres tienen mayores problemas cognitivos que nosotras.

Ambas chocaron sus palmas victorias.

—Dos cromosomas X y aun así son inferiores a nosotros —dijo Pierce—. Es tan patético como los bisexuales que no consiguen pareja... El doble de oportunidades y aun así fallan.

Con eso, Pierce había ganado.

—¿Tú qué sabes de conseguir pareja? —le preguntó Beverly—. Eres el único aquí que jamás ha hablado de una pareja. Puedes sacar una carrera de medicina, pero no conseguir una novia.

Gohan y yo intercambiamos una mirada. Eso nos dejaba en claro que Beverly no había notado que Pierce no parecía ser la clase de hombre que gustaba de mujeres.

Antes de que Pierce pudiera dar una excusa para pasar desapercibido con lo que nosotros suponíamos que era su homosexualidad, mamá llegó a interrumpirnos.

—Ya es hora de la sesión nocturna, así que muévanse. No los trajimos para holgazanear.

Los cinco nos movimos con ella para ir a esquiar por fin y dejar de lado nuestra tonta pelea.

[...]

Debía admitir que después de cuatro días en Snow Valley Mountain Resort, volver a casa no era tan divertido.

A pesar de que Los Ángeles era una ciudad con muchas cualidades, me hubiera gustado que nevara en invierno como en el otro lado del país y así poder salir a jugar sin tener que pagar.

Estaba oscureciendo cuando habíamos dejado el resort y cuando llevábamos una hora de viaje más o menos, mamá habló:

—¿Y si cenamos afuera? Yo invitaré.

—¿Desde cuando quieres pasar tanto tiempo con nosotros? —le preguntó Anette.

—No seas ingrata, tú y Marco son los que más disfrutaron de mi tiempo y buen humor... ya después de tres hijos se acaba el ánimo y la paciencia.

—Me di cuenta —comenté.

—Ashton, si tu hubieras sido el primero me hubieras sacado de quicio de todas maneras. Eres desesperante y desastroso —contestó—. Ahora vamos a comer algo de comida chatarra, de todas formas, sus corazones y arterias estaban sanos las ultimas veces que les hice exámenes.

Mamá no solía comer mucha comida alta en calorías y grasas por el amor que le tenía a su corazón, o esa era la explicación que ella daba. Además, por su lado familiar había una alta tendencia a la diabetes y a la hipertensión, eso era lo que más la había motivado a estudiar medicina.

Todos accedimos a su propuesta y papá, en vez de ir a casa, condujo a un restaurante de comida que Pierce propuso. Era un restaurante de pizzas.

Nos sentamos en una mesa grande y pedimos cuatro pizzas con distintos ingredientes. Gohan y yo comimos una vegetariana, ya que yo había comenzado a imitar la dieta sin carne de mi amigo. Mamá y papá no se habían opuesto, incluso mamá había dicho que, si tomaba los suplementos necesarios y comía otras proteínas, podía conseguir una dieta más sana.

Todo había estado de maravilla, hasta que un grupo de jóvenes llegó a comer y Beverly comenzó a actuar extraño. Los demás no lo habían notado, como siempre, estaban más atentos a ellos mismos que de los demás; pero Gohan y yo compartimos una mirada apenas Bev dejó de hablar.

No pasó nada más hasta que salimos y fuimos al estacionamiento al aire libre del restaurante para subir a nuestra camioneta.

Justo un poco ante de llegar junto a la camioneta, un chico de los que habían entrado al restaurante jaló a Beverly del brazo y comenzó a hablarle, no lo suficientemente fuerte para que escucháramos.

Todos, al notar que Beverly se había quedado atrás, nos detuvimos y nos quedamos observándolos.

—Ya te dije que no —le dijo Beverly en voz alta—. Ahora déjame, tengo que irme.

Bev intentó alejarse, pero el tipo la volvió a jalar y eso hizo que Marco y mi padre comenzaran a preocuparse.

Sabía que ambos estaban dispuestos a amenazar al tipo con sus cargos importantes de trabajo y, para evitar un mayor lio, decidí ir yo por Bev.

—¿Qué haces? —me preguntó Gohan.

—Traigo a mi hermana —le dije.

Llegué junto a ellos y tomé a Beverly del brazo que el tipo no la estaba jalando.

—Disculpa, pero nos tenemos que ir —le dije, intentando llevarme a Bev, pero él no la soltó.

Mi hermana se quejó y comenzó a tironear, lo que me hizo enojar. Ella no era del todo mi agrado, pero eso no significaba que iba a dejar que un tipo la lastimara.

—Te dijo que la soltaras.

—Tú no te metas, esto es entre tu hermana y yo —me respondió el chico.

Papá me mataría por eso, pero sería mil veces mejor que el que él se entrometiera.

Sin darle más vueltas, le di un puñetazo en la cara, lo que hizo que soltara a mi hermana, pero también que gritara.

—¡Ashton!

—Él me provoco —me excusé.

Yo no era muy fuerte, por lo que el chico se recuperó rápido y me agarró de la chaqueta para ponerme contra la pared.

«Bien, papá, ahora sí puedes meterte».

Aunque eso no paso. Gohan llegó antes que mi padre y le dio un rodillazo en las costillas, dejándolo tirado en el suelo.

Gohan me agarró y me movió hacia la camioneta, donde nos escondimos detrás de los demás.

Justo en ese momento, otros chicos que habían entrado al restaurante salieron, suponía que, a buscar a su amigo, y cuando lo vieron arrodillado en el suelo, lo ayudaron a ponerse de pie.

—¡Eres una idiota Beverly! —le gritó el chico, mientras se ponía de pie—. ¡No sabes con quien te estas metiendo!

Entonces mi padre avanzó un poco hacia él.

—¿Acabas de amenazar a la hija de un juez?

Todos los chicos se quedaron helados del miedo.

—No vuelvas a molestar a mi hija, ¿entendido?

El chico asintió, muerto del miedo. Podía ver cómo le temblaban las piernas.

—Ahora, largo.

Los cuatro chicos se marcharon y papá volvió con nosotros.

—No es que avale la violencia de algún tipo, pero bien hecho —dijo.

Yo le di una sonrisa, pero él negó.

—Le decía a Gohan, tú solo diste vergüenza, Ashton —me dijo—. Tienes brazos débiles y flácidos.

Yo lo miré ofendido, pero quizás decía la verdad. Me hacía falta fortalecer mis músculos.

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