Capítulo 20: Feliz Navidad

Diciembre de 2013

Gohan

La maldita navidad. Lo sentía por Jesús, él no tenía que ver con mi odio a su cumpleaños, tampoco Dios... o quizás sí, si realmente él había creado a la porquería de padre que tenía.

Yo sabía que ya la última vez que había recibido golpes en una navidad había sido diez años atrás y que ya tenía que dejar ir el asunto, pero no podía. Cada día de navidad recordaba lo mal que me había tratado mi padre.

Realmente, mis primeras cuatro navidades no las recordaba, solo sabía lo que había comentado mi mamá, como que cuando tenía cuatro me había jalado del cabello porque había rayado la pared del pasillo con crayones intentando hacer una decoración navideña y me había castigado, tirando mi regalo a la basura. Mamá lo había sacado al día siguiente y lo había escondido unos días, para luego entregármelo. Por supuesto, el hacer eso le conllevó un correazo en la cara.

De toda esa navidad, solo recordaba el regalo y como días después mi mamá había estado en casa, escondiéndose de las personas para que no vieran que tenía todo un lado del rostro con una enorme marca.

De la navidad de mis cinco años recordaba mucho más. Papá había llegado el veinticinco de diciembre después de estar desaparecido todo el veinticuatro, sin dar señales de vida. Mamá había estado muy alterada y con sus cuatro meses de embarazo le preocupaba que sus nervios afectaran al bebé; pero hubiera sido mucho mejor que no hubiera llegado jamás, pues estaba ebrio y con sangre saliéndole de la boca.

Pude escuchar como mamá lo cuestionaba en la sala, el no respondió nada durante varios segundos y cuando se hartó de los reclamos de mamá, la jaló del cabello y la tiró al suelo. Yo intenté correr a mi cuarto, pero me vio y eso significó que se desquitara conmigo.

El que mi mamá se hubiera embarazado una vez más había causado que mi papá se desquitara más conmigo que con ella para no causarle un daño más terrible y, aun así, no había servido de nada, pues igual le había hecho perder en bebé dos meses más tarde en uno de sus ataques de ira y por la perdida, le recomendaron que se operara, pues no sería posible que volviera a soportar un embarazo.

De todas formas, ambos embarazos habían sido no deseados, por lo que, según yo, lo mejor había sido que se operara y dejara de traer hijos a sufrir.

Técnicamente, mi navidad de los cinco años había sido tan horrible que no había podido disfrutar las demás y quizás, era algo dramático, pero no podía evitarlo.

-¡A cenar! -llamó mi mamá.

Yo tomé aire e intenté relajar mi ser para no terminar en una nueva pelea con George.

Cuando salí de mi cuarto y pasé al comedor, mamá y George ya estaban sentados en la mesa. Yo me senté en mi puesto en silencio, esperé a que mamá diera las gracias y comencé a servirme.

Solo porque la televisión de la sala estaba encendida no había un total silencio, pues nadie estaba hablando.

-¿Mañana irás a la casa de Ashton? -me preguntó mamá.

-No, es navidad, no quiero molestarlos... quizás pasado mañana vaya -le dije-. Tenemos que intercambiar regalos y también le tengo regalos a su familia.

-Qué bueno porque quería que me acompañaras a la casa de tu tía Laurie, así aprovechamos de felicitar a tu primo por sacar su primer cortometraje.

-Está bien.

Mi primo mayor había hecho su primer cortometraje después de terminar su carrera. Él siempre había querido ser director de Hollywood, aunque no se veía tan posible por la clase económica de la que provenía. Aun así, esperaba que sus sueños se hicieran realidad y no necesitara contactos y dinero para abrirse paso.

[...]

Cuando volví a casa después de la visita a mi tíos y primos, vi que tenía un mensaje de Ashton: "te necesito aquí a las siete en punto y trae un cambio de ropa abrigada".

-¿Ropa abrigada?

No sabía qué demonios quería Ashton, pero no iba a cuestionarlo cuando solo quedaban dos horas para las siete, por lo que busqué la ropa más abrigada que tenía en mi armario y la metí en mi mochila.

Cuando terminé de arreglar mis cosas, salí de mi cuarto y grité:

-¡Me voy a la casa de Ashton!

Mamá salió de la cocina con algo de prisa.

-Yo te llevo, sabes que no me gusta que recorras tanto solo -me dijo, secándose las manos-. Menos por el sur de la ciudad, cualquiera de estos días te pueden disparar o apuñalar.

-Bien, como quieras...

Mamá me llevó a Beverly Hills en su auto, el que desentonaba bastante en un barrio como ese, pero se había demorado mucho menos de lo que yo me demoraba en transporte público o bicicleta.

Nos despedimos y yo toqué el timbre. La puerta exterior se abrió y una vez que entré, Ashton salió por la puerta de la casa.

-¡Vamos, muévete!

Ashton me jaló del brazo y me llevó rápidamente a la sala.

-¿Qué pasa?

En la sala me encontré con un montón de bolsos y los señores Johnson revisando unas cosas.

-Buenas tardes, Gohan -saludó el señor Johnson sin siquiera mirarme-. Ashton, préstale una maleta y entrégale sus regalos.

-Claro, papá.

-¿Maleta? ¿Qué pasa?

-¡Feliz navidad! -exclamó Ashton-. Iremos unos días al Snow Valley Mountain Resort y tú iras con nosotros.

Lo miré con algo de preocupación.

-Yo no sé esquiar, ni tengo las cosas para esquiar...

Yo sabía que la familia de Ashton hacia esa clase de actividades de gente con dinero para pagarlas: esquí, snowboard, paseos en lancha, paseos en crucero, etc.

-No te preocupes, tomaremos lecciones -me dijo-. Y respecto a lo segundo, tenemos implementos extra y los que no tenemos, los alquilamos... Ahora vamos por tus regalos.

Ashton me jaló con él hacía el árbol de navidad puesto en la sala, el que aún tenía regalos abajo. Tomó uno y me lo dio.

-Ese es de papá... -luego comenzó a apuntarlos uno por uno-. Ese es de mamá, ese de Bev, el de Anett, el de Pierce, el de Marco y el de Misty.

En mi casa apenas me habían dado unos billetes para que comprara lo que yo quisiera y en esa casa, hasta la ama de llaves me dejaba un regalo con una nota muy tierna. Bev también me había puesto una nota, pero decía: "espero que te guste, idiota".

-Mis regalos no son tan grandes -le dije algo avergonzado.

-Tranquilo, no hay problema -me dijo Ash con una sonrisa-. Lo importante es la preocupación.

Al menos en ese sentido, mi conciencia estaba tranquila, pues había usado gran parte de mis mesadas del año (patrocinadas por el infeliz de mi padre) para comprar esos regalos.

Dejé los regalos que yo les había llevado debajo del árbol, pues todos tenían nombre, y fui con Ash a arreglar mi maleta.

Ashton me presto una chaqueta especial para ir a esquiar, junto con unos zapatos. Por suerte, ambos teníamos una contextura y altura parecida, él era solo dos centímetros más alto que yo, por lo que podíamos compartir muchas cosas.

-Te daré unas gafas especiales para esquiar y lo demás lo tenemos en el auto -me dijo.

-Gracias, Ash... espero que no haya sido tu idea después de que te enteraras que jamás había tenido vacaciones -le dije.

Ashton se hizo el desentendido.

-No te estoy sacando de Los Ángeles, solo te estoy invitando a una montaña unos días -dijo como si no fuera la gran cosa.

-Lo que tu digas...

En el fondo sabía que lo que yo intuía era cierto.

[...]

-'Cause he always used to look at me that way...

-¡Mamá, dile a Ashton que cierre la boca! -pidió Beverly tapándose los oídos.

-Bev, tu hermano podrá ser un idiota, pero tiene buen gusto musical, así que déjalo.

-Sometimes when I'm lonely, I sit and think about him and it hurts to remember all the good times...

Marco se volteó a ver a Beverly.

-Agradece que es ABBA y no Katy Perry.

-Voy a ignorar eso solo porque eres un anciano aburrido y, por consecuente, Katy Perry no te puede gustar -le dijo Ashton-. Ahora silencio, viene Dancing Queen.

Yo no pude evitar reír, en especial por el sufrimiento de Beverly. Yo estaba sentado entre ella y Ashton en los últimos asientos de la camioneta, mientras los otros hermanos iban en el de adelante, el señor Johnson conducía y la señora iba de copiloto.

De pronto, Beverly se pegó a mi para decirme algo cerca de la oreja.

-¿Cómo supiste la clase de libros que me gustaban? -me preguntó, poniéndome algo nervioso.

No era que Beverly me gustara, de hecho, era odiosa; pero el que fuera tan bonita, tuviera un cuerpo tan atractivo y fuera mayor que yo, me causaba algunas cosas.

Sentir que mi brazo estaba rozando sus pechos me estaba ya complicando bastante y el que estuviera susurrándome tan de cerca solo empeoraba las cosas. Todo era culpa de Ashton, si él hubiera sido menos escandaloso, Bev no hubiera tenido problema con que él fuera en medio.

-Solo lo supuse, me alegra que te gustara.

-¿Te metiste a mi cuarto?

Yo tragué saliva. Bueno, sí, había revisado los cuartos de cada uno para no condenarme con regalos que, además de baratos comparado con lo que ellos se daban, no les gustaran.

-No solo al tuyo, no te sientas especial.

Beverly soltó una risa que, por alguna razón, solo me causo un cosquilleo en el abdomen bajo.

«No, Gohan... Ashton está justo a tu otro lado».

El viaje no duraba más de dos horas, pero yo supe que se me haría eterno.

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