Capítulo 9

Ha pasado una semana desde la llagada de Dohko y la vida tranquila que Iris llevaba cambió radicalmente. El osito pardo se apoderó de la cama, echándolo de su lugar favorito, entonces se vio obligado a pasar el rato en el tocador. Claro que esto genera también conflicto con Marcial.

–¿Por qué no vas a la cama? Ese es el lugar del favorito –murmura dándole la espalda a Iris.

–P-Pero-

–No empieces con que Dohko está loco y eso.

–Si lo está, ¿por qué no me crees? –Él agacha sus orejas y lloriquea. Haciendo que la paciencia del otro se acabe con relativa facilidad.

–Fácil, él es mi hermano y tú no eres nada –responde tomando la aguja.

–Entonces, ¿por qué me ayudas? ¿Por qué coses mis heridas? –Iris chilla al sentir la aguja pinchar su tela. Marcial comienza a coser su brazo izquierdo luego de colocar de nuevo el relleno en su interior.

–No lo hago por ti, sino por Damita. Se pondrá triste al verte lastimado y tampoco dejaría que ella misma te cosa –murmura para luego dar las ultimas puntadas. Marcial corta el hilo con unas tijeras y vuelve a guardarlas dentro del cajón.

–Oh, gracias...

–Ahora estarás mejor, tus viejas costuras son una vergüenza.

–¿Qué harás? –pregunta Iris al verlo bajar de un salto y caminar hacia la salida.

–Izem y los demás vendrán a una fiesta, debo limpiar, además dijo que tú los invitaste –contesta Marcial subiendo y bajando los hombros. Iris sostiene sus orejas y luego las estira un poco por la desesperación mezclada con el miedo. No pueden venir.

El oso pardo, al enterarse que Chris creció y que ya es una mujer, se sintió vacío. Su enemiga había desaparecido. Pero rápidamente llenó ese hueco con un nuevo pasatiempo, insultar y maltratar a Iris

–No pueden... Ellos-

Ya es demasiado tarde, las amigas de Chris acaba de llegar y sacan a la castaña del departamento para dar un paseo. Es fin de semana, así que descansarán de tanto trabajo. Los irises se saludan cuando se encuentran sobre el sofá. Pero el oso pardo se hace presente. Iride nota a Dohko primero y le da una sonrisa, aunque el otro responde arrogándole una almohada que lanza al osito arco iris del sillón. Los otros miran a Dohko y le gruñen.

–¿Qué es esto? Se parecen a ese trapo viejo de colores –comenta soltando una risa.

–¿Quién eres tú? –Lo enfrenta Iven mientras acomoda su falda, ahora lleva puesto un conjunto nuevo, lo que le resta mucha seriedad a sus palabras.

Dohko suelta una risa, divertido, al ver la ropa y maquillaje de este. Le parece completamente absurdo y ridículo. Da unos pasos hacia ellos solo para quitarle la ropa y dejar a Iven temblando.

–Eres un oso, no quieras parecer otra cosa porque te vez ridículo –murmura. Entonces le da un empujón, arrojándolo también al suelo. Iride aún lucha por salir de abajo de la almohada, en eso escucha el llanto de Iven y lo ve sosteniendo la tela rasgada.

–¿Cuál es tu maldito problema? –le dice Izem fruncido el ceño, sus orejas están agachadas y le gruñe.

–Ustedes son mi problema. –Dohko da unos pasos, rodeándola mientras habla–. Sus colores me dan náuseas y son demasiado débiles, no son osos de peluche como yo. Son basura.

Él levanta su mano para golpear al osito que queda, pero Marcial sostiene su pata y lo aleja de un empujón. Dohko le gruñe en respuesta y solo Izem se toma la molestia de explicarle lo que sucede.

–Él nos atacó, Marcial. Habla como tú pero es mucho más tenebroso.

–Dohko. –Mira a su hermano en busca de respuestas. El otro sonríe y se acerca unos pasos.

–Sabes que no perdería mi tiempo con ellos –responde de manera tranquila para luego tomar a Izem de una oreja y levantarla–. Sólo estoy jugando.

La osita chilla de dolor mientras Dohko ríe. Pero esa sonrisa dura poco porque Marcial salta sobre él. Le muerde una de sus orejas y termina por arrancarla, así logra liberar a Izem y ella se oculta detrás de su salvador.

–No me gustan esos juegos –murmura luego de escupir la oreja de Dohko. Este se levanta y toca su cabeza, sorprendido por la repentina reacción de su hermano–. Píde disculpas.

–No, estoy bien –interfiere Izem tomando a Marcial de la mano. Intenta levarlo a otro sitio, aunque el oso blanco permanece en su lugar.

–¡Píde disculpas! –exclama al ver que Dohko no tiene intenciones de hablar.
–¿Que, que? No voy a disculparme con estas muñequitas. Ay, ¿qué te sucede? Nunca me habías lastimado así –comenta tocando el lugar donde estaba su oreja. La vista del oso baja, entonces, hacia el peluche detrás de Marcial. Presencia como este toma la mano de su hermano.

–Dohko-

–Los años acabaron con tu razón, suéltalo, ambos son machos –lo interrumpe dando un paso a delante.

Izem está asustada y se aferra más a Marcial debido a la intimidación del otro. El osito blanco no la suelta, cosa que la tranquiliza un poco.

–La verdad es que... –Él mira a Dohko, luego a los demás irises y por último pasa a Izem. Sus ojos lo miran suplicante–. Izem es mi pareja.

–¡¿Qué?! –La sorpresa de Dohko es tan exagerada como Marcial lo imaginó. Aunque nunca hubiera prevenido que se abalanzara hacia ellos como una bestia salvaje.

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