Capítulo 7
La cita resultó un éxito ya que todo lo que podría salir mal no sucedió. Marcial creyó que los otros interrumpirían, pero no fue así, estuvieron solos mirando una película y luego otra y otra. Izem comentaba cosas relacionadas con las escenas más tontas y Marcial reía. Hasta que ella recostó su cabeza en el hombro del osito blanco. De inmediato todo su ser se paralizó, cada hilo, cada hebra, al sentir la suavidad de Izem contra él. Solos respiró hondo y soltó el aire poco a poco, intentando relajarse.
–Ay, ya bésala. Ambos quieren hacerlo, todos los sabemos –comenta al ver a los protagonista juntos.
–Yo... –Marcial vuelve a estar nervioso, siente como si esas palabras son para él–. Izem.
–¿Si? –Ella se endereza pero no se aleja mucho de él. Sus ojos verdes hacen contacto con los suyos.
–Me gustas mucho y antes de que esto avance... quisiera... –Marcial la toma de las manos para ponerse de pie. Luego se inclina y coloca una rodilla en el suelo–. ¿Quieres ser mi novia? –pregunta mirándola, había visto hacer esto a las personas cuando se le declaran a su amor.
–Estoy muy sorprendida –responde soltando aire–. Si, si quiero, ¿por qué no lo dijiste antes? –Ella salta sobre él y lo abraza, al mismo tiempo frota su cabeza en el pecho de Marcial. Él corresponde a todo ese afecto unos segundos después, cuando la rodea con sus brazos.
–Te quiero preciosa –murmura, imaginándose en como será su boda, porque claro, el siguiente paso que deben dar es del casamiento. Aunque Marcial cree que es muy pronto para eso.
–No. Yo te quiero –responde Izem.
En ese momento deben separarse y ocultar los moños y la falda, ya que la puerta de la habitación se abre. Iride sale junto con Iven y buscan desesperadamente al cuarto osito arco iris. Izem le sonríe a Marcial, siente la adrenalina mezclada con miedo a ser descubierta, esa sensación le encanta.
–¡Ahí están los tórtolos! –señala Iven. Ambos escalan al sillón con un poco de dificultar para encontrarse a Marcial con los brazos cruzados y a una muy sonrojada Izem–. ¿Por qué no nos lo dijeron? Creí que éramos amigos.
–Iris nos encerró en el cuarto para que no los interrumpamos. Pero la curiosidad nos ganó, entiendan –comenta Iride haciendo una mueca.
–¿Iris hizo eso? –cuestiona Marcial arqueando una ceja.
–Si, es una maldita. Pero pudimos escapar y venir. –Iride suelta una risita bastante aguda que molesta a Marcial.
–Largo, se hubieran quedado encerrados –responde el osito blanco.
–Mar, tranquilo. Ellos solo tienen curiosidad –murmura Izem mientras le toma de la mano. Él casi tiene un infarto de haber tenido un corazón.
–Awww. Que linda pareja –dicen ambos al mismo tiempo. En eso Iris llega corriendo mientras se despega un poco de cinta de su pelaje.
–¿Cómo se les ocurre enboscarme y cubrirme con cinta adhesiva? Fue muy doloroso quitármelas –regaña al par y luego voltea hacia a los otros. Unos corazones aparecen en sus ojos al ver las manos unidas de ambos–. ¡Oh por dios, el santo algodón e hilo!
–Si, como lo pueden ver, Mar me pidió ser su novio hace unos minutos y acepté –comenta sonriendo, provocando que los demás chillen y griten de alegría. Marcial hace una mueca, asustado por la felicidad de los otros. De repente es abrazado por esos tres junto con Izem. Pero termina por separarse de una manera brusca ya que no lo querían soltar.
–¡Ya! Basta –exclama molesto, dejando paralizado a los tres–. Ustedes me siguen dando asco y no somos amigos –agrega cortante. Entonces siente como Izem tira de su oreja.
–No, no. Son mis amigos y debes llevarte bien con ellos –lo regala dándole unos jalones no tan fuertes.
–Au, auch. Está bien –responde entre dientes. Ella lo suelta y soba su oreja para desaparecer el dolor–. Por ell... Por él no les haré daño, pero tampoco van a abusar de mi generosidad.
–¡Si! Hay que festejar –propone Iris haciendo que los otros, excepto Marcial, griten estando de acuerdo.
La fiesta fue bastante incómoda, aunque lo peor para Marcial fue cuando Izem debía irse. Se despidieron con un fuerte abrazo que provocó la envidia de los otros tres peluches.
–Nos vemos.
–Nos vemos –responde Izem dándole una sonrisa.
Las semanas han pasado y Chris no ha visto a sus amigas, eso significa que Marcial no ha visto a Izem en ese tiempo. Aunque eso no impide que realice sus actividades rutinarias. Él ordena la habitación de su Damita todos los días, el maquillaje del tocador, sus zapatos, la cama y dobla la ropa. Eso lo mantiene ocupado y casi no piensa en Izem. Pero al terminar solo ella está en su mente.
–¿Y esa cara? –Iris se acerca a él con la tablet en su mano.
–A ti qué te importa.
–Oh, estás así de gruñón por Izem, debes extrañarlo mucho. –Él se sienta junto a Marcial y escribe algo en la tablet, es un mensaje que envía al celular de la dueña de Izem. Sabe que a esta hora la chica duerme y el osito tiene el control del celular–. Ten, lo verán en un momento.
Marcial toma el aparato y espera, entonces una vídeo llamada ingresa y responde con ayuda de Iris, quien es el experto en tecnología. La imagen de Izem aparece en la pantalla, sonriendo hacia Marcial.
–Hola.
–Hola... –responde él parpadeando un par de veces. Ella sacude su mano en forma de saludo y la charla comienza. Iris quiere escucharlo todo. Pero sabe que Marcial lo golpeará, entonces se traga toda su curiosidad y sale de la habitación para darle más privacidad de la pareja.
–Son tan tiernos, yo también quiero una pareja –lloriquea como el osito caprichoso que es. En ese momento ve a Chris entrar al departamento y dejar unas casas viejas sobre la mesada de la cocina.
–Ajam, papá. Ya tengo todo, cuando regrese del trabajo ordenaré las cosas. Te amo. –Ella corta la llamada y toma una fruta antes de salir nuevamente. El departamento se sumerge en un profundo silencio hasta que Iris escucha unos golpes provenientes del interior de la caja. Con dificultad mueve una silla y la acerca a la mesada, gracias a esto logra subir hasta las cajas.
–¿Hola? ¿Quién anda ahí?
–Deja de hablar y quita estas cosas de la tapa –contesta alguien, haciendo que cada hebra del pelaje de Iris se levante. Esa voz, tan masculina y grave, casi hace que tenga un orgasmos, claro, si tuviera órganos sexuales.
–S-Si, ya voy –murmura y trata de empujar la caja pequeña que está sobre una más grande. Lo logra luego de unos minutos y un oso pardo sale de la casa. Este se parece bastante a Marcial, con la diferente que es marrón, usa un pañuelo rojo y tanto como sus ojos como su nariz son negros.
–Gracias, ¿quién eres tú?
–Tu futuro romance –responde, las palabras escapándose sin permiso de su boca.
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