Capítulo 5

Marcial retrocede unos pasos mientras los otros ositos trepan por el tocador, Izem se acerca y le susurra.

–Hablan en serio, voy a tratar de distraerlos.

–No hay problema. –Marcial ladea la cabeza, si tuviera huesos estos tronarían por el movimiento al igual que sus nudillos.

–¡Sobre él! –ordena Iris y los demás saltan sobre Marcial. Él ríe al ver como la reliquia es sometido con mucha facilidad gracias a su alianza.

–Oh no. –Izem toma la pata del oso blanco y se golpea ella misma–. Ah, me lastimó. Ya no puedo continuar, chicos mejor lo dejamos.

–¿Estás relleno con plumas de gallina o qué? –responde Iride mientras estira las orejas de Marcial. Iris se une a sus compañeros y toma el lugar de Izem para morder la pata de su enemigo.

–Suplica piedad, reliquia –dice Iven riendo. Él está sentado sobre el mayor y le patea las costillas.

–¿Quiés es débil? ¿Eh? –pregunta Iris dando un par de mordidas más en la pata de Marcial.

–Ustedes –responde para luego ponerse de pie. Levanta a los otros tres y los toma de la nuca con una sola mano–. Un ejército de delicadas flores hacen más daño que ustedes –agrega dándoles una sonrisa. Entonces suelta a esos ruidosos y molestos peluches, haciendo que se den un doloroso golpe contra el suelo. Solo Izem continúa con Marcial en el tocador.

–Wou, increíble –suelta una risita mientras se acerca al borde. Iris maldice mientras que los otros dos se quejan por el dolor.

–Ellos empezaron –se adelanta a decir en su defensa.

–Ahora mi turno o sospecharan.

–No te golpearé.

–Entonces yo lo haré. –Izem levanta los puños, aunque Marcial ofrece su rostro sin más.

–Inténtalo, nada me afectará –murmura rodando los ojos. En ese momento siente algo muy suave en su mejilla, solo tarda unos segundos en notar que eso fue un beso. Luego Izem sonríe y se tira hacia atrás, fingiendo que la acaban de golpear. Termina junto a los otros osos coloridos e Iride la ayuda a levantarse.

–Eso debió doler –murmura con el seno fruncido–. Hey, miren.

Todos dirigen su mirada hacia Marcial, quien se encuentra tumbado sobre el mueble, entonces voltean haces Izem y la alzan sobre sus hombros. Diciendo que es el más fuerte por haber golpeado al peluche abusivo.

Iris le pide que vuelva las veces que quiera, así tendrá controlado a Marcial y su gran bocota. Izem acepta subiendo y bajando los hombros, no le desagrada la idea, además creyó que se aburriría mucho en esta visita pero le resultó más que interesante.

Para las seis de la tarde las amigas se despiden y se llevan a sus ositos respectivamente. Todos se despiden con grandes sonrisas y sacudiendo sus patas delanteras, diciéndole a Iris que la fiesta, a excepción de la pelea, fue lo más divertido que han hecho.

–Pobre, ¿usar una linterna? Una abuela de ochenta tiene mejor iluminación para una fiesta –comenta Iven.

–Si, Iris es muy creído. Además ya quería irme. Me moría del aburrimiento –dice el osito de la falda mientras ríen en complicidad. Izem, por su lado, roda los ojos al escucharlos y sus ojos miran al peluche blanco con las orejas celeste y rosa. Marcial también la observa sólo por unos segundos para luego voltear.

–Dios. Que bueno que se fueron, ya empezaban a ser insoportables. Iride hablando de su guardarropa horripilante e Iven diciendo que puede ver las estrellas de día, ¡de día!. Además la voz de Izem es tan rara, es como si tuviera algo grueso y duro atravesado en la garganta. –Iris ríe por su propia broma, luego mira a Marcial mientras este arregla el desastre que ellos hicieron en la cama–. Pero a él lo respeto un poco más por haberte roto la retaguardia en una pelea.

–¿Por qué insultas a la basura así? –cuestiona cuando vuelve a extender la sabana sobre la cama con cuidado.

–Tú los acabas de insultar también –responde Iris soltando una risa.

–Pero no son mis amigos.

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