XXXVI. Take it All pt.1
Importante escuchar:
🦋Uncondicionally by Katy Perry
🦋Snooze by Agust D feat Woosung and Ryuichi Sakamoto
🦋Flame of Love by Lee Taemin
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DOPPELGAÄNGER
Los inicios suelen ser ajetreados. Como un conjunto de convulsos pensamientos que muchas veces no podemos siquiera examinar. Sin embargo, todo tiene un día para comenzar y hacerle honor a la fecha de caducidad que pueda imponernos la vida.
¿Tienen las personas algo semejante a ese invocado día donde todo deja de tener sentido?
¿Somos acaso curiosos pasajeros de un tren cuyas paradas están marcadas aun antes de que podamos ser conscientes de la fragilidad que implica ser humano?
La verdad reside en la óptica que deseemos darle a la apreciación de la vida y Alie Ezra era una de las acérrimas defensoras de esa realidad. Tomando una respiración profunda, la entrada de la UCH se le dibujaba extraña.
Como si su pobre excusa de ver a Jimin después de aterrizar en suelo neoyorquino para concertar el despertar de una nueva etapa de su existencia no fuera del todo suficiente.
—Buenos días, me gustaría… me gustaría contactar con el detective Park, si no es mucha molestia.
Saludó en la primera parada de la seguridad para entrar aquel sitio. El cadete que le ofreció el formulario observó con suspicacia. A pesar de no ser su división y haber tenido hasta cierto punto suerte, Choi Beom Gyu estaba al tanto de las personas implicadas en el suplicio de quien fuera uno de sus amigos de infancia.
—El detective Park radica en el tercer piso, cerca de las oficinas del laboratorio de Patología. Tenga lindo día, señorita Ezra.
Resolvió el chico antes de proceder a dar indicaciones en la segunda cabina de control para que le cedieran el paso a la escritora. Alie intentó no ser tan obvia cuando las miradas caían sin pudor alguno sobre su elegante figura.
Llevaba otro vestido de tonos lavanda que armonizaba perfectamente con su pálida tez. El cabello acomodado en un complejo moño francés solo para darle un aire aún más aristocrático a lo que podían resaltar el cierre de los Christian Louboutin en sus estilizados tobillos.
Una hermosa aparición que levantaba comentarios antes de tener acceso al umbral de la oficina que Jeon Jungkook y Park Jimin compartían.
—Hola, por lo visto hoy no es mi día de suerte ¿El detective Park radica aquí?
Solo bastaba una inspección superficial para comprobar que el castaño no se encontraba en la habitación. Jungkook negó antes de pedirle que ingresara.
—Jimin hyung está lidiando con algunas investigaciones menores en estos momentos. En los últimos tiempos prefiere estar más en las calles que aquí. Tome asiento si desea esperarle.
Alie negó ante la amable oferta. Su idea de ver al detective a su vuelta a una ciudad donde esperaba encontrar otra respuesta era la más sutil de las excusas.
—No creo que disponga de tanto tiempo pare esperarle. Acabo de aterrizar hace tres horas y aun debo asistir a una entrevista con el corredor de bienes raíces. Solo dígale que pasé a saludar.
Intentó despedirse con la misma cortesía que había sido tratada. Jungkook procesaba aquella información con ganas de morderse la lengua. En los últimos meses había conocido de boca de Taehyung sobre la desastrosa “casi relación” que sostuviera su jefe en el Laboratorio de Patología con el único familiar que le conocían a Min.
—Se lo diré, vaya con cuidado señorita Ezra.
Ella asintió antes de tomar la manija de la puerta sin percibir que otra persona emitía el mismo gesto pero en sentido contrario. Los ojos marrones de Lee Taemin parecían emitir chispas de irritación al descubrir la identidad de quien le obstruía la entrada.
—Jeon, cuando puedas dile a Jimin que los resultados que solicitó ya están listos…
Decidió ignorarla deliberadamente antes de reanudar la marcha por el angosto pasillo que separaba ambos departamentos.
Jungkook miraba de hito en hito a la escritora antes de contemplar cómo sus facciones se endurecían y el taconeo de sus zapatos de diseñador se hacía casi frenético.
—No tienes que fingir que no existo para dejar en claro que me odias…
Como una invasión de uñas arregladas en el mismo tono lavanda de su vestido, Lee Taemin fue abordado al final del pasillo por la mirada inquisitiva y el roce nervioso de los dedos de aquella mujer sobre la manga de su bata.
Verla de nuevo no era nada positivo. Ver la razón por la cual no había podido retomar su vida de aventuras casuales cada noche era un golpe demasiado fuerte para su ego.
—No te odio… solo estoy trabajando y este no es el momento o el sitio para tratar esos temas. Regresa con tu otro amante… seguro que en Alemania se puede diluir el frío si aún eres la mitad de exigente que cuando jugabas conmigo…
La sonrisa cínica en el rostro de él fue interceptada por el peso de una blanca mano. Alie Ezra le observaba con horror antes de volver a repetir el proceso en la otra mejilla.
Iba por una tercera oportunidad de impactar el rostro atractivo de él cuando percibió aquel tirón familiar sobre sus muñecas. Casi al punto de lastimarla le obligó a ingresar al pequeño despacho donde realmente laboraba.
Aun intentando articular algo que la salvara de la equivocación que acababa de cometer o el hecho de haberse sentido genial al golpearle en el rostro, Alie Ezra fue invadida por otra oleada calor al quedar contra el escritorio del primer Jefe de los Laboratorios de Patología de Cuántico.
—No tenías que ser vulgar para referirte a Key…
—Tú no tenías que irte esta jodida Navidad…
Fue lo que él dijo y como si ambos presintieran que el pulso de tensión contenida estaba a punto de explotar, un beso prohibido conquistó el silencio en la estancia.
Aun cuando estuviera totalmente alejado de lo que debía ser la norma, a ninguno de los dos les importó retomar aquella zona de desastre que muchos llaman atracción.
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DOPPELGAÄNGER
Si algo no soportaba en esta vida era tener que esperar.
—Solo un momento señor Park. Los archivos que ha solicitado datan de cuando Long Island Home ni siquiera tenía ese servicio.
Jimin asintió intentando que su frustración no se filtrara en la expresión hasta cierto punto cortés con la que se había disfrazado en las últimas horas.
—Descuide, sería un milagro que aun conservaran los expedientes de los internos. Hoy en día todo es más simple con la informática.
La chica que le atendía sonrió antes de recolocarse un mechón de cabello detrás de la oreja derecha. Era pelinegra, casi de la misma tonalidad azabache que cierto doctor metiche con el poder de atormentarle con sus insólitos pedidos.
—No se desanime, las chicas son muy eficientes. Seguro lo encontrarán, lo que no sabía es que el Ayuntamiento estaba interesado en hacer una revisión de Long Island Home. Ese sitio es considerado como una maldición y en los últimos tiempos ha sido el hogar de vagabundos o rufianes. Usted puede dar fe de ello mejor que yo.
Jimin volvió asentir tomando nota mental de la cantidad de habitaciones que deberían ser flanqueadas para hacerse con los antiguos registros que databan desde antes de su ingreso al antiguo orfanato.
Yoongi tenía razón. Si quería aspirar al futuro reconstruir cada minúscula pieza de un pasado aparentemente enterrado entre los nombres de sus antiguas familias era vital.
De ambas, porque a pesar de conocer que Min poseía raíces germanas, muchas interrogantes quedaban por resolver.
—Oh… parece que ya tienen algo, si me disculpa…
La muchacha abandonó su puesto sobre el mostrador mientras Park contemplaba su sinuoso andar. Aun cuando el tiempo fluyera a su favor no podía dejar de pensar en el ridículo final.
Confiar en algo que apenas puedes ver es demasiado duro la mayoría de las ocasiones. Sin embargo, tenía completa certeza de que el plan de Yoongi podía resultar.
Más allá de los límites de la soleada Nueva York, la isla de chatarra que ocultaba la cara más desesperada de la ciudad rodeaba a Manhattan, como esa marca minúscula pero igual de repugnante que no debía ser atrapada por las promociones de una urbe destinada a ser siempre superior.
—Entonces, San Francisco… Ni siquiera lo pregunto. Me hubiera gustado tener más vida para ver ese proyecto, doctor Min.
Fiódor Belaúnde, prisionero del Centro Metropolitano de Manhattan en los últimos treinta años, había sido diagnosticado con cáncer de colon en estado terminal.
Muchos considerarían que era una mala broma, al comprobar el ímpetu con que laboraba en aquellos barrios condenados a la invisibilidad.
—Usted tiene más vitalidad que muchos de los que conozco. Dudo que deje de acompañarme, aun después de ir al infierno.
El hombre sonrió antes de formular una ronca carcajada. Era un poco más bajo que Min y de complexión robusta, aunque su enfermedad le había hecho perder peso en los meses anteriores al arribo del médico conservaba esa chispa de picardía en sus orbes azules.
—A mi hijo le hubiera gustado conocerte. Hablo mucho sobre ti cuando decide hacerle caso a este viejo. Un hombre que sabe lo que quiere tiene todo mi reconocimiento.
Aprobó el anciano mientras le palmeaba la espalda a Min. Otra piedra que el mar había separado de la corrupción que el ser humano puede infligir sobre ese reino danzaba entre sus largos dedos. Esta vez del mismo color verde bosque de la mirada curiosa del más pálido.
—A mí también me hubiera gustado tener más tiempo para conocerle, señor Belaúnde. Estoy seguro que buenas historias sobre su viñedo se perderán por ese traslado.
El hombre achinó los ojos en dirección a Yoongi antes de monopolizar otro preciado sorbo de agua. Intentaban pasar desapercibidos cuando un descanso, por pequeño que fuera, sería resuelto con una estadía de tres días a una semana en el famoso “hueco.” Belaúnde sonrió.
—Sé que me voy a morir pronto, doctor. Así que ya me hice a la idea que no volveré a ver Le Antoine a no ser que me expriman la cabeza por forzar otro sueño. Adrien la manejará cómo debe ser y si un día… porque tengo cierto presentimiento, logras escapar de esta mierda, solo tendrás que hacer una llamada para abordar en dirección a Marsella. Mi hijo ya te considera un hermano aun sin conocerte.
Yoongi no esperaba aquella declaración, como tampoco se vio con fuerzas para rechazarle. Esa tarde sobre las montañas de basura y desperdicios, un deseo de esperanza con los ecos de otra voz comenzó a avivarse en el alma del doctor Min.
La magnitud de un desastre se mide por la cantidad de implicaciones que puede acarrear. Lee Taemin estaba seguro que no podría escapar más de aquella palabra que se había prometido jamás formular. Alie Ezra sonreía plácidamente antes de besarle el cuello y dejarse mecer por un abrazo que debería ser eterno.
—No debería ser tan imprudente cuando es obvio que estás acostumbrada a jugar con el corazón y la mente de los hombres de tu vida…
El ligero reclamo la hizo salir de su cálido escondite. Taemin a pesar de seguirla sosteniendo sobre su regazo le dedicó una mirada acerada donde intentaba camuflajear muchas dudas.
—Quizás haya una razón mayor para que esté considerando quedarme un tiempo en Nueva York…
—¿El lanzamiento de tu primer libro de romance?
Él enarcó las cejas mientras ella temblaba por dentro. Por lo visto no había sido la única preocupada por la otra parte durante aquel descanso forzado.
—Entre otras cosas. También puede que exista cierto criminalista rondando en mis pensamientos… uno que le encantan las películas antiguas y los días soleados…
Esta vez hubo una sonrisa en el rostro de él, aunque sus ojos no se iluminaron.
—No voy a poder recuperarme si en serio decides iniciar algo. Ni siquiera podría intentarlo cuando ya es un hecho que visualizo demasiados finales contigo.
Taemin apoyó su frente contra la de ella solo para recibir la intensidad de aquellos ojos verdes. Alie sonrió.
—Entonces confíamelos todos. No importa la escena que deba dibujar. Ya sea en esta o en otra dimensión, voy a cometer el pecado de arriesgarme por primera vez. Dudo que esto que siento sea otro espejismo creado por una burda coincidencia… Entonces qué dices… ¿Estarías dispuesto a tomarlo todo?
Una pregunta que sonaba tentadora y cuestionable a partes iguales.
Una pregunta que quizás tuviera la virtud de contener otras historias entrelazadas bajo la tela invisible del destino.
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DOPPELGAÄNGER
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