XXXIII. Set me free pt.2
Importante escuchar:
🦋SPOILER by Epik High
🦋Polar Night by Agust D
🦋
DOPPELGAÄNGER
El sonido de una máquina de escribir fragmentaba el silencio en la habitación de hotel que en el último mes se había convertido en el hogar de cierta autora alemana. Sus esfuerzos por ser sigilosa habían sido en vano cuando la figura de Lee Taemin se insinuaba en el extremo opuesto de la estancia.
Iba descalzo, deliciosamente despeinado y con el sensual descuido de quien solo porta la ropa interior después de una noche ajetreada.
Alie arrugó la nariz solo para conseguir que sus lentes se deslizaran por el recto puente que identificaba a los Ezra. Él sonrió con malicia antes de cerrar la distancia que les separaba y envolverle en un abrazo con segundas intenciones.
—No mires, aún es un borrador. Disculpa por despertarte…
Fue lo que ella consiguió decir antes de ser besada como solo minutos atrás. Con una mezcla de delicadeza y deseo que solo la incitaba a dejar su hora azul y regresar al calor bajo las sábanas después de otra noche donde prometieron que sería la última vez.
—Mmhh… no vine a espiar. Debía recordarte que la cama se siente demasiado fría si estoy solo.
Ella negó antes de enfrentarlo con la mirada. Aun cuando estaba cometiendo una violación contra todas sus normas personales de no comprometerse, la tentación era insoportablemente dulce.
Sus manos se quedaron suspendidas contra la nuca de él, observando cómo las luces de la mañana se mezclaban con el marrón casi ambarino en los orbes del rubio. Taemin tampoco se creía que estuviera cometiendo un error por quinta vez.
De la noche en el Empire State habían pasado dos semanas, de haber cedido al filtreo mutuo, quizás unos días menos, pero el resultado era este. Una sola noche no le parecía suficiente y la costumbre de estar en la habitación de hotel de ella se estaba haciendo recurrente.
—Entonces me haré responsable…
Bromeó para deshacerse de los lentes y la máquina de escribir mientras era alzada sobre el regazo de él. Las manos buscaban el contacto ajeno mientras el beso se hacía más intenso.
Al punto de suspenderle en una burbuja donde los sonidos de la cerradura de la habitación no eran tan importantes. Un hecho que luego le cobraría factura al escuchar el típico ruido de algo cayendo, seguido de la expresión vacua de Kim Kibum.
Aun sin saber cómo o qué debería decirle, Alie observó la sonrisa amarga en el rostro del hombre que siempre le había apoyado en su vida. El chico que podía haber elegido escalar mayores cumbres al puesto de solo ser su manager.
—¿Por qué demonios no escucho mi instinto?¿Esta es la forma en la que te ocupas de tus asuntos? No… ni siquiera lo intentes. Me lo merezco por haberme engañado cuando te conozco tan bien. Disfruta de tu nuevo juguete, Evelyn…
Evelyn… solo le llamaba de esa manera cuando la línea entre el odio y la cordura estaba totalmente difuminada. Trastabillando contra su equipaje, Key intentaba mantenerse lo suficiente fuerte como para que los estragos de un corazón roto no estuvieran presentes en su rostro.
Taemin observó en silencio cuando Alie le dirigió una mirada avergonzada y aun en la condición que se encontraba fue tras la persona que a pesar de todo amaba como un hermano.
—Kim… por favor…
Las puertas del ascensor no alcanzaron a cerrarse a tiempo y ella lo miró a los ojos. Allí, en aquel espacio reducido, mientras los números paseaban sobre el tablero, tal como los latidos de su corazón, lo pudo reconocer.
Key lloraba en silencio mientras reparaba en su presencia. Sin tiempo para escoger algo que no fuera la camisa de su amante, con el cabello desordenado bajo el moño que solía usar para escribir, a pesar de odiarla le parecía hermosa.
—Es tan irónico… yo debería estar en el lugar de él. Pero tú…
—No te amo… no de la forma en quieres que lo haga. No te he traicionado. No directamente, él es… No debo explicarte cuando ni yo misma sé cuál es la razón por la que he seguido cediendo. Simplemente…
Se atrevió a articular y sus propias palabras le supieron amargas.
—Detente… ¿sí? Que me lastimes ahora será mejor para evitarme un dolor mayor en el futuro. Además de irme por cuestiones de trabajo pensé que estar un tiempo a solas te serviría para reflexionar. No solo con lo que ha sucedido, sino… Dios es que verte ya es demasiado doloroso. Me refería a pensar en nosotros, pero es evidente que sigue siendo unilateral. Tschüss, Evelyn…*
El ascensor se detuvo abruptamente en el piso diez. Key no esperó su permiso o su perdón, simplemente se retiró de aquel encuentro asfixiante rehusándose a mirar atrás.
Cuando las puertas se volvieron a cerrar, Alie contuvo el inicio de lo que sería un sollozo. Uno que le arrancaba lágrimas pesadas mientras se dejaba caer contra el frío acero y su reflejo en los espejos de la cabina le concedían una soledad de otra naturaleza.
No se esforzó por ocultar que había llorado. Tampoco pronunció alguna palabra mientras sustituía la camisa de Taemin por su camisón de dormir. Él solo la observaba mientras terminada de alistarse.
Pasaban las diez de la mañana en el reloj de la habitación. Casi con miedo de escuchar la respuesta y sin conocer claramente la razón, la voz del Primer Jefe del Laboratorio de Patología de Cuántico se hizo notar.
—Supongo que terminamos aquí. No te preocupes más…
Ella lo encontró con la mirada. Intentó articular algo que fuera coherente, pero se dio por vencida. Taemin asintió mordiéndose el labio inferior. A pesar de todo se sentía culpable. Por primera vez, deseó no haber estado allí antes de presenciar la caída de un ángel.
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DOPPELGAÄNGER
La primera quincena de diciembre parecía sacudir los cimientos de la Oficina y Jimin solo contaba los minutos para que su jornada se apaciguara. Había quedado de cenar con Yoongi esa tarde.
Contando el hecho que apenas coincidían en el departamento por cuestiones de trabajo y terminaban tan exhaustos que solo les bastaba tocar la cama para dormir, había planeado sorprenderlo de alguna manera.
Por eso se había decantado por preparar algo con sus propias manos. No podía aspirar aun a confeccionar platillos tan elaborados como solía presentar Yoongi en la cena pero al menos se estaba esforzando.
—La salsa pesto puede ser un buen acompañante si te propones preparar raviolis. Eso y un buen vino tinto.
Jungkook se había ofrecido a darle algunos consejos que Jimin apuntaba como el más disciplinado de los pupilos en una libreta.
—Anotado, creo que con eso y lo que sugirió Seok Jin hyung debería de ser suficiente.
—Parece que vas a planear una batalla en lugar de solo cocinar. Sin dudas no entiendo la relación de ustedes.
Jimin sonrió ante el comentario de Taehyung. Tanto el patólogo, como el oficial le acompañaban en la banca del comedor común de la Academia. Era cierto que más que planificar una cena romántica para Yoongi, estaba coqueteando con la idea de probarle algo al más pálido.
Mejor dicho, ganar una ridícula apuesta, donde el detective había caído en la trampa del mayor para sacarse de encima la idea de Jimin de hacer la cena de Navidad en el departamento, cuando el médico apostaba más por rentar un restaurante.
—Digamos que competimos mucho últimamente… Pero dentro de términos sanos.
—¿Hum? Dudo que ustedes hagan algo sano cuando compiten…
—¡Kookie!
—No hace falta que me golpees Tae, solo estoy siendo sincero…
Taehyung iba a agregar algo más cuando descubrió a su jefe en el extremo opuesto del comedor. Lee Taemin lucía cansado a pesar de recomponerse en la impoluta bata que identificaba a su departamento.
—Kim… te necesito en el laboratorio ahora.
Ni siquiera saludó al resto de los comensales y Taehyung maldijo por lo bajo.
—Problemas se avecinan.
Apostilló Jungkook antes de besar en la mejilla al patólogo y este asintió antes de susurrarle al oído.
—Problemas de faldas diría yo. Nos vemos más tarde, Kookie.
Jimin observó cómo su amigo se iba detrás del rubio y por alguna razón el rostro de Alie Ezra le vino a la mente. Taemin no había ocultado que en las últimas semanas desobedecía sus propios preceptos de solo tomar una noche, para amanecer casi a diario entre los brazos de la escritora. El detective tenía una teoría, una que involucraba más sentimientos que deseo carnal.
—Aprovecharé que no tenemos nada urgente por ahora para asaltar el centro comercial. Mañana te doy los detalles de cómo el engreído de Yoonie cayó por mis habilidades culinarias.
Jungkook hizo una mueca de asco y Jimin amplió la sonrisa a una carcajada. Esos dos eran tan niños la mayoría del tiempo. Sin darle más vueltas se encaminó hacia su recién remozado Ford y trajo el motor a la vida.
La sonrisa cómplice no le abandonó en todo su periplo en el supermercado hasta que la entrada de su departamento se hizo visible.
—Tan descuidado cuando quiere…
Farfulló el detective al encontrar algunos folios desperdigados sobre la pequeña mesa auxiliar que separaba el sofá de la televisión. Yoongi había estado trabajando en una conferencia que impartiría en el Aula Magna de Columbia antes de reunirse con un corredor de bienes raíces para evaluar el futuro consultorio que deseaba abrir.
Jimin recordó aquel proyecto y el corazón le palpitó con orgullo. Pensar en la felicidad de Yoongi le hacía aún más pleno.
—Manos a la obra, entonces.
Se dispuso a ordenar un poco su hogar antes de aplicarse a las indicaciones que Seok Jin y Jungkook le habían dejado sobre su idea de preparar ravioles al pesto con camarones. Poner un poco de música no le haría mal a nadie, así que eligió una de las emisoras que más le gustaban.
Yoongi prefería clásico o jazz al puro estilo New Orleans, pero él era más simple. Dejándose arrastrar por una selección de Eminem donde destacaban los compases de Lose Yourself, Jimin balanceaba su cabeza mientras se ocupaba de adecentar la cocina y culminar con los preparativos acompañándose con una copa de vino tinto.
Su atención estaba sobre el tiempo de cocción o cómo debía ser cuidadoso con los condimentos cuando se percató que Yoongi había dejado otro folio perdido cerca de la encimera.
—Este hombre, sinceramente…
Se quedó en silencio al descubrir su nombre sobre lo que parecía el sobre de alguna carta. No debía revisarlo, no debía entrometerse si él no había querido compartirlo o quizás ni lo había notado a juzgar cómo seguía cerrado, sin embargo…
Como si cometiera algún crimen miró hacia ambos lados de la estancia antes de cerciorarse que había visto bien.
“Esta será nuestra despedida. Sé lo que representa para ti estas fechas. Aun cuando estés con él puede que sigas completamente solo. Espero que seas capaz de mostrarle esta parte de ti, yo la acepté sin reservas.”
H.M
No había que preguntar para saber a quién pertenecían esas iniciales y Jimin quiso gritar, pero justo cuando iba a condenar la especie de carta a la trituradora de papeles en su cocina el sonido de algo plástico estrellándose contra el piso alfombrado lo hizo detenerse.
Un dispositivo USB había quedado entre sus pies. Hasta dónde iba a llegar aquello, hasta dónde Haruna Min seguiría siendo esa presencia conflictiva en su vida.
—¡Maldita seas, joder! ¿Por qué te esfuerzas en restregarme en la cara el tiempo que estuviste con él? Eres un monstruo, un ser repugnante…
Masculló indignado, pero sin dejar de trabajar por conectar el pendrive al portátil de Yoongi. Una foto de ellos tomada en la cena que semanas atrás compartieran en el Empire State le dio la bienvenida. Jimin se mordió el labio cuando la pantalla del ordenador le ofreció el contenido de aquella declaración de guerra.
Era un archivo de audio y por su propia seguridad convino en colocarse un auricular antes de cliquear sobre él. El ruido de algo ajustándose fue lo primero que llenó la transmisión antes de ser sustituido por una pieza de piano.*
“Cuando estés listo, comenzamos.”
Escuchó el tono calmo que le pertenecía a Haruna y sus dedos se crisparon sobre la encimera de la cocina.
“Ya lo estoy. Espero tus indicaciones.”
Reconocer la tesitura grave de Yoongi le puso peor. Qué podía ser aquello, por lo visto alguna grabación que compartían y que le hacía morderse el labio inferior con violencia.
“A la cuenta de tres regresarás a ese lugar donde eres totalmente libre. Cuando diga uno, bloquearás este escenario. Cuando llegue a dos, inhalarás lentamente, cuando diga tres…”
Jimin estuvo tentado a quitarse el auricular cuando su respiración se había convertido en un gemido ahogado. Ahora lo reconocía.
Aquel proceder infernal que él mismo había probado de manos de Yoongi, solo que escuchar cómo el doctor entraba en aquella zona inestable que coqueteaba con el subconsciente le sabía demasiado amargo. La voz de Haruna ralentizó el ritmo dentro del hilo musical en la cinta.
“Bien, entonces comencemos. Dime quién eres.”
Yoongi respondió con celeridad, pronunciando su nombre completo y la fecha en la que había nacido. Luego relató cómo su madre se había quitado la vida cuando él tenía cinco años. De su bregar infructuoso en los callejones de Nueva York hasta que Servicios Sociales se encargó de presentarlo en el primero de muchos orfanatos.
“¿Sentiste algo? Cuando tu madre se fue, cuando dañaste a las personas que intentaban acercarse… ¿Sentiste algo, Yoongi?”
A esas alturas Jimin se atragantaba con su propio llanto. Tentado a dejar de escuchar aquel sufrimiento que le arañaba la piel, dudaba de poder recuperarse del incendio de la ira, mientras la voz del médico volvía a ser perceptible como si estuviera oyendo la apreciación de un autómata y no la del Yoongi que solía conocer.
“No, no sentí absolutamente nada. Todo era sencillo hasta que lo conocí a él.”
Un silencio forzado se produjo en la grabación. Un silencio cargado en el que Jimin por fin comprendía las razones por las que Yoongi siempre le había advertido de que seguir a su lado era fantasear con poseer tierra de nadie, cuando ni el propio doctor entendía la naturaleza de su ser.
Un silencio amargo aderezado por sus lágrimas, mientras buscaba algo a lo que anclarse que no fuera el colgante con forma de mariposa en su pecho. Sabía que a partir de ese instante sería más duro y escuchar el martirio de Yoongi al sentirse atraído hacia él sin poder analizar sus emociones solo conseguía lastimarlo.
“Entonces siempre deseaste dañarlo, a pesar de todo, cuando le veías y recordabas a tu madre ¿Por eso te acercaste la primera vez? Nunca pudiste declarar la línea entre el odio y el amor. Preferías concentrarte en atraerlo y terminar con su vida como luego hiciste con tu madrastra. Lo hiciste por él ¿Mataste por Jimin alguna vez?”
El nuevo dato consiguió helarle la sangre. Yoongi no vaciló esta vez.
“Sí lo hice y no me arrepiento. Aquella mujer era despreciable por muchas razones, pero se atrevió a ofenderle, no me hubiera detenido a pensar en aquel entonces. Lo único que deseaba era volverlo a ver y lo hice. Ese día en el cementerio, después que enterraran a Josephine pude encontrarlo. Por primera vez creí en el destino. Pensaba tan desesperadamente en él y su imagen me impactó. Ese día juré que me alejaría para siempre.”
Jimin no pudo más y con rabia se retiró el auricular. Se encargó de hacer trizas el pendrive y reducir a tiras finas la carta. Limpió y ordenó hasta que sus uñas sangraron.
Lo que acababa de descubrir se movía bajo su piel como el veneno más ponzoñoso. Era definitivo. No podía existir la paz para él mientras Haruna Min continuara interponiéndose entre Yoongi y su futuro.
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DOPPELGAÄNGER
Notas:
*Adiós, Evelyn en idioma alemán.
*Gymnopédie No.1 by Erik Satie. La pieza de piano que Jimin escuchaba de fondo en la cinta de audio.
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