XVIII. Blood Never Feel so Sweet

Canción sugerida: Love the way you lie by Eminem feat. Rihanna

🔞Contenido sensible

El sonido del motor de la Harley Davidson remitiendo hasta dejar un ligero traqueteo que también se hacía parte del cuerpo del detective fue la señal para que Yoongi le rezara a un Dios que hacía mucho tiempo había olvidado.

Con un gesto de molestia se apartó el cabello que le cubría la frente y se empleó a fondo en dejar los vestigios de su turbación en deshuesar el pavo que pretendía ofrecer como plato principal esa noche. Solo le separaron quince minutos antes de observar la figura esbelta de Jimin enfilar por el pasillo que comunicaba la entrada trasera de la cocina con el resto de la mansión.

—¿Sucedió algo? Me sorprendió que la verja estuviera abierta y el interfono muerto...

Min tenía ganas de gritar. Jimin le enfrentaba descaradamente cuando era obvio que sabía que la ausencia de fluido eléctrico en la mansión había sido la oportunidad perfecta para burlar las cámaras de seguridad y forzar la puerta de su estudio más privado.

Ahora la sospecha sería sustituida por el sentimiento ponzoñoso de la traición y el agarre sobre el mango del cuchillo en su diestra se hizo más firme.

—No tenemos electricidad, probablemente haya sido la última tormenta. La compañía se hará cargo mañana...

Una perfecta mueca con forma de letra O adornó los labios jugosos y maduros del de ojos azules. Yoongi se distrajo en aquellos detalles que tanto le fascinaban en su chico.

El mentón afilado y elegante, los pómulos dignos de ser esculpidos en mármol, el imposible índigo en sus ojos o esa misma boca pecaminosa que ahora se acercaba para saludarle. Jimin dejó la bolsa con pan cerca de la tabla que usaba Yoongi para cortar y sin percibir la guerra interna en el doctor o quizás ignorando lo obvio en el tono monocorde de Yoongi, se ancló a su cuello y le robó un beso.

—Sabes a Bourbon... ¿Estuviste bebiendo sin mí?

El tono divertido mientras no perdía oportunidad para acercarse a su cuerpo, solo avivaba el magma dentro del volcán en erupción que sería Yoongi. Una idea morbosa atravesó su cabeza, la de terminar aquel beso mientras privaba del oxígeno a su amante cerrando las manos en su tráquea y haciéndole admitir que él era el único causante de aquella mala broma.

"Tienes que mantenerte frío, aun cuando estés en el ojo de la tormenta. Eso es lo único que te permitirá ganar."

—No te traicioné si es lo que quieres escuchar...

Yoongi se apartó intentando adherirse al poco control que le quedaba. Sin lugar a dudas haber bebido un poco no ayudaba. Sus sentimientos se mezclaban y volvían aún más nebulosos ante un Jimin con la suficiente desvergüenza como para lucir más inocente que un ángel recortado en los frescos de La Creación.

—Mmhh... supongo que la conferencia no fue como esperabas... pero tengo algo que te ayudará a bajarle el sabor amargo a tu humor ¿A qué no adivinas lo que encontré en el Coffee Shop del pueblo?

La bolsa con pan quedó en su campo visual y el inconfundible olor de la masa adornada con chispas de chocolate que acompañaba el pretzel pareció derrumbar una especie de muro en Yoongi. Cómo podía jugar tan bajo, cómo Jimin podía siquiera intentar animarle con algo tan personal.

Ahora sí tenía ganas de explotar y al mismo tiempo sentar al castaño sobre su regazo y resolverlo haciendo el amor. Joder, estaba demasiado perdido en él. Al punto de considerar esa posibilidad, al punto de creer en el perdón y prescindir de todo lo que su mente inyectada por la ira había pactado hacer con tal de acelerar la última etapa de su investigación.

—¿Lo recordaste? Siempre han sido mis favoritos ¿Qué más recordaste últimamente Jim?

Jimin se rascó la nuca. Algo no estaba del todo bien en la actitud de Yoongi, incluso había sentido la frialdad en su beso más que en su tono. Como si su mente estuviera en contra de lo que su cuerpo intentaba advertirle, por alguna razón tuvo miedo y los vellos en su nuca se alzaron dolorosamente.

—Recordé que te sigo amando a pesar de todo. Supongo que los planes que tenías se arruinaron por el corte eléctrico...

Esa última conclusión atrajo una sonrisa irónica al rostro del doctor. Una sonrisa que bajo otros ojos poco acostumbrados se hubiera advertido siniestra.

—Ciertamente que no tengamos electricidad solo lo mejora. Date un baño de espuma cariño, quiero que elijas el pijama de seda azul que hay en mi guardarropa... ese que combina tan bien con tus hermosos ojos...

Jimin quería ignorar el nudo que súbitamente se había formado en su estómago. Cariño... Yoongi raras veces le hablaba así. Más bien era él quien se lo decía cuando tenía intenciones de burlarse o hacerlo quedar mal. Por alguna razón tuvo el instinto de afirmarse al borde de la encimera y enfrentar con el ceño fruncido la oscura mirada del médico.

—Yoongi... ¿Qué está pasando realmente?

El tono severo y ligeramente alarmado solo denotaba que ambos se estaban probando en una especie de examen que el detective no acababa de descifrar. Jimin con la sospecha de que quizás el médico intuía algo en su plan, el propio Min contando hasta cien para no ser descubierto.

Trazar la estrategia a distancia era fácil. Tener al objeto frente a frente era alguna clase de tortura. Una carcajada proveniente del médico llenó la silenciosa estancia a excepción de las humeantes cacerolas preparadas para complementar la cena.

—Quiero que tengamos una cita romántica con velas y todas esas cosas cursis que seguro te gustarían...pero por lo visto crees que te voy a "cocinar" o algo por el estilo... Yo no soy tan malo como me pintas, bebé...

Yoongi había regresado de dónde sea que estuvo. Jimin respiró profundo antes de esbozar una sonrisa que se transformó en una risa nerviosa.

—Supongo que el amor puede hacer milagros. No pongas esa cara de asco. Aunque no me lo digas sé que me amas. Cómo sea, voy a tomar ese baño. Me ofrecería a ayudarte pero la cocina se me da fatal.

Resolvió el detective antes de casi intentar huir fuera de la imponente presencia de Min. Solo intentar, porque en ese momento escuchó como el cuchillo caía sobre la tabla de cortar y un brazo posesivo le rodeaba la cintura.

—Antes de que te vayas, hermoso... quiero recordarte que yo siempre te voy a cuidar. Aun cuando te equivoques cien veces, yo estaré ahí para atraparte en la caída...

Jimin no entendía aquello y menos cuando Min lo acorraló contra la columna que dividía la cocina de la sala de estar, sometiéndolo a un beso donde obviamente el castaño solo podía recibir.

Casi sin oxígeno en los pulmones y escuchando como su corazón bombeaba dolorosamente, el más pálido le besó en la frente antes de liberarlo del todo. Solo los que estuvieran al tanto de los cambios en el rostro del médico podrían percibir cómo una mueca agria le transfiguraba el semblante antes de regresar a la encimera.

Mientras tanto, un confundido Jimin preparaba la tina preguntándose si había alguna grieta en su plan. A esas alturas los documentos que había fotocopiado estaban en camino a la oficina de correos para ser enviados al directorio de Jungkook en Nueva York. Las pruebas originales las había enterrado en el bosque detrás de la casa de Min. Sí, entre más cerca y visible menos localizable.

—Solo cálmate, estaremos bien... si él admite que nos ama... si él...

No supo por qué de pronto el aire en la habitación se le hizo en extremo gélido, como si la corriente que agitaba las cortinas de encaje tuviera más de espiritual y fantasmagórico que de evento meteorológico.

Aun así se concentró en no prestar atención a todas las señales que le gritaban de que saldría con la peor cicatriz en su alma. O quizás el hecho de que ya tenía la herida y se la removerían con sal.

Sin poder describirlo completamente, decidió relajarse en el interludio de las sales aromáticas y la loción de sándalo que tanto le gustaba usar a Yoongi.

Media hora después, enfundado en un pijama de seda azul perla del mismo tono de sus ojos y secándose el cabello con una pequeña toalla, Jimin se encontraba con una visión en extremo idílica de la sala de estar de quien creía la persona menos romántica del planeta.

Min Yoongi se había superado a sí mismo. Las velas con forma de flores de loto conseguían cubrir la estancia sin caer en lo sobrecargado o lo vulgar.

Aun cuando Jimin no era fanático de las esencias fuertes, percibía el olor de los pétalos de las rosas azules rodeando la especie de isla donde estaba dispuesta la cena, aprovechando la humedad de una noche que sería totalmente calma a excepción de la ligera música instrumental que ambientaba un gramófono. Hasta ese detalle le pareció demasiado dulce.

El corazón del castaño palpitaba sin control mientras el principal artífice de toda aquella escena le observaba desde el mismo butacón donde le administrara la primera sesión del tipo de terapia al que había accedido.

Con las piernas cruzadas justo como aquella vez en su despacho, los puños de la camisa blanca alzados hasta los codos y la copa de vino tinto coqueteando en su mano izquierda. Min lucía jodidamente tentador y Jimin ya se humedecía los labios cuando reparó en una venda en la mano derecha del médico.

—¡Por Dios, Yoon qué te sucedió... yo podría haberte ayudado...!

La preocupación en el rostro del más joven era genuina. Min se limitaba a sonreír mientras contemplaba cómo Jimin cerraba la distancia sentándose en su regazo solo para revisarle la mano que el propio médico había herido con la hoja del cuchillo de cocina.

Había llegado a su límite y mientras escuchaba el rumor del castaño en el cuarto de baño la ira le había llevado a automutilarse. No sabía cómo o mejor dicho no recordaba con claridad, pero ver la sangre manando de su palma le había calmado al punto de poder observar con tranquilidad el espectáculo que Jimin había interpretado para aquella cena de reconciliación.

O quizás fuera más bien una despedida, no lo supo describir bien pero no le daba importancia. La suerte estaba echada. Jimin había tenido el tiempo suficiente para confesarle su pecado. Para admitir que le había traicionado cuando el propio médico planeaba contarle toda la verdad: la finalidad de su terapia.

De cómo había escogido sus propias cartas para volver a conectarse con la única alma con la cual se sentía totalmente ingrávido y finalmente podía dejar de pensar. Pero como siempre la presión y el convencionalismo implantado en la mente contraria habían ganado la apuesta.

Ahora Min no tenía más remedio que acelerar la última etapa de la evolución de Jimin y de paso recordarle los riesgos de mentirle.

—Fue un accidente, tal como el corte eléctrico, me descuidé con el cuchillo...

—No lo minimices. Esa herida se lleva unos cuatro puntos de sutura, y aun así terminaste de preparar la cena. Me siento terrible. No merezco...

—Mírame...

La misma mano vendada que Jimin tanto examinaba entre las suyas le sujetó por el mentón. Ambos contuvieron la respiración. Jimin tragó duro al contemplar el incendio verde resplandeciente que era la mirada de Yoongi a la luz de las velas.

—Cualquier sacrificio que haga por ti será mínimo en comparación a lo que podrías ofrecerme... No, no repliques...Vives reprochándome que no te digo la dichosa palabra. Aun cuando lo sepas quieres que lo diga y yo siempre encuentro la forma de evadirlo. No es porque no lo haga, lo he hecho desde la primera vez, incluso para un niño que supuestamente no debe comprender, yo sabía que terminaríamos unidos hasta el final...

—Yoon...

—Te lo dije antes... nunca habrá alguien que pueda sentir tanto por ti como yo. No es arrogancia, es la desnuda verdad... pero así como te quiero con desesperación... así como deseo poseerte, liberarte y venerarte... de esa misma manera puedo destruirte. Cariño mío... has decidido jugar a todo o nada. Disfrutemos la cena, Jim.

Jimin no entendía por qué se sentía tan sentimental con esas palabras. Aunque su subconsciente le estuviera advirtiendo que erraba al unir sus labios a los contrarios y dejarse acariciar por el médico de aquella forma que le hacía perder la noción del tiempo fuera un punto en su contra, simplemente se dejó llevar.

La cena trascurrió de aquella manera. Aun sobre el regazo ajeno, Jimin le narró a Yoongi cómo había sido su día, omitiendo aquella parte que el médico en algún lugar de su mente quería escuchar.

La confesión jamás llegó y la sonrisa que acompañó a Yoongi todo el tiempo solo era el principio del fin. Después que el plato principal fuera degustado, las copas de vino se sucedieron a la música instrumental que les acompañaba.

Con un estado aún más líquido y achispado por el alcohol, Jimin comenzó a desabotonar la camisa del médico para repartir una colección de besos húmedos y oscuros desde la fuerte mandíbula hasta las clavículas.

—Nunca me cansaré de decirlo... amo tu piel...

Musitó antes de reír tontamente. Los efectos del licor y quizás el hecho de que Yoongi hubiera agregado otra cosa a su copa comenzaban hacerse presentes. Divertido ante la calidez del menor, Min se dejó arrastrar.

Permitió que Jimin fantaseara con la idea del control mientras se doblegaba al deseo sobre el butacón, adoptando una posición digna de algún dúo de contorsionistas mientras el de ojos azules le alentaba a que dejara de pensar.

—Si tú no puedes decirlo yo lo diré por ambos: Te amo con toda mi alma Min Yoongi. Este será el inicio de todas las veces que hagamos el amor.

Min sonrió. Aun en ese estado difuminado, esperaba que Jimin le confiara su falta. Aun casi a centímetros de llegar al final de la línea de fractura entre ambos, albergaba una ridícula esperanza, confirmando su peor miedo.

Estaba enamorado del detective de una forma demasiado desnuda. Al punto que estaba considerando perdonarlo cuando realmente no lo merecía. Sus otros sujetos de prueba no habían tenido esa oportunidad, no les había tendido la mano después de haber quebrado totalmente sus almas.

Solo les había examinado y aconsejado a llevar a la práctica lo que veían en sueños, a materializar aquellas alucinaciones que ahora el propio Jimin tendría. Con la única diferencia que la mente de un individuo con la personalidad de un Doppelgänger* era aún más truculenta. No sabía lo que iba a despertar.

Así que en el peor de los casos se dejaba hacer, como si la liberación del castaño sobre su cuerpo y la suya propia fuera una especie de pago para una conciencia que nunca funcionaría como las demás.

"Amar es destruir..."

🦋

DOPPELGÄNGER

Notas:

Doppelgänger: es el vocablo alemán para definir el doble fantasmagórico de una persona viva. La palabra proviene de doppel, que significa «doble» y gänger: «andante». El término se utiliza para designar a cualquier doble de una persona, comúnmente en referencia al «gemelo malvado» o al fenómeno de la bilocación.

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