XVI. Sun Eater

Canción sugerida: Angel Baby by Troye Sivan

🔞Contenido explícito

Jimin observaba cómo los primeros rayos de un mortecino sol hacían su entrada en la habitación que ahora compartía con Yoongi. No era solo la versión idílica del amanecer después de dos semanas de convivencia, el detective había logrado traspasar buena parte de los recuerdos que solían atormentarlo en sus pesadillas mientras se perdía en los ojos verdes del doctor.

Había sido una verdadera batalla al inicio y finalmente Yoongi había decidido usar la misma terapia que le fue administrada a él por el equipo de Thomas y después por su actual esposa. Otro asunto espinoso que intentaba evadir cuando Jimin se había hecho demasiado exigente en cuanto a su persona.

Únicamente habían estado separados cuando el médico debía ir a la ciudad a impartir alguna conferencia o cuando el propio detective regresó al hotel para cancelar su reservación y traer su equipaje de pleno a la mansión de Manchester Lake.

Como un mágico cliché que estaba condenado a derrumbarse, Jimin vivía su propio cuento de hadas entre sesiones de terapia y psicoanálisis que culminaban teniendo sexo con Yoongi en cualquier sitio de la casa a excepción de aquella habitación cuya puerta el doctor solía asegurar todas las noches antes de dormir.

No iba a negar que sentía curiosidad y que parte de su plan de desenmascarar a Min tendría más sentido si lograba encontrar la combinación de la dichosa estancia donde Yoongi pasaba al menos dos horas a diario, pero por otra parte, estaba demasiado ocupado analizando lo que sentía por el doctor que esos momentos terminaba de colocarse los gemelos en otra de sus impolutas camisas para asistir a la que sería la última de las conferencias en Oxford.

Jimin observaba todo aquel espectáculo que era Min Yoongi recién duchado tratando de acomodar un rebelde cabello negro que le crecía con demasiada facilidad.

El de ojos azules se mordió el labio inferior antes de abandonar la seguridad de la cama y conseguir hacerse entre el marco de la habitación y el inicio del basto vestidor del médico. Los espejos laterales donde Yoongi podía encontrar su reflejo dejaron ver la tersa piel del castaño y una sonrisa burlona mientras se animaba a abrazarlo por detrás.

—Mmhh… ¿En serio tienes que irte ya?…Voy a extrañar mucho a mi nene

El tono meloso de Jimin no tenía nada que ver con sus intenciones. Min esbozó media sonrisa antes de colocar sus manos sobre otra más pequeña que sin compasión le acariciaba por encima de la bragueta de su pantalón de vestir. Jimin estaba radiante.

Los quince días que llevaban conviviendo le habían sentado de maravilla a su piel y hasta había alcanzado el peso que realmente debería corresponderle para su estatura. Yoongi se encargaba de ello. Había advertido el mal hábito de saltarse las comidas y tomar café casi con mayor compulsión que él.

Jimin vivía el día entero a su lado. Todo lo hacían juntos hasta lo más mínimo, a excepción de cuando debía trabajar en su tesis y entonces le dejaba en libertad. Una libertad relativa teniendo en cuenta que cada estancia de la mansión poseía una cámara de seguridad incluida la habitación de Min.

A veces era una tortura verse reflejado en aquellos videos cuando Jimin se encargaba de tenerlo de esa forma que le incendiaba el rostro. Estaba perdiendo el norte y todo porque no se podía resistir a las manos del castaño o a la boca codiciosa que le coqueteaba en el cuello.

—Será la última, luego estaremos juntos y haremos todo lo que quieras, bebé.

Jimin suspiró antes de darle un apretón a la incipiente erección que exhibía Yoongi.

—Eres un mentiroso y lo peor es que yo te creo…Vas a dejarme así hasta que regreses. Eso si no te da por encerrarte en el dichoso cuarto ese…

El puchero en los labios de Park era demasiado tentador. En el fondo Yoongi sabía que a Jimin le gustaba verse vulnerable solo en su presencia. No dudó en darse la vuelta para encerrar en un abrazo al más joven.

Inmediatamente aquellos ojos azules le enfrentaron mientras sentía como la excitación llenaba el bóxer que únicamente usaba el detective.

—Sabes que será la última y que yo no miento…

—Entonces no hagas promesas que no puedes cumplir…

—Jim…

El doctor fue interrumpido por un beso exigente. Jimin lucía aún más necesitado de lo que realmente estaba y tarde comprendió que las puertas del vestidor eran cerradas por uno de los pies descalzos del castaño.

—Estás tan loco, bebé…Yo solo…

Nuevamente fue interrumpido cuando sus rodillas chocaron con el baúl que solía usar para acomodar los zapatos. Dentro del vestidor solo rezaba la luz de una bombilla que se reflejaba gracias al juego de tres espejos en forma de biombo en el que tres apasionados Jimin se ponían de rodillas para con glotonería liberar lo que Yoongi intentaba esconder a duras penas en su pantalón.

No podía siquiera negarse al ímpetu con que era reclamado y la vista que estaba teniendo de aquellos labios sobre su erección lo dejaron mareado. Solo pudo recostarse contra el fondo del vestidor y dejar sus manos en la melena casi rubia de su amante.

Jimin no parecía tener suficiente aun cuando cada respiro que daba sobre la intimidad ajena parecía solo incrementar la intensidad que incendiaba su vientre.

Descontrolado y cubierto de sudor, no perdió tiempo de encontrar aquellos ojos o la sonrisa maliciosa que exhibía Yoongi mientras los primeros indicios de la supernova se dejaban admirar.

Un poco más y aquel líquido viscoso y a hasta cierto punto amargo le llenó la boca. Negándose siquiera a respirar, Jimin tragó y limpió con sus propios labios todo el excedente.

Yoongi murmuró varias cosas antes de jalar al detective sobre su regazo y asaltarle la boca. En aquella especie de batalla de lenguas las manos de Jimin siguieron con la camisa. Los gemelos a medio poner tintinearon en el fondo del guardarropa mientras Min Yoongi era poseído por otra oleada de calor.

Dios, llegaría tarde a la bendita conferencia, eso si conseguía salir de allí, porque si dependía de Jimin le iba a amarrar a la cama y jamás le dejaría en libertad.

—Joder Jim…

Se estremeció cuando los dientes del detective le mordieron uno de los pezones. Jimin no paraba. En serio quería volverlo loco, si es que ya no lo estaba. Le mordía, besaba y marcaba con una desesperación igual a la de un adicto.

Con un movimiento violento logró encontrarse con esos ojos nebulosos por la llama del deseo. Jimin no dejó de tocarle el pecho cubierto por una fina capa de sudor mientras una sonrisa dulce y coqueta le enmarcaba los abultados labios.

—No digas que no te gusta duro…ambos sabemos que esa sería una falacia total…

—No me toques las narices…

—No te demoré tanto… y ya quiero saber qué hay en el dichoso cuarto. Dijiste que me pertenecías y que viviríamos todo lo que se nos había negado. Hay cosas que no me cuentas y no es justo cuando lo sabes todo de mí. Incluso pareces controlar mi futuro y hay otra cosa más que me molesta…

—¿Tienes una lista? Te escucho…

—¡No seas sarcástico!

Se quejó el detective zafándose finalmente del abrazo del médico. Yoongi observó cómo el cuerpo torneado de Jimin resplandecía por lo que acababa de hacer y su erección era perceptible en los ceñidos bóxers en negro. Se relamió los labios.

Su bebé era exquisito pero tenía un genio de los mil demonios. Él estaba hecho un desastre. Por lo menos debería ducharse otra vez y fingir un resfriado para ocultar la marca que el detective le acababa de dejar en el cuello y las clavículas.

—¿Cuándo será el día que me creas? Discutir contigo solo me pone más. Deja de ser tan terco Jim…

Jimin sonrió de mala gana. Sin mucha paciencia se sacó el bóxer de un solo movimiento y sin sorprenderle que Yoongi casi abriera la boca para protestar comenzó a tocarse aprovechando que los espejos le permitían tres ángulos diferentes de su agraciado cuerpo.

La palidez en algunas áreas, como los glúteos o lo cremosa que lucía su piel en las clavículas, tenían a Yoongi al borde del colapso. Sintió como su cuerpo volvía a incendiarse de aquella manera mientras el más joven se daba un festín sin dejar de mirarlo.

—¿Por qué demonios disfrutas haciendo eso cuando bien sabes que te puedo ayudar…?

—No quiero ayuda, me basta con verte necesitado y suplicante, además no te mereces estar en mi interior cuando no me cuentas nada. Escuché tu conversación con la bruja…vuelves en una semana ¿No?

La bruja…Yoongi no pudo evitar reír. Jimin estaba teniendo un ataque de celos, ni más ni menos. Dando por perdida la primera hora para dar la conferencia en Londres, el médico se deshizo de lo que quedaba cubriendo su cuerpo y con estudiada parsimonia quedó frente a Jimin.

El castaño puso los ojos en blanco y ya casi se iba a quejar cuando observó al más pálido arrodillarse y jalarlo por la cintura. Las manos de Yoongi delinearon cada glúteo del menor ganándose un estrangulado gemido.

—Tú eres mío joder. Incluso cuando te tocas es para mí. Tu placer, tu sangre, sudor, lágrimas, tu dolor, todo me pertenece. Así que ahora te aguantas…

Jimin quería echarse atrás pero quedó contra uno de los espejos mientras Min le atacaba con la boca y las manos. Por qué era tan débil o más bien por qué le gustaba ver aquello. Un Yoongi desesperado por complacerlo y mimarlo mientras le paladeaba en toda su extensión al mismo tiempo que unos dedos indiscretos se adentraban en su interior.

Jimin reía en voz alta clavando sus cortas uñas en la espalda ajena. Minutos después se animaría a mover las caderas para tener la boca del médico a su entera disposición.

—Ella nunca podría hacer esto contigo… Cariño, tú también me perteneces aun cuando no quieras admitir que me amas. Voy hacer que te corras varias veces antes de ir a la universidad hoy…

Más que una promesa sonaba como una amenaza, pero Min estaba ocupado consiguiendo más gemidos y sonidos obscenos de parte de la criatura que más deseaba en su existencia. Jimin sintió los primeros espasmos atormentar su cuerpo antes de derramar su esencia en la boca de su amante.

En un procedimiento similar, Min se encargó de limpiarle con la lengua y dejar otro beso prohibido antes de levantar a Jimin sobre su regazo y unirse como realmente ambos deseaban. Contra uno de los espejos y observando las expresiones del castaño en el otro, ambos lucharon un poco más hasta que una calma pesada los dejó exhaustos.

—Eres un bello desastre…

Fue lo que murmuró el doctor con aquel tono bajo y gutural antes de correrse dentro de Jimin. El detective solo sonrió.

—Aún sigo en contra de que me dejes hoy por la bendita conferencia, pero tengo un plan. Visitaré el pueblo de Manchester mientras el erudito está fuera.

Yoongi solo murmuró un estoy de acuerdo mientras aspiraba el aroma que emanaba del cuerpo del de ojos azules. Tuvieron que tomar otra ducha y esta vez la despedida sería en el garaje de la mansión. Yoongi caminó hasta su Aston Martin, Jimin aun sin creerse que le dejara las llaves de la Harley Davidson que usara cuando era adolescente.

—Tú tampoco llegues tarde Jim. Tengo planes para esta noche y eso te incluye.

Otro beso pecaminoso antes de subir la ventanilla del auto. Jimin vestía una de las cazadoras del médico y por ilógico que sonara se habían acostumbrado a compartir la ropa. Estaba viviendo una extraña fantasía donde lo único que le faltaba para completar el retrato familiar era una mascota.

—Patrañas. Lo único que quiero de ese demente es que admita que me ama…

Se repitió a sí mismo mientras observaba el coche de Yoongi desfilar por la gravilla. Curiosamente sí se podía salir de la mansión en auto pero tomando una desviación que la rodeaba.

Cuando el ruido del motor ya no fue perceptible, una sombra cubrió la mirada azul de Jimin. Tenía unas cuatro horas en libertad, debía aprovecharlas sabiamente. La entrada al vestidor de Yoongi le había sido lo suficientemente útil para comprobar que aquel hombre desconfiaba hasta de su sombra.

Soy tuyo nene, pero tienes un sistema de seguridad muy semejante al que usamos en la Academia.”

Se sintió satisfecho con su propia deducción. Estaba seguro que las cámaras cubrían hasta al menos tres metros cuadrados fuera de la mansión. De esa forma le había visto el día que llegó a Manchester Lake y cuando regresaba de buscar sus pertenencias en el hotel.

La anticipación conque le abrió la puerta era compatible con el hecho de que existían cámaras de seguridad y que en el peor de los casos monitoreaban toda la mansión.

Min estaba totalmente mal de la cabeza. De eso no le quedaban dudas, y quizás él estuviera peor por enamorarse otra vez de aquella oscuridad que corría como veneno líquido en las venas del médico. Aun cuando supiera que el amor podría jugarle malas pasadas, su deber si imponía.

No se iba a marchar de Manchester Lake sin descubrir qué era aquello que guardaba Yoongi en la dichosa habitación del código. Por eso había trazado su plan a base de paciencia y hasta cierto punto disfrutando como el control del médico se esfumaba cuando lo tenía cerca.

Jimin se mordió el labio inferior recordando la cantidad de veces que Yoongi había cedido ante sus provocaciones para mostrarse complaciente y hasta cierto punto cooperativo. No importaba que aquel lado vainilla por lo general recayera en Jimin, el médico no le decía que no. Incluso la idea de compartir pertenencias había nacido sola en los labios del más pálido.

A veces eres tan inocente, Yoonie.”

Jimin negó mientras se subía a la Harley y traía el motor a la vida. Nadie sospecharía de una falla energética fuera de la mansión. Un conveniente accidente que le dejaría conocer de una vez y por todas, cuántos esqueletos ocultaba Min en aquella habitación.

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DOPPELGÄNGER

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