XLV. The Black Parade

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🦋Strawberries and cigarrettes by Troye Sivan

🦋Take Yourself Home by Troye Sivan

🔞 Contenido explícito

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DOPPELGÄNGER

Marsella es una de las ciudades francesas con mayor cobertura turística por sus conocidas playas y viñedos. Un paraíso mediterráneo capaz de eclipsar al más exigente y diluir el pesado manojo de tribulaciones que puede ser la vida la mayoría de las veces.

Para cierta pareja de enamorados, una parada obligatoria si Francia se convierte en el destino. Los días posteriores a la exposición en Gran Central serían recordados con la rapidez de una agenda donde no faltaban las salidas de media tarde y los interludios con la familia Belaúnde.

Desde participar en la cosecha de la uva hasta inaugurar una nueva cava, las jornadas parecían centrarse en evadir una pregunta con la capacidad para demoler esa escena de felicidad, mientras la habitación de la cabaña que años atrás protegiera una unión prometida desde el más tierno instante se sumerge en los sonidos prohibidos que protagonizan dos apasionadas sombras.

El dosel de la cama esta echado solo en los laterales, de manera que el acceso al lecho solo puede ser encontrado de frente mientras Park Jimin cree que no hay nada comparado a la isla de satisfacción que puede encontrar en la boca de su amante.

Las manos sobre la nuca contraria, trazando pequeños caminos con las uñas que se replican en ondas de placer en la espalda del hombre que le sostiene por la cintura e insta a que le acompañe en aquella especie de danza clandestina donde sus caderas se acoplan a la perfección.

La humedad continúa presente en la habitación pues las ventanas que dan acceso a la terraza siguen abiertas de par en par, prueba del hambre con la que se han entregado en las últimas horas.

La idea de tener una especie de cena en la cercana cala que comunicaba la cabaña con el mar mediterráneo había conducido, como tantas veces al inicio de la carrera artística de William Löffler, a la dulce locura de la que ahora eran partícipes.

Jimin no había aprendido la lección y poco le importaba una queja por exhibicionismo cuando estaba más preocupado por hacerle el amor a su otra mitad sobre aquellas arenas de aspecto borrascoso.

Una y otra vez, como si se negara a ratificar que cada centímetro de la inmaculada piel de Yoongi le pertenecía, una y otra vez como si el cansancio en sus músculos no fuera suficiente para solventar el deseo que le arrasaba las entrañas, se había dejado llevar en brazos para apoderarse del lecho sin importar el desastre de agua salada sobre sábanas y cobertores.

Ahora creía que la cima del éxtasis lo volvía alcanzar cuando su espalda se arqueaba antes de ofrecerle la nuez de Adán a un desesperado Yoongi a punto de arder en la misma hoguera que dirigía el castaño.

Mío, por siempre mío, repítelo para mí, nene...

Las manos seguían presas entre las hebras azabache, deliciosamente impregnadas por el agua de mar y el sudor de una unión que no parecía terminar. Jimin siguió moviéndose antes de percibir los dientes de Yoongi sobre su sensible cuello.

Tuyo,  por siempre tuyo... te amo tanto, bebé...

Como si fuera la música que necesitaba escuchar, los espasmos en su vientre fueron el punto álgido para que su esencia se confundiera en el torso ajeno mientras las bocas se volvían a encontrar.

Yoongi terminó recargando su peso sobre el cuerpo grácil del pintor antes de encontrarlo con embestidas desordenadas. Las piernas del castaño se alzaron aún más para rodearle las caderas y darle más profundidad a su liberación.

A esas alturas Jimin solo deseaba devolverle parte del placer que se filtraba a través de aquel abrazo donde no faltaban las caricias y los besos.

Un gemido estrangulado donde la regla era escuchar su nombre y aquella promesa que tanto deseaba proclamar se quedó en su oído cuando el médico llegó finalmente a la cúspide del clímax.

Jimin sonrió. Agotado, hecho un completo desastre que abrazaba con todo al cuerpo sobre el suyo, encontró con ojos acuosos el techo cubierto por el dosel de la cama.

Yoongi era suyo de una manera que no podía describir. De esa forma aterradora que le permitía sobrepasar cualquier barrera como si estuviera siempre seguro que todo estaría bien con solo contar con su presencia. Así era él, lo que en un inicio le había sonado amargo, ahora era la fruta más dulce que pudiera degustar.

Sabía que el doctor estaba a punto de sugerirle algo después de una demostración tan descontrolada de pasión.

Lo conocía lo suficiente para sospechar que el nombre de Jungkook y los sucesos que actualmente sacudían Nueva York terminarían alcanzándolo. Aún cuando la prioridad para ellos fuera construir una familia, no se podía engañar con un final de cuento de hadas antes de enterrar el pasado definitivamente. Un suspiro satisfecho le llenó los labios antes de besarle la coronilla a Yoongi.

—Cinco veces señor Ezra, cinco veces me llevaste al cielo esta noche. Estoy seguro que me costará algún trato engañoso...

Yoongi comenzó a reírse sonoramente. Aun estando su rostro contra el elegante cuello que no se había cansado de marcar durante toda la velada, tenía que concederle la razón al castaño. Jimin se hacía el tonto, pero lo cierto es que nada se le escapaba realmente.

—Déjame recuperarme un poco y te lo explicaré. Mañana ninguno de los dos podrá caminar muy bien que digamos...

La sonrisa de Jimin se convirtió en una hilarante carcajada. Yoongi tiró de su cuerpo antes de recolocarlo de lado en la cama. La unión física que compartían se aplacó unos instantes para dejarse cubrir con la estrujada sábana.

—Nadie tiene que saberlo si usas un suéter de cuello alto. Yo pretendo hacer eso. Vamos, suelta el maquiavélico plan donde me has incluido sin mi permiso...

La sonrisa donde las encías rosáceas del médico eran perceptibles seguía allí. Por simple que sonara, que Jimin fuera su cómplice en cualquier idea le satisfacía demasiado. Min le acarició el labio inferior antes de cerrar su otra mano sobre la cintura del castaño.

—Jungkook contactó con Adrien tres días atrás... debe de llegar mañana a Le Antoine...

Jimin escuchaba mientras sus manos se ceñían a la cintura y el trasero de Yoongi. Los ojos entornados de un electrizante azul parecían adormecidos aunque ciertamente le estaba prestando toda su atención.

—Y según tus cavilaciones... ¿Qué probabilidad hay de que esta persona que está volteando las cartas en Nueva York sepa de nosotros?

—La apuesta a favor de este sujeto es alta y según los informes que me ha hecho llegar Tyler y el propio Taemin, la historia se conecta a nosotros. No solo porque haya mencionado nuestros antiguos nombres en notas para amenazar a Jeon y a su pareja. La última semana intentó hacerse con la cuenta de Alie en Nueva York. Lo que no se esperaba nuestro estafador evanescente es que Key siguiera al tanto de las transacciones y pudiéramos seguirle el rastro fácilmente. Tal como se esperaba, ese aprendiz de criminal está en La Gran Manzana y me atrevería a decir que más cerca de lo que piensa Jeon y su Oficina.

—Mmh...

Jimin asintió antes de estremecerse con la sensación electrizante de percibir los dedos de Yoongi en su columna vertebral. Sentía la excitación volver a implantarse en su bajo vientre pero quería escuchar todo aquel plan que a fin de cuentas seguiría por complacer al dueño de sus pensamientos, aun cuando le molestara la idea de regresar sobre ese fragmento del infierno que juró enterrar.

—Jim, no te distraigas... hay otra cosa que me preocupa...

Jimin estaba a punto de protestar cuando fue consciente del descenso de aquellos dedos camino a lo profundo de su zona glútea. Se mordió los labios antes de hacer lo mismo con Yoongi.

El médico siseó pero terminó encontrando la maltratada boca del castaño para emplearse en un nuevo beso que recolocó el cuerpo elegante de Jimin sobre el suyo.

—Estoy casi a segundos de perderme otra vez. Sé que lo que probablemente quiera esa persona es sacar la verdad a la superficie. Ni siquiera Jungkook sospecha que fui yo quien terminó con Haruna... Dime ¿Es ese tu miedo?

Aun cuando estuvieran casi a punto de tener sexo nuevamente, la mirada cortante de Jimin hablaba de pérdida e irritación. Yoongi le acarició las mejillas antes de alzarse sobre la cama para quedar uno abrazando al otro en una posición semisentada.

—Eso y el hecho de que tendremos que intercambiar información para que tu antiguo pupilo nos deje en paz. La vida es de dar y tomar, Jim...

—Lo sé, pero me molesta en grado sumo que personas como Jungkook no puedan conformarse con mi nueva realidad. Te juro que tenía ganas de golpearlo esa noche en El Louvre. No te rías. Solo lo complicas para mí...

Esbozó un puchero ofendido pero Yoongi terminó desahogándose en otra ronca carcajada antes de abrazarlo. Un beso húmedo en cada mejilla, luego la tierna nariz y por último los ojos. Jimin terminó sonriendo de aquella manera que le derretía el corazón a cualquiera.

—Si dijera que no disfruté con su reacción te estaría mintiendo, pero será un daño colateral si no lo aprovechamos. Así que mañana temprano, mientras fingimos demencia por haber abusado esta noche, recibiremos al susodicho y a tu viejo amigo Kim Taehyung...

El nombre del amable castaño hizo que Jimin saliera de la burbuja de lujuria que le estaba envolviendo en los últimos segundos. Con los ojos como platos terminó descargando el peso de su cuerpo encima de Yoongi.

—¿Pero cómo fue que Tae...? No, espera, no me lo digas... esa expresión lo explica todo... Eres terrible Min Yoon Gi...

El médico apretó los labios para no reír otra vez. Era cierto que había telefoneado a Taehyung horas después de descubrir a Jungkook en El Louvre y la reacción del joven patólogo había sido todo un poema.

Primero, escepticismo al no creer estar hablando con alguien técnicamente habitante del más allá y segundo, indignación al enterarse que el viaje de trabajo de Jungkook era una vil mentira para investigar por su cuenta.

No sabía el desastre que había causado entre esos dos, pero por lo visto la marea se había controlado a favor del jefe de la Oficina al recibir su confirmación de que ambos asistirían a Le Antoine para ser parte de la fiesta de la cosecha de ese año y de paso integrarse a la estrategia del doctor Min para hacerse con la identidad de aquel molesto personaje que se hacía llamar el estafador evanescente.

Yoongi estaba satisfecho aun cuando la impaciencia le siguiera acechando. Jimin terminó rozándole el cuello con la nariz antes de iniciar otro descenso peligroso en dirección a sus pezones. Esa noche sería inolvidable por muchas razones que ninguno de los dos estarían dispuestos a contabilizar.

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DOPPELGÄNGER

En Nueva York, las alarmas se volvían a prender cuando la noticia de un desfalco masivo desviado a la cuenta de un alto funcionario del FBI parecía la noticia más difundida en órganos de prensa como el New York Times, donde Onew fungía como asesor del departamento de redactores.

El titular de "Caos financiero en la Gran Manzana" había nacido de su propia inventiva y por alguna razón, cierta noche en la que fue testigo de los sucesos que tres años atrás sacudieran el Rockefeller Center Imperial le perseguían en ese instante.

—Por lo visto la ciudad tiene un nuevo protagonista ¿Qué crees sobre este tipo?

Eliot Clay, el redactor principal de la columna de Sociales le cuestionó antes de darle un sorbo a su dosis de cafeína esa tarde. Onew arrugó el entrecejo.

—Mi conclusión por ahora, amigo mío, es que pronto tendremos un reportaje masivo. Créeme... tengo el mismo sentimiento de años atrás, solo que un poco más pesado. El asesinato de Emerson Herz también queda en la lista de titulares macabros. Solo falta que aparezcan más mariposas en rojo y te diré que se trata del mismo rompecabezas volteándose otra vez...

Clay torció el gesto. Como siempre, las observaciones de las personas que estaban al margen de la Oficina de Cuántico eran más agudas que las que podían construir sus actuales integrantes.

Por alguna razón, esa tarde se prometió estar al pendiente de su familia, pues era más que real el hecho de que un nuevo criminal con intenciones oscuras estaba en las calles de la ciudad que nunca duerme.

Como si hasta la instalación antes citada llegaran los ecos del desastre, Choi Yeonjun, su primo Soobin, el recién ascendido Huening Kai y Choi Beomgyu disfrutaban de una tarde despejada cerca de Central Park cuando algo o más bien cierta pareja, llamó su atención.

—Ver para creer...

Murmuró Kai cuando la imagen del chico que conocían bajo el nombre de Asakura Ryu apareció en su campo visual portando un ridículo sombrero con orejas de oso a juego con el que llevaba Elle Martin, aquella chica que le había robado suspiros a medio campus y que por lo visto ahora encontraba en quien depositarlos.

—Sé discreto, vienen para acá...

Le aconsejó Soobin aprovechando para darle un juguetón codazo. Yeonjun sonrió con nostalgia. Aun cuando el tiempo había pasado demasiado rápido no podía dejar de imaginarse a Taehyun siendo parte de esas salidas después del trabajo.

A Taehyun sonriéndole el día de la graduación o aconsejándole sobre cómo ligar. Había conocido el infierno cuando su arma fue la encargada de silenciarle la vida.

No había apuntado al corazón, solo al hombro, pero a última hora el chico cambió su posición y el resultado le martirizaría hasta el final de su vida. Aun cuando la terapeuta a su cargo se encargaba de hacerle notar que era parte de su trabajo verse envuelto en una situación como esa y que legalmente no había cometido ningún error siendo Taehyun acusado de varios delitos de peso, Yeonjun no podía dejar de sentirse culpable.

Fuera como fuera, había terminado con una vida. Quizás si no le hubiera conocido le pesara menos en la conciencia, pero no podía dar marcha atrás.

Por eso cuando Asakura y Elle llegaron a su presencia intentó disimular el repelús que le inspiraba aquel chico con una sonrisa forzada.

—¿Aprovechando el día libre?... Por lo visto Nueva York te ha hecho bien japonés...

Nuevamente fue Soobin quien intentó entablar una conversación con el pelirrojo que les observaba como se haría con algún proyecto de Biología. Más allá de la disección. Elle percibió la tensión en la mano que le sostenía su ahora novio.

—Sí, fue idea de Ryu-shi que saliéramos. Tengan linda tarde chicos...

Se despidió a la carrera mientras "el japonés" solo asentía. Los cuatro chicos que quedaron atrás en el parque intercambiaron miradas. Choi Beomgyu no pudo guardarse su opinión aun cuando lo intentó.

—Te digo algo, esa chica debería apartarse de Asakura cuanto antes. Llámame paranoico pero tiene artes de psicópata no declarado...

—¡Beomgyunie!

Se quejaron Kai y Soobin. Yeonjun aun observaba a la pareja antes de cruzar miradas con Asakura. Un escalofrío le recorrió la espalda, como si reconociera las mismas señales que en el pasado debió haber identificado.

—Por loco que parezca, yo creo lo mismo. Debemos observarlo con cuidado. No quiero perder a otro compañero por mirar hacia el horizonte.

La conclusión instauró el silencio en una tarde tan inocente como las burbujas en Central Park.

Huellas de juventud e idealismo que a fin de cuentas se perderían en el desfile en negro que puede teñir la crueldad.

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DOPPELGÄNGER

"La soledad sigue siendo el mejor espacio para aquellos que desean la iluminación."

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