XLIV. Us pt.2
Importante escuchar:
🦋Sweet Wheater by The Neighbourhood
🦋Teenagers by My Chemical Romance
🦋
DOPPELGÄNGER
La brisa agradable de una noche en París pareciera la justificación perfecta para que un hombre de cabellos negros y piel alabastrina decida realizar a pie el camino que le separa de su hospedaje hasta tener acceso a la sala del Louvre donde han habilitado la Exposición Gran Central.
Jeon Jungkook escanea la concurrida estancia de tonos cálidos mientras su copa de champán su vuelve a vaciar. Estaba realmente ansioso cuando todos los medios esperaban por revelar el rostro del autor de la puesta esta noche. Un lienzo titulado “Harmonie” se pregonaba en los volantes como parte de la propaganda para que William Löffler fuera la estrella del evento.
Aun cuando el pintor galardonado era conocido por su inclinación a recrear paisajes de todo tipo, tanto basados en la realidad como en su propia imaginación, la forma indescriptiblemente humana que se dejaba delinear por pequeñas mariposas acentuaban la idea de Jeon Jungkook de que quién le había dado la pista de la ubicación de su hyung no podía ser otro que el actual criminal que colocaba en tela de vilo a Nueva York.
—Si querías esconderte hyung, podías haber obviado el hecho de llenarle el torso de mariposas a tu amante…
Apuntó con desazón mientras se unía al nutrido grupo de personas que se quedaban extasiadas frente a la obra principal de la velada. Jimin tenía mucho talento para las artes plásticas.
La forma en que había captado la fragilidad de su modelo en aquella pintura donde flores y mariposas emergían desde las grietas en la anatomía de un hombre que se presentaba como un misterio para los que no estuvieran familiarizados con la historia del detective solo elevaba la cualidad de su trabajo a un nivel superior.
Jungkook apuró el final de su copa antes de acompañar a la muchedumbre hacia el sitio donde las celebridades recibían indicaciones para llevar a cabo la rueda de prensa. La elegancia de los asistentes remarcaba lo que se suele esperar en un círculo social donde impresionar es la palabra de orden.
En los últimos tres años, el pelinegro se había cuestionado si no estaría siendo demasiado idealista al considerar la probabilidad de que el doctor Min nunca hubiera perecido en aquel incendio de magnitudes descomunales o si el mismo Jimin no hubiera estado enterado de lo que evidentemente era un plan.
Amaba a Taehyung, pero una parte muy sensible en su interior se rehusaba aceptar el hecho de que el Jimin que le había acogido en el lejano tiempo donde necesitaba de todos para salir adelante le traicionara de tal manera.
Esa misma parte se dejaba conducir por los pasillos abarrotados hasta el podio donde se ultimaban detalles para dar inicio a la esperada conferencia de prensa donde un hombre de mediana estatura y cabellos castaños casi rubios comparecería.
Jimin tragó duro. Aun detrás del improvisado set preparado para llevar a cabo el evento, el empuje de los nervios se manifestaba en forma de pitidos aleatorios en sus oídos. Sería la primera vez que le enseñaría su rostro a los medios y eso, a pesar de ser un mal necesario, lograba colocar más alto el nudo en su garganta.
—Ven aquí, hermoso…
Escuchó la voz de Yoongi justo detrás y el recuerdo de otros tiempos donde solía llamarlo de esa manera le hizo esbozar una sonrisa.
—Te lo juro, ya no me parece tan buena idea seguir con esto…
No dudó en refugiarse en el abrazo que el más pálido le estaba ofreciendo. Aspiró el perfume de Yoongi como se podría hacer con alguna clase de analgésico mientras las manos del doctor le acariciaban la espalda.
—Es solo una entrevista Jim. Mi chico ha pasado por cosas peores. Estaré aquí todo el tiempo, solo sal allí afuera y enséñales a todos esos estirados de que está hecho el mejor paisajista de su generación…
—No te contienes con el ego… ¿Verdad, nene?
Se atrevió a bromear provocando una sonrisa ladeada en el atractivo rostro del médico. Ambos habían combinado sus vestimentas. Mientras Jimin llevaba un traje entallado en negro con la solapas en gris metálico, Yoongi se ceñía a la comodidad de un suéter cuello de tortuga en la misma tonalidad y pantalones de ante a juego.
Incluso el hecho de que escogiera una boina para camuflajearse en el ambiente parisino le parecía adorable al pintor, que únicamente recogía sus largos cabellos en otra coleta en lo alto de la cabeza.
—Estaremos bien.
Concluyó Yoongi besándole la frente justo cuando el castaño era llamado por el equipo de producción. Por alguna razón el doctor Min se sentía impaciente esa noche, pero no podía sumar más preocupaciones a un Jimin que pobremente había conseguido alimentarse ante el programa de actividades que concluía con la dichosa entrevista.
El instinto de Yoongi pocas veces se equivocaba y desde que escuchara el nombre de Gloss en la terraza del jardín de su residencia en Hannover había comenzado a mover las piezas para reconstruir esa parte de su pasado que solía molestarle tal como una cicatriz que se negaba a sanar.
Tyler Summerson volvía a fungir como su puente en Nueva York. Aquel joven ahora contaba con veintidós años y estaba al frente de la Oficina Penal de la División de Manhattan. No le fue difícil encontrar los archivos con los antiguos estados de cuenta del padre de Yoongi y enviarlos.
No quería admitirlo pero había creado cierto aprecio por el que en un inicio considerara un chico perdido. Tanto Tyler como su primo Sean, le habían ayudado en el momento más incierto y Yoongi acostumbraba a retribuirle el favor depositando regularmente en su cuenta cantidades que el joven siempre se negaba aceptar.
Sin embargo, cuando se trataba de información era certero y esta no había sido la excepción. A esas alturas Min esperaba que alguna señal desalentadora emergiera, aun cuando no le pudiera compartir su preocupación a Jimin, en fechas donde el castaño soñaba con el dulce espejismo de una familia mientras en Nueva York parecía que aquellos hilos del pasado se volvían a tensar.
—Estaremos bien… me encargaré de ello…
Afirmó nuevamente el doctor mientras las luces y cámaras enfocaban la entrada de Jimin al podio y la muchedumbre hacía silencio para conocer el rostro y los ademanes de William Löffler.
A unas cuantas horas de distancia en el huso horario, la música en los altavoces de una vieja camioneta era la justificación perfecta para que Elle Martin intentara escapar del alboroto de una fiesta en la que nuevamente se veía marginada. Solo tenía diecinueve años y ser admitida como estudiante de Criminología en Cuántico le estaba pasando factura.
Hija de un General retirado y con una colección de complejos y traumas que superar, Elle era ese tipo de chica totalmente inconsciente de su atractivo aun cuando pudiera presumir de una cabellera castaña que le cubría más allá de los hombros y unos increíbles ojos azules que eran del agrado de la última adquisición del equipo de Seguridad de la Academia.
—Wow… “el japonés” está interesado en la muñequita de cera. No le des tantas vueltas chico, contando lo torpe que es ella quizás ni te note…
La broma de Gordon Platter, uno de los compañeros de trabajo de Asahi en las últimas semanas, solo consiguió que esbozara una mueca. De seguir hablando sandeces lo más probable es que amaneciera con la boca llena de hormigas en aquellos parajes que rodeaban el antiguo orfanato de Long Island.
Asahi sacudió su melena pelirroja antes de deshacerse del cigarrillo que había estado consumiendo.
—Cómprate una vida Platter.
Masculló antes de encaminarse hacia el sitio donde Elle Martin intentaba hacer frente a la música y al frío de la tarde. La chica pestañeó abruptamente cuando recibió la calidez de una chaqueta sobre sus delicados hombros. Asahi sonrió.
—Si no encajas en este sitio… ¿Por qué viniste?
Ella sabía quién era él. De hecho todas las chicas de su dormitorio hablaban con regularidad sobre “el japonés” de la mirada cortante y el apuesto rostro. Elle no se creía que le estuviera hablando específicamente a ella pero su sonrojo la delató.
—Solo trato de adaptarme. Mi padre dice que debería “socializar” más…
Asahi negó antes de guiarla lejos de las bromas pesadas y el humo de la fogata que había cerca de la camioneta. Consiguieron alcanzar una especie de elevación custodiada por un árbol de manzanas que aun exhibía sus flores. Desde allí la ciudad lucía como una isla independiente llena de luces recién encendidas e historias por desentrañar. Una isla solitaria muy similar a ellos.
—Tu padre debería saber que “socializar” está subvalorado. Es obvio que no perteneces aquí…
Concluyó el pelirrojo instándole a que tomara asiento. La chica analizó sus palabras mientras envolvía sus gélidas manos en los bolsillos de la chaqueta de él. Olía a cuero y cigarrillos. Olía a la despedida de un chico que se estaba convirtiendo en el hombre con la capacidad de conquistar su corazón.
—Tú tampoco encajas aquí…
Se atrevió a contestarle. Por un instante la chica solo fue consciente del golpeteo de su corazón. Como si fuera conocedor de la agitación en el alma contraria el pelirrojo le observó con deliberada frialdad.
Sus ojos marrón oscuro resplandecían cortesía de las luces de la ciudad y la lejana fogata. Una de sus comisuras tironeó hacia la izquierda, esbozando una sonrisa que para otros sería considerada maliciosa pero para la inocente Elle otro punto a favor del atractivo espectacular que le pertenecía aquel chico.
—Tienes razón, pequeña Elle.
El silencio que se construyó después de eso solo era amortiguado por los ecos de la fiesta a sus espaldas. Asahi seguía trazando planes a los que ella nunca tendría acceso.
Elle seguía soñando con algo más que una relación de trabajo con el serio japonés que todos conocían como el silencioso Asakura.
De vuelta en París, la conferencia de prensa terminaba con aplausos y comentarios positivos hacia un pintor galardonado por su talento en los últimos años. Anunciadas las actividades del after party, Jeon Jungkook estuvo tentado varias veces a escanear la estancia; vencida la primera impresión al descubrir a Jimin sobre el escenario, ahora venía la peor parte.
Pues donde estuviera el ex detective, muy cerca debía encontrarse Min. El actual jefe de la oficina de Cuántico no se equivocaba y tuvo la suficiente previsión de llegar a las escaleras del Louvre cuando Yoongi le susurraba algo a Jimin antes de dirigirse hacia los sanitarios. Era su oportunidad.
Caminando lo más sutil posible detrás de su presa, el pelinegro más joven consiguió encontrar al doctor lavándose las manos con parsimonia. A pesar de haberle dejado de ver por al menos tres años, Min no había cambiado nada.
A excepción del largo cabello que ahora ocultaba debajo de una boina en rojo borgoña, los ademanes eran los mismos, por eso no le sorprendió encontrar una sonrisa irónica tironeando de sus comisuras al reparar en el reflejo de Jeon en el espejo del sanitario.
—El mundo puede ser tan pequeño como un grano de arena. Buenas noches oficial Jeon o mejor dicho jefe Jeon, así le llaman actualmente después de tres años al frente de la Oficina…
Las sospechas de Jungkook estaban confirmadas y tuvo ganas de golpearse mentalmente al confirmar que la presa era él cuando Min solo le había embaucado para encontrarse a solas en los sanitarios. La amargura tensó la incomodidad del más joven antes que el doctor terminara de secarse las manos para encararle finalmente.
—Nunca me tragué que desaparecieras de una forma tan… ridícula para alguien como tú. Tampoco creí que Jimin hyung estuviera muerto cuando salieron los resultados de aquella patraña… Eres tan asquerosamente calculador que hasta en eso pensaste.
Yoongi esbozó una expresión aburrida mientras comprobaba la hora en su Rolex. Si era honesto consigo mismo debía admitir que se había sorprendido al descubrir a Jungkook dentro la audiencia invitada a la conferencia de prensa.
Por pura educación de su comportamiento no profirió una maldición al encontrarlo dentro del ángulo de las cámaras que enfocaban el auditorio. Por ello se sintió aliviado. Quizás su instinto ya le estaba advirtiendo que tendría alguna clase de sorpresa esa noche.
La pregunta ahora era… ¿Qué otra razón además de exponerlo tendría Jungkook para viajar a París en esa fecha? Pues evidentemente alguien estaba muy interesado en que el nuevo jefe de La Oficina ratificara la teoría que tanto él como Jimin seguían respirando bajo el mismo cielo.
—Sea conciso Jeon, nunca me ha gustado su forma infantil de enfrentar las situaciones. Si quiere salir gritando como un desquiciado que Jimin y yo estamos vivos puede hacerlo. Técnicamente Min Yoon Gi y Park Jimin fallecieron años atrás, así que eso no me preocupa, pero estoy seguro de que no se hubiera tomado tantas molestias de venir personalmente a cuestionarme si no existiera otra razón ¿Problemas con el estafador evanescente?
Para ese entonces Jungkook tenía ganas de golpearlo y se hubiera abalanzado sobre Yoongi si una tercera persona no hubiera irrumpido en el lugar. Park Jimin tenía una expresión ilegible en su rostro mientras reparaba en su esposo y el pelinegro enfundado en un traje de gala color rojo oscuro.
Por su parte Jungkook veía a Jimin con ojos demasiado grandes. Exteriormente era su hyung, pero la mirada que le estaba dando no le pertenecía a quién había conocido alguna vez.
—Te estabas demorando, por eso vine a ver. Nos esperan en el aeropuerto.
El tono monocorde de Jimin, ignorando por completo a Jungkook y la tensión que se respiraba en el ambiente, solo logró que la mínima esperanza del jefe de la Oficina se acabara de extinguir. Yoongi se libró de la barrera que representaba el más joven entre ellos antes de chocarle el hombro.
—Si quieres decirme algo, y esto será una especie de regalía en honor al pasado que compartes con Jim, contacta con Adrien Belaúnde. Presiento que esa persona que te está amenazando quiere llegar a mí. Buenas noches, oficial Jeon.
Era impresionante cómo el doctor podía estar diez pasos adelante. Como una ridícula broma, cuando a Jungkook le había tomado casi tres años unir la mayoría de las piezas para comprobar que no estaba enloqueciendo, vio partir a la pareja sin dejar de recibir la acerada mirada de unos ojos azules.
Taehyung tenía toda la razón. Debía haber dejado los hechos atrás, pero ya no tenía cómo redimirse. Con un sabor cáustico en la boca, Jeon Jungkook juró por lo bajo deseando que el ajetreo de una noche de sábado en París le engullera por completo.
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DOPPELGÄNGER
Notas:
*Harmonie: Armonía en idioma alemán.
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