X. Harmful

📌Disclaimer: El presente capítulo contiene escenas explícitas. Recuerden que leen bajo su responsabilidad.

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Coney Island, Nueva York, verano de 1997

Jimin aún se preguntaba cómo las aguas alrededor de la embarcación en que viajaban podían lucir tan oscuras para ser un día de mar en calma. A lo lejos, el faro del Coney Island y el ajetreo de los juegos estivales llegaban como una capa de neblina y ecos que colocaban otra sonrisa en su rostro. Seguía viviendo en una especie de sueño desde los últimos dos meses.

Nunca pensó que encontrarse con Yoongi nuevamente fuera el inicio de una serie de citas que terminaban calentándole las mejillas y el alma mientras descubría un mundo que los de su edad codiciaban a partes iguales.

Sexualidad, algo que Jimin solo había escuchado en conversaciones ajenas y que no tenía la más mínima idea de poder conocer y disfrutar hasta que Min Yoongi deseara irrumpir en su vida como el tornado caprichoso que podía ser.

Deja de colgarte de la barandilla. Te vas a caer. Ven aquí.

Tal como si lo hubiera invocado, el pálido chico de veintiún años estaba justo en el otro extremo de la cubierta de un yate privado que le pertenecía a su familia y en el que tanto él como sus amigos planeaban explorar la costa de Long Island ese fin de semana.

Una sonrisa donde los ojos azules de Jimin se convertirían en tiernas ranuras no se hizo esperar y despeinándose el largo flequillo castaño en un gesto que solo provocaba más a Yoongi pasó de largo de camino al camarote principal de la embarcación.

Min no lo pensó dos veces para seguirle y cerrar la puerta. Tenía que aprovechar mientras Woosung y Sung Woon seguían en tierra firme, dejando aquel idílico sueño para ellos solos. Para él y su Jimin.

Justo como estaba ocurriendo semanas antes, después del encuentro en las callejuelas aledañas a Vergessen Club, ambos habían avanzado en la especie de relación que ahora compartían.

Lo primero fue recibir el rechazo y los reproches de Jimin, algo que el mayor se encargaría de diluir a cuenta de insistencia y esperarle fuera de la preparatoria recostado sobre el capó de su Mustang con aquel aire elegante y peligroso de los chicos de su generación que hacía suspirar a todos los adolescentes y que convertía a Jimin en una nerviosa gelatina preocupada de no hacer el ridículo en presencia de su antiguo hyung.

La verdad no le tomó mucho. En parte se sentía orgulloso de ver que su chico seguía siendo igual de ingenuo e inocente como lo recordaba. Si alguna vez Yoongi sintió remordimiento fue la tarde en la que Jimin lo besó por voluntad propia.

Estaban a las afueras de la estación de tranvías de Long Island. Yoongi fumaba en silencio y Jimin estaba sentado a su lado con la mirada perdida en un punto ciego por encima del horizonte. La verdad seguía preguntándose por qué el roce cálido de aquellos dedos pequeños en comparación a los suyos comenzó a deslizarse en su mejilla y lo próximo que supo fue que los labios apetecibles de Jimin le acariciaban los suyos.

Un beso puro, el único que recibiera en toda su vida y que la parte sentimental que quizás sí tenía se encargaría de bautizar como el primero que debía recibir. Solo que él mismo se encargaría de corromperlo con mordidas y sonidos que luego Jimin solo asociaría con lo que hacían a escondidas en aquellos terrenos.

Para el más joven aquello era amor, para Yoongi un buen polvo con un adolescente que ni siquiera se conocía a sí mismo, tal como ahora se retiraba la bermuda corta y su ropa interior para darle una vista completa a su hyung de sus extremidades y aquello que Yoongi ya había paladeado a la perfección.

Cada día te estás convirtiendo en un mejor pervertido Park. Me encantas.

El pequeño cuerpo quedó entre las manos codiciosas de Min mientras Jimin se aferraba a sus brazos y encontraba con desesperación su boca. Por alguna razón hoy se sentía diferente, como si las otras ocasiones solo hubiera sido sexo duro en lugares que la mayoría de las personas despreciarían.

En los baños de Vergessen Club o el propio dormitorio de Jimin en el orfanato. En las vías del servicio de tranvías en una noche particularmente lluviosa donde Jimin le había susurrado que lo amaba sin siquiera saber qué significaba aquello.

Yoongi no había contestado con palabras y para su propia sorpresa no le había rechazado cuando el de cabellos casi dorados lo besó a fin de aplacar una duda que amenazaría con quemarlo por dentro. Min solo pensaba en cómo poseerlo de todas las formas posibles porque obviamente se quedaba corto cuando se trataba de su ingenuo aprendiz.

Rodéame con tus piernas, hermoso. Quiero sentirte por completo.

Había murmurado el mayor antes de morder el tierno hombro de su amante y Jimin no lo había pensado dos veces, con la agilidad que su cuerpo de atleta poseía quedó en la posición perfecta para que Yoongi pudiera encontrar aquel sitio que él llamaba en secreto paraíso.

Los gemidos del más bajo se hicieron presente en la estancia mientras el propio vaivén de las olas alrededor del yate le daba otro matiz al momento. Suspendidos sobre la hielera del mini bar que el propio Yoongi había insistido en instalar el movimiento acompasado de las caderas contrarias sobre las suyas le enloquecía.

No estaban siendo tan agresivos como otras veces, de hecho ni siquiera se habían detenido a usar aquel molesto preservativo que ponía a Yoongi de los mil demonios, solo se estaban entregando de una forma aterradora y Jimin no dudó en morderle el cuello a su mayor cuando la nube de éxtasis explotó en su cuerpo bañando con su semilla a un desesperado Yoongi que aún se movía en su interior.

Extenuados y hechos un desastre de sudor y lujuria ambos compartieron otra sonrisa. Jimin estaba listo para aceptar la proposición de volverlo a hacer. Con Yoongi nunca era suficiente y si no era él quien lo iniciaba pues ya era tarde cuando el mayor le atraía con agresividad hacia su cuerpo y terminaban en una pelea por el control de sus cuerpos y mentes. Nunca pensó en recibir una mirada que no le conocía en absoluto. Una que era a partes iguales hermosa y aterradora.

¿Has leído Romeo y Julieta?

Jimin ladeó la cabeza ante una pregunta que no tenía nada que ver con el abrazo húmedo que compartían.

Por supuesto hyung. Sabes que me encanta Shakespeare, ¿por qué me preguntas ahora?

Yoongi no rebajó el ligero ceño que tenía en el rostro y con un dedo pecaminoso trazó la curva de las clavículas de Jimin hasta morir en su ombligo.

Hyung...

Una mezcla de suspiro con gemido fue lo que salió de aquellos labios sonrojados en exceso por las últimas acciones. Con su mano libre Yoongi lo sujetó casi dolorosamente por el pelo que le cubría la nuca, ganándose los ojos entornados y cubiertos de deseo de su chico.

Escucha atentamente porque voy hacerte una promesa y yo siempre, a pesar de todo lo que pueda estar en contra, cumplo mis promesas.

Jimin se relamió los labios en respuesta. Yoongi no pudo evitar darle un ligero beso que terminó en una mordida donde ambos probaban la sangre ajena. Eso era algo que idolatraba en su relación. Nunca sería un dócil títere en sus manos.

Jimin le respondía con la misma intensidad y aquella hambre voraz que le hacía hervir la sangre y descubrir que quizás sí estaba vivo y merecía seguir en esta dimensión porque un ángel de ojos rasgados y generosas mejillas solo le miraba a él.

En unos días debo volver al internado. Padre sabe que tengo una...—la palabra le sonaba rara pero terminó negando antes de volver a besar levemente al castaño—Sabe que estamos saliendo y obviamente no quiere que la estúpida élite le caiga encima por la irresponsabilidad de su heredero. Sé que comprendes pero no voy a dejarte, ni ahora ni en ninguna de las vidas en que nos volvamos a encontrar...

Aquella declaración le calentó el pecho a Jimin haciendo que las tormentosas mariposas que sentía por su hyung aletearan un poco más.

¿Entonces cuánto tendré que esperarte? No creo que pueda sobrevivir sin al menos ver tus sonrisas...

Jimin se arriesgaba con esas palabras. Lo sabía perfectamente mientras Yoongi le sostenía camino al sofá que únicamente residía en el pequeño camarote y aún dentro de su cuerpo le acurrucaba sobre el regazo, impartiendo un rítmico masaje en la delgada espalda.

Tal como Romeo y Julieta vamos hacer un pacto. Yo no soy nada de lo que podrías esperar, eso ya lo sabes y tampoco aceptaré que esperes a otra persona en mi lugar. No va existir un final feliz como tu cabecita anhela, solo me tendrás de la forma más cruda que puedo ser. Seré celoso y posesivo hasta el final, no permitiré que me traiciones ni siquiera en pensamiento. Yo lo sé todo de ti y tú solo puedes aspirar a contener mis demonios mientras estemos juntos. No eres mi luz, yo no necesito eso, solo que estés cerca. No me das calma ni redención. Soy más parecido a un demonio y estoy consciente de ello. Quiero alcanzar algo que solo los tontos llaman discernimiento y que yo llamo divinidad. ¿Nunca te has preguntado hermoso Jimin cómo funciona la mente del hombre? ¿Por qué tiemblas ahora que estoy enterrado hasta lo más profundo de tu grácil cuerpo o por qué aparece ese delicioso color rosa en tus tiernas mejillas cuando te muerdo?

Los dientes de Yoongi se cerraron en la carne del pómulo derecho de Park robándole un jadeo en medio de su cantarina risa.

Soy un ignorarte completo hyung, sabes que voy a decir que todo es amor. Aun si me traicionaras y te convirtieras en lo que más pudiera odiar yo te seguiría amando más allá de mi muerte. Por cursi y empalagoso que pueda sonar.

Eso era lo que quería escuchar, una respuesta inducida en el ser que más adoraba en su existencia. Yoongi se reclinó solo un poco para que Jimin saliera de aquel abrazo tan íntimo y se volviera a recolocar a horcajadas sobre su cuerpo no sin antes retirar las únicas prendas que estaban arremolinadas en los tobillos de ambos.

Con un gemido gutural recibió la codicia de un Jimin que había perdido la vergüenza en sus manos. Mientras su chico se agitaba sobre su cuerpo y él delineaba cada curva peligrosa con sus grandes manos veía en sus ojos reflejarse la perfección de la dependencia.

Estaba seguro que si él pedía que cometiera un crimen Jimin encantado se lo iba a conceder, tal como había dibujado con sangre proveniente de aquellas molestas palomas que su madrastra tanto cuidada la imagen una mariposa donde el número 514 se repetía en las alas.

Géminis, los hermanos a imagen y semejanza. Las dos personalidades que luchaban en el turbulento subconsciente de Yoongi y que ahora estaban despertando en Jimin.

Con un movimiento brusco el cuerpo convulso y sudoroso de Park quedó bajo el suyo y antes que pudiera arrepentirse, si es que alguna vez lo hizo, el más pálido reveló aquel pequeño escalpelo que recibiera en el momento que su padre le comunicara que dentro de unos meses empezaría la facultad de medicina en Londres.

Jimin siseó cuando sintió el acero estrellarse en su carne pero no dejó de recibir los envites de Yoongi mientras su piel era profanada con una peculiar marca en su muslo derecho. Una que la boca avariciosa del mayor se encargaría de succionar.

Acabo de hacerte la promesa. Eres mío. 514 grados tiene la constelación Géminis y eso significará para nosotros que siempre estaremos entre las mismas dos aguas que aterran a la humanidad. El ángel y el demonio, estaremos entre sus alas hasta el final. Córrete para mí precioso.

Un beso en la frente y Jimin se atragantó con sus propias lágrimas. El resto de la mañana se convirtió en una oleada de gemidos y promesas susurradas hasta que Yoongi también recibió su marca en el hombro izquierdo. Otro número 514.

Jimin aún se contraía de recordar aquel delicioso encuentro donde no le importaría venderle el alma al diablo sin con ello se aseguraba de tenerle a su merced. Cuando Woo Sung y Sung Woon regresaron a media tarde con el almuerzo desde las atracciones del Coney Island los encontraron sobre la cubierta compartiendo un abrazo silencioso en el que Yoongi no perdía la oportunidad para susurrarle sus pensamientos al castaño.

Cinco horas después el aviso de una tormenta local severa sería emitido por el servicio meteorológico de Long Island y un chico de casi diecinueve años se escaparía por la cubierta trasera del yate al intentar ayudar a Sung Woon con la hielera, perdiendo con ello los recuerdos que lo conectaban a un pasado que en lo adelante se convertiría en su verdugo.

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DOPPELGAÄNGER

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