Capítulo 7
Ese día les habían dejado levantarse un poco más tarde para desayunar. Los chicos y chicas estaban revolucionados. Todos estaban expectantes ante la misteriosa noticia que llevaba desde ayer en el aire. Incluso algunos de ellos hacían apuestas sobre qué podía ser.
—Seguro que tiene que ver con carne...A partir de ahora comeremos carne todos los días —comentó Luffy, mientras le caía la baba.
—¡No digas tonterías! —se quejó Ussop—. Montarán un laboratorio en una de las caravanas.
—¡Eso sería genial! —exclamó el renito, emocionado—. Podé investigar para crear más transformaciones.
—Puede que la noticia sea que nos darán sake también en el desayuno— intervino Zoro, bastante convencido.
—¿Esa es la única estupidez que se te ha ocurrido? —preguntó Sanji. Empezó otra de las peleas entre esos dos.
—¡Que energía tiene esta gente por las mañanas! ¿Verdad? —exclamó Sabo, divertido, dando un codazo a Ace. Fue entonces cuando los de alrededor se dieron cuenta de que el pecoso se había dormido comiendo. Otra vez más. El rubio suspiró—. No tiene remedio.
—¡Eh, Bonney! ¡No toques mis galletas! ¿Qué te crees que haces?—exclamó Kid, salvando lo que quedaban de ellas.
—¿Qué haces tú que no te las has comido todavía? —preguntó la peli-rosa, que había arrasado con su desayuno hace rato.
Así de intensos eran los desayunos en el Donquixote Circus. Siempre había algo que comentar y comida que proteger. Luffy y Bonney eran insaciables. (TN) también comería un poco más aparte de lo que les ponían, pero siempre esperaba pacientemente al almuerzo. Jamás se le ocurriría coger comida de otra persona sin su permiso. O bueno, quién sabe...
—Buenos días a todos —saludó Corazón, mientras entraba sonriente en la carpa. Su hermano iba detrás de él—. ¿Estáis preparados para la noticia?
—¡Sí! —exclamaron, casi todos, emocionados.
—Anoche fue nuestra última actuación en Japón —anunció Doflamingo. Se hizo el silencio en la sala. ¿Cómo que última actuación? ¿Acaso cerraba el circo? Continuó unos segundos después—. Nos vamos a recorrer Estados Unidos.
Hubo unos segundos de silencio, mientras todos procesaban la información. Después, empezaron a gritar y a comentar cosas entre ellos. (TN) estaba alucinando. ¿Estados Unidos? ¿Irían en avión? Ella nunca había viajado en avión. Solo en caravana cuando le trajeron hasta el circo. Tampoco sabía hablar inglés. ¿El resto sabía? Al parecer era la única que se preocupaba por esas cosas. Los brazos de Nami rodeándole los hombros le sacaron de sus pensamientos.
—¡Qué pasada! Puede que incluso conozcamos a actores famosos —comentó la pelinaranja, emocionada.
—¿Y te encargarás de sacarles hasta el último dólar? —preguntó Vivi, con una sonrisa pilla.
—Sabes que es mi especialidad —contestó Nami, orgullosa.
Ya habían pasado unos cuantos días desde que la noticia fue anunciada. Ese mismo domingo, el de esa semana, partirían hacia el continente americano. Los miembros de la Donquixote Family que trabajaban desde la oficina se habían encargada de buscar el transporte y de encargar todo el nuevo material para cuando llegaran a Tallahassee, Florida. Allí darían su primer espectáculo una vez se hubieran acomodado. Se instalarían en las afueras de la ciudad, como siempre habían hecho. Harían un espectáculo por estado. Ya se había anunciado en las redes sociales. La gente que había seguido al circo por Internet estaba ansiosa por que llegaran. La gente que no les conocía había despertado cierto interés al leer las publicaciones.
(TN) estaba tumbada en su colchón, con el libro de princesas entre las manos. Estaba mirando de nuevo los dibujos. Ya los había mirado como tres o cuatro veces. Debía coger otro. Law también estaba leyendo allí. Los dos estaban en completo silencio. Solo se escuchaba el ruido al pasar las páginas o si alguno de los dos se movía un poco sobre sus colchones.
—¿Te está gustando? —preguntó el pelinegro, rompiendo el silencio.
—¿Qué? —preguntó la chica, sobresaltada. No se esperaba para nada que le fuera a hablar y no había prestado atención.
—Te he preguntado si te está gustando el libro —repitió, intentando mantener la calma. Odiaba repetirse. Encima de que intentaba dar algo de conversación... Un momento. ¿Por qué quería darle conversación?
—Em, sí... —contestó ella, poniendo cara de interesante.
—¿Qué libro estás leyendo? —preguntó Law. Lo sabía perfectamente, ya que estaba viendo el título en la portada, pero había visto algo raro en ella. No le parecía que estuviera leyendo. No movía los ojos como si leyera. Se estaba asustando a sí mismo al darse cuenta que se había fijado tanto en eso inconscientemente. Ella le señaló el título, algo nerviosa—. No lo veo desde aquí.
—Uno de princesas —dijo ella.
—¿Puedes leerme el título? —insistió Law. Ella apartó la mirada y frunció el ceño.
—¿Es que no se puede leer tranquila? Si vas a molestarme me largo a otro sitio —se quejó, mientras cerraba el libro.
—No uses mis frases contra mí —comentó, sonriendo de lado. Ella hinchó los mofletes. Estaba más que claro, pero quería que me lo dijera—. No sabes leer, ¿verdad?
—No... —contestó, finalmente, mientras se encogía de hombros—. No me han enseñado. Ni se matemáticas, ni geografía, ni historia...
—Vale, vale. Lo he entendido —le interrumpió Law. No hacía falta que pensara en todo lo que no sabía. No había sacado el tema con esa intención—. ¿Te apetece aprender a leer?
—¿Qué? Sí, claro —contestó ella—. ¿Tú me vas a enseñar?
—Sí quieres —contestó. Ella le miró con desconfianza—. ¿No crees que pueda hacerlo o qué?
—Si lo hago mal me gritarás y me castigarás —dijo ella, con cara de disgusto. Me recordó al enano de Luffy por un momento. Él no entendía muy bien la razón, pero al escuchar <<me castigarás>> le vinieron varias y rápidas imágenes a la cabeza. ¿Estaba loco o qué?
—No haré nada de eso. Bueno si quieres ve a por un lápiz y un papel. Si no pues nada —farfullé, frunciendo el ceño. Me había puesto nervioso y yo nunca perdía la calma. Se levantó del colchón y corrió hacia la entrada. Se giró antes de salir y me miró fijamente.
—No cuentes nada, por favor. Es un secreto —me pidió, antes de darse la vuelta y salir corriendo. Law no pudo contestar. No sabía si esto era buena idea, pero era una buena forma de tener la mente ocupada. Además, hablar con (TN) no era tan desagradable como hablar con otras personas.
¡Estaba contenta! ¡Iba a aprender a leer! Podría leer todos los libros de la caravana. Bueno, todos no. Solo los que no fueran aburridos. Se acercó corriendo a las caravanas y se asomó por las ventanillas, para ver en cuál de todas había alguien a quién pedir lápiz y papel. ¡Bien! Estaba Corazón. La puerta de la caravana estaba abierta. Dio unos golpecitos para avisar de que entraba.
—Corazón... ¿Tienes un lápiz y una hoja? —preguntó la chica.
—Sí, estoy seguro de que hay. Un momento —contestó, mientras se levantaba de su asiento torpemente. Se enganchó el abrigo de plumas y casi cae de narices contra el suelo. Su puso a buscar en varias cajas hasta que al final encontró lo que la chica pedía—. Aquí tienes. ¿Vas a dibujar?
—Sí —contestó ella, sonriendo y apartando la mirada. No se le daba muy bien mentir, pero había que intentarlo.
—Podrías hacer un dibujo para mí —propuso él, sonriente.
—Sí, claro. Lo haré —dijo ella, mientras daba unos pasos hacia atrás—. Gracias, adiós.
Dio un salto y salió de la caravana. Aceleró el pasó para llegar a la carpa cuanto antes. No quería hacer esperar a su profesor. Cuando llegó, se lo encontró en el mismo sitio dónde estaba antes. Leyendo sobre su colchón. Por suerte, la carpa seguía vacía. No había rastro de Monet ni de Kid. Es más, yendo y volviendo de la caravana no había visto a nadie. Debían estar en la carpa principal.
—Ya tengo las cosas —anunció (TN), mientras se sentaba sobre el colchón de Law e intentaba recuperar su ritmo normal de respiración. Había ido demasiado rápido. ¡Un momento! Se había sentado ahí sin permiso. Esperaba no haber incomodado a su compañero.
—Bien, entonces empezaremos de los de lo más básico a lo más complicado —comentó Law, mientras cerraba su libro—. Acércate más y dame las cosas.
La chica se arrastró hasta ponerse al lado de Law y le dio el lápiz y una de las hojas. Debía estar atenta. Tenía que dar lo mejor de su misma para poder empezar a leer todos los libros que quisiera. El pelinegro supo escoger bien por qué grafías y sonidos comenzar. No escogió muchos para la primera lección, de no ser así, (TN) podría llegar a frustrarse. Empezarían por vocales, sílabas y acabarían con palabras. No es que se le diera bien ser profesor, simplemente era pura lógica.
—Creo que es suficiente por hoy —comentó Law, para dar por finalizada la clase.
—Sí... Debe ser casi la hora de cenar —murmuró (TN), pasándose la mano por encima de la barriga. ¡Estaba hambrienta!
—Creo que es mejor que no aparezcamos juntos delante de todos —dijo el pelinegro. Ella le miró extrañada—. Nami y Vivi seguro que te hacen un interrogatorio. ¿No querías que nadie descubriera tu secreto?
—Es verdad —contestó ella, apretando el puño con determinación. Dirigió su mirada a los ojos grises de Law. Se quedó pensativa durante unos segundos—. Law... Desde que estoy aquí me ayudas, me das consejos, discutimos y ahora me guardas secretos. ¿Eres como mi onii-chan?
El pelinegro se quedó algo desconcertado ante esa pregunta. Todo lo que había dicho era cierto y, al fin y al cabo, son cosas que un hermano mayor haría por su hermana. No era descabellado que se le hubiera ocurrido esa idea. ¿Se estaba relacionando demasiado con (TN)? Ahora que ella había dicho todas esas cosas seguidas... No estaba seguro de que esto fuera una buena idea. Nunca había compartido tanto tiempo con nadie. Con el que más había hablado era con Corazón y no le guardaba secretos ni le daba consejos, simplemente charlaban. No sabía cómo podría acabar esto.
—Bueno, sí. Puede que algo así. Ni se te ocurra llamarme eso delante de nadie —advirtió el pelinegro, frunciendo el ceño.
—Claro que no. Si lo hago Nami y Vivi me harían un interrogatorio —comentó ella, sonriendo divertida. Le hacía gracia usar las mismas palabras y argumentos que daba Law. Se levantó del colchón—. Iré yo primero. Hasta luego, onii-chan.
(TN) desapareció rápidamente de la carpa, dejando a un Law tenso sobre su colchón. Algo no le gustaba de ser <<onii-chan>> y no era solo el hecho de que se sentía ridículo siendo llamado así. Esperaba que a (TN) se le pasara la tontería de llamarle por ese estúpido apodo o no sería tan agradable hablar con ella como pensaba. Aunque, por otra parte, sonaba bastante adorable cuando lo decía. ¡Basta! Leería un rato más y acudiría para ayudar a preparar la mesa.
La cena fue tan divertida como todas las anteriores. Era imposible tener una velada aburrida con este grupo. (TN) y Law disimularon como los mejores, prácticamente ni se miraron durante todo el rato que estuvieron en la carpa principal. Al acabar de recoger todo, la mayoría quería quedarse jugando a cartas o algo por el estilo.
—Jo, (TN). ¿No te quedas? —preguntó Nami, estirando a la chica de la sudadera.
—Estoy cansada... —contestó ella, mientras se frotaba los ojos. Era verdad. Se le había saturado un poco la cabeza después de estar tan concentrada en sus clases de lectura—. Pero mañana me quedo un rato.
—Descansa, (TN) —se despidió Robin, acariciándole suavemente la cabeza antes de sentarse junto a Vivi y la pelinaranja.
Sonrió y dio media vuelta para salir de allí. No había nadie en su carpa, ya que fue la primera en separarse del resto. Se tumbó sobre el colchón. Tranquilidad y comodidad. Se sentía tan segura desde que llegó al circo... Además, estaba contenta. Law no era tan desagradable como todos pensaban. Puede que un poco, pero en el fondo era muy bueno. Le hacía gracia eso de llamarle <<onii-chan>>, porque las dos veces que lo había hecho se había puesto algo nervioso. Le gustaba ponerle nervioso porque el siempre presumía de ser serio y tener todo bajo control. De esa forma sentía que tenía algo de poder sobre él. Poco después de que ella llegara, el pelinegro apareció también por allí. Fue directo a ponerse el pijama. (TN) todavía no tenía muy claro eso de que a todos les diera igual quitarse la ropa delante de otras personas.
—¿Qué miras tanto? —preguntó Law, cuando acabó de vestirse. Eso sacó a la chica de sus pensamientos. Oh, no. Se le había quedado mirando fijamente mientras se cambiaba.
—Nada. Estaba pensando en mis cosas. No te miraba —contestó ella, volvió a tumbarse de nuevo. El ojigris sintió alivio ante esa respuesta, ya tenía bastante con Monet. Esa chica sí que le hacía sentir incómodo.
—Ah, estáis aquí. Pasáis mucho tiempo los dos solitos —comentó la peliverde, mientras entraba por la puerta. Law gruñó interiormente, la había invocado al pensar en ella.
Los dos decidieron ignorar su comentario. Monet se quitó la camiseta nada más llegar hasta su baúl. Hizo lo mismo con sus pantalones. Tardó un buen rato en encontrar su pijama. (TN) cogió la manta, se tumbó de lado y cerró los ojos. Esa chica no tenía vergüenza de nada, aunque con ese cuerpazo... ¡Para no lucirlo!
A la peliverde tenía tanta rabia acumulada que le ardía la sangre por dentro. Ahora no solo es que Law le ignorase, es que además se los encontraba muchas veces solos últimamente. Había tardado más tiempo aposta en encontrar el pijama para ver si el pelinegro se fijaba aunque fuera unos segundos en ella, pero ni si quiera le había mirado de reojo. ¿Acaso ese chico era de piedra? ¿Qué más podía hacer? ¿Meterse en su cama directamente?
[•••]
Los pocos días que les quedaban en Japón acabaron de pasar. Ya tenían todo preparado. Doflamingo y el resto del equipo se habían encargado de conseguir una maleta a cada uno para que metieran sus pertenencias.
Franky y su grupo había dejado todos los materiales del circo desmontados y preparados para que una empresa de reventa se los llevara. No lo necesitarían, tenían material nuevo esperando en Estados Unidos.
En aquel momento, estaban en las caravanas, yendo hacia el aeropuerto más cercano. Desde la oficina se habían encargado de conseguir un avión solo para ellos. (TN) observaba el paisaje mientras escuchaba de fondo a sus compañeros. Le gustaba mirar por la ventanilla mientras viajaba. Nunca en su vida se hubiera imaginado que viajaría a otro país. Solo esperaba que las cosas fueran tan bien como estaban yendo hasta ahora.
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