Capítulo 29

—No es del todo seguro, pero lo más probable es que no sepan que hemos escapado. Esa es nuestra mayor ventaja —comentó Law.

Habían encontrado las puertas de cristal que daban al enorme jardín de la mansión. Desde luego, Doflamingo había sabido aprovechar el dinero que había ganado a costa de aquellos jóvenes. Se sentían como idiotas. Todos estos años creyendo que de verdad su jefe y el resto eran como una verdadera familia. Engañados y estafados. Sin recuerdos de su infancia, de su familia. Al menos aquellos a los que se la arrebataron. Ni si quiera podían sentir tristeza al enterarse de que habían acabado con sus familiares Law era el único que recordaba todo perfectamente. Ese maldito bastardo había dejado morir a sus padres mientras experimentaba con él. ¡Joder! Debía controlar su rabia. Un buen plan era la clave para resolver satisfactoriamente la situación.

—Tal vez sería buena idea dividirnos y aparecer por diferentes puntos en el jardín —propuso Robin.

—Es verdad. Así, en caso de que tengan esos dardos que nos quitan las habilidades... No podrán disparar a todos a la vez. Esta vez solo son tres —recordó (TN).

—Tenemos un 99% de probabilidades de ganar —dijo Hawkins. Desde luego sus palabras habían tranquilizado a más de uno—, aunque parece que habrá algún contratiempo. Más vale estar alerta.

—Bien, es importante tenerlo en cuenta. Ahora, organicemos los grupos y comencemos con... —La orden de Law se vio interrumpida al escuchar la voz de uno de sus compañeros.

—¡Eh, tu Mingo! Levanta. Vamos a patearte el trasero. —Aquel maldito de Luffy... ¿Es que no era capaz de escuchar ni durante un minuto? ¿Ni si quiera en una situación como aquella?

—Has engañado a la gente equivocada —dijo Ace.

—Vas a pagar por todas las injusticias que has cometido —se escuchó advertir a Sabo.

—Esos tres... —gruñó el pelinegro, entre dientes—. Nosotros iremos por la puerta de la terraza. (TN), Ussop, Chopper y Nami, salid por la puerta principal y esperad en la parte trasera del jardín. Encargaros de que no os os vean.

—Pero... —La peli(t/c) iba a quejarse. Ella deseaba pelear tanto como el resto.

—Necesito a alguien que no tenga miedo a lanzarse cuando llegue el momento. Te necesito en ese grupo —aclaró Law, mientras posaba las manos en la cara de la joven. Depositó un fugaz beso en su frente—. Kuroashi-ya. Ve tú también. Esperad a ver cómo se desarrolla la situación. Cuento con vosotros.

—¡Protegeré a Nami-swan y a (TN)-chwan con mi vida! —exclamó, mientras rodeaba a cada una con un brazo.

—¡¿Y a nosotros qué?! —exclamaron Ussop y Chopper, cabreados y asustados al mismo tiempo.

Una vez clara la distribución, se movieron rápidamente. No había tiempo que perder. Tres de sus amigos podían estar en peligro y debían atacar todos juntos. Si la mayoría atacaba de frente, Doflamingo y sus secuaces estarían demasiado ocupados para pensar en el resto.

—Eh, por fin salís. ¿Qué hacíais charlando tanto? —preguntó Luffy, cuando vio llegar al resto. Al parecer, el trío se había encargado de desarmar a sus oponentes. ¿De verdad había resultado tan sencillo?

—Sabíamos que nos iban a lanzar los dardos. Ha sido fácil deshacerse de ellos —comentó el pecoso, despreocupado. Claro, con el fuego y el viento debía ser fácil parar los disparos.

—Ahora, ¡a por ellos! —El monito alzó el puño mientras gritaba esas palabras y corrió hacia los tres hombres. Law apretó la mandíbula. Había gato encerrado. Doflamingo estaba demasiado tranquilo. El pelinegro pudo observar como una maléfica sonrisa se dibujaba en el rostro del rubio.

—Mierda... ¡Mugiwara-ya! —exclamó Law. Creó un room, pero no llegó a tiempo para intercambiar el dardo por cualquier otro objeto. Maldición. Había tardado demasiado en reaccionar.

—¿Pero qué? —murmuró Luffy, mientras tiraba de aquel pequeño dardo para desengancharlo de su brazo. Ya era tarde, el líquido se estaba esparciendo por su interior. Miró las armas de sus enemigos., tiradas en el suelo.

—¿De verdad habéis pensado por un momento que esto iba a ser tan fácil? —preguntó Doflamingo, mientras abría su abrigo y dejaba ver todas las armas. Aunque esos dardos no los dormirían del todo, si no no habría algo de diversión. Ninguno de los presentes se lo pensó por un momento. Era hora de atacar mientras aquellos bastardos presumían de sus armas.

En cuestión de segundos, el jardín de aquella mansión se convirtió en una batalla campal. Los jefes tenían claro que Law era el primero objetivo a disparar. Habían obtenido unos trajes especiales, normales y corrientes a simple vista, pero la tela repelía la mayoría de las habilidades de aquellos críos. Sin embargo, no la del pelinegro.

Por supuesto, ni si quiera él mismo se imaginó que obviarían los ataques del resto y dispararían en conjunto contra él. En consecuencia, le fue imposible esquivar todos los dardos que se dirigieron hacia su persona.

—Oh, no... —murmuró (TN), mientras cubría su boca con la mano. Ella y su grupo estaban escondidos tras un arbusto. Observando cómo sus compañeros tan solo lograban infringir pequeños daños con sus ataques.

—Mierda. A este paso todos serán alcanzados por los dardos —comentó Sanji, con seriedad—. Ese maldito marimo no se está encargando de proteger bien a Robin-chawn.

—Ha llegado la hora de que el Gran Usopp se haga cargo de la situación —intervino el narizón, orgulloso. Las miradas del resto de dirigieron hacia él. Estaba rebuscando en una especie de bolsa—. Aquí está.

—¿Qué es eso? —preguntaron todos, prácticamente al mismo tiempo. Estaba sosteniendo una pequeña bola azul en la mano. Parecía una especie de caramelo o un chicle.

—Es el arma secreta —contestó él—. Chopper se la tomará y se convertirá en un monstruo gigante que hará que esos imbéciles de desmayen de un solo golpe. Esos estúpidos trajes no les servirán de nada.

—¿Un monstruo? —preguntó el renito, preocupado.

—Solo durará unos minutos, pero estoy seguro de que los derrotarás en unos segundos —dijo Usopp, con emoción—. Ha llegado nuestro momento de brillar. ¡Salvaremos a todos! Este es el verdadero ataque sorpresa.

—Sí, ¡seremos los héroes! —exclamó Chopper con un brillo especial en los ojos.

Sujetó aquella bola azul con sus pezuñas. Puede que él y su gran amigo no fueran los más fuertes del grupo, pero iban a hacer todo lo posible por ayudar a sus amigos. ¡Demostrarían que pueden pelear y ganar! Se la acercó poco a poco a la boca, mientras observaba como el último de sus compañeros caía de rodillas al suelo.

—Vaya, así que aquí estaban los que no se han unido a la fiesta. —La voz de Doflamingo se escuchó a sus espaldas. Se quedaron petrificados durante unos segundos, en especial Chopper y Ussop.

—¡Vamos, Chopper! —exclamó Sanji, mientras aparecía enfrente del flamenco. Consiguió abalanzarse sobre él y hacer que cayera al suelo. Puede que el traje repeliera las habilidades, pero todavía podían apañárselas con el combate cuerpo a cuerpo.

Diamante y Vergo aparecieron de frente, apuntando al reno con sus armas. (TN) se puso en posición de ataque. No podía hacerles daño con su habilidad, pero si desarmarles.

—¡Tómatela y acaba con ellos! —exclamó, mientras el agua lanzada a presión hacía que las pistolas cayeran de las manos de ambos.

Chopper hizo caso y se metió aquella bolita en la boca. La partió de un mordisco y se tragó los trozos. Todos observaron la escena con expectación. El cuerpo del renito comenzó a mutar de manera descomunal. Su tamaño aumentaba por momentos y sus músculos se marcaban bajo el pelaje.

Un rugido descomunal salió de su garganta justo antes de dirigirse a los dos hombres que tenía enfrente. Rodeó a cada uno en una mano y, con un simple golpe de pulgar los dejó noqueados. Aflojó el agarre y dejo que sus cuerpos cayeran al suelo. Algunos de los que habían perdido las habilidades entraron rápidamente en la casa, para buscar algo con lo que inmovilizarles para cuando despertaran. Pocos segundos después, ya se había encargado de Doflamingo y dejado los cuerpos junto a los de los otros dos malhechores.

—¿Pero qué...? —Todos estaban gratamente sorprendidos. ¿De dónde había sacado Chopper tanto poder?

—¡Arrodillaros e inclinaros ante el Gran Ussop! Vuestro héroe, vuestro salvador —exclamó el narizón, desde uno de los hombros de Chopper. ¡¿Pero cuándo había escalado hasta allí arriba?!

—Ussop ha creado una especie de sustancia que ha permitido la transformación —explicó (TN) a los que todavía no conocían la información.

Todo el mundo se puso de nuevo en guardia cuando escucharon que alguien irrumpía en el jardín haciendo un gran estruendo. ¡Era Corazón! Estaba junto a Smoker y otros policías. Iban armados y preparados para rescatarles. Se quedaron confundidos al observar la escena. Incluso se podría decir que aterrorizados. O al menos eso demostraban sus rostros mientras observaban aquel ser que se alzaba ante ellos. Levantaron sus brazos temblorosos, dispuestos a disparar.

—¡No! —exclamó la peli(t/c), mientras se encargaba de desarmarles con agua a presión. Se sobresaltaron ante el contacto del agua con sus manos. Sabían de las habilidades de esa gente, pero era sorprenderte verlas y sentirlas en primera persona—. Los verdaderos monstruos están ahí en el suelo.

Aquel grupo de policías bajo las órdenes de Smoker se encargó de esposar y llevarse a todos y cada uno de los miembros de la organización conocida como Donquixote Family. Esperaban que aquellos malditos delincuentes no volvieran a pisar la calle en sus vidas.

—Chicos, chicas. Me alegra que estéis a salvo —dijo Corazón, una vez la situación estaba más calmada.

—¡Corazón! —exclamaron varios de sus queridos trabajadores, (TN) entre ellos. Se lanzaron sobre el mayor y lo llenaron de abrazos.

—¿Qué va a pasar ahora? —la pregunta de Monet interrumpió el momento de felicidad. Nadie había pensado en ello. En cómo iban a ir las cosas a partir de ese momento.

—Es verdad. ¿Cómo vamos a mantener el circo ahora? —preguntó Robin.

—No tenemos acceso al dinero que hemos ganado durante todos estos años... Ni tendremos la organización que la empresa de Doflamingo nos garantizaba. Se han llevado arrastrados a todos los trabajadores —añadió Law, pensativo.

—Tendremos que... ¿Separarnos? —preguntó Nami, apenada. La alegría que todos habían sentido hacía unos momentos se había roto en pedazos.

—Venga, venga. No seáis tan pesimistas —intervino Corazón, con una gran sonrisa en su rostro—. Venid conmigo. Tengo que presentaros a alguien.

Los jóvenes caminaron detrás del mayor, invadidos por la curiosidad. Al salir fuera de la mansión se extrañaron por lo que vieron ante sus ojos. Furgonetas coloridas y gente con unas pintas algo extravagantes. Se quedaron en silencio, junto a Corazón, en frente de todas aquellas personas. Un tipo con el pelo morado y la cara maquillada dio un paso al frente.

—Oh, no puedo creerlo. ¡Son ellos realmente! —exclamó emocionado—. Oh, disculpad mi mala educación. Me llamo Ivankov y soy un gran seguidor vuestro. No he podido asistir a las funciones en persona, pero os aseguro que las he visto todas por Internet.

—Es dueño de una empresa de Kyoto, bastante importante —comentó Corazón—. Me ha comentado que está interesado en encargarse de la administración del circo y garantizar su continuidad.

—¡Por supuesto! No podemos permitir que esos magníficos espectáculos lleguen a su fin —dijo, afligido—. Eso sí, pasará a llamarse Ivankov Circus. Si nadie se opone. Si todos estáis de acuerdo... Volveremos a Japón, vendréis a la empresa a firmar los contratos pertinentes y... ¡Organizaremos nuevos espectáculos!

La emoción volvió a apoderarse de nuevo de aquel grupo de jóvenes. No es que fueran a continuar viviendo y trabajando todos juntos como una gran familia, es que iban a hacerlo sin engaños y sin nadie aprovechándose de ellos. La empresa de Ivankov se encargaría de administrar y promocionar todo lo necesario y ellos viajarían de nuevo por Japón junto con Corazón, el encargado de supervisarles.

Aprovechando que el resto estaba emocionado hablando sobre futuros planes, Law se alejó un poco del grupo y caminó hacia al rubio. No era un tipo que soliera exteriorizar sus sentimientos, pero realmente había estado preocupado por él durante todo ese tiempo.

—Me alegra que estés bien y que hayas vuelto, Cora-san —dijo, no muy alto y algo avergonzado.

—Law... —murmuró el mayor, sorprendido. Las palabras de ese chico significaban mucho para él. Era prácticamente como un hijo. El primero en llegar a la familia.

—¡Abrazo colectivo! —exclamó (TN), emocionada, mientras abrazaba a Law por la espalda y lo empujaba contra Corazón.

El rubio rodeó ambos y les apretujó con fuerza. Intentó contener las lágrimas de felicidad. Todos y cada uno de aquellos jóvenes eran su familia, y se encargaría de que tuvieran la vida que merecían. Por su parte, Law no pudo evitar sonreír de felicidad. Las dos personas más importantes de su vida estaban junto a él. Todo había salido bien y era hora de empezar una nueva etapa.

No te pierdas el epílogo 👇🏻❤️

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