Capítulo 26
—Entonces... Doflamingo tiene un grupo de científicos que se encarga de experimentar con niños. Luego él los acoge y los utiliza para ganar dinero haciendo espectáculos —murmuró Law, una vez hubo asimilado toda la información—. Corazón ha descubierto toda esa información y le han capturado.
—Exacto. Doflamingo sabe que su hermano había descubierto información que le comprometía y ha mandado a sus secuaces —confirmó Tashigi—. Al parecer, Rosinante es el único miembro del grupo que desconocía la verdad.
—Claro que sí. Corazón no es igual a esa clase de basura —gruñó Law, apretando los puños—. Entonces... Nuestros familiares...
—Sí. Doflamingo se encargó de deshacerse de ellos. Lo lamento —dijo la pelinegra, apenada. Realmente sentía lástima por la situación de todos ellos.
—Maldito bastardo. —En ese momento por la mente del ojigris tan solo pasaban pensamientos de venganza.
—Nos encargaremos de todo personalmente. El capitán Smoker ya está en Japón. Pronto rescatara a Corazón y tendrá en mano todas las pruebas necesarias para encarcelar a Donquixote Doflamingo ya todos los individuos implicados —informó la chica—. Sé que eres una persona importante para Corazón. Eres como un hijo para él. Todos en general, pero tú en especial. Es por eso que debías ser el primero en conocer la situación. Sin embargo, te pido que esto se mantenga en secreto. ¿Quiénes exactamente sospechabais algo?
—Yo y cuatro personas más. Nadie más sabrá nada —prometió Law—. Y que conste que no reviento la cabeza de ese bastardo para no poner más en peligro a Corazón.
—Bien. Gracias por tu comprensión —agradeció Tashigi. Acto seguido se levantó de su asiento—. Ahora debo irme. Tengo que continuar con mi trabajo. Si ocurriera algo grave intentaría ponerme en contacto.
—Gracias a ti, por la información. —Él también se levantó. Ya era hora de acabar la conversación. Llevaban un buen rato allí dentro.
Abandonaron juntos la carpa privada y de despidieron con normalidad. Law se fijó en que ya no quedaba nadie en aquella zona. Bueno, Diamante continuaba en la barra, limpiando vasos y copas. Vio como le guiñaba un ojo. ¿A qué venía ese desagradable gesto? ¡Mierda! ¡Joder! Ni si quiera lo había pensado. Se había levantado con una de las "clientas" para entrar en aquel lugar. Todo el mundo sabía lo que significaba eso. Tenía que encontrar a (TN) rápidamente y darle una explicación.
Ya hacía un rato que (TN) estaba paseándose alrededor de su carpa habitación. Se había alejado del grupo porque no paraba de hacer comentarios sobre lo que Law podría estar haciendo ahí dentro. ¡Se había agobiado mucho! Confiaba en él. Law no haría eso. No lo haría. ¿Cómo iba de repente a acostarse con otra así como así? No tenía sentido. No cuadraba con todo lo que sabía de él. Entonces, ¿por qué estaba tan nerviosa? Por favor, necesitaba que apareciera de una vez y le explicara qué había pasado. Por fin escuchó unos pasos que se acercaban. ¿Sería él? Se acercó rápidamente a su encuentro.
—(TN)-ya —dijo el pelinegro, mientras aceleraba el paso para llegar hasta ella. Puso sus manos sobre los hombros de la chica—. Te prometo que no es lo que piensas.
—No estoy pensando nada —dijo ella—. O sea sí. Estoy pensando qué habrá sido lo que ha pasado, pero nada en particular.
—Ah... —murmuró, antes de rodearla con sus brazos y apretarle con fuerza. La joven emitió un pequeño quejido. Acercó sus labios a uno de los oídos de la chica—. Era sobre Corazón. Doflamingo le ha encerrado. Teníamos razón. Él se encargó de nuestras familias y experimentó con nosotros para aprovecharse y sacar beneficios.
—Oh, no... —murmuró ella.
¿Corazón estaba en peligro? Por favor, esperaba que no le hubieran hecho daño y pudieran rescatarlo a tiempo. Un momento... Le había parecido ver a Trébol escondido cerca de la carpa más cercana. ¿Les estaría espiando? Si descubrían que Law no había estado intimando con esa chica, puede que sospecharan o empezaran a investigar y acabaran descubriendo algo. No podía permitir que se enteraran de eso. Solo había una opción... Una opción que ojalá no hubiera tenido que presentarse. Hizo fuerza para soltarse del abrazo de Law.
—¿Cómo has podido? —preguntó, mientras golpeaba su pecho con las manos. Las lágrimas comenzaron a salir solas y a resbalar por sus mejillas. No es que se le diera bien fingir, solo estaba pensando en el tiempo que pasarían separados hasta que todo se solucionara.
—(TN)-ya... —murmuró Law, confudido. Por suerte, la confusión solo le duró unos segundos. Enseguida comprendió lo que estaba pasando. Alguien debía estar espiándoles. Mierda. (TN) había pensado rápido. Esa era la única solución, al menos por el momento—. Lo siento... No he podido resistirme.
—¿Y tenías que hacerlo delante de todo el mundo? ¿Cómo si nada? ¿Eso es todo lo que te importo? —preguntó ella, alzando la voz. Maldición. No quería verla llorar. Maldito Doflamingo y sus secuaces. ¿Es que iban a joderles la vida hasta el final?
—Lo siento, puede que lo que sentía por ti no fuera para tanto —sentenció el pelinegro. Ni si quiera pudo mirarla a los ojos mientras lo decía, aunque fuera totalmente falso.
—Vete... ¡Por favor vete de aquí! ¡Déjame sola! —exclamó ella, mientras se daba la vuelta y entraba a la carpa.
Mierda, mierda y mierda. Law se llevó una mano a la cabeza mientras se daba la vuelta para alejarse de allí. ¿Ahora qué? ¿Cuánto tiempo tendrían que estar fingiendo que todo se había acabado? Ni si quiera podía acercarse a consolarla. A decirle que todo saldría bien. Seguro que el cabrón que les estaba espiando seguía por allí cerca. Y, efectivamente, Trébol se cruzó de repente en su camino.
—Vaya, Law... No eres tan buen tipo como parecías. Mira que hacerle eso a la pobre (TN) —comentó, con su asquerosa voz e intentando ocultar una estúpida sonrisa.
—No pienso hablar contigo de temas personales. Apártate de mi camino —gruñó el ojigris.
—¿Entonces lo has hecho? —Oh, mierda, era la voz de Nami. Lo que le faltaba. En fin, qué más daba. Todo el mundo se acabaría enterando. La chica se acercó y le golpeó en el hombro—. ¿Cómo has podido?
—Nami... Déjalo estar —intervino Robin, tirando del brazo a su amiga. La pelinegra le lanzó una mirada cómplice al chico, de forma disimulada. Menos mal que alguien confiaba en él.
—Vamos a ver a (TN). Debe estar en su carpa —propuso Vivi. Las tres chicas caminaron rumbo a la habitación de su amiga.
Efectivamente, la joven estaba tirada sobre su colchón, tumbada bocabajo para ahogar su llanto contra la almohada. No quería estar separada de Law. ¿Cómo iba a ser todo a partir de ahora? No iban a poder estar cerca el uno del otro. No más besos, no más caricias, no más abrazos. Ni si quiera tenía una idea de cuánto tiempo iba a durar esto. ¡Oh, vamos! Debía ser fuerte. Sus sentimientos no iban a desparecer. Debían sacrificarse por Corazón y por sus compañeros. Debían sacrificarse para que ese maldito Doflamingo fuera capturado y se pudriera entre rejas. Se incorporó, sorbió sus mocos y se secó las lágrimas con el dorso de la mano.
—¡(TN)! —escuchó exclamar a sus amigas desde la puerta. Se giró y miró hacia la entrada, sobresaltada. Nami fue la primera en abalanzarse sobre ella y abrazarla—. Ya nos hemos enterado... No me puedo creer que Law haya sido capaz de hacerte esto.
—Sabes que vamos a estar a tu lado —añadió Vivi, mientras ella y Robin se sentaban también sobre el colchón. No tardaron en fundirse en un abrazo colectivo, y (TN) supo aprovechar bien la oportunidad.
—Todo es mentira. Trébol nos estaba espiando. Era policía. Le ha contado información sobre Corazón —susurró, con un hilo de voz casi inaudible. Las tres se miraron entre ellas. Suspiraron aliviadas. Se sobresaltaron al escucha pasos acercándose—. ¡No puedo creerme que Law haya hecho esto! No esperaba que pudiera hacer algo así...
—Tranquila... Estoy segura de que lo superarás. Eres una chica increíble y otro persona sabrá apreciar todo lo bueno que tienes —comentó Robin, acariciándole suavemente la cabeza. Kid no tardó en entrar.
—Alucinante. Todavía no puedo creer que Law haya hecho eso —dijo, nada más entrar, parándose en frente del grupo de amigas. Jamás habían visto al pelirrojo hablando tan serio. Al parecer tenía algo de sentimientos y decencia, aunque de forma bastante oculta—. Lo superarás pronto.
—Bueno, nosotras nos vamos ya a dormir. Se ha hecho bastante tarde —comentó Nami, las otras dos asintieron mientras se levantaban—. Recuerda, si necesitas cualquier cosa nos avisas. Intentá descansar.
—Muchas gracias, chicas... Buenas noches —se despidió ella, mientras volvía a recostarse sobre el colchón. Cogió la manta y se tapó entera. Intentaría dormir sin pensar cómo sería todo a partir de aquella noche.
[•••]
Las semanas fueron pasando. El verano había acabado, dando paso al otoño. Todavía no había noticias sobre Corazón, así que la farsa entre Law y (TN) continuaba. El día de después de aquella actuación fue el más duro de todos. El pelinegro tuvo que enfrentarse a duras críticas e intensos comentarios por parte de sus compañeros. Y lo hizo sin decir ni una palabra. La situación se fue calmando con el paso de los días. Sin embargo, Law había vuelto a estar tan solo como al principio. Como antes de que (TN) llegara a su vida. No solo él lo estaba pasando mal. Ella puede que incluso peor. Le dolía el corazón verle tan solo y no poder estar con él.
En aquellos momentos se encontraban en las afueras de Philadelphia. Ya habían dormido en el hotel de la ciudad. Tan solo habían pasado una noche en las carpas. Lo peor de todo era que, ese viernes era el cumpleaños de Law. Era el primer cumpleaños que (TN) iba a estar allí y ni si quiera podía celebrarlo como merecía. Iba a estar solo en ese día tan especial... ¡Pero le haría un regalo! Sí. Le escribiría un mensaje secreto en una hoja. Debía recordarle lo importante que era para él. No es que fuera una idea muy ingeniosa, pero sustituiría las letras por números. Fue una tarea complicada para ella, ya que no se sabía muy bien el abecedario. De hecho, tuvo que coger uno de los libros que había en la caravana para poder contar bien cuántas letras había y qué número dar a cada una.
No tardó mucho en llegar el gran día. Ese viernes tan especial. La joven casi no pudo dormir de los nervios. Cuando abrió los ojos, apenas entraba luz por el pequeño hueco que había entre la tela y el suelo. Debía ser todavía bastante pronto. Se escuchaban los ligeros ronquidos de Kid. (TN) se incorporó lentamente. Bien, todos parecían estar durmiendo. La chica se levantó con cuidado de la cama, intentando hacer el mínimo ruido posible. Levantó un poco el colchón para coger la hoja de papel en la que había escrito los números. Una vez la tuvo entre las manos, se acercó al colchón de Law. La dejaría en su cama. La escondería un poco para que solo la viera él nada más despertarse.
Cuando se agachó para dejarla, para su sorpresa, se encontró con los ojos grises del pelinegro clavados en ella. Se asustó un poco, pero se llevó una mano a la boca para ahogar el pequeño grito. Estiró el brazo y le pasó la hoja. Se inclinó un poco hasta acercarse al rostro del chico.
—Es un mensaje secreto. Los números son letras, en orden alfabético —susurró, lo más bajito que pudo. Antes de alejarse le dio un corto y rápido beso en los labios. Volvió a su colchón como si nada hubiera pasado.
Law se rozó los labios con la yema de los dedos. Echaba mucho de menos los besos de (TN). Fijó la vista en los números de papel. La poca luz que entraba era suficiente para distinguir los trazos. No le costó mucho trabajo asociar los números con las letras. «Feliz cumple. Te quiero. (TN)». El pelinegro ni se esforzó en detener la enorme sonrisa que se dibujó en su rostro nada más leer aquellas palabras. Una gran forma de despertar el día de su cumpleaños. Le importaba una mierda que no le hiciera fiesta, ni que le preparan una tarta ni nada. Todo le daba exactamente igual. Amaba a (TN) con todas sus fuerzas. El saber que ella seguía ahí, sintiendo todavía lo mismo, era más que suficiente para él.
Aun así, Law tuvo su celebración de cumpleaños y su respectiva tarta. A pesar de todo lo que había pasado, y de que su relación con el resto se hubiera vuelto a enfriar un poco, no iban a dejar a un compañero sin cumpleaños. No es que fuera una fiesta muy animada, pero algo era algo.
Aquella misma tarde, después de la gran comilona y después de practicar un poco la actuación del día siguiente; (TN) decidió acercarse a una de las caravanas para darse una buena ducha. Cogió una toalla y algo de ropa limpia de su baúl y se dirigió hacia allí. Parecía que la caravana estaba vacía. Mejor para ella. Se acercó a la puerta de aquel estrecho baño y tiró del pomo. Se quedó boquiabierta al encontrarse a Law tan solo con una pequeña toalla rodeando su cintura.
El pelinegro no se lo pensó dos veces, tiró del brazo de la chica, atrayéndola contra su cuerpo. Se lanzó directamente a sus labios y se fundieron en un profundo y apasionado beso. Se devoraron el uno al otro con desesperación durante unos cuantos segundos, hasta que el ojigris se separó de ella.
—Enseguida te dejo el baño libre —dijo, mientras la empujaba con cuidado y cerraba de nuevo la puerta.
(TN) se quedó allí, petrificada, intentando recuperar la respiración y el control de su mente. Necesitaba a Law. Necesitaba estar con él y sentirle lo más cerca posible. El ruido de la puerta, y no la del baño, le sacó de sus pensamientos. Oh, no. Doflamingo.
—Vaya, ¿vas a darte una ducha? —preguntó el mayor, con una sonrisa dibujada en su cara. Ella tan solo asintió, apartando la mirada—. Está bien, yo vigilaré que no entre nadie.
—No hace falta —dijo ella, rápidamente. Quería una ducha relajante, no estar nerviosa porque ese maldito estuviera detrás de la puerta. Notó como se acercaba hasta su lado.
—¿Todavía sigues de mal humor por lo de Law? Ese chico es un idiota... Hacer daño a una chica tan buena y preciosa como tú...—comentó, mientras acariciaba un mechón de los cabellos (t/c) de la joven. Ella dio un paso hacia el lado, al mismo tiempo que la puerta del baño se abría. Si las miradas matasen, Doflamingo estaría muerto—. Vaya, Law... Tú por aquí.
—¡Doffy! Necesitamos hablar contigo un momento. Ven a la caravana de Diamante, por favor. Debemos enseñarte algo —comentó Trébol, desde la puerta. La sonrisa del rubio desapareció de la cara. Miró al ojigris con desprecio y dio media vuelta.
—(TN)-ya, voy a avisar a alguna de tus amigas para que venga —dijo Law, una vez Doffy se había alejado de la caravana.
—No hace falta. En serio —dijo ella.
—Sí ese maldito bastardo te hace algo le mataré —advirtió él, mientras acercaba una de sus manos al rostro de la chica y le acariciaba la mejilla. (TN) inclinó la cara, para disfrutar de aquel breve contacto—. Espera a que venga alguien, por favor.
—Está bien... —murmuró ella, haciendo pucheritos cuando el pelinegro apartó la mano.
—Te quiero. Muchísimo. Gracias por el mensaje —susurró el chico, antes de darse la vuelta.
La joven le siguió con la mirada hasta que salió de la caravana. Por favor, necesitaba que todo esto acabara. Que acabara de una vez y todo volviera a la normalidad. Y necesitaba saber cómo estaba Corazón. Esperaba que apareciera de una vez, sano y salvo y con todas las pruebas necesarias.
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