Capítulo 2

Cuánto más se acercaban a la carpa principal, más nerviosa estaba (TN). Robin y Nami eran simpáticas y había hablado un poco con ellas mientras le arreglaban el pelo, pero allí dentro habría mucha gente. No estaba acostumbrada a relacionarse y no quería empezar con mal pie, aunque Monet no se lo había puesto muy fácil.

Cuando entraron estaban todos ahí. Mucha gente, mucha gente para ella. Además, volvieron a mirarle fijamente. En la calle le miraba mucha gente, pero no tenía que pasar tiempo con ellos. Aquí debía causar una buena impresión. La pelinaranja tenía un brazo alrededor de su hombro, lo cual le tranquilizaba un poco. Le dio unos golpecitos en el hombro y la dejó sola en frente de todos. (TN) se quedó callada. Robin le hizo una señal para que hablara. Su sonrisa amable también conseguía hacerle sentir tranquilidad.

—Yo... Me llamo (TN). Tengo diecinueve años —empezó a decir, mientras intentaba mirar a todos los que había en la sala—. Y... Puedo crear agua con mis manos.

—¿Agua? ¡Guau! Yo puedo crear electricidad —explicó Nami. Mientras daba un pequeño ejemplo de su habilidad—. Y bueno, mi nombre ya lo sabes y tengo diecinueve años.

—Yo puedo multiplicar partes de mi cuerpo —comentó Robin. (TN) le miró fijamente. Se quedó sorprendida cuando vio aparecer un montón de brazos—. Y tengo treinta años, soy un poco más mayor.

—¡Vale, mi turno! —exclamó un chico con el pelo negro y una pequeña cicatriz bajo el ojo—. Yo me llamo Luffy y soy de goma. ¿Ves? ¡Puedo estirarme todo lo que quiera!

—¡Yo soy el Gran Ussop! —exclamó de repente un tipo con la nariz larga, mientras apartaba a Luffy de un empujón—. Puedo hacer crecer todo tipo de plantas.

Poco a poco se fueron presentando el resto. (TN) estaba contenta, ya que todos parecían bastante simpáticos. Puede que no fuera tan difícil encajar entre ellos, aunque esperaba que le agobiaran mucho. Necesitaba acostumbrarse a convivir con gente.

Había un renito muy mono que hablaba y caminaba a dos patas, como un humano. Había un tipo con el pelo verde, Zoro, que tenía una fuerza descomunal. Un chico con el pelo rubio y una ceja rizada, Sanji, que se movía súper rápido. Tan rápido que incluso podía llegar a caminar en el aire. También había un chico que se llamaba Ace, con el pelo negro y pecas en la cara, que podía producir fuego. Sabo, un tipo rubio con una cicatriz en el ojo, podía crear viento. Incluso tornados y huracanes. Vivi, una chica con el pelo largo y azul podía hacer surgir arena de sus manos. Bonney, que tenía el pelo largo y fucsia, podía cambiar de edad a su antojo. Monet, la chica desagradable del pelo verde podía crear nieve. Un chico pelirrojo con el pelo de punta podía atraer y controlar todo tipo de metales. ¡Incluso había un chico con el pelo largo que podía adivinar el futuro! Y ella se pensaba que era la más rara. Había gente con habilidades mucho más interesantes.

(TN) se quedó mirando al único chico que faltaba por presentarse. Tenía el pelo negro y algo alborotado. Debajo de sus ojos grises se podían apreciar unas ojeras bastante marcadas. Parecía estar de malhumor.

—Vamos, solo quedas tú —le dijo Nami. Él chasqueó la lengua. Estaba harto de las estúpidas presentaciones cada vez que se unía alguien nuevo.

—Me llamo Law —se presentó—. Y mi habilidad... Es difícil de explicar.

—Hace una especie de habitación y dentro puede hacer una gran cantidad de cosas —empezó a explicar Robin—. Puede cortar en trocitos a la gente sin hacerle daño, cambiar a personas de cuerpo, levantar objetos, etc.

—Pero no esperes que hable mucho, es un desagradable —comentó Nami, rodando los ojos. Él solo frunció el ceño.

Poco después de las presentaciones, Doflamingo entró en la carpa, seguido por su hermano y el resto de jefes. Llevaban un montón de cajas de pizza. Habían ido hasta el pueblo más cercano a buscarlas. De normal cocinaban cosas que tenían en la despensa, la cual estaba bastante llena, pero que se hubiera unido (TN) era motivo de celebración. Las pizzas siempre son un buen acompañante en una celebración. Todos aplaudieron emocionados. También sacaron algo de sake y cerveza.

—Ven, (TN), ¡siéntate a nuestro lado! —exclamó Luffy, cogiendo a la chica de un brazo.

—¡No! ¡Es nuestra amiga! ¡Se sentará con Robin y conmigo! —gritó Nami, enfadada, cogiéndole del otro brazo. Los dos tiraban de ella.

—Chicos, chicos... —intervino Doflamingo, poniendo sus manos sobre los hombros de la chica—. No le agobiéis. Dejad que ella decida. ¿Dónde te quiere sentar (TN)?

—En medio de los dos —contestó ella, mientras se acercaba a una silla.

Nami se sentó rápidamente a su derecha y Luffy a su izquierda. Robin se sentó tranquilamente al lado de la pelinaranja. Ussop y Chopper, el renito, lo hicieron al lado de Luffy. Una vez estuvieron todos sentados, empezó el banquete. (TN) vio como Corazón, el hermano de Doflamingo, acercaba al tal Law una caja de onigiris. ¿Acaso no le gustaba la pizza? ¿A quién no le gustaba la pizza? Ella siempre le había comido fría. Siempre que había sido capaz de conseguir aluna sobra. Esas pizzas que estaban comiendo estaban realmente buenas.

Durante la cena, le presentaron a dos tipos más. Uno de ellos era Brook, un hombre con el pelo afro. Él se encargaba de animar las actuaciones con su música. El otro tipo era Franky, tenía el pelo azul en forma de tupé. Era el encargado de montar las cosas y de reparar las caravanas o cualquier otro tipo de problema relacionado con esos aspectos.

Un buen rato después se dio por finalizado el banquete. Al día siguiente, según explicó Doflamingo, debían organizar la próxima actuación. Debían descansar y coger fuerzas. Entre todos, recogieron los cartones de las pizzas y los tiraron en unas bolsas de basura que Diamante les había traído. Algunos se habían emborrachado más que otros, sobre todo el tipo del pelo verde. Al parecer solía beber bastante sake. Una vez estuvo todo ordenado, se dirigieron hacia las carpas donde estaban puestos los colchones. Camas improvisadas. Los colchones eran fáciles de transportar en las caravanas y eran bastante cómodos.

—Lo siento... Te ha tocado la peor habitación —se disculpó Nami, dirigiéndose a la chica nueva. Ella le miró extrañada—. Aquí duermen Law, Monet y Kid... No son la mejor compañía, pero tranquila. Es solo para dormir. Si alguna vez te sientes incómoda intentaremos hacerte hueco en nuestra carpa.

—Está bien. Como has dicho, es solo para dormir —comentó (TN), intentando tranquilizar a Nami.

—¿Vais a moveros u os vais a quedar en la puerta toda la noche? —preguntó el pelirrojo, unos pasos antes de llegar a la carpa. Nami rodó los ojos.

—Buenas noches (TN) —se despidió Nami—. Nos vemos mañana en el desayuno.

La chica sonrió levemente antes de que la pelinaranja empezara a caminar. Monet, la chica del pelo verde, caminaba unos pasos por detrás del pelirrojo. Kid cogió a la chica de la barbilla y le obligó a inclinar la cabeza para mirarle.

—Así que vas a dormir con nosotros, ¿eh, pequeñaja? —Casi no le dio tiempo a preguntar, porque ella apartó su mano de un manotazo y dio un paso hacia atrás. Todas las veces que algún hombre le había intentado tocar no había sido para nada bueno—. Tranquila joder, ¿qué crees que voy a hacerte?

—Ah, genial... La nueva duerme con nosotros —comentó Monet, con cierto tono de desprecio en la voz.

Pasó entre los dos y se metió en la habitación. Kid se metió detrás de ella. (TN) se quedó mirando la puerta. Solo era dormir, pero eran realmente desagradables. Bueno, no importaba. Allí estaba a salvo, no le harían nada. Eran una familia, pero no todo el mundo se llevaba bien en las familias. La chica escuchó unos pasos y alzó la vista del suelo. Era el otro chico, Law. Le miró fijamente con esos ojos grises y su expresión seria. Entró sin decirle nada. Ella pasó detrás de él. Una vez se hubieron tumbado en los colchones. Por suerte, el que había escogido, era el más alejado del resto. Había una manta. Se tumbó y se tapó con ella. Era suave y calentita.

—¿Por qué te pones tan lejos? No voy a morderte, a no ser que tú quieras —bromeó Kid, riéndose escandalosamente. Ella se acurrucó todavía más en su colchón. No le hizo gracia esa broma.

—Eustass-ya, cállate. Tú estúpida voz no me deja dormir —ordenó Law, aunque él mismo sabía que no era eso lo que le impedía el sueño.

Monet se rio con sus palabras. Kid gruñó algo entre dientes que ninguno de los presentes llegó a entender. Unos segundos después la carpa estaba en silencio. Solo se escuchaban los sonidos que provenían de fuera. Insectos, ramas de árboles moviéndose... (TN) estaba más que acostumbrada a dormir con ruido a su alrededor. Le gustara o no, no había tenido nunca otra opción. Era increíble poder dormir en un sitio blandito y taparse con algo que no fueran cartones. Estaba feliz. Pequeños impedimentos como compañeros desagradables no iban a quitarle esa felicidad.

A la mañana siguiente, (TN) se despertó de golpe cuando un estridente sonido, parecido al de una sirena, retumbó en sus oídos. Se sobresaltó y se incorporó sobre el colchón. El corazón le iba a mil por hora. ¡Menuda manera de despertar! Aunque no iba negar que le habían pasado cosas  bastante peores.

—¿A tus amiguitas se les ha olvidado hablarte sobre nuestro particular despertador? —preguntó Monet, tan amable como siempre, mientras se desperezaba.

Se estiró más de la cuenta mientras miraba fijamente a Law. Le encantaba ese hombre, pero no había conseguido que se fijara en ella en todos estos años. Se levantó y empezó a quitarse el pijama para cambiarse. (TN) se quedó patidifusa. ¿Acaso iba a tener que desnudarse delante de chicos? Ni si quiera se había puesto pijama anoche. Monet le miró y empezó a reírse.

—¿En serio te da vergüenza cambiarte aquí? —preguntó, entre risas. La chica no contestó.

—En la esquina de al lado de la puerta hay una tela con hueco para cambiarse detrás —comentó Law, sin ni siquiera abrir los ojos. Todavía estaba tumbado—. Y dejad de armar tanto jaleo ya desde por la mañana.

—Vete a una puta carpa tu solo —comentó Kid, cabreado, mientras se cambiaba de camiseta.

—Sí me dejaran ya lo hubiera hecho hace tiempo, imbécil—contestó Law, malhumorado.

(TN) se acercó a su baúl mientras los dos chicos discutían. Cogió las mayas negras y una camiseta blanca de manga corta. Se cambió donde Law le había indicado. Cuando estuvo lista, ellos ya estaban saliendo por la puerta. Salió detrás de ellos y enseguida vio a Nami y Robin, que le saludaron con la mano.

Todas las comidas se hacían en la misma carpa. Cuando entraron, en frente de cada una de las sillas había dos tostadas, cereales, unas galletas y un zumo de naranja. (TN) se quedó mirándolo, asombrada. Nunca había tenido tanta comida a su alcance nada más levantarse. Siguió a sus dos amigas y se sentaron al lado de Luffy y los demás.

Lo primero que hizo ella fue coger uno de los tetrabriks de leche que había en el centro de la mesa y  echar la leche en el bol de los cereales. En menos de un minuto ya se los había acabado y estaba untando la mantequilla en las tostadas. Dejó los cubiertos y se bebió prácticamente de un trago el zumo de naranja. En cuatro bocados se acabó una de las tostadas y, en otros cuatro, la segunda.

—Vaya, tenías hambre... —comentó la pelinegra, sonriendo amablemente. Nami le miraba sorprendida.

—No voy a comerme esta mierda —se escuchó gruñir a Law, que estaba sentado en frente de Robin. Empujó su plato de tostadas hacia donde estaba la chica nueva—. Ese idiota de Trébol... Sabe perfectamente que odio el maldito pan.

En cuestión segundos, se formó una guerra por ese plato de tostadas. (TN) había agarrado una parte del plato con sus dedos. Luffy había estirado el brazo y también lo estaba sujetando. Bonney, la chica del pelo rosa, había ido corriendo hasta allí al ver que Law empujaba el plato. Los tres se miraron entre ellos.

—Oye, dejad a (TN) que se lo coma —intervino Nami, poniéndose seria—. Ha estado toda la vida viviendo en la calle. Estoy segura de que es su primer desayuno en condiciones.

—¿Primer desayuno en todos estos años? —preguntó Bonney, alarmada—. Me entran ganas de llorar solo de pensarlo. No puedo ni imaginarme un día sin comer. Bueno, ¿cómo que un día? ¡Ni una hora! Te dejo la comida por esta vez, pero lucharé por ella a la próxima.

Soltó el plato y se alejó para volver a su sitio. Luffy todavía lo tenía agarrado. Había escuchado las palabras de Nami, pero su cerebro le ordenaba que no soltara el plato. Miró hacia las chicas con cara de disgusto. Lo fue soltando lentamente, en contra de su voluntad. (TN) cogió una de las tostadas y se la ofreció. La aceptó emocionado y se la llevó a su plato. La chica se giró hacia Law. Él le estaba mirando, pero giró la cara rápidamente.

—Law... —le llamó ella, sin alzar mucho la voz. Él pelinegro clavó sus ojos grises en ella. A veces le daba un poco de miedo—. ¿Quieres mis galletas?

—No quiero nada de nadie —contestó él, de manera cortante.

Esa chica era demasiado amable y él no quería que la gente fuera amable con él, y menos por compromiso. No le gustaba convivir con tantas personas, pero no era idiota. Sabía que esta era una forma segura de sobrevivir. Al público le gustaba ver gente rara en el circo, pero no fuera. Y estaba seguro de que a él todavía menos, por aquella maldita enfermedad que tuvo... Sacudió la cabeza. No quería pensar en ese tema.

—Chicos y chicas —saludó Doflamingo, mientras entraba por la puerta. Todos se giraron hacia él—. Id limpiando y recogiendo. Nos reuniremos al aire libre. Hace un día precioso. Cuando acabéis coged una silla e id saliendo. Tengo nuevas actuaciones preparadas.

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