Capítulo 18

—Su hija es muy guapa —comentó (TN), mientras le devolvía la foto e intentaba disimular lo mejor posible.

—Sí, lo es —afirmó él. Después dio unas caladas a sus puros. Sacó un trozo de papel de la cartera—. ¿Podrías escribirle algo y firmárselo?

—¡Claro! —contestó, ella, mientras cogía el papel y un bolígrafo que él le ofrecia—. Con cariño... (TN). ¡Listo!

—Genial. Gracias por haber pasado este rato conmigo. Te dejo que disfrutes de la noche —dijo Smoker, mientras se levantaba. La chica se levantó también. Buscó a sus amigas con la mirada, pero ya no estaban por allí sentadas.

—Sí, bueno, encantada. Que vaya todo bien —se despidió (TN), sonriendo, antes de darse media vuelta.

Madre mía, madre mía, madre mía. ¿Qué estaba pasando aquí? ¿Cómo que Doffy tenía malas intenciones con ellos? Estaba claro que si Corazón lo decía, ella se lo creía. ¿Pero qué estaba pasando realmente? Esperaba que él estuviera bien y que no le pasara nada por estar investigando sobre esos asuntos. Si la policía estaba de por medio... No debía ser una tontería. (TN) se recorrió la feria buscando a sus amigas. ¿Dónde diablos estaban? Salió por la parte de atrás de las casetas. Necesitaba tomar el aire. ¡Estaban allí! Por fin. Se acercó corriendo hasta ellas.

—¿Tú también te has enterado? —preguntó Nami, nada más la vio llegar. Ella asintió—. Al parecer, los policías solo nos han cogido a nosotras. Se han enterado de que Doflamingo nos hace hablar con los clientes y pensarán que somos las más vulnerables. Creo que Monet y Bonney no han ido con nadie hoy.

—A mí tampoco me ha parecido verlas —añadió Vivi.

—Recopilemos la información. Corazón está investigando. A descubierto algo sobre su hermano y ha mandado a unos policías de confianza para que vigilen de cerca lo que está pasando —dijo Robin. Vaya, así que esos policías eran conocidos de Corazón. No eran unos policías cualquiera.

—(TN)-ya —se escuchó de fondo. Las cuatro se giraron sobresaltadas hacia Law—. Bueno, solo quería avisarte que me voy a dormir.

—Yo ahora iré también —dijo ella. El pelinegro asintió y emprendió su camino.

—Deberías hablar con él. Es de los que más tiempo lleva aquí. Bueno, el que más... —murmuró Nami, una vez Law se hubo alejado lo suficiente—. Puede que sepa algo y si no, merece saberlo. Hemos de intentar avisar a todos disimuladamente.

—No sé si es mejor que esperemos a que Corazón descubra algo más. Los policías nos han pedido silencio. Con que alertemos a Law creo que es suficiente por ahora —comentó Robin. Todas estuvieron de acuerdo.

—Bueno, chicas... Me voy a la carpa. Nos vemos mañana —se despidió (TN)—. Pasadlo bien.

—Pásalo bien tú, pillina —se burló, Nami, dándole un suave codazo. Ella le sacó la lengua y empezó a caminar en la otra dirección.

Debía contárselo a Law. Claro que debía hacerlo. No quería tener secretos con él. Aceleró el paso para llegar cuanto antes. Entró rápidamente, despertando la atención del pelinegro. Obviamente, ya había notado que pasaba algo. (TN) se acercó hasta el colchón en el que él estaba sentado y se tomó unos segundos para respirar profundamente.

—Ha pasado algo —empezó a explicar, bajo la atenta mirada de Law—. Han venido unos policías a hablar con nosotras, en plan incógnito. Al parecer Corazón se ha ido a Japón para investigar sobre su hermano y ha descubierto que Doflamingo tiene malas intenciones. Que trama algo... O no sé. Todavía no está claro del todo.

—Lo sabía. Sabía que ese maldito bastardo no tenía buenas intenciones —gruñó el ojigris, pegando un puñetazo al colchón.

—Yo no lo pensaba... Es tan bueno con nosotros... Si no me hubiera acogido seguiría sola en la calle —murmuró ella, algo decaída.

—Creo que traerte aquí es lo único bueno que ha hecho —comentó Law, cogiendo un mechón de pelo de la chica entre sus dedos—. Pero eres demasiado buena, no sospecharías de nadie.

—Law... Quiero dormir contigo —murmuró (TN), dejándose caer sobre el colchón. Él se recostó a su lado.

—Está bien... —dijo—. (TN)-ya... Quiero contarte algo. Bueno, es algo importante para mí y tú ahora eres alguien importante para mí, así que quiero que lo sepas. Es sobre mi familia.

Al parecer, los padres de Law eran médicos. Cuando él tenía doce años ellos tuvieron que hacer un viaje a África, ya que allí necesitaban su ayuda. En uno de los pueblos en los que estuvieron, cogieron una enfermedad extraña. Una enfermedad de la cual no se empezaban a notar los efectos hasta que ya era demasiado tarde. Para cuando se dieron cuenta, Law y su hermana también fueron contagiados. Ningún hospital podía hacerse cargo de ellos, ya que se desconocía el tratamiento. Casualmente, la familia Donquixote se puso en contacto con sus padres, ofreciéndoles un posible tratamiento.

Cuando Law salió del quirófano, resultó que la operación solamente había funcionado en él, pero no en el resto de su familia. Mientras estuvieron vivos e internados en aquel lugar. El pequeño Law intentó investigar por su cuenta todo lo posible para intentar ayudarles, pero no hubo éxito. Fue viendo poco a poco como cada uno de ellos iba abandonando este mundo sin poder hacer nada por evitarlo. Unos meses después de la operación, fue cuando le empezaron a surgir esas extrañas habilidades. Debían ser efectos secundarios de la operación. Como compensación, Doflamingo le ofreció quedarse con ellos.

—Law... —murmuró (TN), sin poder aguantarse las lágrimas. Ver morir poco a poco a tu familia sin poder hacer nada por evitarlo... ¿Desde los trece años había estado aislado de todos y siempre pensando en eso?

Él acercó la mano a su cara para limpiarle las lágrimas. No quería hacerle llorar, pero necesitaba compartir su pasado con ella. Quería demostrarle que era importante para él. Sentía la necesidad de compartir todo con ella. Era la única persona con la que se veía capaz de hablar cobre ese tema. De repente, se abrazó a él, hundiendo la cara en su pecho.

—¡Eres tonto! Lo has estado pasando tan mal y en vez de intentar estar con tus amigos te quedas solo pensando en cosas malas. ¿Cómo vas a tener la culpa de algo? ¿Estás loco o qué? ¡Hiciste todo lo que pudiste! No tienes que aislarte y pensar que no tienes derecho a estar contento —empezó a farfullar ella, mientras seguía llorando.

—(TN)-ya... —murmuró él, mientras le acariciaba el pelo.

Era cierto. Ella tenía razón, pero no había tenido fuerzas ni ganas de entablar amistad con alguien. Solo con Corazón, el cual le había alentado a que se relacionara más con sus compañeros. Pero todos hablaban mucho, hacían demasiadas tonterías, muchas preguntas...Y eso le había frenado. Hasta que llegó ella. Tan callada, buena, inocente...Desde su llegada tuvo el impulso de hablar con alguien un poco más de lo normal.

—Ya no vas a estar nunca más solo porque estoy aquí... —murmuró ella, mientras se despegaba un poco de él para poder mirarle. Había dejado de llorar—. Y tienes que juntarte más con todos.

—Lo estoy intentando —le recordó, apretándole suavemente la mejilla. Había compartido más tiempo con todos.

—Vale, pues lo intentas más —ordenó ella. Acto seguido, le abrazó como si fuera un peluche—. Ahora vamos a dormir y si tienes alguna pesadilla puedes abrazarme.

—Me parece bien —dijo Law, sonriendo de lado—. Buenas noches, (TN)-ya.

—Buenas noches Law...

[•••]

Era la segunda noche después de la actuación, habían acabado de cenar y estaban en la carpa principal jugando a imitar y adivinar personajes. En aquel momento era el turno de Bonney. La peli-rosa se transformó en niña pequeña e imitó a Caperucita Roja. En cuestión de segundos todos habían adivinado el personaje.

—¡Eso es trampa! —exclamó Kid, frunciendo el ceño y acercándose a Bonney—. Si usamos nuestras habilidades es mucho más fácil. ¿Quién soy?

—¡Magneto de los X-men! —exclamaron Luffy, Chopper y (TN) a la vez. Kid había atraído unas bandejas de metal con su habilidad.

—¿Ves? —insistió.

—¡Cállate! ¡Me da igual lo que me digas! Es un maldito juego —se quejó ella, empezando también a enfadarse. Las peleas de estos dos podían resultar épicas—. Ahora déjame tranquila, estúpido. Desagradable.

—¿Soy un desagradable? ¿Cuándo te dejo que me robes la comida del plato también soy un desagradable? —preguntó el pelirrojo.

—¿Qué? —murmuró Bonney. Su expresión cambió completamente en cuestión de segundos—. ¿Te has dado cuenta?

—¡Claro que me doy cuenta! No soy idiota. Si te dejo que lo hagas es porque me da la gana —contestó él, apartando la mirada. La peli-rosa se sonrojó levemente.

—¡Que se besen! ¡Que se besen! —empezó a exclamar Nami, mientras daba palmas. Ace, Sabo y Vivi se unieron al coro, divertidos.

—¿Queréis callaros? —gruñó Kid, asesinándoles con la mirada. De repente, Bonney se lanzó a abrazarle. Él se quedó algo sorprendido.

—Gracias, gracias, gracias... —murmuró ella, varias veces seguidas—. Nunca habían hecho nada tan bonito por mí.

—Vale, sí, sí. Está bien —farfulló el pelirrojo, apartando suavemente a la chica y volviendo a sentarse en su puesto—. ¡Va! Sigamos jugando.

—Vaya Eustass-ya, deberías ir a mojarte un poco la cara. Parece que te ha entrado calor —comentó Law, sonriendo de lado, cuando el chico se sentó a su lado. Estaba ligeramente sonrojado.

—¿Ahora resulta que sabes hacerte el gracioso? —gruñó él, cruzándose de brazos.

Estuvieron un rato más jugando, pero no lo alargaron mucho. Al día siguiente debían levantarse pronto para irse a la ciudad. Esta vez, pasarían el día y la noche en un hotel de Atlanta. Doflamingo todavía no les había explicado si tenían alguna visita programada, como la de la otra vez al parque. Les había dicho que era una sorpresa.

A la mañana siguiente, después de madrugar para recogerlo todo y después de una hora y media de viaje en la caravana, por fin llegaron al parking del hotel. El lugar era igual de bonito e impresionante que el de Tallahassee. El problema era que solo había piscina. No había ni aguas termales ni karaoke. ¡Pero no importaba! La sorpresa es que tenían tiempo libre para moverse por la ciudad. Además, los jefes les darían algo de dinero para gastar.

—Tú conmigo —murmuró Law, nada más comenzó el reparto de las habitaciones, cogiendo a (TN) del brazo.

—Vale, nosotras tres vamos a organizarnos —dijo Nami, cogiendo a Robin y Vivi del brazo—. La otra vez fui yo con Vivi, así que hoy Robin tiene que ir con alguna de nosotras.

—Oye, ¿alguna quiere ir conmigo? Sabo se ha puesto con Luffy —comentó Ace, mientras sonreía y se rascaba la cabeza.

—Sí, claro. Vivi irá contigo —contestó Nami, rápidamente, empujando a la peli-azul contra él—. ¡Qué fácil es hacer parejas!

Una vez estuvieron todos emparejados, fueron a la recepción del hotel para recoger las llaves de sus habitaciones. Estaban en un piso bastante alto, así que fueron subiendo por grupos en los ascensores. La habitación de Law y (TN) estaba prácticamente al final del pasillo. Les tocó andar algo más de lo que pensaban, ya que aquel sitio era enorme.

—¡Es genial! —exclamó la chica, mientras entraban en aquella habitación tan grande y moderna—. Incluso más grande que la de la otra vez. ¡Y hay camas!

—Sí, está bien —comentó Law, mientras cerraba la puerta tras de sí. Se acercó a uno de los armarios, tumbó la maleta en el suelo y la abrió—. Tenemos que guardar las cosas.

—Ah, sí, sí —murmuró (TN), mientras tumbaba su maleta para abrirla también. Por suerte, siempre traían pocas cosas para guardar.

—¿Has pensado lo que quieres hacer? —preguntó el pelinegro. Ella le miró, algo confundida—. Tenemos tiempo libre para ir por la ciudad. Podemos tener nuestra segunda cita.

—¡Es verdad! —exclamó, emocionada—. Vale... Podríamos ir al cine. Nunca he ido al cine.

—Está bien. Iremos al cine —dijo Law, sonriendo de lado. Él sí que había ido, pero hacía mucho tiempo. Muchísimo. Además se había encargado de investigar sobre los cines de allí, ya que sabía que a ella podría hacerle ilusión—. Podemos mirar los horarios para la tarde. He visto un cine en el que las películas están subtituladas en japonés. Es un poco pequeño y algo cutre, pero... ¿Tú sabes inglés?

—No... —contestó ella, encogiéndose de hombros—. No importa si es pequeño. Como si estamos solos. Quiero estar contigo en el cine.

—Bien —dijo él.

—¡Y comeremos muchas palomitas! —exclamó, contenta, mientras daba palmadas—. Y a lo mejor hay nachos con queso, o perrito calientes. ¡Y chocolate y dulces! Espero que nos den bastante dinero.

—Tampoco hace falta arrasar con todo —comentó Law.

—Bueno... Con todo no, pero casi todo...—murmuró ella.

¡Iba a ser un día genial! En un rato irían todos a la piscina, comerían en algún restaurante en el que estaría todo buenísimo y por la tarde... ¡Tendría una cita con Law!

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