Voy a encontrarte, es una promesa
Pidge no se dio cuenta que se había quedado dormida hasta que despertó, era la primera vez en un mes que había podido dormir sin tener pesadillas o estar dormida en la cabina del león negro, se estiró para desperezarse cuando sintió algo junto a ella en su cama. Con un salto salió de su cama y rápidamente buscó sus lentes, pero no estaban en su mesa de noche como siempre, se puso de rodillas buscando con pánico en el suelo hasta que dio con ellos cerca de la cama, debió dormir con ellos puestos y se habrían caído durante la noche, los limpió lo más rápido que pudo y al ponérselos vio un pequeño rayón en estos, soltó una palabrota, pero se arrepintió inmediatamente cuando vio como aquello en su cama se levantaba y dio un grito de sorpresa.
- ¡Keith! – gritó alarmada al ver que era su compañero - ¿Qué haces aquí? –
- ¿Acaso ya lo olvidaste? – dijo el piloto con un bostezo – Nos quedamos dormidos mientras planeábamos lo que haríamos –
La chica tardó un momento en descubrir de lo que hablaba su compañero, pero cuando recordó lo ocurrido el día anterior no pudo evitar sentirse avergonzada.
- Vale, ya recuerdo – dijo empujando al chico hacía la puerta – pero ahora tienes que irte antes de que alguien… -
No pudo terminar la frase porque la interrumpió el sonido de nudillos contra la puerta, ambos chicos se pusieron pálidos del pánico, sabían que cualquier cosa que dijeran no le bastaría a ninguno de los otros tripulantes para evitar que saltaran conclusiones. Pidge entrando en pánico empujó a Keith detrás de la puerta, mientras abría la misma.
- Pidge – era Hunk – te escuché gritar desde mi habitación ¿Está todo bien? –
- Claro, todo bien – dijo la chica con notable nerviosismo – solo caí de la cama –
- ¿Estás segura? – dijo el chico tratando de ver dentro del cuarto – Creí escucharte hablar con alguien. –
- Solo hablaba conmigo misma – exclamó mientras su nerviosismo iba en aumento – Pasa si quieres, para que veas que no hay nadie aquí. –
Pidge abrió más la puerta apretando a Keith detrás de esta, pero una vez que Hunk estuvo dentro, le hizo señas para que saliera del cuarto.
- Como vez no hay nadie aquí, solo yo, hablando conmigo misma –
- Eso parece – dijo Hunk mientras se daba la vuelta para salir de la habitación.
- ¡Oh si mis lentes! – exclamó Pidge poniéndole sus lentes a Hunk, pues Keith aún no salía del cuarto – Se rayaron ahí ¿Lo ves? –
- ¿Qué si lo veo? No entiendo como tú puedes ver algo con estas cosas, todo sé ve demasiado borroso –
Keith ya tenía un pie fuera del cuarto de su compañera cuando la voz ya tan conocida del piloto del león azul lo llamó, llamando también la atención de Hunk que rápidamente se quitó los lentes de Pidge. La chica se sentía tan avergonzada que no pudo más que ocultar su rostro entre sus manos mientras trataba de pensar una explicación para los demás.
- Hey Keith – llamó Lance en el momento que el chico salía del cuarto.
- Lance… - saludó nervioso el piloto del león rojo a su compañero.
- ¿Tú también escuchaste el grito de Pidge desde tu cuarto? – preguntó el ingenuo piloto – Creo que se escuchó en toda la nave –
Pidge y Keith intercambiaron miradas, Lance les había dado la salida perfecta, así que rápidamente ambos cambiaron sus posturas a unas más relajadas, aunque aún se encontraban tensos.
- Sí – afirmó Keith con nerviosismo a su compañero – Yo vine aquí a ver si todo estaba bien y vi a Hunk y pensé que él ya se estaba haciendo cargo –
- No todo está bien – respondió el piloto de león amarillo mientras le devolvía los lentes a la chica.
- ¿Ah no? – preguntó la chica con fingida confusión - ¿Qué está mal? –
- Tu misma me lo dijiste – continuó el chico señalando sus lentes – Tus lentes están rayados, ahora no podrás ver bien –
- Oh eso – respondió la chica un poco más relajada – No es tan importante, solo es un rayón. Si se hubieran roto, ese sí sería un problema, no creo que haya muchas ópticas interestelares que puedan arreglar anteojos terrícolas –
- Bueno si todo está bien – exclamó Keith con la clara intención de cambiar de tema - ¿Por qué no aprovechamos que estamos todos juntos y vamos a buscar el desayuno? –
- Yo ya desayune – dijo Hunk – Desperté hace horas –
- Yo vengo de ahí – continuó Lance – Creo que los únicos que no han comido son tú y Pidge. –
- En ese caso, deberíamos ir – dijo Pidge mientras empujaba al piloto rojo lejos de sus compañeros – Tiene tiempo que no tengo una plática contigo, será divertido ponernos al corriente –
- ¿Al corriente? – escucharon decir a Lance mientras se alejaban – Hemos estado los últimos meses en esta nave ¿Qué novedades pueden haber? –
Ambos chicos siguieron caminando hasta que se sintieron lo suficientemente alejados de sus compañeros, intercambiaron una mirada nerviosa antes de sufrir de un ataque de risa que los dejo a ambos con un dolor de estómago.
- ¿Quién diría que Lance nos sacaría de esto? – dijo la chica limpiando una lágrima que había salido a causa de la risa.
- Ese idiota al fin sirvió de algo – respondió el chico sosteniéndose el estómago.
Ambos chicos tardaron unos minutos en calmarse y una vez la risa había salido casi toda, siguieron caminando con una risa ocasional y una sonrisa en sus rostros.
- Tenía tiempo que no te veía sonreír – observó la joven mientras veía a su compañero de reojo – De hecho, es muy raro verte hacerlo –
- Lo mismo digo – le contestó el chico – Creó que no te había visto sonreír desde que desapareció Shiro. –
Keith inmediatamente se arrepintió de decir esas palabras, pues la sonrisa de su compañera desapareció nuevamente y aquella mirada triste con la que había andado durante el último mes, nuevamente se encontraba en sus ojos.
- En realidad no tengo hambre – dijo la chica cuando llegaron a la bifurcación que llevaba a la cocina – creo que volveré a los hangares. –
Keith trató de detenerla, pero la chica ya había tomado el camino hacia el hangar y siendo un camino ya tan habitual para ella, le resulto más rápido debido a los atajos que había descubierto en el último mes. La joven piloto repasaba en su mente las ideas que tenía para ese día, ya no intentaría conectar el león negro a su propio león si no que intentaría conectarlo a su propio casco, pensando en la forma más factible para hacerlo llegó al hangar y sintió como el alma se escapaba de su cuerpo. Su equipo, sus herramientas, incluso su propio león habían sido movidos y una pequeña criatura de varias patas iba por ahí y por allá recogiendo las pocas cosas que quedaban.
- ¡Slav! – gritó con todas sus fuerzas - ¿Qué crees que estás haciendo? –
- ¡Pidge! – se alarmó el curioso científico, mientras rápidamente se ponía fuera del alcance de la chica - La princesa Allura me pidió ayudarte a recoger tus pertenencias, para asegurarnos que nada se dañara, te aseguró que he tratado tu equipo con sumo cuidado –
El extravagante genio no tuvo oportunidad de terminar su explicación, pues desde que menciono a la princesa Allura, Pidge había empezado a tomar cosas del piso y a arrojarlas contra el científico que habilidosamente esquivaba cada golpe que le lanzaba, mientras la chica empezaba a usar su amplio repertorio de palabrotas, tratando de alcanzar al genio para asesinarlo.
El escándalo fue demasiado para pasar desapercibido, antes de que pudiera notarlo, sus compañeros paladines estaban junto a ella tratando de tranquilizarla, pero muy apenas pudieron contenerla.
- ¡Pidge, tienes que tranquilizarte! – decía el paladín rojo mientras la levantaba por su brazo izquierdo.
- ¡No es su culpa! – la llamaba el paladín azul que la tenía sostenida por su brazo derecho, impidiéndole con ayuda de Keith que tocara el suelo.
Pero la chica no los escuchaba, seguía gritando todas las palabrotas que se le venían a la mente hacia el pobre Slav que trataba de mantenerse lo más alejado de la castaña mientras Hunk trataba de bajarlo de la cabeza del león negro. Los chicos intercambiaban miradas nerviosas preguntándose que deberían hacer hasta que la voz de la princesa Allura robó la atención de todos.
- ¡Pidge! – la llamó la princesa que caminaba junto con Korran hacia ella – Es suficiente, eres un paladín de Voltron, este comportamiento es simplemente inaceptable. –
- ¡Tú no tienes ningún derecho a mandarme! – exclamó la chica con enojo - ¡Ya te lo he dicho, tú no eres nuestra princesa y definitivamente no tienes ningún derecho a mandar sobre mis cosas! –
Algo sin precedentes sucedió, pues Allura le había dado a Pidge una bofetada tan fuerte que resonó en todo el hangar dejando a la piloto sin palabras.
- ¡Tienes que madurar! – la reprendió la princesa - ¡Entiende, tus berrinches no harán que Shiro vuelva, ni tampoco tus inútiles intentos! ¡Tienes que dejarlo ir, todos lo entienden, tú eres la única que parece negarse a verlo! –
Las palabras de Allura cayeron sobre Pidge como un balde de agua helada, la chica miró a sus compañeros paladines en busca de apoyo, pero estos solo desviaron sus miradas haciendo que la joven entendiera el significado de las palabras de Allura. Todos se habían dado por vencidos. La chica dejó de luchar, Allura que ya había dicho lo que quería decir, simplemente regresó por la misma puerta por la que entró, Keith y Lance dejaron a Pidge en el suelo, pero esta simplemente se dejó caer de rodillas al suelo mirando el suelo, podía escuchar las voces de sus compañeros, pero sus palabras no llegaban a ella. Uno a uno, se fueron yendo mientras ella seguía sin reaccionar mirando el suelo del hangar sin ninguna emoción.
Justo cuando pensaba que se había quedado sola, alguien puso junto a ella su casco de paladín haciendo que levantara la vista, era Slav. Por lo que Pidge notó había terminado de recoger las cosas y el hangar se encontraba ya vacío salvo por los dos enormes leones robóticos.
La chica miró el casco y lo tomo en sus brazos, se sentía desahuciada y sentía que si no se aferraba a algo desaparecería, Slav se acercó un poco más a ella y se sentó a su lado, parecía que el miedo que le tenía había desaparecido.
- 1.15% - dijo el extraterrestre a Pidge, pero esta no pareció entenderlo, pues lo miro con obvia confusión, por lo que el científico tuvo que explicarlo – Es la probabilidad que Shiro siga con vida –
- Ya veo – dijo la chica bajando la mirada nuevamente al suelo – Es imposible que siga con vida. –
- Casi imposible – la corrigió la criatura – hay una probabilidad del 1.15% de que el siga con vida, pero esa probabilidad baja cada día que pasa –
Pidge asintió mientras sentía como su vida perdía todo el sentido y las lágrimas se acumulaban en sus ojos, pero el científico siguió hablando.
- 0.03% - dijo simplemente.
- ¿Qué es eso? – preguntó la chica con voz quebrada.
- Era la probabilidad que tenía de salir con vida de Beta Traz durante su rescate, sus probabilidades eran todavía menores, sin mencionar las probabilidades de que los cuatro saliéramos con vida e ilesos. Ustedes fueron contra toda estadística. –
La chica se limpió la nariz con la manga mientras miraba y escuchaba a Slav con atención, se había puesto a hacer cálculos en el suelo del hangar y Pidge comprendió que sus probabilidades de escapar como lo hicieron de Beta Traz debían ser tan bajas que superaban el cálculo mental de aquel genio de la ingeniería.
- Lo que quiero decir – continuó mientras interrumpía sus cálculos – Es que si ustedes pudieron, sacarme de ahí con un 0.03% de probabilidades de éxito, un 1.15% debe ser una tarea sencilla, y si alguien puede hacerlo seguro que eres tú. –
La chica vio al científico alejarse con su curioso caminar, mientras sus palabras resonaban en su cabeza, finalmente una leve sonrisa se formó en su rostro, se puso de pie, tomo su casco y se acercó al león negro apoyando su frente contra la pata de este.
- Voy a encontrarte, Shiro – susurró para sí misma – espera por mí, te prometo que no te haré esperar –
Con esa nueva determinación se dirigió a su habitación, más al entrar se sorprendió al encontrar a Keith dentro.
- ¿Qué haces aquí? – dijo asustándole.
- Yo… - tartamudeo su compañero – Pensé en que no habías comido nada todavía, pensé en traerte algo de comer, por si te daba hambre –
Pidge noto sobre su mesa de noche un plato con uno de esos extraños platos que Korran les hacía comer antes de que Hunk se adueñara de la cocina.
- ¿Qué es eso? – preguntó la chica con una mueca hacia el plato.
- Hunk no se sentía de humor para cocinar hoy, así que Korran hizo la comida – le explicó su compañero que no dejaba de verla con curiosidad, temeroso de hacer la pregunta que tanto ansiaba hacerle – Tú… ¿Estas bien? –
- Claro – dijo la chica mientras le daba la espalda al plato para sentarse en su cama.
- Luces de mejor humor ¿Sucedió algo? –
Pidge pensó en su conversación con Slav, pero decidió no decirle nada a Keith, consideraba un acto de traición que él allá accedido a ayudarla cuando él mismo se había dado por vencido de encontrar a Shiro, pero el chico esperaba una respuesta.
- No me importa lo que diga Allura – dijo para quitárselo de encima – Yo encontraré a Shiro aunque tenga que buscarlo planeta por planeta yo sola –
- Allura no te lo permitiría –
- Me gustaría verla intentando detenerme –
La conversación no iba bien y eso no le agradaba a Keith, se sentía mal por no haber podido defender a su compañera de Allura, pero se había quedado sin palabras al ver como la princesa golpeaba a la chica, tanto que había necesitado mucho tiempo para tranquilizarse, incluso en ese momento le era difícil controlar su ira al pensar en ello, pero cuando Hunk, el último paladín en dejar a Pidge le había dicho el estado en el que se encontraba su compañera se sintió muy estúpido por no haberla defendido.
- Debería irme – dijo avergonzado.
- Deberías – concordó la chica, dándole la espalda.
- Solo come algo, te ayudara a… levantar el ánimo –
Finalmente el paladín rojo dejó la habitación dejando a la chica sola, aún con su casco en las manos, pensó en que pasaría por la mente de Keith, pero estaba demasiado molesta con él para sentir lastima, miro el plato que había junto a su cama y simplemente lo alejo de ella. No sentía que podía confiar en él, no en ese momento, sentía que él solo quería convencerla de dejar de buscar a Shiro y no dejaría que nadie la alejara de su objetivo.
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