Un plan arriesgado
Los paladines habrían ejecutado su plan de inmediato de no ser por una cosa, o mejor dicho, una persona: Corran. El asistente personal de la princesa no dormía, o al menos no que ellos lo supieran, la mayoría del tiempo estaba en la cabina principal por lo que acercarse al teludav era imposible, finalmente habían decidido esperar al día en que Corran se dedicaba a la limpieza general de la nave, normalmente ese día Corran tomaba una siesta de dos Varga, según Lance, más aun así tuvieron que esperar un movimiento spicoliano, antes de que llegará tan esperado momento.
Conseguir las ondas de pensamiento de Allura fue más sencillo, normalmente ella dormía entre 8 y 10 Varga cada que se sentía agotada y sucedía seguido, especialmente después de hablar con Slav, por lo que en el momento en que notaron al extravagante científico caminar a la plataforma del timón, tomaron sus posiciones. Hunk había preparado bocadillos para distraer a los chismosos ratones de Allura, mientras una vez la princesa estuvo dormida, Pidge hackeó la puerta para entrar en su habitación mientras Lance y Keith vigilaban la puerta, en menos de un dobash Pidge salía de la habitación con una sonrisa triunfal en su rostro.
– Fue demasiado fácil – exclamó con alegría la chica a Keith después en la habitación de la misma, ya se había convertido en una costumbre el dormir juntos – En cuanto Corran baje la guardia, la nave estará en nuestro poder –
– Hablas como si estuviéramos armando un motín – observó Keith conteniendo la risa – ¿No habrá sido este todo un plan tuyo para apoderarte del castillo? –
– Claro, es todo parte de mi plan maestro para deshacerme de Allura. ¡Seré la nueva princesa de esta nave! –
Los chicos rieron con ánimo, en un quintent más sería la anhelada limpieza general de Corran, los paladines se habían propuesto pasar el tiempo de la limpieza entrenando para evitar que Corran exigiera su participación, y habían pasado el tiempo que habían tenido antes de la misma, ensuciando lo más posible el castillo. Querían que esa limpieza especialmente fuera agotadora.
– ¿Estás nerviosa? – preguntó el paladín rojo, mientras envolvía a la chica entre sus brazos.
– Un poco – confesó la chica acomodándose en el pecho del chico, podía oír su corazón latir de prisa, lo que le decía que su amigo también se encontraba igual de nervioso que ella – Si no encontramos a Shiro todo esto habrá sido en vano. –
– Lo encontraremos – la confortó el joven – Sé que lo haremos, tú lo harás. –
La chica sonrió ante esas palabras, en el tiempo que últimamente habían pasado juntos se habían hecho más cercanos y juntos se habían ayudado a desaparecer las pesadillas del otro, se sentía agradecida con el paladín rojo y al mismo tiempo algo culpable al conocer los sentimientos del paladín azul. Le había insistido a Lance que hablará con Keith de sus sentimientos, pero él se negaba y le había pedido que no le comentará nada, ella había accedido de mala gana, pero se había propuesto que una vez se hubiera reunido con su hermano, lo siguiente en su lista sería alentar a sus compañeros a llevar su relación a otro nivel, al principio se sintió un poco mal de pensar que ya no podría compartir la cama con el paladín rojo, pero al pensar que próximamente el paladín negro regresaría a su lado, pensó que tal vez sería con él con quien podría compartir la cama.
– ¿Pidge estas bien? – le preguntó Keith a la chica con desconcierto – Tú rostro se puso rojo –
– ¿Qué? ¿De verdad? – cuestionó la chica avergonzada – Quiero decir, sí. Solo pensaba... –
– ¿En qué? – la interrogó el paladín
– Yo, yo solo pensaba... en Lance – contestó la chica nerviosa.
– ¿En Lance? – la volvió a cuestionar el chico mientras alzaba una ceja, la conversación no estaba yendo por buen camino y ella lo sabía.
– No, quiero decir sí – avergonzada Pidge oculto su rostro en las manos, mientras trataba de ordenar sus ideas al mismo tiempo que sentía la mirada impaciente de su compañero y finalmente una pregunta se formuló en sus labios - ¿Keith, tú has ordeñado a una vaca? –
– ¿A qué viene eso? – preguntó el piloto claramente confundido.
– Yo estaba pensando, cuando sucedió todo eso de mi hermano, Lance me preguntó si había ordeñado una vaca, está preocupado que su vaca no dé leche –
Keith rió con fuerza causando desconcierto en la chica, en realidad le gustaba verlo reír y nunca lo veía reír como cuando estaban los dos solos, especialmente en su habitación.
– ¿Estás intentando cambiarme el tema? – le preguntó aun riendo.
– ¡No es eso! – alzó la voz la chica avergonzada – Estaba pensando en esa conversación, Lance me preguntó sobre su vaca y yo le dije que necesitaba un macho para hacer "eso" y yo, más bien él me preguntó si lo había hecho y yo pensaba que se refería a "eso", pero él se refería a ordeñar a una vaca y nunca lo he hecho, por eso te preguntó si tú lo has hecho –
La chica hablaba deprisa y su cabeza era un embrollo así que en realidad no sabía exactamente lo que le estaba preguntando a su compañero cuyo rostro pasó de confuso a cómico y finalmente rió con tal fuerza hasta que tuvo que sostenerse el estómago.
– Creo que tú no estás hablando de ordeñar vacas – dijo el chico entre risas.
– Eres un tonto – exclamó la chica empujándolo, haciendo que cayera de la cama y dándole la espalda agregó – Olvida lo que dije –
El paladín siguió riendo en el piso hasta que finalmente logró tranquilizarse, cosa que solo hizo molestar cada segundo que pasó a la paladín. Finalmente el chico ocupó su lugar en la cama y le respondió con una sonrisa.
– No, nunca he "ordeñado una vaca" – dijo haciendo comillas con sus dedos – Ni literal, ni figurativamente –
– Ya duérmete – ordenó la chica sin girarse – Mañana tenemos que entrenar. –
Keith siguió riendo un momento más, pero antes de que se diera cuenta ya se había quedado dormido. Pidge se giró suavemente para no despertarlo y poder verlo de frente, estaba sorprendida de que el paladín se hubiera dormido tan rápido, su propio corazón latía tan deprisa que le resultaba difícil conciliar el sueño mientras pensaba el día que les aguardaba, pensaba una y otra vez en todas las cosas que podían salir mal, en que los fueran a descubrir, que alguno resultará herido durante la misión o que no fueran capaces de encontrar a Shiro antes de que el tiempo del teludav acabara y terminaran varados en las peligrosas ruinas del planeta.
Pidge removió un poco el cabello de la cara de Keith para verlo con claridad, se sentía culpable de haber involucrado al resto de los paladines en un plan tan arriesgado, había dicho a Keith que iría con ella sin preocuparle si él quería hacerlo o no, sentía que actuaba igual que Allura, imponiendo sus ideas sin importar si los otros las compartían y eso la molestaba, recordó las palabras que Shiro le había dedicado antes de su última batalla; como se sentía orgulloso de haber luchado con ellos aunque fuera por poco tiempo, la adrenalina y el miedo de la última batalla regresaron a ella y se acurrucó temblando en el pecho de su amigo, no quería perder a nadie más, ni que sus compañeros perdieran a alguien más, así que se prometió a sí misma hacer todo para evitar que eso sucediera.
No sé dio cuenta en qué momento se quedó dormida, pero al despertar seguía aferrada a su compañero fuertemente, se levantó un poco entumida y buscó sus lentes junto a la cama poniéndoselos como pudo.
– Keith, levántate – llamó en un bostezo – Tenemos que reunirnos con Lance y Hunk para el desayuno –
Su compañero solo le dio un ronquido como respuesta así que con molestia, pateó al paladín haciendo que este cayera de la cama y se golpeara la cabeza, se levantó de golpe con una marca roja en la frente y viendo a la chica con ira, por lo cual ella rió burlonamente.
– Yo te llamé – se excusó – Tú fuiste el que no quería levantarse –
El paladín rojo le dedicó un gruñido mientras se colocaba su uniforme de paladín, lo había llevado a la habitación para estar preparado, la chica rápidamente se puso de pie, pero se vistió más despacio, su mente aún estaba ocupada en sus pensamientos nocturnos. Keith terminó de vestirse con rapidez y no pudo evitar notar lo distraída que estaba su compañera mientras trataba de ponerse una de sus botas en el pie incorrecto.
– Pidge ¿Todo está bien? – le preguntó con preocupación.
– ¿Qué? – se sobresaltó la chica mientras se daba cuenta de su alrededor y ponía su bota en el pie correcto – Ah sí, claro. Lance dijo que mantendría el entrenamiento en el nivel más bajo para evitar que nos cansemos mucho –
– Eso no fue lo que te pregunté y fui yo quien dijo eso, no Lance –
La chica le dedicó una mirada desconcertada, pero pronto se dio cuenta de lo que su compañero le pedía y suspiró.
– Estoy bien, solo un poco nerviosa – explicó – y sé que me dirás que todo saldrá bien así que solo adelántate, te alcanzaré en un momento –
Keith intentó decir algo, pero en realidad sabía que cualquier cosa que dijera no sería tomada de buena manera por la chica, así que se dirigió a la puerta, pero al punto de salir algo cruzó por sus pensamientos y se detuvo.
– Pidge... ¿De dónde salió eso? – preguntó con genuino interés.
– ¿Qué cosa? – cuestionó a su vez la chica mientras se ponía su peto.
– Pidge – repitió el chico simplemente.
– ¿Qué? – preguntó la chica, mientras giraba a verlo irritada y se dio cuenta que el paladín no estaba señalando nada – ¿De dónde salió que cosa? –
– Pidge, tu nombre – respondió el paladín explicándose – ¿Por qué tomaste el nombre de Pidge? Ese no es tu nombre real ¿o sí? –
– Ah eso – respondió la chica restándole importancia – No es nada, cuando mi padre y mi hermano fueron asignados a la misión Kerberos, hicieron una ceremonia, ya sabes, burocracia. Mi madre y yo fuimos invitadas y ahí conocí a un joven piloto, o tal vez era estudiante, no lo sé. Él y yo estuvimos hablando de muchas cosas, me explicó cómo funcionaban los cohetes y la misión a la que habían asignado a mi familia. Yo estaba encantada y empecé a balancearme y saltar entre las vigas, el joven piloto se sorprendió de lo grácil que era, o creó que así lo llamó y finalmente antes de despedirnos me mencionó que yo le recordaba a los pichones que siempre rondaban las pistas de lanzamiento, gráciles y valientes, creo que de ahí decidí el nombre y Gunderson, fue un apellido que leí por ahí mientras investigaba sobre la misión Kerberos en las computadoras de Garrison –
– Ya veo – replicó Keith pensativo, siendo que la historia que Pidge le contaba le resultaba demasiado familiar – ¿Y supiste el nombre de ese piloto? –
– No en realidad – aseguró la chica mientras terminaba de ponerse el traje y tomaba su casco – Solo recuerdo su cabello oscuro, pero fue hace mucho tiempo, dos años antes de que la misión a Kerberos se hiciera. En realidad no sé porque lo tomé para ocultar mi identidad, no fue tan importante, solo necesitaba un nombre, es todo –
– Solo un nombre – repitió el chico mientras salía al pasillo con su compañera, con aquella historia resonando en su cabeza, tratando de recordar dónde la había escuchado antes, pero algo más surgió en sus pensamientos –Ahora que lo pienso, nunca he sabido tu nombre real –
La chica lo miró con sorpresa, en realidad no era mentira y tampoco tenía ningún problema en decírselo, pero llevaba tanto tiempo siendo Pidge que había olvidado que era ser Katie, sintió un extraña sensación al pensar en su propio nombre, como si fuera el nombre de otra persona, de una persona que conoció hace mucho tiempo.
– No es importante – descartó con un movimiento de sus manos – Ser Pidge está bien para mí –
– Tal vez – le comentó Keith sin darse cuenta lo mucho que la conversación estaba afectando a su compañera – Pero cuando tú y tu hermano se reúnan nuevamente, le será extraño que ver que te llaman de otra forma –
Pidge se sintió intimidada ante las palabras de Keith, pero en ese momento habían llegado al comedor y, por lo menos Keith, se olvidó totalmente del tema mientras que Hunk se encargaba de mostrarles los diversos platillos en los que había transformado las extrañas comidas que el castillo les proveía, tuvieron un abundante desayuno antes de salir a entrenar, pero antes de girar a los andenes pudieron escuchar la quejumbrosa voz de Corran acercarse a ellos por lo que se ocultaron en un armario de utensilios mientras el alteano pasaba, sacando humo de las orejas del deteriorado estado en que los paladines habían dejado las diferentes áreas de descanso, los paladines aguantaron la risa hasta que Corran se escuchó lo suficientemente lejos para poder salir y rieron con satisfacción. Su plan estaba funcionando al pie de la letra.
– Le dará un ataque cuando vea la sala de máquinas – dijo Pidge, quien había desarmado su invento en dicha sala, dejando tornillos y manchas de aceite por todo el lugar.
– ¿La sala de máquinas? Cuando vea el estado de la cocina perderá la cabeza – anunció Hunk con orgullo, pues se había encargado de no limpiar ni una cacerola de las últimas 15 comidas, que ya parecían banquetes.
– Oh no – protestó Lance – ¿Quieren saber lo que es un verdadero desastre? Yo dejé mis calcetines sucios en la sala de descanso y mi ropa interior en la piscina, necesitara mucho tiempo en eliminar el aroma de ambos –
Los chicos hicieron una mueca de asco antes de continuar riendo, realmente cuando se lo proponían podían ser un verdadero desastre, fue en ese momento cuando algo surgió en la cabeza de Pidge quién rápidamente entró nuevamente entró en el armario y salió con un gran contenedor.
– Adelántense – pidió la paladín mientras se dirigía a la cocina – Los alcanzaré en las salas de entrenamiento, no empiecen sin mí –
– ¿Qué planea ahora? – cuestionó el paladín amarillo a sus compañeros, pero en realidad ninguno de ellos sabía lo que cruzaba por la mente de la piloto la mitad del tiempo.
Cuando Pidge estuvo en la cocina llenó el recipiente de agua hasta donde pudo, se arrepintió de no pedir la ayuda a ninguno de sus compañeros pues una vez lleno el recipiente de agua era algo pesado de llevar, pero para su suerte no iba tan lejos. Llegó a uno de los amplios pasillos que llevaban a los centros de control del escudo y vació el contenido en el piso, dejando un enorme charco, accidentalmente parte del agua cayó en su ropa, pero no le tomo interés, cabía perfectamente en su plan.
Con rapidez, bajo un nivel del castillo, deshaciéndose del recipiente en cuanto pudo, se encontraba en las habitaciones y moviéndose mientras hacía sus cálculos, sonrió al ver que efectivamente estaba justo en la habitación en la que quería estar y entró en la misma con un aire despreocupado.
– ¿Qué sucede? – preguntó Slav sobresaltado al ver a la chica entrar a su habitación – ¿Qué haces aquí? –
– Nada, perdón – dijo la piloto con aire despreocupado viendo fijamente el techo como si fuera la cosa más fascinante que hubiera en la habitación – No quise molestarte, discúlpame –
– Estas mojada – observó el curioso científico con nerviosismo, actitud que recientemente había tomado cada que se topaba con la piloto, en ese momento Pidge se sintió algo culpable de las veces que le había gritado, pero tenía cosas más importantes en la mente.
– Oh no es nada – dijo sin querer denotar ninguna emoción en específico – es solo que... –
– ¿Qué? – preguntó el genio cuyo nervios iban en aumento.
– Nada – soltó la chica con un ademán de la mano – encontré un charco en el nivel superior, justo sobre este lugar, pero no pude ver ninguna fuga o de donde pudo venir esa... supongo que es agua. Al estar cerca del control de las defensas pensé que tal vez era una filtración, pero no pareces tener goteras. Tal vez no sea nada. –
Pidge trataba de sonar despreocupada, pero el rostro de Slav había adquirido una expresión total de horror. Sin decirle nada rápidamente había salido de la habitación con su extraño caminar mientras la chica sonreía en una mezcla de malicia y victoria, le era muy conocida la hidrofobia del genio, así como su recurrente pesadilla de ahogarse en un charco de agua, por lo que estaba segura que en ese momento Slav se dirigiría con Allura y no se detendría hasta que pudieran dar con el origen del agua y aun así tranquilizar al científico les tomaría demasiado tiempo y energía. Allura y Corran les esperaba un largo día.
Pidge caminó triunfal hasta el ascensor que la llevaba a los pisos inferiores y sorprendió a sus compañeros paladines al llegar con una radiante sonrisa, mientras se estiraban la chica les contaba lo que había hecho, provocando la risa y palabras de felicitación por parte de sus compañeros.
Keith cumplió su promesa, el nivel del entrenamiento resulto sencillo, los paladines que habían estado fuera de práctica en combate cuerpo a cuerpo rápidamente agarraron el ritmo y combinado con el trabajo en equipo terminaron rápidamente con el entrenamiento. Siguieron con el entrenamiento de sincronización, que en general fue sencillo, pero al no tener un quinto paladín no pudieron completar.
Finalmente dejaron para el final la sincronización con los leones, ninguno lo necesitaba en realidad, pero todos habían escuchado la historia de Keith de cómo había conseguido que el león negro se moviera para rescatar a Shiro y querían verlo en acción, más una vez allí, a pesar de que había podido bajar las defensas del león, una vez en su cabina el león permaneció inmóvil.
– Creí que dijiste que podías moverlo – le reprochó Lance decepcionado.
– ¡Lo hice una vez! – se defendió Keith molesto mientras bajaba del león – No entiendo porque ahora no se mueve –
– Eres un fraude – replicó el paladín azul, provocando al rojo.
– Tal vez sea otra cosa – los interrumpió Pidge antes de que iniciaran una pelea – Quizá el león reaccionó esa vez porque Shiro se encontraba en peligro ¿no? –
– Como cuando el león rojo reaccionó cuando le estaban pateando el trasero a Keith en la espada de Marmora – agregó Lance.
– Similar – confirmó la piloto mientras detenía a Keith con ayuda de Hunk para evitar que se lanzará sobre Lance – tal vez los leones reaccionan para resguardar la integridad de sus pilotos –
– En ese caso ¿porque no lo intentas Pidge? – preguntó el piloto azul – Tú lo activaste antes ¿no? –
– Es diferente – explicó la chica – pude crear una conexión con la mente de Shiro, pero mientras el león no consideré que alguien es digno de pilotearlo, no creo que ninguno de nosotros pueda hacer que se mueva –
Pidge se sintió un poco decepcionada, tenía la esperanza de poder llevar al león negro hasta donde estaba, tenía la teoría de que con su ayuda podrían encontrar a su líder con facilidad, pero ahora su plan había cambiado y tendrían que buscar apoyados únicamente en la velocidad del león rojo.
Los chicos volvieron a los pisos superiores, mientras Lance y Keith discutían, Pidge y Hunk conversaban acerca de la posibilidad de comer algo antes de seguir con lo planeado, pero al recorrer unos cuantos metros la paladín verde se detuvo con un extraño presentimiento.
– ¿No les parece que todo está muy silencioso? – les preguntó a sus compañeros que en ese momento guardaron silencio y pudieron presenciar el silencio sepulcral en el ambiente.
– Es cierto – confirmó Hunk con un escalofrío.
– ¿A qué crees que se deba? – preguntó Keith que instintivamente había tomado su bayard.
– Creo que estamos detenidos – dijo Lance mientras ponía una oreja contra los muros – El castillo no se mueve, por eso esta tan callado, la maquinaria no se mueve –
Con nerviosismo los paladínes tomaron sus bayard mientras avanzaban con precaución por el castillo, Corran había hecho un buen trabajo, el castillo estaba impecable, pero el silencio ponía cada vez más nerviosos a los pilotos, fue cuando se acercaron al comedor que un gruñido los hizo sobresaltarse. Por medio de señas Lance se encargó de guiar a sus compañeros, Keith y Pidge se quedaron en la retaguardia, por si fuera lo que fuera que hiciera esos gruñidos los intentara atacar, mientras que Lance y Hunk avanzaban a investigar, pero al llegar a la puerta de la misma bajaron sus armas y se relajaron, con señas les indicaron a sus compañeros que se acercaran y cuando ambos estuvieron reunidos con sus amigos observaron dentro del comedor un Corran demasiado cansado roncando echado sobre la mesa.
Los paladines rieron bajo antes de salir corriendo en dirección del puente de mando.
– Eso fue lo que paso – observó riendo Lance mientras se adelantaba a los demás – Corran esta tan cansado y si el plan de Pidge con Slav dio resultado, Allura también debe estar dormida –
– Por eso nos detuvimos – continuó Keith – Nadie está conduciendo la nave –
Con entusiasmo los paladines corrieron hasta el centro del timón donde confirmaron sus sospechas, no había nadie ahí y los paneles estaban apagados totalmente, ninguno perdió tiempo. Pidge inmediatamente sacó de escondido bajo su traje la tiara de los olkari, mientras Lance se quitaba su casco y Keith y Hunk buscaban objetos para trabar la puerta.
Pidge colocó la tiara sobre la cabeza de Lance y cuando este se colocó en la plataforma que normalmente utilizaba la princesa esta se encendió junto con todo el castillo.
– Bien – dijo el piloto azul con una sonrisa – ¿Y cómo funciona esto? –
– Trata de ver las cámaras, piensa en ello – le sugirió la chica con nerviosismo.
Lance cerró los ojos un momento intentando lo que le había dicho su compañera e inmediatamente las pantallas mostraron todo el castillo, los paladines pudieron ver a Allura durmiendo en su habitación, a Corran haciendo lo mismo en el comedor y un nervioso Slav revisando las tuberías del nivel superior.
– Bien, no hay que perder tiempo – anunció Keith mientras tomaba a Pidge de la muñeca.
– Tienes razón – concordó la piloto, mientras caminaba hacia la puerta, seguida por Hunk – Hunk, recuerda que te toca hacer el trabajo de Corran, según mis cálculos el portal debe permanecer abierto aproximadamente 20 minutos, no importa que pase, tienen que aguantar –
– Bien, pero ustedes recuerden que tienen 20 minutos – le reprocho el paladín amarillo – Si no encuentran a Shiro en ese tiempo tienen que volver o se quedarán ahí y no puedo garantizar que podamos ir por ustedes pronto –
Pidge y Keith asintieron antes de correr hacia los conductos de emergencia que los llevaban a los leones, pudieron escuchar la puerta cerrar tras de ellos, Pidge tomo el mismo conducto que Keith sosteniéndose de él para llegar al león rojo y una vez ahí ambos se colocaron los cascos a la vez que el hangar se abría.
– Chicos – escucharon la voz de Lance en sus cascos – los acercaré lo más que pueda, pero estarán en una zona llena de escombros, tengan cuidado y Keith... cuida... de Pidge –
– ¡No soy una niña! – reprocho la paladín verde, pero nadie respondió, nuevamente el nerviosismo se apoderó de ella y pudo notar en la voz de Lance y en la mirada de Keith que no era la única que se sentía así.
El león rojo salió volando por el cosmos y en el momento en que se posicionó frente al castillo, un agujero de gusano se abrió frente al mismo y el león rojo fue tragado por el mismo.
– Buena suerte chicos – dijo Lance desde el lugar que normalmente ocupaba Allura, pero no obtuvo ninguna respuesta.
El león rojo se movió bruscamente, al cruzar el agujero de gusano habían encontrado de frente con una roca enorme y Keith apenas había logrado esquivarlo antes de darse cuenta que había otra más sobre ellos y una infinidad más a su alrededor. El león maniobró entre las rocas con dificultad hasta que por fin pudo detenerse en una gran roca a unos cuantos metros del portal.
– ¿Estás bien? – preguntó el piloto a su acompañante que estaba en el suelo aferrada a su silla, había caído durante las maniobras, pero se levantó rápidamente.
– Estoy bien – respondió algo mareada – ¿Estamos en el lugar correcto? –
– Eso creo –
Keith maniobró al león negro entre las rocas al mismo tiempo que con las garras del mismo dejaba marcas sobre las mismas para ayudarlos en el regreso a localizar el portal, empezaba a dudar de que fuera el lugar correcto cuando salieron a un campo abierto, rodeado de más rocas espaciales y al centro de todo un planeta muerto.
El paladín rojo se tomó un momento para admirar la escena, nunca pensó en las palabras de la chica con detenimiento hasta ese momento, en cierta forma el planeta recordaba a una fruta mordida, pero al mirar a su compañera esta mostraba una cara afligida.
– ¿Sucede algo? – le preguntó mientras examinaba la atmosfera con ayuda de su león.
– Todo está bien – mintió la chica mientras veía alrededor, era cierto que estaban en el lugar correcto, pero no era como ella lo había visto en sus visiones, los escombros estaban más dispersos, agrupados en un anillo alrededor del planeta que lucía más erosionado de lo que ella había visto. Tratando de alejar esas ideas de la cabeza intentó comunicarse al castillo – Lance ¿me escuchas? Estamos en el lugar correcto. Repito. Estamos en el lugar correcto. ¿Lance? –
Pero los comunicadores permanecieron en silencio.
– Debe haber interferencia – la consoló Keith mientras presionaba tecla tras tecla de su panel, que desplegó en el monitor una serie de gráficos e información que lo preocupó – Pidge mira esto –
La chica se acercó a la pantalla y frunció el ceño, la atmosfera a su alrededor era increíblemente toxica y corrosiva, incluso el león rojo tendría problemas para soportar en esas condiciones mucho tiempo.
– Bueno, no nos quedaremos mucho tiempo – confirmó la chica mientras hacía cálculos en su cabeza – Si no me equivocó con el soporte vital de los trajes podré soportar unos 5 minutos ahí afuera –
– ¿Qué? ¿Piensas salir? – preguntó incrédulo el piloto – ¿No ves la pantalla? Aquí dice que no hay señales de vida alrededor –
– Por eso tengo que buscarlo personalmente – contestó la chica como si fuera lo más obvio del universo – Yo sé que él está aquí Keith y le prometí que lo encontraría, no pienso irme de aquí sin él –
Antes de que el paladín rojo tuviera oportunidad de reprochar algo la chica ya había salido del león, sabía que tenía poco tiempo así que se movió lo más rápido que pudo alrededor de las rocas, no sabía que buscaba específicamente, nada de lo que ahí se encontraba le resultaba conocido, pero al final solo le quedaba buscar a Shiro de esa forma, podía escuchar la voz de Keith llamándola desde su casco que volviera, pero había decidido ignorarla.
La paladín verde no supo cuánto tiempo pasó, las alertas del traje habían empezado a sonar desde el momento que había salido del león y la voz de Keith se escuchaba más y más alterada conforme ella avanzaba, pero en un momento empezó a escucharla lejana y finalmente no la escuchó más, se había quedado sin fuerzas y flotaba simplemente sobre el espacio, no sabía por qué pero se sentía cansada, incluso adormilada cerró los ojos por un momento y cuando los abrió algo llamó su atención. Una estela flotaba alejada de ella, tenía un color violáceo precioso, con destellos que la hacían confundirse con estrellas a la distancia, se preguntó cuánto tiempo había estado ahí sin que ella lo notara hasta que algo jaló de ella, de un momento a otro sintió que volvía a la vida y al girarse pudo ver a Keith que la sujetaba con pánico en los ojos.
– ¡Eres una tonta! – le gritó mientras agitaba algo frente a ella, Pidge tardó un poco en reaccionar hasta que pudo notar que era un tanque de oxígeno, estaba completamente corroído y entendió lo que paso. La atmosfera había corroído el tanque de oxígeno y este se había escapado hacía el espacio, su somnolencia debió deberse a la falta del vital gas.
– Keith, lo siento – se disculpó la chica avergonzada, normalmente no era tan descuidada, pudo notar que el tanque que el chico tenía y el que le había colocado como repuesto estaban recubiertos por algo que reconoció como partes de la armadura del león rojo, cosa que solo la hizo sentir más culpable.
– Tenemos que irnos – ordenó el paladín.
– No, espera – suplicó la chica mientras se alejaba, aún podía ver la estela un poco más a lo lejos, no sabía que era aún, pero sabía que era la respuesta a lo que buscaba – Estamos cerca, mira –
– Pidge, tenemos que volver – advirtió el piloto – El tiempo casi termina, si no volvemos estaremos atrapados y muertos. Tenemos que salir de aquí –
– No, Keith mira –
Ambos pilotos jalaban del otro en dirección opuesta, fue la indicación de Pidge la que hizo que Keith se detuviera y pusiera atención, tardó un momento pero logró ver la estela que Pidge señalaba aunque no entendía que era o porque era tan importante.
– ¿Qué es eso? – preguntó a la chica con impaciencia.
– ¡Es quintesencia! – señaló la chica, todas los engranes encajaron cuando lo dijo en voz alta, no lo había entendido hasta ese momento y tuvo que decirlo en voz alta para entenderlo ella misma – El león negro, debimos traer el león negro. La quintesencia del león negro fue la que absorbió a Shiro, si el león negro absorbe la quintesencia del planeta donde fue creado entonces recuperaremos a Shiro –
– ¿Cómo estas tan segura? – gritó el paladín rojo, el tiempo se les acababa y empezaba a entrar en pánico.
– No lo sé – le respondió la chica también a gritos. – El león negro, hay que traer el león negro –
– ¡Ya no hay tiempo! –
Habían nuevamente empezado a luchar entre tirones, Pidge no quería alejarse, pero Keith sabía que en solo unos minutos más el portal se cerraría. Usando su fuerza contra la chica, la tomó de la cintura y la jalo de nuevo de regreso al león rojo, la joven peleaba mientras lo golpeaba y pataleaba, sin saber lo que hacía la chica tomo su bayard y lo lanzó hacia una roca cercana deteniendo el movimiento del paladín.
– ¡Déjalo Pidge! – ordenó el chico que empezaba a perder la paciencia.
– ¡No lo haré! – se negaba la chica con lágrimas en los ojos mientras repetía – ¡Debemos traer al león negro! –
Ninguno de los dos se esperó lo que sucedió pues en un movimiento brusco la chica accidentalmente había activado su bayard, provocando una fuerte explosión eléctrica golpeando al paladín rojo y separándolo de su compañera. Pidge palideció al ver al piloto rojo alejarse flotando, no se movía, cuando la chica pensaba que las cosas no podían ser peor, el león rojo se activó.
Pidge pudo notar el momento en que el león había encendido sus ojos y con movimientos rápidos se acercó a su piloto, pero cuando vio el peligro era muy tarde. Algo había ocasionado que las rocas se movieran, probablemente el mismo león rojo al activarse y estas iban a chocar contra unos enormes cristales que flotaban en las lejanías, la piloto no tardó en reconocerlos, eran los mismos que rodeaban el centro de comunicaciones de la espada de Marmora, sabía que en cuanto esas rocas colisionaran la explosión llegaría hasta ellos.
Vio a Keith entrar en la boca del león rojo antes de cerrar los ojos con fuerza, al mismo tiempo que se arrepentía, al final no había podido encontrar a su hermano, ni a su líder.
Todo había sido en vano.
Bueno lo prometido es deuda, 5400 palabras en honor al cumpleaños de la piloto del león verde, pero estoy enojada con ustedes (no es cierto) ¿Por qué nadie me dijo que confundí fechas y que el 3 de abril no caía en miércoles? Literalmente me acabo de dar cuenta en este momento cuando ví el reloj.
Pero en fin, gracias a todos por su apoyo y sus comentarios y sus votos. Los adoro a todos.
¡Les tengo otra noticia! Aunque no es precisamente buena. Pienso que esta historia está próxima a terminar, le veo unos 4 o 5 capítulos más y no quiero alargarla porque ya he decidido cómo acabará la historia, pero estoy pensando en hacer una nueva historia un AU de los paladines como estudiantes de Garrison Galaxy y Shiro como su maestro. ¿Qué opinan? ¿Les gusta la idea? ¿Leerían la historia? Ya sé que no es lo más original del mundo, pero tengo un par de ideas para hacerla interesante. Si les gusta la idea diganme ¿Qué parejas les gustaría ver en la nueva historia? ¿Más Shidge? ¿Klance? Todo menos Shallura x3. Lo siento, pero no escribiré Shallura. Me gustaría saber sus opiniones tanto del capítulo como de esta nueva idea.
Quisiera también agradecer los votos, últimamente van en aumento 8(>w<)8 Si llegamos a los 100 votos hago otro capítulo doble, o a las 1K lecturas, o ambas. Y digo "llegamos" porque esta historia es tan mía como suya, en serio me encanta el amor que le dan a esta historia, muy pocos fandom son tan amorosos, pero ya me extendí mucho. Nos leemos pronto en el próximo Viernes de Voltron.
#FelizCumpleañosPidge
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