Preludio
Shiro miraba al frente sin expresión alguna, fingía escuchar las palabras que Kolivan le decía y no porque no lo considerará interesante, por las pocas palabras que su cabeza lograba atrapar pudo notar el increíble trabajo que habían hecho la espada de Marmora a lo largo del universo, planetas liberados, tropas destruidas, aún sin Voltron el universo se estaba levantando con sus propias fuerzas.
Sin embargo, las palabras del comandante no resultaban lo suficientemente atractivas para el paladín negro cuyos pensamientos iban y venían, sentía una opresión en el pecho que no estaba relacionada a ningún dolor físico y también, tenía ese presentimiento, ni siquiera si alguien hubiera podido preguntarle al respecto hubiera sabido darle una descripción de aquel sentimiento, solo sabía, presentía que algo grande se aproximaba. Aun así, Shiro se concentraba en mirar al frente, no podía explicar con palabras la forma en que se sentía y no quería ser grosero con aquel Galra que tanto los había ayudado en el pasado, más cuando estos pensamientos cruzaron por su cabeza, se dio cuenta que Kolivan le estaba llamando con insistencia.
– ¡Hey Shiro! – decía con potente voz mientras agitaba una mano frente al rostro del paladín – ¡Despierta! –
– Lo siento – se disculpó mientras agitaba la cabeza en un intento de alejar sus propios pensamientos – Creo que estoy un poco distraído el día de hoy –
– ¿Un poco? – pregunto irónicamente su anfitrión – Has tenido la mirada perdida desde que llegaste ¿Qué sucede? –
Shiro miró a un lado pensativo, no sabía exactamente como contestar esa pregunta, al menos hasta que esa imagen cruzo por sus pensamientos, unos grandes ojos cafés mirándolo con ira y resentimiento, sintió una punzada en el pecho y soltó un profundo respiro.
– Kolivan, eres un excelente guerrero, un extraordinario líder y te consideró un valioso amigo – explicó el paladín, pero el galra soltó una sonora risa antes de que terminará.
– Me halagas Shiro, pero ¿A qué viene todo esto? –
– Creo que he perdido la confianza de mi tripulación – continuó el joven en respuesta a la pregunta de su compañero – Y no sé cómo recuperarla –
Si se hubiera permitido ser más sincero con Kolivan, y con él mismo, hubiera explicado a Kolivan que no era el respeto lo que le preocupaba, o la confianza, de hecho ni siquiera le preocupaba si aquellos ojos cafés lo veían como un líder, si se hubiera permitido ser sincero, tal vez hubiera admitido que extrañaba aquellos lazos de cariño que unían a los paladines y que en esos momentos parecían haberse desvanecido.
– ¡Han estado demasiado tiempo sin hacer nada! – se burló Kolivan mientras le daba una palmada en la espalda a Shiro que casi lo llevó al suelo – Se les está olvidando quien manda, eso pasa cuando pasas tiempo sin pelear, por eso deben regresar a la acción lo más pronto posible –
Shiro asimiló una a una las palabras de Kolivan, tenían sentido. ¿No le había dicho Allura que los paladines habían perdido el control después de la última batalla? ¿Insubordinaciones? ¿Discusiones? Especialmente Pidge, habían sido las palabras de la princesa. Tal vez su compañero comandante tenía razón, tenían que volver al frente y una vez que estuvieran al frente, aquellos lazos que habían formado aquel lejano día cuando el león azul fue activado, volverían. El paladín había llegado a esa conclusión cuando las puertas de la habitación se abrieron dejando pasar a Keith y aquella mujer galra cuyo nombre Shiro no podía recordar.
– Keith ¿Dónde está Pidge? – preguntó el paladín a su compañero, nuevamente tenía ese extraño presentimiento.
– Ahora no es momento de eso – interrumpió la mujer galra, con un saludo hacia su comandante – Señor, venimos del centro de inteligencia, la tropa de exploración se contactó con nosotros, una flota se dirige hacia acá, nosotros estamos protegidos, pero el castillo de los leones está expuesto. Podríamos quedar al descubierto –
El rostro de Kolivan cambio de expresión, con un semblante serio asintió y empezó a dictar ordenes de inmediato.
– Ordena a las tropas de exploración la maniobra de infiltración y sabotaje, destruyamos el mayor número de naves antes de que se acerquen demasiado, preparen los portales teludav en dado caso que sea necesario una evacuación –
La soldado hizo nuevamente aquel saludo militar antes de salir tras la puerta a máxima velocidad, Kolivan por su parte empezó a mover aquí y allá las máquinas alrededor de la habitación, un mapa de la zona se desplegó en el centro de la habitación con señales por todos lados y escrituras que Shiro no podía entender.
– Déjanos ayudar – exclamó repentinamente el paladín negro – Es hora de regresar a la acción –
Kolivan le dedicó una sonrisa cómplice al paladín antes de asentir con complacencia.
– No podría atreverme a negarme a aceptar la ayuda de los paladines de Voltron –
– Pero Shiro... – intentó refutar Keith, pero fue interrumpido abruptamente por su compañero.
– Sin peros, Keith. Busca a Pidge, nos veremos en el león rojo –
– Pero... –
– ¡Ahora! – ordenó el paladín negro antes de salir de la habitación, no quería escuchar las quejas del paladín rojo, ahora más que nunca estaba decidido a plantarse como el líder que en algún momento había dejado de ser.
Pidge abrió los ojos despacio, pero no podía ver bien sin sus lentes, además el lugar estaba oscuro, a pesar de no haber recordado apagar las luces; solo sentía el calor de su compañero que la rodeaba en sus brazos, no recordaba que hiciera tanto calor en la nave así que empujo a su compañero con sofoco, pero su compañero únicamente la abrazó con mayor fuerza entre sus brazos.
– Keith muévete – le ordenó mientras lo empujaba – Hace calor y me sofocas –
Pidge se sentó en la cama, mientras se tallaba los ojos y escuchó la risa de su compañero, pero la voz que le contestó no fue la del piloto del león rojo, sino una más grave.
– ¿Quién es Keith? ¿Es tu novio? –
La chica sintió el color subir a su rostro, mientras buscaba sus lentes, pero alguien le colocó los anteojos sobre el rostro antes de que se diera cuenta, para encontrarse con el amable rostro de su padre. Lo primero que notó fue que no se encontraban en el castillo de los leones, era un lugar más oscuro y fue cuando recordó todo lo sucedido, más no le dio tiempo de hablar pues en ese momento Keith entró en la habitación con aquella soldado Galra de nombre Sheeba, causando que la vergüenza de la piloto aumentara junto con su sonrojo.
– Despertaste – dijo el chico al verla – Shiro nos llama, ahora –
– ¿Shiro? – se sorprendió el padre de Pidge al escuchar ese nombre, tenía mucho tiempo de no escucharlo – ¿Shiro? ¿Estás hablando de Shirogane Takashi? –
Keith asintió con una leve sonrisa, y Pidge pudo comprobar lo mucho que el piloto significaba para su padre, pues el saber que estaba con ellos lo hizo sentirse sumamente conmovido, parecía estar a punto de romper en lágrimas justo como cuando vio a su hija.
– Creí que había muerto – dijo sencillamente al borde de las lágrimas.
Más Pidge pudo notar que la mirada de Keith parecía inquieta, nerviosa, algo andaba mal y fuera lo que fuera quería dejar a su padre fuera de ello.
– ¿Qué sucede, Keith? – preguntó sencillamente, pero cuando su mirada se cruzó con la de su compañero, lo supo. Los estaban llamando a una batalla.
– Shiro nos llama – repitió el paladín sin apartar la mirada de ella – ahora –
– Así que tú eres Keith – observó el señor Holt mientras examinaba a Keith de arriba abajo – Katie estaba hablándome de ti –
Pidge se puso de pie con el rostro rojo como un tomate mientras se apresuraba a empujar a Keith por la puerta, causando la confusión del paladín cuyo uniforme se confundía con el rostro de la joven.
– ¿Es verdad? – preguntó Keith con sorpresa, pero la chica simplemente lo arrastró fuera de la habitación.
– Shiro nos espera, nos vemos luego papá, no te preocupes, volveré – dijo al momento que se apresuraba a salir junto con su compañero, evitando las preguntas tanto de su padre como de su compañero.
Al principio ninguno de los dos hablaba, la chica se encargaba de arrastrar al chico, más después de unos metros el joven empezó a caminar por su cuenta y unos metros más allá, ambos empezaron a correr con apuro, el corazón de ambos jóvenes latía con urgencia mientras los nervios de ambos florecían rápidamente.
– ¿Qué sucedió Keith? – preguntó la chica a su compañero con agitación, buscando una respuesta a tan repentino llamado.
– Una tropa Galra se dirige hacia acá – explicó el paladín – el castillo está expuesto, Shiro quiere atacar primero antes de que lleguen, junto con las tropas de exploración –
– ¿Acaso está loco? – exclamó la piloto mientras su corazón se aceleraba – Allura aún no puede conducir el león azul y ni hablar de formar a Voltron. ¿Seremos capaces de luchar solo con cuatro leones? La última vez los daños fueron enormes –
Keith se encogió de hombros, quería poder darle una mejor respuesta a su compañera, pero sus temores estaban bien fundamentados, el mismo compartía varios de ellos, más sin embargo él había decidido confiar en Shiro ciegamente.
Ambos paladines llegaron a la plataforma donde el león rojo se encontraba, Shiro ya estaba ahí parecía que había usado el león rojo para comunicarse con el castillo, cuando los vio únicamente les hizo una seña para que subieran al león, cosa que ambos paladines obedecieron rápidamente, ni siquiera hubo tiempo de explicaciones o saludos, Keith tomó su puesto en la cabina del león y en cuanto las escotillas se abrieron, despegó rápidamente hacia el castillo.
– Ya he contactado a Allura – les explicó Shiro a los paladines en cuanto estuvieron en el firmamento – Regresaremos al castillo únicamente para que Pidge pueda subir a su león, de ahí me quedaré contigo Keith y guiaremos a los demás en combate, nuestra misión es derribar a la nave principal ¿Entendido? –
– ¡Entendido! – exclamaron ambos paladines al mismo tiempo con una expresión seria.
Sin darse cuenta, el paladín negro no pudo evitar que se le escapara una pequeña sonrisa, la piloto del león verde cuyo más reciente interés era contradecir todo lo que él decía, repentinamente había cambiado su actitud, no podía engañarse a él mismo eso lo animaba, pero hubiera deseado poder haberlo hecho antes, no cuando estaba nuevamente a punto de poner su vida en riesgo.
Los paladines llegaron al castillo rápidamente, Pidge no perdió tiempo, salió rápidamente del león rojo y lo más rápido que pudo se dirigió a la plataforma del león verde, pudo escuchar por el comunicador de su casco a Shiro preguntarles a todos si estaban listos y también escucho uno a uno a sus compañeros contestar afirmativamente, incluyendo a Allura cuya voz se escuchaba temblorosa y en un tono más bajo de lo que los paladines estaban acostumbrados a escuchar, finalmente la piloto subió a su león y lo activó con el corazón latiéndole en las orejas.
– ¡Lista! – exclamó firmemente al mismo tiempo que los hangares se abrían y cuatro de los cinco leones salían disparados fuera del castillo.
Vaya que los hice esperar ¿verdad?
Antes que nada quiero disculparme por ello, pero no los voy a aburrir con una explicación que a nadie le importa sobre los dramas de mi vida, lo único que importa aquí es que ¡volvieron los Viernes de Voltron!
Después de más de un mes después de mi última actualización al fin aquí está la continuación de esta historia, espero que la disfruten pues me tardé mucho porque no quería traerles algo falto de inspiración o sin corazón, quiero agregar que esta parte es particularmente más corta que las anteriores, pero es únicamente porque quiero que la próxima parte se enfoque totalmente en la batalla, por lo que quiero agregar que está historia está próxima a terminar.
Quiero agradecer a todas las personas que me apoyaron y me dieron sus palabras de ánimo, a los nuevos lectores (ya supera las 2K lecturas x3) y a todos los que han votado por está historia, de verdad significa mucho para mí poder aportar a este bello fandom que está llena de gente maravillosa.
Sin nada más que decir, solo quiero decirles que gracias por leer está historia y que intentaré no tomar otro descanso hasta que la haya terminado, gracias nuevamente a los lectores y nuevamente !Feliz Viernes de Voltron!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top