Colapso
Los cinco leones avanzaron rápidamente por el firmamento en formación de v invertida, siendo dirigidos por el león negro y con los leones amarillo y azul cubriendo la retaguardia, desde su león Pidge pudo advertir que el león azul estaba mucho más atrás que el resto de los leones, se preguntó como la princesa estaría manejando los nervios, si bien había demostrado ser una combatiente capaz, la mayoría del tiempo se había mantenido al margen de los combates, pero no había tiempo de pensar en los demás a lo lejos se alcanzaban a ver varios objetos acercándose a una gran velocidad.
– No hay tiempo que perder – exclamó Shiro mientras su voz resonaba en las cabinas de los leones – ¡Formen a Voltron! –
Los paladines sujetaron firmemente los controles de sus leones, preparados para el ensamblaje, pero tardaron solo un segundo en darse cuenta que algo no estaba bien, los leones no reaccionaban.
– ¿Qué sucede? – exclamó Hunk perplejo – ¿Por qué no nos unimos? –
– Es lo que trataba de decirte Shiro – replicó Keith – Ni siquiera hemos entrenado la sincronización de los leones con Allura. No podemos formar a Voltron –
Un balde de agua fría cayó sobre el resto de los paladines. ¿Cómo habían podido olvidar algo así? Ahora estaban al descubierto y frente a una enorme tropa de enemigos; sin embargo, Shiro rápidamente tomo el control de la situación.
– Bien, ahora no es tiempo de lamentarnos – expresó con firmeza – ¡Maniobras evasivas! Los leones por separado tienen suficiente poder para eliminar las naves más pequeñas, si logramos destruir los cañones de la nave principal, podremos rodear la nave y destruirla con el poder de los leones individualmente –
Los paladines, con excepción de Allura, exclamaron afirmativamente ante las instrucciones del paladín negro, inmediata y coordinadamente, las naves Galra empezaron a disparar hacia ellos mientras los leones se dispersaban y empezaban a atacar las tropas enemigas. Era casi como un baile, mientras las tropas galra disparaban los leones giraban esquivando los proyectiles mientras una a una iban inutilizando las naves con bastante rapidez al mismo tiempo que se acercaban a su objetivo. Más cuando estaban a punto de llegar a su objetivo pudieron notar que algo no estaba yendo tan bien como esperaban.
– Chicos esperen – les llamó la atención Hunk desesperadamente al mismo tiempo que detenía el león amarillo en pleno ataque.
– ¿Qué sucede Hunk? No es momento para detenerse – Exclamó Pidge, pero inmediatamente también detuvo su león al notar lo que ocurría, el león azul se había quedado muy atrás de ellos, estaba rodeado de naves, apenas y lograba esquivar los ataques, pero sus movimientos nada gráciles le hacían perder el control evitando acertar cualquier ataque que intentará realizar.
Los leones amarillo y verde inmediatamente dieron la vuelta en ayuda de su compañero antes que Shiro tuviera tiempo para dar una orden, llamaban a Allura por el comunicador, pero seguía sin pronunciar palabra alguna para frustración del resto de los paladines.
– ¡Les dije que no estaba lista! – exclamó el paladín rojo con molestia – ¡Tiene que volver al castillo! –
– ¡Este no es momento para tus quejas Keith! – reprochó Pidge con desaprobación, a pesar de que no había tenido una relación particularmente buena con la princesa en el tiempo reciente, conocía muy bien los nervios de la primer batalla – ¡Tenemos que terminar esta batalla cuanto antes! –
– Estoy de acuerdo – concordó Shiro – Cambio de planes, Hunk, mantente junto a Allura, protégela con tu león. Pidge, Lance ustedes protejan el león rojo, Keith y yo nos infiltraremos en la nave y la deshabilitáremos desde adentro. –
– ¡Shiro! ¡Eso es una locura! – protestó el paladín azul, pero el león verde ya había vuelto al campo junto a ellos y se habían encargado de abrir un hueco para que Shiro y Keith entraran a la nave.
Los minutos pasaron como hora, mientras los leones verde y negro peleaban contra los enemigos a su alrededor, era sorprendente de ver la sincronización que ambos estaban mostrando, más ellos no estaban ni por enterados, absortos en las naves enemigas que disminuían de número rápidamente conforme pasaba el tiempo. Hasta que sin previo aviso, las naves que quedaban empezaron a alejarse del lugar para el desconcierto de los pilotos.
– ¿Qué les sucede? – se extrañó la paladín verde al ver a sus enemigos en huida – Nos superan en número ¿por qué escapan? –
– Tal vez se dieron cuenta que no pueden contra nosotros – exclamó el paladín azul con su habitual forma de hablar presumida, pero hasta él tenía un mal presentimiento.
Ninguno tuvó oportunidad de decir otra palabra más. Una fuerte sacudida golpeó a los leones de la nada, apagando a los mismos y dejándolos inutilizados.
– ¡¿Qué sucedió!? – exclamó la piloto del león verde, pero no obtuvo ninguna respuesta. Sus comunicadores también se encontraban apagados – ¡Chicos! ¡Chicos! –
Los gritos de la piloto resonó en la cabina del león verde que al estar apagada le resultaba más silenciosa que de costumbre, pero no duró mucho tiempo, antes de pensarlo siquiera, la chica ya se había quitado el arnés de seguridad y había abierto el panel del león tratando de encontrar el desperfecto. Apenas había empezado cuando ya había logrado activar su león, para su sorpresa, el león amarillo a la distancia y el león negro junto a ella se habían activado casi al mismo tiempo, pero sus sistemas no se encontraban trabajando totalmente.
– ¡¿Chicos!? ¿me escuchan? – exclamó la chica en cuanto fue capaz de conectar los sistemas de comunicación.
– ¡Pidge! – escuchó la voz del piloto azul – Logre encender al león negro, pero creo que lo hice mal. No puedo moverlo –
– Yo estoy igual – exclamó el paladín amarillo – No creo que sea un error –
– Sea lo que sea que haya sido lo que nos golpeó afectó a los leones y nos dejó incomunicados – explicó la chica tranquilamente, pero estaba todo menos calmada – Keith y Shiro siguen dentro de la nave, tenemos que ir por ellos. –
– Es verdad – concordó el piloto del león negro – Hunk quédate aquí, cuida a los leones, asegúrate que Allura está bien y trata de pedir ayuda. –
– Sí señor –
Lance y Pidge salieron de sus leones al mismo tiempo, sabían que les costaría casí todo el combustible de sus jets llegar a la nave, pero tenían el presentimiento que no lo necesitarían una vez dentro. No dijeron ni una palabra hasta que ambos estuvieron dentro, la nave parecía estar desierta, así como también no había ninguna señal de lucha. Los paladines recorrieron los pasillos en silencio, temerosos de lo que podían encontrarse en cualquier momento, una trampa, una emboscada, pero al girar en cada esquina solo notaban con intranquilidad lo vacía que estaba la nave.
– No lo entiendo – rompió finalmente el silencio Lance – Este lugar parece desierto ¿Dónde están Shiro y Keith? –
– No tengo idea – le contestó su compañera con el mismo nerviosismo que él – Es como si todos en la nave se hubieran desvanecido totalmente –
Siguieron caminando cada vez más aprisa, pero sin importar a donde fueran parecía un pueblo fantasma, finalmente dieron con una enorme puerta, pero parecía estar cerrada por dentro.
– Esta debe ser la sala de control – dijo la chica mientras tomaba firmemente su bayard – si todavía quedan soldados en esta nave, deben estar tras esta puerta –
Lance entendió lo que la chica quiso decir, por lo que inmediatamente cargo su propio bayard apuntando a la puerta, en el momento que se abriera la puerta atacarían lo que sea que estuviera tras la misma, se cubrieron en los bordes de la puerta antes de que la chica rompiera el panel de la puerta provocando que esta se abriera, pero al lanzarse dentro de la habitación se encontraron con el filo del bayard rojo, dándole a los paladines apenas tiempo de esquivarlo.
– ¡Chicos! – exclamó el paladín rojo al verlos – ¿Qué hacen aquí? –
– Tratamos de contactarlos, pero nuestros comunicadores no funcionan – explicó Lance con prisa.
– Los leones apenas son capaces de moverse, algo nos golpeó y entonces dejaron de moverse – concluyó Pidge afligida.
– Un pulso electromagnético – les explicó Shiro, que estaba en los paneles principales – Cuando entramos en la nave no había ningún Galra dentro –
– Cuando llegamos a la sala principal tratamos de desactivar las armas, pero se activó una cuenta regresiva, fue cuando se activó el pulso magnético – continuó Keith con nerviosismo – Ya no pudimos contactarlos y se activó la secuencia de autodestrucción de la nave –
– ¡Entonces tenemos que salir de aquí ahora! – protestó el paladín azul, sus nervios iban en aumento al darse cuenta de la situación – Los leones pueden soportar la explosión –
– Lo sabemos – lo interrumpió el paladín rojo – pero la explosión sería enorme, afectaría el orden del campo de meteoritos. La base de refugiados puede sufrir graves daños si no detenemos la explosión. –
Las palabras de Keith golpearon a la paladín verde como un balde de hielo, la imagen de su padre rápidamente apareció en sus pensamientos y antes de que cualquiera dijera otra palabra ya había corrido hacia Shiro y quitándolo de en medio para encargarse ella misma de los comandos, pero pronto se dio cuenta que no había mucho que pudiera hacer, provocándole un enorme sentimiento de frustración.
– No puedo evitar que esto explote – dijo al borde de las lágrimas – No con el poco tiempo que queda –
Los paladines intercambiaron miradas nerviosas, pero la chica no se detuvo, siguió introduciendo comandos en un desesperado intento de encontrar una manera de detener la explosión, estaba perdiendo la esperanza cuando una idea cruzó su cabeza.
– Creo que puedo invertir el polo de radiación – explicó a sus compañeros – La nave implotará en lugar de explotar de explotar, pero solo tendremos unos minutos para salir o quedaremos atrapados, tenemos que llegar a los leones antes de eso, ellos nos protegerán de la onda expansiva –
Los paladines miraron a su compañera con asombro y un poco de duda en sus miradas, pero ninguno se atrevió a cuestionarla, sabían que lo único que tenían que hacer era ser rápidos, accedieron a seguir el plan de la piloto en el mismo instante que la chica accionaba el comando en el panel. Un ruido metálico y chirriante inundó la nave al mismo tiempo que las paredes se doblaban sobre si mismas siendo jaladas por una fuerza invisible, la piloto del león verde no perdió tiempo y tomando a dos de sus compañeros de las muñecas empezó a correr de regreso por donde habían entrado.
– No tenemos tiempo que perder – exclamó mientras corría lo más rápido que podía jalando a los paladines negro y azul tras ella, Keith los seguía apenas unos pasos tras de ellos. – Al implotar la nave, esta comenzará a desmoronarse, tenemos mucho menos tiempo del que mencionaba esa cuenta regresiva –
Los paladines corrían seguidos de los crepitantes sonidos de la nave al colapsar sobre sí misma, por un momento Pidge pensó que no lo lograrían, que no corrían lo suficientemente rápido, pero al ver el agujero en la nave por donde habían entrado una sonrisa iluminó su rostro por un segundo, pero repentinamente dejó de sentir el suelo bajo sus pies, fue un momento muy confuso, escuchó a Keith gritar su nombre, luego se dio cuenta que estaba cayendo, el suelo bajo sus pies había colapsado.
Sintió tres manos jalar de ella, al levantar la vista pudo ver las afligidas caras de sus compañeros, pero el suelo no resistió el peso de los tres paladines derrumbándose apenas un momento después, los reflejos de Keith fueron lo suficientemente rápidos para que logrará sostenerse antes de caer sin soltar a su compañera, pero Shiro y Lance caían. Pidge tomó su bayard rápidamente logrando atraparlos con el, pero el peso era demasiado para ella, sentía como si estuviera a punto de partirse a la mitad por el peso de ambos paladines, mientras Keith le costaba sostenerse y mantener a su compañera al mismo tiempo.
– Tienes que soltarnos Pidge – la llamó Shiro, que muy pronto comprendió la situación, pero la expresión que recibió de la chica lo hizo sentir una punzada en el corazón.
– No, me niego – dijo con los ojos inyectados en lágrimas y el rostro rojo a causa del esfuerzo – No puedo hacer eso, saldremos de aquí. Juntos. No podemos perderte, no de nuevo. No podemos perder a nadie más –
Keith escuchaba las palabras de Pidge, estaba de acuerdo con ella, pero sabía que no podía resistir mucho más, había llegado a la conclusión de que ninguno saldría de ese lugar cuando escucho el bayard activarse, giró su rostro por primera vez al vacío y se encontró atraído en el mar azul de los ojos de Lance quien sostenía su arma apuntando a la paladín verde.
– Lance ¿Qué haces? – tartamudeo la joven, pero los ojos del castaño estaban fijos en el paladín sobre ella.
– Cuídala – dibujo con sus labios en una sonrisa mientras disparaba, Keith sintió como si un rayo lo golpeará, más el disparó no golpeó a la chica si no al hilo del bayard que sostenía a sus compañeros.
Keith se paralizó un momento mientras veía desaparecer a sus compañeros en los pisos colapsados bajo de ellos, escuchó el grito de su compañera llamando a ambos paladines y rápidamente jaló de ella para lanzarla hacia el piso de arriba, subió el también lo más rápido que pudo y cargo a la piloto mientras corría tan rápido como sus piernas lo permitían, sentía un ardor en el pecho, algo que lo quemaba por dentro como si estuviera corriendo bajo una tormenta de nieve, pero se esforzaba por ignorarlo, se esforzaba por no pensar en ello, solo se concentraba en correr, evitando pensar en cualquier otra cosa que no fuera salir del lugar. Con un último impulso saltó fuera de la nave justo a tiempo pues el piso terminó por derrumbarse completamente, afortunadamente tanto el león rojo como el verde estaban cerca de ellos, entro al león rojo, al mismo tiempo que lo que quedaba de la nave galra se comprimía en una gran bola de metal y luego finalmente la explosión. Una feroz sacudida agito violentamente el león rojo que aún se encontraba apagado, más aun así resistió el ataque sin necesidad de tener activados los escudos, con un suspiro de alivio se dio cuenta que los cálculos de la chica habían sido acertados, la explosión había sido menos potente de lo que habían imaginado. Le dedicó una sonrisa a su compañera, pero al ver su estado esta desapareció instantáneamente, se encontraba abrazando sus piernas con la cara escondida entre las rodillas y por los espasmos constantes de su pecho podía adivinar que estaba llorando. Habían logrado ganar la batalla, habían logrado aniquilar a una tropa enorme, pero el precio había sido demasiado alto.
¿Pensaban que no iba a haber viernes de voltron? Pues aquí esta, un poco tarde, pero al final seguro. Lamentó tardar tanto en subirlo, realmente sufrí al escribirlo y quería transmitir ese sentimiento a ustedes.
Quiero agradecer a aquellos que comentaron en el capítulo anterior, en serio es muy lindo de su parte continuar leyendo esta historia y les agradezco por ser lectores tan fieles y también quiero agradecer a los que votaron por el capitulo anterior, creo que es la mayor cantidad de votos que he recibido en una semana, así que espero poder traerles un poco de la felicidad que ustedes me dan con sus votos y lindos comentarios, por muchos Viernes de Voltron más, aunque espero poder terminar esta historia antes que salga la tercera temporada.
Sin más que decir, les deseo un Feliz Viernes de Voltron y nos leemos pronto.
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