Anhelos ocultos
Cuando Keith y Pidge llegaron al comedor, Hunk estaba sirviendo los habituales platillos en la mesa, más a diferencia de otras veces y como empezaba a hacerse habitual, la merienda fue acompañada únicamente con el silencio roto únicamente por los cubiertos y algún ocacional ruido de los paladines al comer, ninguno tenía ánimos de hablar, ninguno siquiera levantaba la vista de su plato, solo se dedicaban a ingerir sus alimentos en silencio, al terminar de comer no cambio absolutamente nada, los tres paladines se pusieron de pie y sin intercambiar palabra alguna simplemente fueron a la sala de descanso donde cada uno ocupo uno de los tres grandes sillones que habían; pero ninguno decía palabra alguna, solo se dedicaban en ver a un espacio vacío sobre la distancia, ninguno hacía ni el menor ruido, pero de alguna manera, la compañía de los otros les ayudaba a sobrellevar los sentimientos que cada uno tenía así como sus propios pesares.
Más muy pronto empezó a ser aburrido, Pidge se había recostado de cabeza, Hunk se había recostado a lo largo del sillón y parecía estar quedándose dormido, mientras Keith estaba sentado con brazos y piernas cruzados y los ojos cerrados, parecía que también estaba por quedarse dormido. La paladín verde los veía con detenimiento mientras pensaba que deberían hacer a partir de ese momento, cuando la alarma de emergencia del castillo sonó sobresaltándola y haciéndola caer del sillón, Hunk sufrió la misma suerte al estar casi dormido la alarma lo tomó desprevenido haciendo que cayera, mientras Keith que parecía haber estado esperando ese momento se puso de pie de un salto.
– La alarma del castillo – dijo con obviedad.
– Ya la escuchamos – respondió sarcásticamente el piloto del león amarillo mientras se ponía de pie – ¿Habrá sucedido algo? ¿Nos estarán atacando? –
– Solo hay una forma de averiguarlo – le contestó a su vez la chica paladín, mientras se ponía de pie y empezaba a avanzar a la puerta.
– Pero los leones están dañados – les recordó el paladín amarillo sin ocultar su nerviosismo – No podemos luchar y aún si pudiéramos mover a los leones ahora solo podemos contar con tres de ellos –
Las palabras de Hunk pusieron sal en la herida de los otros dos paladines que apretaron los puños con ira y frustración; si bien sabían que las palabras de su compañero eran ciertas, el escucharlas en voz alta le daba un toque de realismo que los golpeaba cruelmente en el rostro, contagiándoles las mismas dudas que el paladín amarillo tenía, pero a la vez alimentada por su propia frustración, más ninguno dijo nada, hablar o gritarle a su compañero no volverían menos reales sus palabras por lo que simplemente apresuraron el paso. Keith fue el primero en llegar a la sala de control, seguido por Hunky para finalizar Pidge que casi los seguía corriendo para mantener el paso de sus compañeros, los tres esperaban ver la ya habitual mirada represiva de Allura, pero para su sorpresa, era Corran quien los esperaba en el salón del timón.
– ¿Corran? – lo llamó sorprendido el paladín rojo – ¿Qué sucede? –
Más el asistente de la princesa contestó únicamente con una señal que le indicaba guardar silencio, mientras iba y venía entre los paneles que ninguno de los paladines podía ver con claridad debido a que les tapaba la vista con su cuerpo, más la más joven de los paladines pudo reconocer la zona en la que anteriormente habían luchado en una de las pantallas. Los tres paladines hicieron sus propios intentos, sin éxito, por llamar la atención del consejero, más la única respuesta que obtenían era el incesante sonido de la alarma del castillo, cuando Pidge empezaba a pensar que probablemente se trataba de un desperfecto causado por el pulso electromagnético que de alguna forma había llegado a la nave, la puerta se abrió detrás de ellos y al girarse vieron el rostro irritado de la princesa alteana entrar a la sala.
– Corran – exclamó con molestia y por primera vez el consejero se giró – ¿Qué sucede aquí? –
Con un rápido movimiento Corran desactivó las alarmas del castillo, descartando la idea del desperfecto, y se colocó en el lugar que normalmente ocupaba Allura antes de hablar.
– Bien, ahora que todos los paladines están presentes, podemos hablar – exclamó, a pesar de la mueca de la princesa por la sugerencia de que esta fuera un paladín – Como bien saben, la última batalla nos dejó gravemente heridos, tanto física como mentalmente, sé que todos ustedes quieren descansar, pero ahora no es tiempo para descansar. –
Detrás de él, las pantallas desplegaron el mapa que anteriormente Pidge había visto en las pantallas detrás de Corran, era la zona más alla de los asteroides donde habían librado su último combate.
– ¿Qué significa esto? – pregunto altaneramente la princesa, no estaba acostumbrada a ser tratada como un miembro más de la tripulación y si se le permitía ser honesta, no le agradaba en lo más mínimo.
– Durante el último combate – explicó tranquilamente mientras señales aparecían en el mapa en varias direcciones – las naves enemigas escaparon por estas direcciones, tenemos la ligera sospecha que esa maniobra buscaba escapar del alcance del pulso electromagnético por lo que las naves deben estarse reagrupando para prepararse para atacar en cualquier momento –
El semblante de los paladines ensombreció, si el plan galra era debilitarlos e inactivar a los leones, había sido completamente exitoso, con un piloto menos y los leones dañados una batalla próxima se veía más amenazante de lo acostumbrado, sin agregar que sin importar por donde lo vieran, la ubicación del campo de refugiados se encontraba comprometida, una lucha en ese campo pondría en riesgo la estructura así como la vida de los miles de refugiados que habitaban ahí.
– ¿Cuál es el plan? – pregunto Keith con seriedad, estaba dispuesto a pelear, sin importar si su león no se encontraba en completas funciones.
– Kolivan y sus tropas creen poder hacerse cargo de la pequeña flota que pudo haber escapado – aclaró Corran quitándole importancia para la frustración del piloto – En caso de ser necesaria una evacuación, el castillo podría crear un portal para poner a los refugiados a salvo, los leones no serían necesarios para combatir –
– ¿Entonces para que nos llamaste? – exclamó Pidge perdiendo la paciencia.
– Bueno fue porque surgió un pequeño imprevisto – Corran presionó un botón del panel y un punto rojo parpadeante apareció en el mapa que anteriormente había desplegado – La nave detectó una señal de vida proveniente de uno de los sectores donde combatieron anteriormente, por lo que sugiere que debe haber sobrevivientes de la explosión entre los restos del crucero de batalla –
– ¡Shiro y Lance! – exclamaron los pilotos de los leones al mismo tiempo con esperanza, pero la negativa de Corran aplastó aquellas mismas.
– No podemos estar seguros – les aclaró – la señal es fuerte, por lo que deben ser más de dos personas, Kolivan cree que puede ser la tropa de exploración que fue enviada a ayudar a los leones, pero también pueden ser tripulantes del propio crucero, no podemos estar seguros, por lo que dos de ustedes deberán ir, mientras que los otros dos se quedarán a dar apoyo a las tropas de Kolivan de ser necesario –
– ¡Yo iré! – afirmaron simultáneamente Pidge y Keith dando un paso al frente, más Allura los sostuvo a ambos del brazo tirando de ellos.
– ¡No! ¡Ustedes se quedan! – dijo con severidad – Keith, eres un piloto brillante, temerario y un combatiente efectivo. Pidge, tú eres una admirable estratega, fría ante el peligro y tranquila ante la presión; pero ambos son muy emocionales y se toman esto muy personal, serán más útiles aquí, tienen que aprender a ser pacientes y confiar en los miembros de su equipo, en lugar de querer hacer todo por su cuenta. Además, durante la última batalla fui yo quien lo arruinó todo, así que debo ser yo quien vaya, tengo que compensar mis errores. –
– ¿Qué eso no es tomárselo personalmente? – observó Keith con un toque de molestia en su voz.
– Es verdad, pero eso no cambia nada – rió tímidamente la princesa, pero mirándolo con determinación en los ojos – Ya he tomado mi decisión. –
Keith dio un paso al frente con intenciones de protestar, pero para su sorpresa Pidge lo tomó por la chaqueta para detenerlo.
– Me parece bien – accedió la piloto – Keith y yo nos quedaremos aquí, si las tropas regresan nos encargaremos de eliminarlas con ayuda de nuestros leones. Hunk, Allura confiamos en ustedes –
Dicho esto y sin soltar la chaqueta de Keith se retiró de la sala de control, jalando al paladín rojo con ella que se encontraba muy confundido y en cierta forma molesto por la decisión que su compañera había tomado por los dos.
– ¿Por qué hiciste eso? – le reprochó con notable molestia – ¡Yo sé que Lance y Shiro están bien y seguramente esa señal es de ellos! ¡Tenemos que ayudarlos! ¡Fuimos nosotros quien los dejamos! –
– Lo sé – titubeo la paladín mientras apretaba los puños a causa de las palabras de su compañero – Sé que nosotros somos quien deberían de arreglar este error, pero Corran y Allura tienen razón. No sabemos si esa señal sea de ellos y tú eres el mejor piloto de los paladines, eres más útil en proteger la estación espacial que en una misión de rescate. –
– ¡No me importa la estación espacial! – respondió el chico levantando la voz, pero cuando vio a su compañera, pudo notar el esfuerzo de esta misma por contener sus lágrimas, lo que apago la ira del piloto.
– Mi padre está en esa estación espacial – le recordó con un hilo de voz – Además si Lance y Shiro no son la fuente de esa señal, si ellos... No creo poder soportar esa decepción, prefiero quedarme aquí y mantener mi mente ocupada en otra cosa. –
La furia de Keith con la piloto terminó por extinguirse completamente, y a pesar de su certeza de que sus compañeros seguían con vida, al considerar las palabras de su compañera entendió lo que esta sentía, el miedo de que aquella luz de esperanza solo sea una ilusión. Keith asintió a regañadientes mientras reanudaba la marcha sin decir una palabra más, empezaron a caminar sin sentido al principio, dado que ninguno de los dos hablaba no tenían un camino decidido, pero como si se hubieran puesto de acuerdo, habían terminado en la plataforma de despegue, donde los cinco leones aún se encontraban aparcados después de haber vuelto de la última batalla y Slav se encontraba reconectando cables aquí y allá. Sin esperar invitación Pidge rápidamente se acercó y empezó a ayudar a Slav en las reparaciones y pronto Keith se unió a ellos, entre los tres y bajo las indicaciones del extraño científico terminaron en restablecer las funciones de los leones uno por uno antes de que hubiera pasado un día, pero al finalizar se encontraban totalmente agotados.
– Será mejor que vayan a dormir – les advirtió Slav quien parecía no necesitar descanso – Lo más probable es que cuando despierten se verán envueltos en otra gran batallao peor aún, una agobiante espera –
Los dos paladines asintieron con cansancio y se retiraron a sus habitaciones, aun con el trabajo y el agotamiento se negaban a hablar el uno con el otro, pero aun así el chico acompaño a su compañera a su habitación, más cuando estaba a punto de retirarse se encontró con que la chica se había aferrado a su chaqueta con fuerza.
– ¿Qué sucede? – pregunto con perplejidad, debido a que la chica se negaba a mirarlo.
– ¿Podrías quedarte? – tartamudeo de forma casi inaudible, provocando que su compañero tuviera que pedirle repetir su pregunta, pero respondió con el mismo tono de voz por lo que el chico tuvo que acercarse para escucharla – Es solo que no me quiero quedar sola –
Keith se sorprendió un poco y no pudo evitar sentir la sangre aglomerarse en su rostro, por lo que simplemente accedió en silencio, ambos pasaron a la habitación de la chica y se dejaron caer en la cama, donde la piloto abrazó a su compañero, aunque por lo regular era él quien la abrazaba.
– ¿Qué sucede Pidge? – pregunto el paladín rojo a su compañera – Tú no tiendes a comportarte de este modo –
– Es solo que... – empezó a explicar la chica, pero tomó su tiempo antes de continuar hablando – creo que tengo miedo. Tengo miedo de no volver a ver a Shiro. O a Lance. Fue mi culpa si hubiera corrido más rápido... –
– ¿Por qué no has ido de vuelta con tu padre? – preguntó el paladín en un obvio intento de cambiar el tema, consideraba que lo más saludable para la joven era no pensar en ello.
– No quiero verlo ahora – contestó para sorpresa del piloto – mi padre estaba entusiasmado de volver a encontrarse con Shiro, no quiero ser yo quien le de las noticias de que no podrá hacerlo, al menos esperaré a que Allura y Hunk regresen antes de hacerlo –
Keith sintió una profunda lastima por la chica, recordó aquellas lágrimas de felicidad que no hace mucho había visto en su rostro, en comparación con la tristeza que embriagaba su rostro en esos momentos, para su sorpresa se vio a si mismo recordando las palabras que Lance le había dicho lo que parecía hace una eternidad acerca de los sentimientos de la joven, pensó en lo feliz que se veía cuando había aparecido aferrada a su líder dentro del león negro, aquellas miradas de enojo que parecían una discusión de pareja entre ambos y aquella tristeza en su mirada antes de partir al campo de refugiados y con asombro pudo notar una punzada de dolor en el pecho, más el mismo se esfumó inmediatamente al ser remplazado por un dolor aún más fuerte, un dolor causado por el recuerdo de unos ojos azules despidiéndose antes de un disparo y como si el disparo le hubiera dado directo en el pecho se aferró a su amiga con un ligero estremecimiento, mientras luchaba por contener las lágrimas, luchó con sus sentimientos, pero ya no podía ocultarlo, ya no podía negarlo más, no a él mismo al menos.
– ¿Qué sucede Keith? – preguntó la chica adormilada en sus brazos, pues Morfeo estaba venciendo sobre ella.
Keith retuvo la respiración, como con la esperanza que al hacerlo pudiera retener las palabras que se habían agazapado en su pecho, pero no podía más, tenía que admitirlo, así que con un hilo de voz apenas audible dijo aquellas palabras que no se había atrevido a decir, no le importó o se molestó en si su compañera lo escuchaba o no, simplemente dejo salir su martirio en un suspiro acompañado con un par de cálidas lágrimas en el cabello de la chica, esperando que entre los rizos de la joven, resbalaran y desaparecieran para siempre.
– Quiero ver a Lance –
Feliz Viernes de Voltron a todos, creo que últimamente me he tardado en subir los capítulos, pero tengo problemas para escribir (no la historia, si no los títulos de los capítulos), pero por primera vez pude entregar un capítulo a tiempo y a primera hora.
Espero lo disfruten todos y agradezco sus votos y sus comentarios. Creo que no había recibido tantas notificaciones en una semana y me hizo feliz X3. Quiero que sepan que aunque no conteste todos los mensajes leo todos y cada uno de los comentarios. Gracias, me animan a seguir escribiendo cada día.
Sin más que decir, nos leemos pronto y Feliz Viernes de Voltron
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