1. LA TIENDA
Sofía era una pequeña de solo ocho años.
Amaba los dulces como cualquier infante de su edad y, por ese gusto, llegaba a ganarse ciertos problemas con su madre, ya que los agarraba sin permiso alguno, aunque pertenecieran a la tienda de su casa.
Dicho espacio era tan apretujado que a lo mucho cabían cuatro personas, no más. Sin embargo, ni esa cantidad llegaba a habitar aquellos pasillos llenos de estantes con diversos chocolates, caramelos, chicles, refrescos, galletas y más.
La chiquilla no era más que un ser inocente y con infinidad de ansias por acabarse todos los dulces que veía. Pero, mayormente, tomaba los que sus pequeñitos puños le permitían.
Lástima que incluso esa poca cantidad tomada, le hacían enfurecer a su madre, pues como no vendía nada: en lugar de ayudarle económicamente, estaba cada vez más cerca de acabar en bancarrota.
Aun con todos eso límites establecidos, Sofía no dejaba la mala costumbre, que ya le había hecho ganar algo de peso, al igual que sus vecinos: Eduardo y Sandro, quienes también eran unos pequeñines con la misma edad de la desobediente.
Este trío de traviesos, se juntaban en más de una ocasión para jugar en las afueras de la calle. Siempre y cuando contarán con la respectiva vigilancia de sus madres.
CRÉDITOS DE ILUSTRACIÓN:
Instagram: Corey Miller Productions
La relación entre los tres pillos no era muy fortalecida, puesto que solamente se llamaban para jugar cuando estuviesen aburridos, pero no para otras cosas.
Sus madres tampoco se relacionaban tanto; a lo mucho se llegaban a cotorrear ciertos chismes, mas no entraban a profundidad ni en la vida privada de cada una, a pesar de frecuentar dicha tienda, y sin siquiera comprar algo de allí, ni para ellas, ni para sus hijos.
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