Análisis del caso:
Era el día, tenían que reunirse a hablar para ver en qué habían progresado. Era indispensable hacerlo ya que con tantas contradicciones y pistas encontradas era muy difícil mantenerlas a todas en su cabeza.
Después del trabajo Beni pasó a buscarla y fueron a comer a un lindo lugar que había en la zona céntrica. Éste no tenía muy buenas noticias y la chica se dio cuenta al instante.
— No tienes buena cara, ¿qué ocurre? —le dijo Lucía al ver la preocupación en su rostro.
— Nada bueno. Mi antiguo jefe, Jorge Forte, te hablé de él...era el que estaba a cargo del caso de María Furlotti.
— Sí, lo recuerdo.
— Vino a verme. Parece que la noticia de que estábamos investigando se filtró...
— Oh, lo que faltaba... supongo que el padre llamó a la policía haciendo preguntas o su abogado.
— No, fue la señora Furlotti.
— ¡Oh! ¿Qué dijo Forte?
— Que qué demonios me proponía hacer si el caso Furlotti estaba cerrado —dijo Rubén desanimado, luego agregó sin darle mucha importancia—. Me dio un reto y una advertencia... nada más.
— ¿Qué advertencia?
— Nada grave.
— Vamos, puedes decírmelo —dijo Lucía alarmada.
— Me dijo que sería muy difícil en estos tiempos encontrar otro trabajo...
— ¡Demonios! —dijo contrariada. Ambos lo sabían, sólo era cuestión de tiempo para que esto pasara pero Lucía no se había dado cuenta de la gravedad del asunto hasta entonces.
Esperó un momento mientras servían la comida. Cuando la moza se fue decidió hablar.
— Mira, Beni, sería mejor que yo siguiera sola...
— ¡Ni se te ocurra! Ahora viene la diversión —la interrumpió sonriendo y luego agregó, más serio—: No te preocupes por mí, sólo son amenazas... Jorge no tiene influencia ni huevos para llevarlas a cabo.
— ¿Seguro?
— Sí.
Continuaron hablando, ya de otros temas menos espinosos, y cuando terminaron el almuerzo se levantaron para ir a la casa de Rubén. Necesitaban algo de intimidad para discutir el caso y el próximo paso a dar.
Al entrar a la casa el hombre la dirigió hacia una habitación ubicada al fondo del lugar y abrió la puerta que mantenía cerrada con llave. Era pequeña, tenía un gran escritorio y un pizarrón frente a él. La pared estaba empapelada de artículos sobre el caso de María.
— Vaya, tu sí que te preparas...
— Está tal cual la dejé el año anterior. Fue mi primer y único caso, comprenderás que estaba un poco obsesionado con él.
Beni se paseaba por la habitación contemplándola como a una hermosa criatura.
— ¿Un poco? —rió Lucía. Luego vio los periódicos... los mismos que encontró en el sótano de su madre junto a uno que otro pequeño artículo nuevo. Todos eran del mismo estilo, atacaban a la familia más que dar nuevas noticias sobre el suceso.
— La prensa se ensañó con ellos, no me sorprende que no quieran hablar...
— ¿Pero, por qué? —dijo Lucía.
— Por miedo... Miedo a que ande suelto un secuestrador de niñas. Prefirieron echarle la culpa a la familia que advertir a la población que un hombre de esa calaña andaba entre ellos.
— Es horrible. Y me imagino que la policía también actuó contra los Furlotti por eso mismo.
— Así fue, hasta que dieron con Héctor Uviña que les resolvió el problema.
— Pero él no pudo ser culpable, al menos no hemos descubierto nada que lo incrimine. Sólo que vivía más o menos cerca de la víctima... Sin embargo, ningún vecino lo vio jamás por aquella calle.
— Mmmm era un agresor sexual que vivía por allí... eso era suficiente para el jefe. No lo sé, Luci, si fue culpable o no... pero yo pensaba entonces igual, no había nada contra Uviña.
— Bueno entonces propongo que hagamos una lista con los sospechosos y los motivos y coartadas que tiene cada uno. Así será más fácil.
Beni asintió con la cabeza y se pusieron a la carga, tomó una tiza y escribió en el pizarrón: Norma Furlotti, Luis Furlotti, Alina Ponce, Leonardo Escoda, Marisa Auger y Pablo Auger.
Lucía le arrebató la tiza y escribió: Josefina Furlotti y Héctor Uviña.
— Pensé que habíamos descartado a Uviña y, francamente, su hermana estaba muy enferma... ¡Hasta tenía fiebre! No creo que le haya hecho daño.
— Nunca des por hecho algo si no tienes evidencia. No tenemos nada contra Uviña... hasta ahora pero luego puede aparecer algo. Josefina pudo fingir que estaba enferma, no fue al médico y sólo tenemos el testimonio de los padres que, de todos modos, no le dieron importancia a su condición. Pudo engañarlos a todos... Ahora veamos los motivos.
— Bueno, admito que no se me había ocurrido... —dijo Beni frunciendo el ceño y agregó—: Empecemos con mamá: Norma Furlotti. ¿Motivos? Lo poco que se me ocurre es débil: una pelea, venganza de "algo", celos.
— Nada de eso me parece verosímil. Aunque cuando la vimos estaba segura de que ocultaba algo... quizás sea algo inocente... pero no sé...
— ¿Qué cosa?
— Quizás deseaba proteger a alguien, en aquel entonces averiguó algo que ahora calla. No me imagino que deseara proteger a su esposo pero ¿y si fuera su hija? ¿Y si desea proteger a su hija?
— Eso es interesante —dijo Rubén, pensativo.
Escribió en la pizarra:
Norma Furlotti:
-Motivos: ninguno verosímil. Quizás cómplice.
-Coartada: Se levanta, desayuna con María y su esposo. En casa queda sola desde las 7.30 hasta las 10. Sale al supermercado, va al cajero a buscar plata, vuelve al supermercado y va a casa entre las 12 y 12.30.
— Supongo que verificaron la coartada.
Beni tomó el expediente del caso.
— Sí, una cámara del supermercado capta al auto de la mujer llegar a las 10.14 minutos y luego salir a las 12. 36 minutos.
— Ella dice que rechazaron su tarjeta y fue caminando al cajero automático, ¿alguna cámara la capta?
— No, ninguna. Sólo al auto.
— ¿Y la cámara del cajero?
Rubén ojeó el informe del caso, suspiró con ira y golpeó el escritorio con los papeles.
— Aquí no dice nada sobre una cámara. Es lógico que un cajero automático tenga una... ¡demonios!
— Entonces anota que hay que verificar la coartada. Sigamos.
Lucía escribió:
Luis Furlotti:
-Motivos: Pelea por su futuro, descubrió el amorío que tenía con su amigo.
-Coartada: Se levantó, desayunó con María y su esposa, la lleva a la escuela y va al trabajo. Llega 7.40. Luego sale del trabajo y vuelve a casa a la 13. 30.
— No parecía saber sobre el amorío de su hija con su socio —apuntó Beni.
— Sí, pero es posible que mienta.
— Bueno, lo dejamos como posibilidad. Y apunto el hecho de que la coartada es débil. Desde las 10 de la mañana, cuando erró en informarnos que Auger había salido, hasta la 13.30 no hay nadie que lo haya visto. Ni siquiera recuerda cuándo volvió su socio y antes afirmaba que estuvo allí... ¿por qué? Es extraño...
— Bueno, sigamos... hay muchos baches en este apunte.
Josefina Furlotti:
-Motivo: Odio, celos.
-Coartada: Estuvo enferma en casa toda la mañana. Durmiendo la mayoría del tiempo. Su madre la observa poco antes de irse y la encuentra en la cama con fiebre al llegar.
— Esta chica ocultaba algo, recuerdo que se volvió agresiva conmigo. Quizás tuvo una pelea con su hermana, luego de retirarse Alina, y se le fue de las manos.
— No lo sé... —titubeó Rubén —. Aunque lo que opinas es posible pero si la mata ¿cómo arrastra el cuerpo y se deshace de él? No tenía muchas fuerzas.
— Pudo hacerlo si su enfermedad fue ficticia. Por las fotos que tenemos de María, era una chica muy menuda.
— Bien... Sigamos...
Alina Ponce:
-Motivos: Celos por Leonardo Escoda. Odio. Venganza.
-Coartada: Estuvo en la escuela hasta que salió con María, tipo 10 de la mañana. Fueron a su casa. Pelearon. Alina salió 10.15, se fue a la parada del colectivo y luego a la biblioteca del colegio, estuvo allí hasta la hora de salida y volvió a casa.
— Bien, con los motivos estoy de acuerdo. Ahora vienen las mentiras: sabemos que Alina salió de la casa de María Furlotti a las 10.15 y hasta que apareció por su casa nadie más la vio. ¿Dónde estuvo? Esa es la gran pregunta.
Leonardo Escoda:
-Motivo: quería deshacerse de ella, violencia doméstica, celos (al descubrir la infidelidad).
-Coartada: Estuvo en la escuela. Aproximadamente a las 10.00 va a entrenar. 10.40 acaba el entrenamiento. Va a la biblioteca del colegio y hace tiempo hasta el horario de salida. Vuelve a casa.
— ¿Violencia doméstica? Puedo asegurar que jamás hubo un indicio de ello —dijo el hombre, frunciendo el ceño.
— Tampoco parece haber descubierto que lo engañaba, pero son hipótesis.
— En cuanto a la coartada... puras mentiras. Desde que finalizó el entrenamiento hasta que volvió a casa nadie lo vio. Excepto el kiosquero que lo ubica cerca de la casa de su novia. Va a ver que presionar a estos dos chicos, para que la verdad salga a la luz.
Pablo Auger:
-Motivo: Iba a arruinar su matrimonio y su trabajo.
-Coartada: Estuvo en el trabajo toda la mañana, desde las 7.30 hasta la 13.30.
— Estoy de acuerdo pero ahora sabemos que a las 10 de la mañana salió y no sabemos la hora en que vuelve, ni a dónde fue.
— Sí, pero prefiero no opinar hasta que hablemos con él —dijo el hombre.
Marisa Auger:
-Motivo: descubrió la infidelidad de su esposo.
-Coartada: Estuvo en el trabajo desde las 7.35 hasta la 13.30 que vuelve a casa.
— La coartada no se puede comprobar y descubrimos que mintió, el jardinero la ve mirando sobre la pared de la casa de los Furlotti esa misma mañana.
— En este punto estamos estancados, Lucí, hasta que no hablemos con ellos. Intuyo que tienen mucho que decir.
Héctor Uviña:
-Motivo: impulso sexual.
-Coartada: Ninguna.
— Otro callejón sin salida —opinó Beni.
— Ahora viene lo mejor: ¿quién estuvo cerca de la casa a la hora crítica? ¡Oportunidades! —dijo Lucía y tomó la tiza.
-Luis F.: No (hasta ahora)
-Norma F.: No (hasta ahora)
-Josefina F.: Sí (aunque poco probable)
-Alina P.: Sí
-Leonardo E.: Sí
-Marisa A.: Sí
-Pablo A.: Sí (aunque no sabemos si estuvo por la casa)
-Héctor U.: Sí (suposición)
—Y eso es todo... estamos atrasados.
Discutieron un tiempo más hasta que se hizo muy tarde y Lucía volvió a casa, acompañada por Rubén. Cuando estaba entrando su madre estaba al teléfono, en ese momento su cara se iluminó y le pasó el tubo. Mientras Lucía hablaba por teléfono, Beni y su madre fueron hasta el comedor en donde estuvieron conversando un rato. Cuando volvió la chica la expresión serena de su rostro había cambiado.
— Los Auger volvieron a la capital y quieren hablar con nosotros...
Rubén la miró, sorprendido.
Aquella noche soñó otra vez con la joven de largo cabello rubio. Estaba en un lugar extraño, lo único que percibía a su alrededor era esa bruma grisácea. No podía decir qué era... quizás humo... quizás vapor. Daba vueltas en ese laberinto iluminado hasta que veía a una mujer rubia a lo lejos, de pie. Al verla se dio la vuelta y sonrió... Lucía despertó sobresaltada. Ya era de día.
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