[06]-Arco I: Bestiarios Parte 2

Advertencia: Lectura para mayores de 18 años en adelante, contiene temas de situaciones de tema erótico y sexual. Lenguaje adulto ofensivo y vulgar. Fanfic no recomendado para gente sensible. Se los voy avisando que la historia tiene temas fuertes.

Recuerden es una historia de Ficción/Erótica/Omegaverse/Humor Negro.

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Capítulo VI: Bestiarios Parte 2

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Domingo 16 de febrero de 1947

Esto podría ser una velada normal y tranquila que tomaría la gente que habita en la residencia, pero en este momento cada quien tenía sus problemas.

Candy termino de cenar rápidamente ganándose la mirada de asombro de los Cipher's y del mismo amo Strange cuando apenas llevaban ni menos de 10 minutos cenando. Había engullido la crema y había dado grandes bocados al bistec antes de tomar un vaso de agua y beberlo con rapidez golpeando su pecho como si fuera ahogarse.

A veces el demonio se preguntaba si su protegida era una chica humana normal, como las otras mujeres. Pero en este mismo momento parecía acabar con su propia vida a base de asfixia por comida.

- - Va morir antes de la ceremonia – Dijo Will preocupado de la forma en que comía sin pausa alguna los alimentos. Estuvo tentado en pararla.

- - Oye ratoncita, no es mejor masticar la comida. Mira así... – Imitando con su boca. – Si no morirás asfixiada e iras a tocar las puertas de allá arriba con los dioses.

En cambio la menor seguía tomando otra hogaza de pan y fruta. Todo lo comía con rapidez sin darse un respiro, hasta que Candy paro y su rostro palideció antes de soltar una tos fuerte y respirar con fuerza.

- - ¡Carajo sucedió! – Dijo Phill levantándose de su silla. - ¡Se va morir!

- - ¡No tenías que mencionar a los de allá arriba! ¡ellos no lo toman a broma! – Corrió Will auxiliarla, pero se detuvo cuando su tío Tad se paró atrás de ella y le dio un buen golpe en la espalda obligándola a bajar el alimento antes de escuchar los sonidos tusivos que se escuchaba en su garganta, tratando de aclararse.

- - Cof, cof, cof – Candy miro al peli malva todo apenada y porque casi se moría ahogada por un pedazo de hogaza de pan, que había comido con rapidez. Iba ser una muerte muy absurda y cómica. – Cof... y-yo...

- - No sé quién te trae correteando o si te han amenazado con matarte sino cenabas bien – Comento. – Deberías tomar las cosas con calma y actuar como una humana civilizada y no como un mono hambriento. – Menciono molesto en su voz. – Odio cuando los humanos hacen estupideces, cuando no están siendo amenazados.

- - Lo siento...

- - No quiero volver a verte de esa manera – Continuo. – La ceremonia de alumbramiento todavía falta en ocho días. No deberías sentirte presionada, lo harás bien. – Pasando una servilleta de tela hacia la menor. – Sera mejor que cenes bien o me veras muy molesto, si vuelves a hacer esa estupidez de comer con tanta prisa como si fueras una gaviota. Olvídate que volveré a cenar en la misma mesa contigo.

- - Lo siento – Dijo bajando la mirada. – Enserio lo siento mucho – Estaba perpleja por lo que sucedió que ni sabía en qué momento se acabado la necesidad de comer. Su vista ya no estaba nublada y su conciencia estaba de regreso, era como si la hubieran poseído. – No quise ser maleducada, solo que... – Su cuerpo ya no era controlado y ahora solo temblaba completamente.

- - Pues te estas comportando como una.

- - Solo está nerviosa la señorita Candy – Dijo Will. - ¿Cierto?

- - Cierto Tío, la ratoncita solo debe estar un poco alterada por el asunto – Comento Phill. – No creo que lo haya hecho a propósito.

Tad regreso a su asiento pero noto que la azabache estaba con la cabeza agachada, la menor se levantó y tomo su plato.

- - He terminado, quisiera retirarme a descansar temprano. – Sintiendo la mirada amatista del mayor con algo de decepción. – Discúlpeme no se volverá a repetir.

- - Señorita Candy – Llamo Tad intentando detenerla al verla caminar directo al umbral de la puerta. – No debería retirarse de esa manera.

- - Enserio estoy cansada – Dijo ella caminando de prisa y tomando el libro que había dejado en la mesa del pasillo. – Discúlpeme.

- - Candy – Llamo nuevamente.

- - ¡Discúlpeme quiero descansar! – Grito con su voz temblorosa, antes de cubrir su boca con las manos. - ¡Lo siento!

Phill y Will no quisieron decir nada ante el silencio incomodo, pero Bill estaba con una expresión de pocos amigos cuando noto que la doncella estaba leyendo los libros que le dijo.

- - ¿Estará molesta? – Pregunto Will. – Es la primera vez que la veo así.

- - Es porque no tenemos mucho conviviendo con una doncella. – Dijo Phill. – Ni siquiera sabemos que es lo que piensa, mientras más se cierre con nosotros menos será fácil relacionarnos.

- - Es porque ustedes no pueden leer la mente.

- - Y tú sí – Frunciendo el ceño el pelirrojo. – Maldito presumido. – Gruño molesto por la actitud de su hermano. - Deberías avisarle a Tad antes de que abra la boca. – Se quejó. – De seguro estará llorando.

- - Debería disculparme... - Apretando un puño. – Puede que si este molesta o piense otra cosa.

- - Déjala tío, necesita privacidad, y si no mal recuerdo tiene tu flor en su puerta – Dijo Bill tomando una copa de vino. – Solo quiere descansar y no vernos un rato.

- - ¿Sabes la razón de su comportamiento? – Pregunto.

- - Supongo que tiene que ver con el papel que cumplirá durante el alumbramiento de la bruja, dime le has mencionado que pasara con el recién nacido – Menciono el rubio. – No es algo agradable esa ceremonia.

- - No.

- - Entonces sería mejor que te prepararas si llegara a molestarse enserio contigo. – Comento Bill. – No todas las humanas están acostumbradas a cargar un...

- - ¡Bill! – Le llamo Will molesto por su hermano. – Cállate un momento, tampoco me gusta que lo menciones.

- - Cierto, no tienes el derecho de decir eso – Gruño Phill. – Ella apenas...

- - Solo tiene catorce años, por favor Phill guárdate ese pensamiento tuyo – Viendo a su hermano mayor ladear el rostro. – Las doncellas deben aprender a lo que se enfrentan, no sabemos cuándo caemos en lazo y ni mucho menos sabemos que tan preparadas están para afrontar estas situaciones.

- - No son algo delicado que debas tratar con pinzas y algodón – Menciono Bill, mientras tomaba un sorbo de vino.

- - No es eso – Dijo Will.

- - Tú también debes estar atento al procedimiento hermanito, no te encariñes con el producto. – Aclaro Bill.

- - Podríamos no hablar de eso – Dijo Phill con un semblante serio. – A nadie le gusta lo que sucede en la ceremonia de alumbramiento.

- - Por eso Tad debe estar presente, fue su concubina con la que se metió antes de la llegada de la señorita Chiu – Dijo el rubio tomando un trago más de su vino y seguir sirviéndose. – Escuche que el celo fue fuerte, tío.

- - Me hare cargo del asunto. – Dando una mirada enfurecida.

- - Ella va estar molesta – Hablo Bill con una sonrisa cínica. – No has hablado mucho de este tema con la señorita Chiu, ni las brujas tampoco le han explicado sobre las concubinas.

- - No deberías beber hasta tarde Bill – Dando una mirada directa a su sobrino. – Sueltas mucha información.

- - ¿Eso crees? – Soltando una risa baja. – Yo solo digo lo que escucho en sus pensamientos.

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La pequeña niña estaba apenada por la acción que realizo a la hora de la cena, pero no era su intención comer muy rápido. Era como si los alimentos la hubieran embrujado y la hubieran motivado a comer grandes cantidades de alimentos, la cena fue preparada por Catherine pero antes de que la bruja se retirada se fue riendo y dejando sus intenciones muy claras en ella de lastimarla.

Si Candy no se hubiera dado cuenta que la comida estaba hechizada, tal vez seguiría repitiendo plato tras plato y tras plato. Fue un alivio que Tad la tocara y le diera esa palmada fuerte en su espalda, la hizo despertar del ensueño de la comida.

Una vez Pyronica le dijo que tuviera cuidado con Catherine le gustaba hechizar la comida y provocar accidentes muy graves en la residencia. Los demonios no se darían cuenta porque les afecta en lo mínimo sus hechizos, pero un humano es muy débil. No todas las doncellas viven para contarlo.

- - Decirle al señor Tad y a los señores Cipher que la comida estaba embrujada, ellos no me creerían – Dijo ella agobiada por la vergüenza. – Trágame tierra.

- - Solo por hoy... solo por hoy perdóneme, señor Strange. No quise comportarme como un animal hambriento.

Ella ahora en la comodidad de la habitación asignada siguió con su lectura y los estudios del alumbramiento, empapándose todo acerca de la maternidad y los cuidados de un recién nacido.

- - Las brujas pueden tener todo tipo de caderas y pelvis – Dijo la azabache.- Hay ginecoide; que su pelvis es de diámetro anterior y es sensible igual que el transversal. Ideal para las mujeres que tienen mayor propensa a parir sin problema alguno. También está el androide; que el diámetro anteroposterior es más amplio y tiende una forma triangular en la pubis e isquion.

Dando vuelta a la hoja vio otros dos dibujos de los huesos de la pelvis.

- - También está el antropoide; aquí el diámetro anteroposterior es excesivamente largo, en tanto al diámetro transversal es muy estrecho. – Analizando un poco la información. – Puede tenerlo por parto pero... complicaría en la salida del cuerpo y provocaría asfixia en la cabeza del bebé. – Luego vio un dibujo de la última pelvis. – Platipeloide; es muy reducido en el anteroposterior pero muy alargado en el diámetro transversal. No recomendado en mujeres para parir, aplicar la cesárea en caso de complicaciones.

- - ¿Cómo será la señorita bruja? – Se imaginó a una bruja con voluptuosas caderas y un cuerpo de pera. – Haruko no me dijo como era, y Will no la conoce mucho.

Paso horas y horas de lectura médica y cuidados durante el momento de expulsión, hasta las complicaciones que se tendría si se hiciera una cesárea.

Se recostó en su cama y alzo la mirada al techo, claramente no estaba lista para este tipo de eventos. A veces extrañaba su tiempo libre, cuando solo miraba caricaturas en la televisión, leía novelas romántica y de aventura, y escuchaba música junto a sus padres. Los días de añoranza y sueño se terminaron en cuanto se creó ese siniestro.

Ella ladeo la mirada y su vista se posó en el libro. La curiosidad le gano, quería saber más de Tad y los Cipher's.

Necesitaba saberlo y entenderlo, no puede quedarse así ignorándolo y haciendo de la vista gorda. ¿Cuál él es papel de una doncella de flores?

El séptimo hijo de Elisa, nació prematuro y dejo a su madre en mal estado de salud. Un pequeño chico de piel traslucida y ojos con heterocromía. Baël quien apareció el día de su nacimiento, tenía los deseos de eliminarlo, dada a que el bebé era una amenaza y no tendría oportunidad de vivir como sus hermanos. Seria juzgado por la humanidad. La mujer no quería dejar ir a su recién nacido, lo protegió y rogo por su vida. Pero dicen que el destino es cruel, cuando no es tú esposo el que decide ponerle fin a su vida.

Evans era el séptimo hijo, apenas tenía un año vida cuando acabo con todo un pueblo. Él era la combinación de todos sus hijos, un demonio tocado por el más alto duque del infierno a lo que comento Baël. Presentarse dos demonios en una noche de alumbramiento significa que es un ser no destinado a prosperar en Assiah. El niño es astuto y puede predecir el futuro, tanto puede escapar del cruel destino y jugar como se le plazca la vida de la gente. No hay una bestia definida, al ser hibrido de humano y demonio, su bestiario puede ser lo que sea.

Elisa vivió lo suficiente para proteger a sus siete hijos, pero la muerte no perdona. La enfermedad que padecía de pequeña; un síndrome febril fue su ataúd. Sus hijos; Matthaeus, Randall Lucitor, Remi, Ray, Amari, Isri y Thomas. Fueron los únicos hijos que caminaron solos por Assiah, sin presencia de su padre.

Candy hojeo las demás páginas pero solo venían lugares, escondites y elección de ciudades donde acentuarían las brujas. Su próximo aquelarre, reunión y como acercarse a ellas.

- - No hay más – Cerrando el libro enorme. – Solo es... actividades de wicca.

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La semana se fue volando y cuando menos lo creía, la fecha para el alumbramiento estaba a menos de quince horas.

Candy termino de leer la historia de Elisa y Baël, no hablaba muchos de sus hijos que sucedieron con ellos o como sobrevivieron ya que la lectura siguiente eran canciones y más cuentos y relatos con el diablo. Fue a regresar el libro a la biblioteca. Se había saltado la cena, a pesar de que Phill le pidió que tomara una pequeña merienda.

Había atardecido lo suficiente para cubrir los pasillos de oscuridad. Por suerte tenía un porta vela, no quería encender las luces y alarmar a todos en la mansión. Dejo el libro en su lugar y espero un momento, los nervios la carcomían.

Tomo el siguiente libro con la portada de una semilla, no era tan grueso y no tenía una extensión como el primero pero de algo si podía ver era el crecimiento de un demonio. Era muy delgado, hasta parecía que solo terminaría en una hora. Decidió tomar el siguiente de una vez y llevarlo a la habitación.

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La menor iba caminando por el pasillo con los libros en manos, lista para leer lo siguiente. La curiosidad jamás fue tan grande. Llegando iría para colocarse su pijama y adentrarse a la cama, pero sus pensamientos cayeron cuando se encontró al peli malva que estaba saliendo del despacho de Haruko. Su cabello era un revuelto de mechones lilas y morados, su flequillo no estaba y se podía apreciar sus ojos amatistas con la pupila de carnero. Rectangulares y dilatados. Candy iba a pasar por un lado y seguir, no era su asunto, Mónica una vez la regaño por tener a Tad mucho tiempo en el pasillo.

Dio unos cuantos pasos a lado de Strange, hasta que fue llamada por el amo.

- - Señorita Candy – Llamo Tad obteniendo la atención de la menor y viendo que ladeaba el rostro. - ¿Puedo hablar con usted? O más bien, me concedería minutos de su tiempo.

- - La señora Mónica me ha dicho que me alejara – Recordando el regaño de la bruja. – No hay flores en el pasillo.

- - Mónica no está, lo más seguro es que fue a ver a la chica que atenderemos mañana. Y sobre Myrtle, bueno ella ya debe haberse dormido, suele tener el sueño muy profundo.

- - ¿Entonces podemos hablar? – Pregunto Candy un tanto nerviosa. - ¿Es seguro?

- - Solo un poco – Indicándole que lo siguiera. – ¿Te gusta el té? – Viendo a la chica asentir. – Bien, porque prepare un poco a escondidas.

Candy siguió a Tad con sumo cuidado evitando no hacer tanto ruido, fueron bajando las escaleras pero antes de que ella tocara el último escalón fue levantada, alejándola unos metros del piso evitando que tocara el escalón.

- - Es muy ruidoso ese último escalón.

- - S-Señor Tad... - Sintiendo sus mejillas ruborizarse. – Debería bajarme estoy pesada. – Temblando de los nervios.

- - Tonterías – Soltando una risa suave. – Estás tan delgada como una pluma, hasta miedo tengo de quebrarte pequeña.

- - Ven vamos al estudio.

Tomo su mano con delicadeza guiándola por el pasillo antes de adentrarse a uno de los estudios que tenía desocupado, la sentó en un sofá rojo mientras se retiraba por el té.

La pequeña adolescente se quedó admirando el lugar viendo los cuadros de los paisajes sobre el escritorio que estaba en medio con el enorme ventanal, una mesa de café que estaba enfrente del sofá y una pequeña estantería donde seguramente guardaba documentos y libros de registro. No era una habitación tan grande como las otras áreas de la residencia. Pero de seguro ahí llevaba la mitad del tiempo en gestionar asuntos administrativos y cosas del trabajo.

- - Esta habitación... no me habían dejado entrar.

- - Usualmente no traigo a los invitados aquí, solo clientes importantes del trabajo – Aclaro el peli malva al ingresar con la charola de té. – Es un área poco atractiva de la residencia. Sabes hasta la odio, no es lo suficientemente cómoda.

- - Pero es bueno para aislarse un poco de las distracciones.

- - En eso tienes razón, si te fijas la ventana no da a los jardines y casi hay pocos libros para distraerse. – Comento. – Administrar una finca o una residencia en estas áreas es difícil.

- - ¿Por qué traerme aquí?

- - Es una habitación insonora – Cerrando la puerta. – No sale ni un sonido, no entra uno de afuera y tampoco no nos escucharían.

- - Siéntete en libertad de hablar, señorita Chiu – Acercándose para hablar con ella. – Usted ha dominado mucho el arte de murmurar en los pasillos o tener cuidado de hablar enfrente de las brujas, me he dado cuenta en estos dos meses.

- - Bueno... yo – Enrojeciendo de sus mejillas. – No los conozco mucho, así que tengo cuidado de preguntar.

- - Tampoco fui bueno en explicarte muchas cosas antes de traerte a la residencia – Extendiéndole una taza a la azabache.

- - Gracias...

- - No soy muy bueno preparando el té, pero espero no habértelo endulzado demasiado... suelo usar mucha miel. – Viendo a la chica beberlo.

- - ¡Sabe delicioso! – Dando otro trago. – Es té de limón real.

- - Si – Dando una mirada amatista. - ¿Cómo va en el estudio? Ha logrado dominar una parte de la información de mañana.

- - Bien, no me quejo he leído los libros de maternidad y de instrumentación quirúrgica, en caso de que el señor Will haga una cesárea.

- - Dudo mucho que lo haga – Dijo Tad. – ¿Solo eso has leído?

- - Mmh... hace poco leí un libro que hablaba un poco de ustedes.

- - ¿Un libro? – Pregunto.

- - Sí, algo de bestiarios – Continuo. – Pero tengo entendido a lo que he leído, ustedes son creados por un contrato con un demonio.

- - Sí, somos creados por un trato. – Cambiando la pupilas de sus ojos. – Continua, ¿Qué más leíste?

- - ¡Oh! la historia de Baël y Elisa y como tuvieron siete hijos, cada quien un bestiario diferente con habilidades únicas. – Viendo que Tad le servía más té. – Gracias.

- - Entonces sabes que los lobos son poco comunes.

- - Sí, pero aún no se... ¿Cómo ustedes pueden tener una mezcla de ambos?

- - Eso significa que no has terminado de leer casi todos los libros – Musito Tad dando una mirada escrupulosa a la adolescente. – Interesante.

- - Señor Tad ¿Por qué todos están nerviosos en el alumbramiento de la bruja? – Pregunto Candy. – El señor Will no lo he visto dormir en días y casi se la vive en la biblioteca, pero no tiene una pizca de ojeras.

- - Will tiene su ritmo de descanso intermitente. Solo le basta una hora para reponerse.

- - ¿Por qué el señor Phill se pone todo temeroso?

- - Nunca fue su agrado el asunto del nacimiento de las brujas. Odia esta ceremonia con toda su alma. – Tarareando levemente. – Recuérdame comprar pastel de chocolate alemán, una torta entera para él.

- - Eso es mucho – Soltando una leve risa.

- - ¿Es bonita la ceremonia?

- - No tanto – Dijo Tad. – Señorita Candy... ¿ama la vida?

- - Pues... sí, me gusta la vida. Aunque haya sido cruel conmigo. – Menciono. – Pienso que cada quien tiene un destino para esa vida. Así que si me gusta la vida.

- - Sera una buena matrona – Colocando una mano en su cabeza.

- - Sí – Soltando una sonrisa risueña antes de acercarse la taza de té.

- - Oh ya es suficiente té, por esta noche – Cubriendo su boca evitando que bebiera más. – No quisiera que soltaras más.

- - ¿Por qué? – Se extrañó la menor. – Sabe delicioso.

- - Sí, pero no más té – Retirándole la taza.

- - Señor Tad ¿está nervioso por mañana?

- - Sí... algo – Respondió. – Pero no es la primera ceremonia que hacemos. Lo sabrás mañana.

- - Debo irme a dormir – Frotándose los ojos. – Haruko me dijo que no me desvelara.

- - Te llevare a tu habitación.

- - No – Deteniéndolo. – No puedes caminar hasta mi habitación. – Mostrando una leve sonrisita. – La flor de estrella de belén está haciendo guardia.

La chica se levantó un poco tambaleante y camino hasta la puerta saliendo no sin antes decirle al mayor un mensaje.

- - Señor Tad, buenas noches que descanse.

- - Buenas noches... señorita Candy.

Tad por primera vez sentía sus mejillas arde ante aquella frase, puesto que pudo identificar por el sonido de su voz y su estado que no lo decía de forma temerosa, todo era sincero.

Volvió a ver la taza de té que estaba bebiendo Candy antes de ver que había bebido casi la mitad del líquido de la segunda taza.

- - Lo siento pequeña, pero necesitaba saber – Recordando que había pedido a Sarah que hechizara el té. – Aun no sabe muy bien de su papel.

Candy apenas llego a su habitación cansada y con los libros pesándole, no tuvo tiempo de colocarse la pijama antes de caer en el piso de su cuarto y quedarse profundamente dormida.

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- - Candy, Candy – Una voz la llamo.

- - ¡Candy! – Le llamo nuevamente.

La chica sentía pesada las manos y su cuerpo estaba frío, las tres brujas estaban dentro de su habitación intentando despertarla. Myrtle le daba pequeñas cachetadas, mientras que Sarah le arrojaba agua fría sobre su rostro. Cuando recobro el conocimiento, pego un pequeño salto cayendo de bruces adelante sobre la alfombra.

- - ¡Ouch! – Sobándose su nariz.

- - No hay tiempo de dormir, muchachita – Acentuando un golpe en su espalda. – Es hoy.

Mónica se quedó mirando a Candy, quien esta se encontraba perpleja por la actitud y el enfurecimiento de la bruja mayor.

- - No hay tiempo para castigos, necesitamos arreglarnos para este evento. – Suspiro. – El día no está a nuestro favor, en cuanto oscurezca entraremos en terreno sagrado.

- - Hoy usaras esto – Dijo Myrtle enseñando un vestido oscuro cerrado en totalidad y unos botines oscuros. – Por favor hazte una trenza francesa y ata estas azucenas blancas en tú cabello.

El grupo espero a que la chica se cambiara presente. Su cuerpo temblaba ante las miradas y sus manos tocaron con miedo su ropa. No podía creer que las brujas esperaban pacientemente a que se cambiara.

- - ¿Puedo tener algo de privacidad?

- - Como la que tuviste con el amo Strange anoche – Dijo Mónica. Viendo el rostro palidecido de la chica. – Oh claro que la tendrás, cuando regresemos de este evento.

- - Lo siento – Se disculpó ante la bruja.

- - Te hemos dicho que no te quedes a solas con él. – Posando sus ojos en el cuerpo blancuzco lleno de pequeños lunares en su escote. – No sabes nada del ritual de hoy, el señor Strange no está a gusto consigo mismo y para que tú vayas a serle compañía, no es justo. – Viendo la herida cicatrizante que quedo en su muslo.

Candy paso las media por sus piernas y las acomodo lo suficiente en su cintura. Fue una suerte que no se pusiera la pijama anoche, o tendría que pasar la vergüenza de colocarse el sostén frente a las mujeres. Su pequeño pecho de doble AA no alcanzaría llenar el brasier. Fuera de la envidia, no puede evitar ver los escotes de las brujas, bien proporcionadas y con un busto envidiable.

En cuanto se colocó el vestido sencillo de manga larga, sintió las manos frías de Sarah cerrarle el cierre y ocultarlo con la tela.

- - Gracias – Le agradeció, pero la mirada triste de Sarah, le daba indicar que no tenía el mejor humor de siempre.

Continúo con su arreglo frente al tocador para cepillar su cabello azabache, eliminando los nudos con sumo cuidado para empezar a trenzar desde la coronilla de su cabeza hasta empezar añadir el tallo de las azucenas.

Mónica se miraba las manos apretando y abriendo, sentía la sensación húmeda ante la tensión del momento. Era uno de esos días en que desearía destripar un cerdo o desollar gallinas, mientras las despelleja y guarda su carne para los siguientes días en el congelador.

Acomodo su vestido antes de levantarse y sacudir los hilos que pudieran caer. Camino centrándose en la habitación antes de ver a las chicas y carraspear su garganta.

- - Hoy es un día en que no debemos estar separadas. – Hablo Sarah, viendo a sus hermanas de aquelarre. – No importa el juramento, quien es nuestro señor devoto o si servimos a una doncella. La hermandad de Irlanda no las dejara solas en este día, no señor. – Embozando una media sonrisa de sus labios rojos. – Como bruja celtica no las dejare solas, lo juro por Madam Alice Kyteler.

- - Papa Legba no las dejara a su suerte mis niñas, se los aseguro por Satán que solas no caminaran a la hora de la noche – Menciono Mónica. – La hermandad de nueva Orleans jamás los dejara.

- - Solo falta Catherine – Dijo Myrtle. Su mirada reflejaba miedo ante las amenazas del exterior y lo que harían esta noche.

- - No confió en las brujas oscuras como ella. – Menciono Sarah con los brazos cruzados. – Ha estado ausente en nuestras reuniones, no le creo nada que el señor Cipher tenga bajo sus defensas.

- - ¿El señor Cipher?

- - Bill... Cipher – Aclaro Mónica. – A estado últimamente malo de salud, casi no come y es recio a tomar sus medicinas. Prefiere la compañía de Catherine a participar en esto.

- - Mas su presencia es necesaria. – Haciendo un gesto de pocos amigos la mujer robusta.

En cuanto caminaron fuera de la habitación se encontraron abajo en la primera planta a los amos. Candy caminaba con algo de dificultad con los tacones del botín y el vestido alargado. Tad extendió una mano hacia ella para ayudarla a bajar los últimos escalones y atraerla al grupo.

- - Este día no te separas de nosotros – Dijo Phill dejando mostrar su verdadera apariencia. Ojos elípticos y afilados, su cabello era una masa pelirroja llamativa. El traje oscuro cerrado con emblema triangular en dorado llamaba la atención.

- - Señor Phill – Viendo sus ojos carmín grisáceo.

- - Señorita Candy, haga lo que haga no se separe de nosotros. – Dijo Will. – Un consejo no comas nada de lo que te ofrezcan las brujas. – Se acercó susurrando. – Todo es hechizado.

- - Will, Phill, no la molesten – Dijo Tad. – La asustaran con esta ceremonia.

- - Claro que no la asustaremos – Hablo el rubio quien tenía su orbe bien abierto mostrando su pupila afilada. – Aquí nos daremos cuenta, que tanto soportará la mocosa y si saldrá corriendo.

- - Descuide señor Bill, en mi familia ya hemos visto partos – Menciono Candy. – Pero estudie muy bien, por si Will ocupa asistente quirúrgica.

Phill, Will y Tad no dudaron en soltar una risa al igual que las brujas, al ver como la menor le regreso su comentario hiriente al demonio.

- - No hay nada malo para animar el ambiente, antes de este trágico día. – Dijo Bill, tomando su abrigo.

- - Un bebe no es sinónimo de triste o desgracia – Dijo Candy. – Mis padres decían que es felicidad cuando llega.

Todos se dieron una mirada discreta dirigida a Tad, a lo cual Haruko solo atino a reír con malicia desde el pasillo.

- - Como me hubiera gustado estar ahí – Dijo la mujer llevando su taza de café. – Les deseo suerte.

- - ¿Ella no viene? – Pregunto al grupo.

- - Haruko no es bruja como nosotras. – Menciono Sarah.

- - Una bruja verde no se le involucra – Aclaro Mónica.

En cuanto entro la mujer de cabello café claro y rizos a la mansión, abrió las puertas dando indicar al grupo que entrara a los autos. Candy estaba nerviosa ya que tomaría una limosina con los cuatro miembros de la familia Cipher y Strange. Era la primera vez que estaría sola en un viaje con ellos. El ambiente era helado para estar a mediados del mes de febrero.

Ella no dudo en colocar una mano sobre la ventana y tocar el vidrio frío y húmedo. Es una suerte que llevara un abrigo encima. Sus ojos vieron el paisaje de la residencia cubierto de nieve en la vegetación y el panorama vasto de nieve y escarcha.

En cuanto entraron a las calles de la ciudad, Candy no pudo contener la emoción de recordar las calles llenas de gente que se encaminaba a sus trabajos o escuelas. Se preguntó muchas veces... ¿alguien de su salón de grupo se acordara de ella? cuando lo perdió todo, no recibió respuesta alguna o sus mismos compañeros no se tomaron la molestia de investigar los alrededores por donde vivía. Lo sabe, ella estuvo con la esperanza casi un año en espera vagando por las calles.

El recuerdo de comer comida caducada o arrebatada de los mismos indigentes que perecieron en el orden de restauración de la final de la guerra. Los días helados, los dolores de estómagos y las fiebres contantes. A veces se preguntaba Candy, ¿Cómo pudo sobrevivir en un año? El dolor en sus pies y los escases de ropa, la escaza higiene a la limitación de productos, el poco dinero y un lugar donde dormir.

Bill dio una mirada a la azabache, no es agradable leer sus pensamientos, pero Candy Chiu es un maldito libro abierto que no se calla ni un segundo. Pero tampoco no la culpa, lo que vivió en las calles, no es ni la mitad del infierno. Muchos anhelan esa libertad y conoce muchas brujas que hubieran preferido eso, a que continuaran sirviéndoles.

- - Tú ya no sigues ahí – Menciono, sacándola de sus pensamientos a la chica.

Es cuando la menor se dio cuenta de lo que estaba pasando. Ella se alejó de la ventana y se sonrojo de vergüenza, de tan solo pensar que Bill había escuchado sus pensamientos en la mitad del viaje.

- - Eso lo sé – Respondió.

- - Entonces deja de mirar la ventana como perrito abandonado.

- - ¡Bill! – Le regaño Phill.

- - Ya no sigues vagando en las calles, eres ahora la doncella de las flores, la doncella de Tad – Aclaro el rubio. – Lo que haya pasado, tómalo como obra del destino o desgracia, no sabemos si eras feliz en calles o era pura mendicidad y pena. Pero de algo te aseguramos... tómalo como la segunda vida, y trata de vivir.

- - Tú no puedes decir nada agradable – Apretando un puño el pelirrojo. – Tad, di algo.

- - No, tiene razón Bill. – Dijo Tad. – Desconozco si Chiu era feliz o solo miserable, solo se, que ese día te lleve sin consultarte a decisión tuya.

- - Son unos... - Gruño molesto el Cipher.

- - Ya cálmate Phill – Dando unas palmaditas a su hermano.

- - Señor Phill – Hablo Candy dando una sonrisa. – No se moleste, es mi culpa por dar esos pensamientos y mostrar estos sentimientos.

- - Pero...

- - Aparte – Dando una mirada molesta a Bill. – Es de mala educación espiar, si quiere hablar solo hágalo.

- - Sí, la calle fue horrible, usted lo vio y lo sabe – Dijo. – Y no sé, si lo que hizo el señor Tad fue lo correcto o impropio. Diría que ambas, pero de algo es que aseguro.... Que le debo mi gratitud.

- - Candy.

- - Sí el señor Tad, no hubiera estado esa noche cerca de la avenida. Hubiera muerto a los dos días – Menciono. – La señorita Haruko encontró muchos problemas de salud míos, magia negra o blanca la que uso, solo sé que se me dio un día más de vida. El resto sería mi batalla.

- - No los conozco, pero aprenderé de ustedes – Dando una mirada determinada. – Así que señor Bill, no tenga esa actitud. Porque si un día conoce a una chica de interés, será difícil acercarse. Se lo aseguro, leyéndole los pensamientos no conseguirá lo que quiere.

- - ¿Por qué piensas que haré todo lo que desee? – Dijo el rubio. – Que tal si no quiero una doncella de las flores. Es una tradición en mi familia muy molesta.

- - No sabes a donde vamos – Aclaro. - Pero descuida, hoy veré si puedes resistir esto, si veo que no huyes. Es porque tomas el papel muy enserio.

- - ¿Cuál es tú problema? – Dijo Candy casi discutiendo.

- - El problema es que odio esto – Dijo Bill. – Odio este estúpido evento.

- - Es el nacimiento de un bebé – Continuo la chica. – Una vida, ¿acaso odias a los bebés?

- - ¡No! – Alzo la voz molesto. – Es un bebé, es un bebé... no lo odio... jamás lo odiaría.

- - Bill – Sintiendo la mano de Will y la mirada triste de Phill. – No.

- - Carajo – Musito el rubio ladeando el rostro.

Candy pudo ver por unos segundos unas lágrimas perdidas caer en el orbe del rubio. Hay algo que ocultan pero no le dirán en este momento.

- - Bueno si ya acabaron – Hablo Tad soltando un suspiro. – Ya no les dejare libremente hablar. – Viendo que empezaban a salir fuera de la ciudad y entrar a un terreno diferente por las calles. – En cuarenta y cinco minutos llegaremos a la residencia oculta. Procuren tomar bien sus papeles.

- - ¿Will podrás con esto? – Pregunto Phill.

- - Espero – Carraspeando su garganta. – Estoy de acuerdo con Bill, odio esto.

- - Señorita Candy – Llamo Tad.

- - ¿Sí?

- - Por favor, durante el evento no trate de huir. No puedo asegurar si la perseguirán o no, pero intente contener las ansias de detener o escapar de esto. – Aclaro. – Cuando acabe y regresemos a la residencia. Podrá correr u ocultarse, le dejare expresarse, pero no abandonara su posición como doncella de flores.

- - ¿Entendido?

- - Sí – Afirmo nuevamente.

Continuo revisando la ventana antes de darse cuenta que el día se volvió de noche y un terreno semi árido con pocos árboles y escasa nieve rodeaba el camino.

- - Entramos a la mitad del inframundo – Dijo Tad. – A partir de aquí no te separes de nosotros.

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