[01]-Arco I: Bajo mi protección
Advertencia: Lectura para mayores de 18 años en adelante, contiene temas de situaciones de tema erótico y sexual. Lenguaje adulto ofensivo y vulgar. Fanfic no recomendado para gente sensible. Se los voy avisando que la historia tiene temas fuertes.
Recuerden es una historia de Ficción/Erótica/Omegaverse/Humor Negro.
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Capítulo I: Bajo mi protección
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"Este lugar parece... prácticamente un palacio"
La pequeña caminaba detrás de la pareja viendo la estructura de la residencia. Tenía toques de construcción firme con fachada de piedra laja gris, columnas que sostenían el segundo piso y los balcones. Ventanales enormes y largos que daban un toque elegante y discreto a la morada. Y un portón del doble de tamaño hecho con madera de fresno con la chapa de hierro. No era una residencia normal, era grande y parecía un palacio en su interior, comparado a lo de afuera, que podía calcularse desde lo lejos que era un lugar para que habitara más de 20 gentes, incluyendo las casas pequeñas que estaban enseguida que podrían ser los cuartos de servicio de las sirvientas que habitaban en la vivienda.
El sujeto elegante hablaba sin parar señalando la composición y estructura de la mansión, a la menor. Pero para mala suerte de la adolescente, se estaba cayendo de sueño y cansancio. Y es que una semana sin dormir y sin poder comer bien, la traían sus defensas a modo de estado débil, muy débil.
- Necesitamos curar esas heridas que tienes y darte un buen baño. – Menciono el hombre mientras caminaba a paso alegre y calmado, moviendo su bastón por aquí y por allá señalando los pasillos. – Myrtle te enseñara donde queda el baño de ingreso, luego pasaras a enfermería que es el cuarto del ala oeste y te presentaras a...
Una mujer alta de un metro setenta y cinco se paró frente al grupo junto a las demás sirvientas que iban encapuchadas y con antifaz. Tad se detuvo a unos 20 cm de la señora con un semblante nervioso.
- Mónica – Hablo para referirse a la mujer robusta y de expresión llena de furia en su rostro.
- Señor Strange, que bueno que lo encuentro. – Dijo con una voz gangosa y ronca. – He pasado las últimas 17 horas preparando la velada de esta noche, ni una de sus ratas mensajeras. – Soltando un breve suspiro antes de mirar detrás de Myrtle y Tad. - ¿Y ella? espero que sea un sacrificio para Papa Legba.
- Mi querida y estimada Mónica Smith. – Aclaro el de cabello malva antes de colocar una sonrisa agradable. – Lamento si mi hurón no apareció en ese lapso de que saldría con su hija, por unos asuntos de suma importancia. – Acercándose a Myrtle para tomarla de los hombros. – Pero tú hija me prometió que me llevaría a la ciudad más cercana para elegir mi regalo.
- Le juro que no hice trato con él. – Hablo Myrtle nerviosa de ver a su madre con esos ojos de mirada acusadora de águila.
- Sobre la chica... - Dijo Tad. – No, no es para Papa Legba. – Soltando un bufido de nerviosismo. – En realidad la chica que elegí, no está dispuesta... es más se echó a perder. – Acercándose a la mujer para susurrarle. – Estaba impura, la vi con un humano.
- ¿Y qué tiene que ver que traigas a una vagabunda? – Hablo Mónica soltando un suspiro de molestia. – Sabes que odio a los niños, más si Papa Legba espera el pago de esta noche.
- Oh sí, ella no es un niño. – Menciono el hombre acercándose a la chica para tomar la parte de su pantalón listo para bajarlo. – En realidad es... - Una mano aterrizo en su rostro golpeándolo.
- ¡Ja!, es una niña. – Dijo Mónica burlándose de la cachetada que recibió Tad.
- Oye eso dolió. – Se quejó Tad hacia la pequeña.
- ¡Me iba a bajar el pantalón otra vez! – Alzo la voz Candy.
- Ya vi que para ser callejera tiene agallas. – Se acercó la mujer, chasqueando los dedos y viendo como una de las sirvientas encapuchadas traía un banquillo de madera. – Siéntate. – Arrancando un cabello de la menor.
- ¡Ouch! – Sobandose la cabeza. Observo como la mujer lo colocaba el cabello sobre un muñequillo de arcilla. - ¿Qué es eso?
- ¡Sentada! – Le hablo en tono firme, obligando a la menor sentarse.
- Trátala con cuidado, Mónica. – Hablo Tad preocupado de que lastimara a la joven.
- Tú cierra el hocico lobo. – Hablo la mujer.
- Mónica es mi propiedad y mis reglas, recuerda el trato.
- Sí, sí, sí... ándate a lamer las pelotas. – Observando a Tad ofendido. – Anda ve a quejarte con mi jefe, pero yo no expondré a mis chicas a enfermarse de una rata como ella. – Dijo en tono ofensivo. – No eres americana. – Caminando alrededor de la joven. – Muy delgaducha y de seguro está muy enferma, con muchos problemas que podrían matarla en dos días.
- La encontramos en un callejón de la avenida. – Aclaro Myrtle mirando con desprecio a Candy. – Yo sugerí matarla, pero el señor Strange dijo que la quería.
- ¡No me digas! – Colocando una sonrisa sarcástica. - ¿Qué no estas conforme con las ratas que tienes?
- Son hurones y son nobles y limpios, mujer. – Dando un leve golpe con su bastón para invocar a uno... pero este no apareció. - ¿Y Draco?
- Es uno de los platillos de esta cena.
- ¡Mataste a Draco! – Gruño molesto.
- Oye, te tardaste para las ofrendas de Papa Legba. – Dijo la mujer. – Puedes conseguir otra rata albina.
- Por Satanas, Mónica... no podías tomar una gallina o un cordero. – Masajeándose el puente de la nariz. – Maldición era mi mascota.
Mónica giro los ojos de un lado y fijo su vista en la mejor, llegando a examinarla de pies a cabeza, ordenándole a la chica varios movimientos en sus brazos. Desde alzarlos hasta hacer una prueba de esfuerzo en apretar sus palmas.
- ¿Qué edad tienes? – Hablo la mujer enorme de masa corpulenta y que debía pesar alrededor de 120 kilos. Llevaba su vestido negro al porte como las demás sirvientas de la casa, solo con la diferencia que llevaba un collar de un diente canino. – Eres muy pequeña.
- Tengo 13 años. – Menciono la chica un poco avergonzada de que la mujer la tuviera sentada a la vista de las demás sirvientas y la obligara hacer esos movimientos de forma involuntaria.
- Muy joven. – Se giró al sujeto de cabello malva, que mantenía su porte caballeroso y un semblante entre neutro y enfurecido. – Bueno tú hurón dijo: que traerías a una chica de 18 años con buen prestigio y un talento innato. ¿Qué no ibas a traer a la hija del pastelero?
- Mmm... te dije que era impura, la chica me arrojo un poco de agua bendita como saludo. – Aclaro el hombre soltando una risa. – Mira tuve un poco de mala suerte en la noche, antes de la víspera. Vamos deja a la dama subir junto con Myrtle.
- Llevo tiempo sirviendo a la familia Strange. – Cruzándose de brazos. – Que me traigas a una humana debilucha y patética, y además indigente. Es una burla para tus padres, señor Tad. – Retiro el cabello mientras deshacía el muñeco de arcilla, liberando a Candy de su control vudú. – Señor Tad, quieres asumir tus responsabilidades como cabeza, pero ni sabes cría a la generación de tus estúpidos sobrinos. – Señalando arriba en el segundo piso. - ¿Cómo quiere que lo respeten? ¿Cuantos años va cumplir?
- Mónica... -Soltando un suspiro. – Podrías dejar de decirme señor, me haces sentir viejo.
- ¿Qué planea con ella? – Mirando al hombre sonreír de gusto.
- ¿Qué no lo ves? – Sonriendo el sujeto mientras hacia un gesto con sus manos para presentarla como si fuera una obra de arte. – Es mi doncella personal.
La mujer se acercó y tomo a la chica del brazo para levantarla rápido y hacer una inspección exacerbada de su cuerpo. Notando como la menor se sonrojaba y soltaba un quejido de dolor por la fuerza y la altura que ejercía la mujer en su pequeño cuerpo.
- Morirá cuando cumpla 19 años. – Comento soltándola y dejándola caer en el suelo. – No te soportara Tad, ni te encariñes con ella. – Girándose a ver al hombre que ayudaba a levantar a la menor. – Las mortales como ella son efímeras, para sujetos como tú.
- Pero... pero... Candy – Hablo Tad antes de girarse a la menor y preguntarle. - ¿Te llamas Candy? – Viéndola asentir. – Candy es una niña inteligente, sabe de medicina y estoy seguro que no tenemos nadie que practique la medicina.
- Entonces ¿Por qué no corteja a una chica de clase alta? – Caminando junto a las sirvientas. – Yo no le doy trabajo a indigentes sucias, ni mucho menos que provengan de afuera. Apuesto a que le mintió.
- Se lo dije. – Menciono Myrtle. – No la iba aceptar fácilmente.
- Yo no miento. – Dijo Candy. – Se un poco de medicina y herbolaría por parte de mis padres... también de...
- Las niñas vagabundas no hablan ni levantan su rostro hasta nueva orden de la suprema. – Hablo Mónica. – No, señor Tad. Oh la mata o la matare yo.
- Quedará a mi cuidado, les guste o no. – Dijo Tad tomando la mano de la chica con delicadeza. – Le tocan un maldito cabello y sus almas quedaran atrapadas en maldito limbo del infierno.
- Va enserio. – Dijo Mónica, llevándose a las sirvientas del culto. – Myrtle, apúrate que necesito que vigiles las puertas, te quiero en 20 minutos.
En cuanto Mónica se fue, ella vio como Tad llevaba a Candy por los pasillos tomándola con delicadeza de la mano. Aunque la menor no estaba segura de que ese sujeto la bañara.
- Señor Tad, ¿Qué hace? – Pregunto Myrtle siguiéndolos.
- A darle una habitación y un trato. – Dijo el hombre encaminando a la pequeña a las escaleras antes de escuchar a Mónica hablar.
- Eres testarudo. – Comento ella apareciendo atrás de ellos. – Solo dame tiempo para ponerme el mandil y en un momento la atiendo. Y por favor ponte la ropa, señor hombre mimado.
Tad embozo una sonrisa y soltó a Candy dejándola a cuidado de Myrtle y Mónica, antes de subir a sus aposentos.
- Se las encargo y no la insulten. – Dijo Tad emocionado. – Tú sacrificio no lo olvide lo deje justamente en el sótano.
- Maldición. – Dijo Mónica. – Justamente cuando dije que este hombre no me traería más problemas. – Viendo a la joven encogerse de hombros. – Vamos arreglarte.
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Candy subió las escaleras siguiendo a las dos damas antes de ver por un breve instante, dos cabecillas que se ocultaban a la esquina de la planta baja. La chica no les prestó atención y siguió subiendo hasta topar con dos pasillos que llevaban a diferentes alas de la residencia.
- El ala Este, no entres si no llegas a ver flores en esos jarrones. – Señalando cada jarrón de porcelana fina que se encontraba en cada columna. – Todos los días se cambian las flores y deben de ir en ese orden y no confundirte.
- ¿No confundirme?
- Vas a servir en esta extraña familia y debes conocer las reglas. – Comento. – Una equivocación y te costara la muerte.
- Presta atención. – Dijo Myrtle.
- De acuerdo. – Candy intentaba ver las flores, pero enchicaba la vista entrecerrando los ojos para intentar enfocar lo que eran. – Son lirios, claveles y un... ¿Mandevilla?
- Oh por todos los... - Viendo el ramillete de mandevillas en la habitación al fondo. - ¡Sarah! – Grito la mujer tomando las flores y quitándolas del florero. – Myrtle pon unas amapolas, rápido.
- Sí. – Dijo la joven corriendo por las flores.
- Luego te digo porque es importante no confundir las flores en esos floreros. – Extrayendo la vida de las flores para volverlas cenizas. – Vamos, el tiempo es valioso en este lugar.
La guío más al fondo del ala este antes de llegar a una habitación de lado izquierdo. Abriendo con una de las llaves el cuarto de aseo, notando una tina elegante y la habitación recubierta de tapiz turquesa con tonos blancos. Con tonos elegantes en oro en las llaves de grifo y lavabo.
- Por lo general no lo usamos cuando traemos nueva chicas. – Soltando una risa. – Pero que el señor Tad elija una pestilente rata de la calle como doncella. – Mirando a la adolescente bajar la mirada triste. – Enserio hubiera preferido que no te eligiera.
- Yo tenía mi familia. – Menciono la chica, tras aguantar las primeras ofensas de la mujer. – Era buena familia de clase económica media. Muy justos en su profesión y honestos con la gente, jamás les mentía y eran nobles en su profesión. – Dijo. – Pero el incendio me arrebato a mi familia y trate de sobrevivir a duras penas en la calle.
- Eso lo sé. – Acercándose a la tina para llenarla de agua caliente y fría, entibiándola un poco. – Pero cuando te digo que esta no es una familia de riquillos muy normal. – Ayudándole a retirar la ropa a la adolescente. – Querrás no haberte encontrado con ese sujeto y suplicar por irte.
- Es raro... pero parece bueno.
- Bueno para joderme la vida. – Dijo Mónica. – Entra y lávate bien ese cuerpo, usa bien los jabones y perfumes que están presentes. – Señalando varias botellas de diseño fino. – Iré por tú ropa y también... iremos con la loca de Haruko.
En cuanto se fue la mujer, Candy se quedó sola y desnuda en el cuarto de baño sin su ropa. Estaba impresionada de la libertad que le dejaban en asearse en un cuarto tan elegante y con acceso a comodidades. Puesto que había muchas botellas de sales, jabones aromáticos, shampos especiales y lociones perfumadas con fragancias dulces, cítricas y florales entre maduras.
Se acercó a una botella de vidrio color blanco con un contenido lila y medio verdoso, lo destapo y olía deliciosamente a lavanda y menta. No dudo en usarlo y tomo un poco de las sales notando la cantidad de espuma y las burbujas que brotaban mientras se hacía una efervescencia. Adentro su cuerpo magullado y con cortes de su piel recientes por el frío, soltó un quejido de dolor y dejo que sus músculos se relajaran de tanto caminar y dormir contracturada en el suelo de los callejones.
Tomo los jabones y lavo su cuerpo eliminando todo rastro de suciedad y mugre, tallando y friccionando las costras entre enjabonando su cabello largo y limpiando sus uñas. Estaba muy a gusto de sentirse limpia y cómoda en el agua jabonosa, hasta que escucho los golpes en la puerta y como entraba la mujer robusta con unas toallas.
- Lo sabía, llevas más de 15 minutos. – Dijo ella. – Acaba de bañarte, por un demonio. Lo que me faltaba.
- Perdón. – Se disculpó sonrosándose de sus mejillas. Antes de sentir como la mujer la sacaba del agua notando lo delgada que estaba y los terribles hematomas en su abdomen.
- Y el señor Tad, quiere que vivas con esa condición. – Envolviéndola con la toalla. – Si no mueres antes de la medianoche, tendré que quemar tú cuerpo con carbón y leño de pino.
Destapo la tina y ordeno a una de las sirvientas limpiar el lugar, mientras se llevaba a Candy de forma apresurada a una habitación que estaba enseguida.
La adolescente se sorprendió de encontrar una habitación grande con una cama matrimonial con base de doseles de caoba y cortinas de satín color azul perla, entre un tapiz verde agua y muebles estilo rococó en el mismo tono color caoba oscuro.
- La habitación de huéspedes del amo William. – Aclaro Mónica. – No ha sido usada en más de una década. – Golpeando el colchón de la cama con leve rastro de polvo. – Te llevaría a la habitación de huéspedes del ala oeste, pero no quiero emocionar más al señor Tad.
- Toma usa esto. – Dándole un vestido oscuro cerrado de manga larga en la parte enfrente un moño discreto color azul marino, en la falda era plisada con un corte lateral que mostraba medio muslo de tiro alto. Unas medias de color traslucidas, y unos tacones oscuros. – ¡Haruko ya está aquí! – Le llamo a lo lejos.
En cuestión de segundo apareció una mujer de cabello corto y vestido rojo, portando una bata de doctor. Algo que extraño a la menor con su apariencia. La doctora tenia cabello color rosado anaranjado y mirada felina tras ese color anormal de ojos; una mezcla de verde con amarillo.
- Oh, mira que tenemos aquí. – Dijo la chica en tono alegre acercándose a la joven y sacando un estetoscopio. – Un gusto, Haruko HaruHaru para ti pequeña ratoncita.
- Vamos... no tengo toda la noche. – Dijo Mónica hastiada de ver a la joven doctora revisar cuidadosamente a la adolescente.
- Mi paciente, no tuya cerda negra. – Aclaro en tono de desprecio.
- Mira no quiero reñir en este día. – Colocando sus manos en la cadera en señal de protesta. – Examínala, dictamínala y cura esas heridas. – Quitándole la toalla a Candy.
- Uh, mierda... - Viendo los hematomas que se extendían hasta el torso de la menor. – Ya veo porque elegiste ese atuendo horroroso. – Viendo el vestido tendido en la cama. – Estas muy delgada, escuche que los asiáticos tienen una excelente dieta rica en sus granos de arroz y marisco.
- Es una callejera. – Respondió Mónica.
- Mira cerda, aquí sobras en esta conversación. Así que largo y déjame examinarla. – Corriendo a la bruja.
- Maniática. – refunfuño molesta.
Dejándola a solas, Haruko saco una tablilla y unas hojas. Comenzando a escribir unos datos rápidos con una encuesta rápida a la menor.
- ¿Nombre completo? – Levantando el cabello de la chica para examinar la parte contracturada del cuello.
- Candy... ¡uhg! Chiu. – Respondió sintiendo un masaje fuerte en su musculo trapecio y una torcedura relajando los huesos de los cervicales y sus músculos. – Mm... ya no me duele.
- ¡Claro que no! – Levantando sus brazos. – Edad y sexo. – Menciono antes de pasar sus manos entre sus antebrazos masajeando y viendo los moretones violetas que se alojaban por detrás. Se acercó a su maletín y saco un ungüento verdoso claro, donde aplicaba una crema especial con árnica y analgésico.
- 13 años y soy una mujer, ¿no se nota? – Frunciendo el ceño.
- No con esa ropa y tú rostro todo golpeado. – Sonriendo. – Pero para que el señor Tad haya traído una vagabunda y supongo ladrona.
- No soy ladrona.
- Claro que no lo eres. – Pellizcando su mejilla. Se redirigió al otro brazo para curar algunas laceraciones en sus nudillos. Sacando algodón y vendas, entre un líquido de yodo con alcohol. - Oye de pura casualidad, ¿eres pura aun?
- ¿Pura? – Colocando una expresión confundida.
- Digamos si eres virgen o no has dejado que nadie haya abusado de ti.
- ¡Claro que no! – Dijo indignada la menor y molesta. – Antes muerta a que un hombre sucio me violara.
- Vaya, eres inteligente para alguien de tú edad.
- Mi mamá me enseño que nunca le entregara mi preciada virginidad, si no con la persona que amare y me casare. – Cruzándose de brazos.
- Vaya, entonces no es necesario que use esto. – Sacando un especulo metálico. – Que bueno que confesaste pequeña canario. Odiaría introducirte esto en tú vagina y comprobar que fueras virgen.
Candy sintió su sangre bajar por su cuerpo, sentía que algo no estaba bien con los habitantes de la mansión. Nuevamente sintió el tirón de la mujer eliminando la toalla que cubría su cuerpo desnudo. Sintiendo la mirada felina de la doctora.
- Vaya, que horrible hematoma tienes en el abdomen. – Tocando con suavidad parte de su torso hasta descender a su abdomen endurecido. – Esta muy distendido pero lo más seguro fue porque traes hinchado parte de los órganos. – Cambiando su semblante por uno preocupante. - ¿Ha evacuado? ¿Tú orina no sale con sangre?
- Yo... - Sonrojándose de sus mejillas por la vergüenza y ladeando su rostro.
- Vamos, no se lo diré a nadie. – Comento. – La confidencialidad de mis pacientes hacia su médico, es extremadamente segura. Es un código de juramento y ética por parte de la medicina. – Palpando alrededor de su abdomen. – Sí no me lo dices, juro que morirás en menos de 2 días y de una forma agónica que hará al amo Strange, ponerse muy triste.
- ¿Por qué estaría triste? – Pregunto dudosa de responderle a la doctora. – Apenas me conoció esta noche. No llevo más de dos horas desde que llegue a esta mansión.
- Porque el amo Strange... cuando pone su mirada en algo que le importa, más si insiste en tratarla antes de celebrar su reunión con sus sobrinos. – Viendo a la azabache. – Es porque tomo una decisión muy importante en nombrarte su doncella de flores.
- ¿Doncella de flores?
- Los lobos necesitan una dama que les haga compañía. – Sonando serie en su voz. - ¿Puedes acostarte en esa cama? – Sonriendo, mientras veía a la menor caminar hacia la cama y recostarse con dificultad. Se acero a ella colocando sus manos para nuevamente tocar su abdomen y realizar una percusión en los 9 cuadrantes. - ¿Te gustan los perros?
- Sí... ¡ouch! – Se quejó cuando toco por mesogástrico y flanco derecho.
- Haber Candy... me vas diciendo ¿si evacuaste o no? – Levantando una ceja de sospecha. Al ver la magulladura en su abdomen y las terribles manchas purpuras.
- Hace una semana que no lo hago. – Respondió la menor. – Estado orinando, bueno duele y últimamente siento mi estómago lleno.
- Disuria, obstrucción del colon ascendente, distención abdominal, parte de la pared del bazo puede que este dañado y tengas una coagulopatía sin olvidar, que tú puedes que tengas una laceración visceral. – Anotando todo en sus hojas. – Esto es terrible, estamos entre una obstrucción intestinal y una ruptura de hematoma. – Temblándole un poco la mandíbula. – Es horrible para una mujer, podrías haber...
- ¿Es malo? – Dijo la menor con terror en su rostro.
- De milagro sigues viva y me hablas. – Menciono Haruko, mientras con su estetoscopio examinaba el peristaltismo. – Mierda... se escucha casi como un murmullo y gorgoteo. – Mordiendo su pulgar soltó gotas de sangre la cual dibujo un pentagrama. – Espero que el señor Tad no se enoje.
- ¿Enojar?
- Cierra los ojos.
La adolescente se sentía bastante cansada tanto que no dudo en cerrar sus ojos y dejarse relajar en la cama. Las manos cálidas de la doctora presionaban con una luz intensa mientras realizaba una maniobra de Gilbert en el centro de su abdomen. En cuestión de segundo el hematoma desaparecía y un dolor intenso se instalaba en la menor.
Haruko tuvo que cubrir su boca para amortiguar los gritos y continuar curando la lesión, provocando más presión en su abdomen. La menor se retorcía y aruñaba los brazos de la mujer, sus ojos cafés soltaban lagrimas gruesas recorrer por su rostro. Quería morir en ese momento, no aguantaba el dolor en su abdomen al punto de sentir los retorcijones y la contracción en su intestino. Cada minuto era intenso y doloroso, hasta que sintió la necesidad de evacuar y orinar, entre un alivio en su abdomen.
En cuanto la mujer quito las manos de su abdomen, fue empujada mientras que la menor corría tomando la toalla en mano para envolverse y alcanzar el cuarto de aseo en la que estuvo adentro, tomando de sorpresa a la sirvienta que limpiaba.
- Baño... - Menciono la chica cohibida en los espasmos.
La sirvienta salió de inmediato antes de dejar a solas a la adolescente. La doctora se acercó y vio con desprecio a la sirvienta.
- ¿Qué haces aquí? – Hablo de mala gana. – Sabes que no me gusta ver a las brujas de tú clase.
La sirvienta se retiró molesta y fuera de la vista de la doctora, puesto que era muy sabido que ni la misma medica tenía aguante para sostener una agradable conversación con las sirvientas de la casa.
Haruko se acercó y toco la puerta para comprobar que la menor estuviera bien. Revisando sus brazos arañados y su bata arrugada.
- Oye, te deje un poco de senosidos para agilizar el problema que tienes. – Comento atrás de la puerta. – Cuando termines, sería bueno que te cambiaras y arreglaras un poco el rostro para cubrir las ojeras y esa palidez que tienes.
No obtuvo respuesta y ella misma se encogió de hombros de forma despreocupada, para retirarse y embozar una sonrisa de lado.
- Se dice, de nada. – Menciono la peli rosa con naranja. – Te alargué un poco más de tiempo. el resto depende de ti querida.
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PV Candy
Sea lo que sea, lo que hizo esa mujer, provoco que mi cuerpo saliera disparado a tener la dichosa necesidad de evacuar lo que no pude en días. Mi estómago ya me dolía y podía sentarme erguida sin problema alguno. Observe mi abdomen y como si fuera por arte de magia desapareció el hematoma.
Ahora estaba segura que esto no era una mansión común entre los riquillos que se regocijaban de sus lujos en la alta sociedad.
¿Cómo es posible que esa mujer haya curado una herida de gran magnitud con sus manos? Ella necesitaba cirugía de urgencia, y lo sabía porque a su padre siempre le llegaban matones de la mafia heridos por armas penetrantes o golpes mortales.
Terminando sus necesidades y limpiándose nuevamente, se encamino a la habitación antes de encontrarse a la misma mujer corpulenta, que parecía una gigante ante ella.
- ¡Ahí estas! – Tomándola de la muñeca sin una pizca de delicadeza. – Mi paciencia tiene un límite, maldita mortal. Enserio solo tiene un límite y ya estoy harta de darte el tiempo que necesitabas.
Observe dos golpeteos en su mano, como hilos invisibles que estuvieran atados a mis muñecas, me hicieron tomar la ropa interior acorde a mi edad que eran unos boomers blancos y un corpiño con una talla muy pequeña en mis senos en pleno crecimiento. Las medias blancas me llegaban a medio muslo y los zapatos de tacón me hicieron aumentar 3 cm de estatura. En cuanto me coloque el vestido, fue cuando me di cuenta del diseño.
Ceñido a mi cuerpo delgado y a la curvatura leve de mis caderas la tela del vestido parecía hecha de satín y con el forro suave de adentro, mangas largas que cubrían mis brazos y los vendajes. Una apertura del lado izquierdo sobre la falda plisada que llegaba hasta media pantorrilla. Era un vestido tradicional chino, hasta en eso se equivoca las sirvientas de esta casa. Piensan que por tener ojos rasgados y tener un leve acento de mi lengua natal coreana, pueden confundirme con una china.
Mónica se acercó y cepillo su cabello desenredando los nudos al punto de dejarlo sedoso y liso, me peino con una trenza francesa de cuatro hileras, adornadas con un listón violeta.
- Al fin estas lista. – Sonando satisfecha. – Vamos abajo, el señor Strange nos espera y ya prácticamente será medianoche. – colocando una mueca de fastidio. – Sí pierdo mi conexión con Papa Legba, será tú maldita culpa.
Han tenido la maldita sensación de caminar con los pies entumidos y en forma de pingüino por la altura y el vestido incomodo que solo te deje avanzar dos pasos a la vez. Pues algo así me siento, y todavía peor de recuperarme de un procedimiento al cual podríamos llamarlo: "estoy muerta o simplemente estoy moribunda en el callejón".
Con dificultad caminaron por el tramo del pasillo en penumbras, puesto que las luces se apagaron en cuanto anunciaron la reunión. Bajaron con sumo cuidado las escaleras, lo cual pudieron escuchar las palabras del señor Strange.
- Buenas noches, damas y caballeros. – Comento en tono carismático el hombre que portaba elegantemente un traje que se amoldaba a la musculatura de su cuerpo y parte de su condición física marcada. – En vista de que en menos de 10 minutos entraremos en víspera de noche buena y el final de mi vigésimo cuarto de mi aniversario de cumpleaños. Debo decirles que estoy grato con su presencia.
- Aunque también es el sexto año que convivimos juntos como familia. – Menciono. – Sé que ha sido duro para ustedes, están al final de su aprendizaje y de dominar sus instintos. Por esa misma razón estoy aliviado un poco con ustedes porque por fin pudieron obtener un trato grato con sus familiares y parte de sus demonios.
Llegando a la planta baja las dos damas se encaminaron hacia un salón que estaba a medio pasillo del fondo, deteniéndose en los portones de madera.
- Estoy agradecido por la compañía de las hermanas brujas de Salem y parte de nuestras fieles sirvientas y ama de llaves, Mónica Smith. – Comento en tono sereno, mientras tomaba su copa. – Todos saben que Myrtle Smith ha sido mi escolta personal y que debido a una apuesta amistosa de hace dos años, me prometió que me daría mi regalo de cumpleaños a cierta dama. – Embozando una sonrisa. – Mi propia doncella personal.
Uno de los presentes protesto antes de que continuara con su discurso. Siendo un joven de cabellera azul celeste.
- Disculpa mi interrupción tío Strange. – Hablo el chico un tanto temeroso. – Estás diciéndonos que trajiste una humana con nosotros, aquí en este lugar.
- Eso es lo que dijo, Will. – Menciono un rubio con un tono apagado en su voz. – Nuestro tío ya lo había mencionado varios días antes de su cumpleaños.
- Vamos William. – Hablo un pelirrojo en tono de déspota siendo el mayor entre los hermanos. – Sí hace rato estabas alzando tú nariz desde el salón de la biblioteca. No te hagas el que no sabe de la situación.
- Pero... - Se levantó de su asiento pero Tad lo detuvo.
- Mi sobrino, entiendo tú preocupación y yo también me encuentro en la misma situación que ustedes. – Señalando su cabello color malva oscuro. – Pero créanme que les agradara recibirla.
- Pensé un momento que ella huiría de mí, en cuanto presencio un acto muy atroz y poco normal del mi persona. – Comento. – Pero algo me decía en sus ojos inocentes que ella sería una confidente leal y una compañera para suprimir mis instintos.
Sus ojos amatistas brillaron siendo un violeta resplandeciente con la pupila afilada, al igual que sus sobrinos que los diferenciaba del color de su mirada. Entre las sirvientas que tenían la pupila similar a la de un carnero. Una de ellas intimido al sujeto de cabello rubio que bajo inmediatamente la mirada a las heridas de sus manos.
De repente la puerta se abrió revelando al ama de llaves y a la jovencita que estaba detrás de ella.
- Vaya señor Strange, lo dejo solo un momento y ya apago las luces. – Notando el cuarto apenas iluminado por el candelabro y las velas de la mesa. – Lamento la demora pero, es lo mejor que pude hacer con su roedor.
Se apartó a un lado dejando pasar a la menor quien miraba admirada el comedor, un tapiz rojizo con dorado y una alfombra persa que cubría el piso de madera pulida y brillante. La mesa era un marrón oscuro con manteles blancos y satinados con un patrón, apenas visible de cuadros platinados. El banquete se veía exquisito con un lechón y pavo, entre las guarniciones de vegetales cocidos y frescos a su temperatura vaporosa, y lo que podría decirse caldos tapados. Entre botellas de vino y champaña que estaban en las cubetas de hielo.
- Pasa señorita Candy. – Menciono Strange con un tono elegante y reverenciándola. Al igual que los tres sujetos que se levantaron de forma inmediata y realizaron la misma acción.
- Ahora señor Strange, si no le molesta. – Chasqueando sus dedos para que las chicas salieran de la habitación. – Me las llevare al ritual y por favor, en cuanto termine su discurso envíeme a Myrtle, Sarah y Catherine de regreso.
- ¿Qué me dices de Pyronica? – Comento Tad viendo a la peli rosada que saludaba en la esquina de la mesa.
- Esa ramera puede quedársela, no es bruja pura. – Dijo Mónica cerrando los portones detrás de la menor.
- Que grosera es tú madre. – Espetándole en tono molesto a Myrtle.
- Tal vez si dejaras de usar vestidos cortos y te vistieras acorde a la etiqueta. – Soltando una risa cínica.
- Es mi mejor vestido de noche. – Tomando su copa de vino. – Señor Tad, ¿nos las vas a presentar?
- Candy. – Le llamo el mayor ofreciéndole una mano a la chica, quien esta dudaba un momento antes de tomarla.
¿Ya tenía ese color de ojos? Sus manos son tan grandes que las mías, y me siento muy diminuta a su lado. Esto es una burla, pero lo noto muy contento, ¿Por qué será? Sera así con todas las sirvientas que contratan.
- Voy a presentarles la jovencita, Candy Chiu. – Tomándola con delicadeza de los hombros para guiarla a la silla que estaba a su lado. – Desde ahora, ella será mi doncella personal.
- Es la que preparo el delicioso pastel que trajiste. – Menciono el pelirrojo emocionado. – La hija del pastelero.
- No. – Respondió Tad mirando a Candy de forma alegre. – Ella es una jovencita que me tope recientemente mientras salía de aquella tienda. Sí, sí que dije que traería a la hija del pastelero a Cordelia O'Neill. – Bajando la mirada. – Pero ella ya no podía ser una doncella de flores.
- ¿Un humano la toco antes que tú? – Hablo el rubio. – Pero la cortejaste.
- Lo sé. – Comento. – Pero no es momento de hablar algo desagradable. Menos en presencia de nuestra invitada especial.
- Tad, acaso tú. – Dijo el peli azul con los ojos abiertos y sorprendido de ver que el sujeto posaba una mano sobre la pequeña.
- Candy Chiu... - Inclinándose un poco a ella. – Entiendo que estés confundida pequeña, hace poco nos vimos y nos conocimos en un callejón de la avenida. Pero quiero que sepas algo.
- ¿Qué seria? – Pregunto la chica entonando su voz suave ante el sujeto.
- Que desde ahora estarás bajo mi protección, serás una doncella. – Dijo. – Estas a decisión de irte o quedarte, tienes hasta el amanecer. – Aclaro. – Te juro que no te perseguiré y no volverás a la mansión. Más si tomas esa decisión y te vemos rondando cerca, ya no tendrás esa protección y nosotros te eliminaremos, por lo que viste y presenciaste.
- Tienes el resto de la madrugada para pensarlo. – Finalizo Tad para terminar de acomodarla en su asiento. – Por mientras, disfruta de la reunión.
PV Narración
Un reloj había sonado las doce campanadas anunciando que el señor Tad Strange había cumplido los veinticinco años de edad. Las sirvientas Catherine y Sarah ayudaron a servir el banquete, mientras que Myrtle platicaba brevemente con Pyronica al otro lado de la mesa, dando miradas a la chica.
En ese momento el pelirrojo llamo la atención de la azabache saludándola, haciendo un movimiento con sus dedos para levitar una manzana acaramelada cerca de ella.
- Si no comes, Will se las acabara. – Cortando parte de la pechuga de pavo. – Por cierto soy Philliam Cipher, en corto puedes decirme Phill por si te molesta. Soy el mayor de estos dos. – Señalando al rubio y al peli azul que se escondía entre los postres.
- Tú cabello es muy rojizo. – Hablo la menor viendo el color rojo granate en el chico. – He visto chicos pelirrojos... pero el tuyo es un color intenso y único.
- Es natural, de nacimiento por parte de mi padre. - Aclarando su respuesta. – Will heredo el tono de mi madre, pero es más de la bisabuela.
Candy noto el cabello azul celeste del chico que intentaba ocultarse o pasar de desapercibido, pero ella sonrió sabiendo que existiera un chico de cabello azul como en sus cuentos infantiles.
- Oye. – Le llamo al sujeto que intentaba ocultarse tras una ensalada de bombones. – Tú cabello es lindo, es como el cielo azul en verano. – Comento ella. – Mamá no me creía que existía los príncipes azules, pero ahora tengo una prueba.
- Es un color inusual, señorita. – Hablo temeroso el chico. – Casi nadie lo porta, y la sociedad odia lo nuevo en un hombre de etiqueta.
- El otro día vi a un chico joven traer vestimenta colorida en tono pastel. – Dijo ella. – Pero lo más extraño era que con una lata de pintura se pintara las puntas de tono rosa.
- ¿Enserio? – Dijo Will más atento a lo que decía. - ¿Qué dijeron las personas?
- Creo que sería el presentador de un programa de televisión.
- Phill, escuchaste eso. – Hablo Will emocionado.
- Igual tendremos cuidado Will, aún no sabemos cuanta gente lo hace.
- Pero algo es algo. – Dijo el chico acercándose más a ellos, ya que estaba del otro extremo de la mesa. Camino con su plato hasta quedar más cerca de la chica. – Dime más, que has visto en las calles. Por cierto mi nombre es William Cipher, pero igual llamame Will. – Pasando un pedazo de lechón. – Ya comiste esto, lo preparo Sarah siempre le pone nueces de macadamia y pasas entre arándanos.
La menor se sorprendió de ver de cerca y enfocando un poco la vista, para ver los ojos de Will. Notando el azul Prusia en el iris y la pupila muy afilada como el de un felino al acecho. Algo anormal en un chico.
Retrocedió cayendo de su asiento y viendo al chico mirarla con extrañes en sus ojos.
- ¿Qué sucede? – Pregunto Will.
- Tal vez te acercaste demasiado, tonto. – Dijo Phill. – Nunca hagas eso a una mujer, invadirle su espacio personal.
- Pero si solo quería hablar. – Se quejó el chico.
- Candy. – Llamo Tad ayudándola a levantarse, pero noto que la chica retrocedía y temblaba.
Ella noto que los ojos de Tad habían cambiado su pupila a similar a los de un carnero, pero conservando el iris color amatista. Lo cual la asusto y recordó los cuentos de su madre sobre unos demonios que los invitaban a su mundo y los devoraban dejando su cabeza, como una forma de que vieran su cuerpo devorarse.
El rubio lanzo una risa llamando la atención de los presentes, lo cual Pyronica le extraño su comportamiento.
- Y a ti ¿Qué hormiga te pico? – Le pregunto la peli rosada al chico que se había mantenido callado en una parte de la cena.
- Sí les dijera lo que piensa. – Hablo tomando de su copa de vino. – Tío Tad. – Dirigiéndose al mayor. – ¿Seguro que ella te vio?
- ¿De que hablas Bill? – Frunciendo el ceño.
- Espera, espera un poco. – Dijo el rubio levantándose y acercándose a la menor, arrodillándose y tomándola del mentón. – Oye, como ves mi ojo. – Hablo el chico redirigiendo su ojo color dorado con tono ámbar hacia ella. Para que pudiera apreciar la pupila vertical tan afilada y contraída.
- ¡Ahmp! – Se llevó sus manos a la boca evitando lanzar un chillido de sorpresa.
- Y eso que no le mostré el otro lado. – Señalando su parche ocular. – Tío Tad, creo que tú doncella tiene problemas de la vista.
- Estas diciendo ¿Qué nos ve como una silueta? – Dijo Phill.
- Puedo verlos... - Hablo Candy. – Pero no muy de cerca... si están allá se ven un poco borrosos de sus rostros. – Señalando al otro extremo de la mesa.
- ¿Por qué Haruko no lo menciono antes? – Dijo Will mirando a la doctora que estaba cenando.
- Es porque ella siempre se acerca mucho a las pacientes. – Respondió Phill. – Ya se me hacía raro que estuviera tomándolo con calma esta chica. – Viendo al mayor que colocaba un semblante de preocupación ante la decisión que tomaría la adolescente.
Candy se levantó un poco temerosa, puesto que no eran personas comunes. Pero podía percibir la tensión en el ambiente. Hasta que camino de regreso a su lugar junto a Will.
- Perdón... solo me tomo de sorpresa, verlos con... - No sabía cómo referirse a ellos. – miradas particulares y fuera de lo común. – Ese fue su excusa para responder a su comportamiento de hace rato, escuchando la risa de los presentes.
- Bueno, tan siquiera no los llamo demonios. – Dijo Myrtle, consiguiendo que todos quedaran en silencio. – Upss... creo que debo de irme, ¿cierto? Catherine, Sarah. – Hablo la chica levantándose de su lugar y saliendo de la habitación junto a las dos chicas.
- Podemos explicarlo... - Dijo Will, notando que la chica se tensó y tenía la mirada más abierta de lo normal, casi en shock.
- Es mejor que lo sepa, pero en un futuro... deberá callarse para las siguientes damas. – Hablo Pyronica mientras comía un poco de puré de papas.
- Señorita Candy. – Hablo Tad. – No lo mencionamos ni mucho menos lo revelamos hasta que la doncella lo descubra por si sola. Pero le puedo decir esto... - Soltando un suspiro. – Somos demonios... sí, pero no puedo decirte que clase o lo demás. Porque sería un arma de doble filo contra nosotros.
- ¿Por eso los ojos? – Pregunto viendo como los cuatro sujetos se quedaban un tanto serio. – Está bien... mi mamá me decía que los demonios existían pero los contaba de una forma espeluznante.
- Siento que hayas tenido que presenciar esto. – Cambiando su mirada a una normal, al igual que sus sobrinos lo imitaban. – Pero cuando llegaste al salón, no nos diste tiempo para cambiar la apariencia. – Explico. – Note que caminaste y no te incomodaba nuestros ojos o la apariencia, que lo veías algo normal o que estabas adaptándote.
- Pensé que era una fiesta de disfraz, por el cabello de las dos señoritas. – Señalando a la peli rosada y a la doctora.
- No, es natural pequeña. – Explico Haruko.
Candy soltó un suspiro y pensó un poco en lo que estaba viendo, antes de levantarse de su silla y frotarse las palmas de sus manos.
- Puedo retirarme a...
- Estas a tú derecho. – Dijo Tad chasqueando los dedos, para que apareciera una de las sirvientas y se la llevara a la habitación de huéspedes donde se alojaría.
En cuanto se fue la chica asiática del salón, los cuatro soltaron un suspiro y Tad se recargo en el respaldo de su silla con una expresión de preocupación.
- Pensé que estaba acostumbrada a vernos así. – Dijo Will un poco deprimido. – Supongo que es demasiado para que lo asimile.
- ¿Dices que va ser tú doncella? – Tomando su copa y bebiendo un poco antes de acabarse su pechuga. – Pero, no he visto que pruebe bocado y la veo muy débil. – Colocando una mueca de disgusto. – No es la mitad de lo que sabe, es muy poco y ya la tiene en shock catatónico, solo por saber que somos demonios.
- Y si se entera de lo otro, huira. – Menciono Bill, comiendo su cena. – Es muy joven para que lo comprenda.
- No – Hablo el mayor escuchando los pasos de la menor rondar por la habitación de arriba. – Ya lo dedujo. Ella es muy inteligente para conectar todo, creo que la subestime.
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La noche transcurrió sin problema alguno en cambio Tad había hecho guardia quedándose en el estudio de abajo, esperando que la puerta principal se abriera y anunciara la respuesta de ella. Faltaban 20 minutos para el final de la madrugada. Paso los minutos más agónicos de su existencia y los segundos, viendo el avistamiento del amanecer en los jardines.
El hombre camino por el pasillo y subió cauteloso las escaleras, notando que las flores seguían intactas en los jarrones que estaban cerca de las habitaciones de sus sobrinos. En cuanto llego a la habitación de huéspedes, toco la puerta y espero a que esa jovencita abriera y le diera su respuesta.
Nada, volvió a tocar y no escucho movimiento alguno en la habitación. Giro el picaporte esperando encontrarla dormida, pero noto que su cama seguía intacta y la habitación permanecía vacía, con una ventana abierta.
Tad se acercó al balcón y solo pudo pensar que ella se fue, estaba aterrada de su existencia y que posiblemente prefirió alejarse lo más posible lejos de él.
Has visto un lobo llorar de dolor y depresión.
Su error más grande es imprimarse y considerarla como su destinataria.
Tad se sentó en la cama estaba abatido en tristeza profunda, puesto que era la primera vez que experimentaba un rechazo. Le entraban las ganas de tomar su bastón desenvainar el alfanje de plata y clavársela en el pecho. Sus orejas aparecieron y su cola se enrosco, cerrando sus ojos se ladeo para poder recostarse bien y dejar que su momento de duelo fuera privado.
Escucho una taza quebrarse, levantándose un poco viendo a la chica parada enfrente de la puerta. Con una expresión de asombro y con la vestimenta de un camisón de noche. Tad rápidamente escondió sus orejas y cola y con un rubor en sus mejillas cayo de la cama.
- ¿Eres un hombre lobo? – Dijo la menor sin salir del asombro. – Aparte de demonio, eres hombre lobo.
[*]
Si llegaste hasta aquí significa que leíste el capítulo 1, sin problema alguno ¡qué bien!, puedes dejar una estrellita o un comentario acerca del capítulo. Sí eres menor de 13 años de edad; te pido amablemente que dejes el fanfic y leas otra cosa del fandom de Gravity Falls, la lectura es únicamente para mayores de 18 años en adelante. Habrán temas que no entiendas y ustedes son esponjitas, preferiría evitar que le pregunten a sus padres sobre palabras que no entiendan o busquen en San Google.
Las actualizaciones son lentas pero se cumplirá con terminar su publicación, debido a que trabajo otros fanfic con unas amigas.
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