58°

Wanda's pov:

—¿Y cómo debemos respirar?—Preguntó Pietro haciendo mis ejercicios de respiración a mi lado.

Se ha ofrecido para ayudarme, ya que Natasha está con Thor y Tony arreglando "asuntos de suma importancia" en el cuartel, aunque deduzco que están enseñándole a Noah a defenderse, creen que no lo sé, pero mi pequeño y yo tenemos una conexión extraña que comenzó a desarrollarse desde que dejó aquellas pastillas para la supuesta epilepsia de la que lo protegía Hill.

Estúpida Mariah Hill, ¿acaso ella sabía que mi bebé era mi bebé? Tal vez. Nadie me quita esa posibilidad de la mente, no confío en ella. Jamás confiaré en Mariah, y agradezco que esté muerta o jamás en la vida habría podido estar nuevamente con Natalia, cuando ella se enamora o compromete no hay manera de que tenga ojos para alguien más.

—Debes respirar más pausadamente, Pietro.—Corrigió Pepper. —¿Danvers se fue con Natasha?—Me preguntó la rubia.

—Sí, Noah ha querido que Carol fuera.—Murmuré siguiendo el ejemplo de Pepper quien paseaba en sus brazos al pequeño Howard.

Emma estaba con Rocket jugando a lanzar una pelota en un circuito de sonido que Tony creo para que Emma pudiese entretenerse en casa cuando quisiera refinar su audición.

—Inhala. —Dijo Pepper y yo seguí sus instrucciones cuando sentí aquél dolor en mi abdomen. —Despacio, Wanda. El doctor te ha dicho que...

—Tengo siete meses, Pepper. Este gordo bebé que no deja mis costillas libres hará que reviente. —Me quejé. —Y realmente necesito que salga ya de mi ser, ni siquiera puedo disfrutar de subirme sobre Natasha sin lastimarla.

Pepper comenzó a reír mientras Pietro seguía echando su abdomen hacía delante hasta hincharlo mientras respiraba o intentaba hacerlo.

—¿Para qué te subirías sobre ella? Puedes abrazarla a su lado. —Murmuró Pietro como si fuese lo más obvio del mundo.

—A veces olvido que eres un bebé. —Bromeé y Pepper quien si había entendido a que me refería comenzó a reír.

—Pietro, eres adorable.

—No entiendo de que se burlan. —Murmuró él.—Las mujeres son raras, por eso no me gustan.

—Tú eres raro.—Murmuré mientras el peliplateado quien respiraba arriba de un balón inflado me veía molesto.

—¡Retractate! —Gritó antes de que el balón se reventara y él cayera dramáticamente al suelo. —¡Ay, mi bebé!—Gritó generando risas por parte de la rubia y mía.

Está demente.

                               [•••]

Natasha's pov:

—¡Llegó tu bebé!—Grité entrando a casa.

—¿Yo?—Preguntó Noah.

—No, yo.

—Oh.

Wanda apareció en la entrada con una sonrisa en el rostro. Me observó y se acercó a besarme cortamente antes de alejarse a abrazar a Noah quien subió a un banquito para no obligar a su madre a agacharse.

—Hola, amor. —Murmuró besando su cabello repetidas veces.

—Hola, mi cariño. —Dijo Noah besando el abdomen de su madre. —¿Cómo estás, mi cariño?

Sonreí y escuchamos a Emma llamar a Noah, el pequeño bajó corriendo del banco y se dirigió hacía donde provenía la voz de su hermana.

—¡Nada de levitar dentro de casa!—Lo regañó Wanda y él se quejó. —¡Son las reglas de la casa, jovencito!

—¡Tú lo haces! —Contestó mi pequeño y yo tomé la cintura de mi esposa.

—Tiene un punto.

—¿De qué lado estás?—Bufó ella.

—Del lado de la justicia social, amor. No soy un monstruo. —Ronroneé contra su cuello mientras ella se tensaba. —Te extrañé, ¿tú me extrañaste?—Pregunté.

—Siempre te extraño, Natalia. —Murmuró ella girándose para intentar poner sus brazos en mi cuello, sin embargo no pudo debido a su hinchado abdomen. —Odio estar tan gorda.

—Estás embarazada.

—¡Y gorda! ¡¿Haz visto mis muslos?!—Dijo frustrada.—No me entra nada.

—Me gustan tus muslos, y me gustas tú, estás hermosa.

—Y gorda.

—Wanda, estás embarazada, es normal crecer y...

—Tengo estrías.

—Yo me ejercito y aún así hay una que otra en mis muslos. —Murmuré. —Es parte de ser humano, los hombres también tienen y ellos no se embarazan... —Me detuve al pensar en mi hijo. —No todos, una parte sí se puede embarazar, pero ya sabes, es normal. Los cuerpos cambian.

—No me gusta no ser linda.

—Amor, eres hermosa. ¿Quién te metió en la cabeza la absurda idea de que tu cuerpo no debía tener marcas?—Pregunté levantando mi camiseta.—Yo tengo lunares en la costilla, aquí. —Señalé. —Míralos.

Ella sonrió y se acercó para bajar mi camiseta y besarme.

—Los he contado hasta el cansancio, sé que tienes lunares, amor. —Murmuró.—Te amo, gracias.

Sonreí.

—Pero míralos. —Insistí y ella comenzó a reír antes de darme besos de forma insistente por todo el rostro.

                               [•••]

Son ocho meses, Wanda tiene un abdomen gigante. Anahel casi no se mueve, pero la brujita parece tener un genio de los mil demonios. Todo el tiempo está gruñendo mi nombre para regañarme por lo que hice, por lo que no hice y por lo que pensé en hacer o no hacer, se enoja conmigo si no encuentra galletas y me dice que le haga el amor cada cinco minutos, no me quejo, pero... ¡No soy una máquina! Al menos podría darme las gracias.

—Estoy leyendo tu mente y alguien va a dormir con los perros hoy. —Murmuré.

—No tenemos perros. —Dije rápidamente. —Tenemos uno, Wanda. Uno solito, y él duerme en el sofá, y es bastante cómodo.

—Que bueno que se te haga cómodo, hoy dormirás allí. —Murmuró mi esposa y gruñí.

—Grosera.

—Zanahoria.

—Bruja.

Ella movió su mano levemente quitándome la posibilidad de hablar.

¡Ojalá se te caiga el cabello, tonta!

                              [•••]

—Te amo mucho, perdón por discutir. —Ronroneé contra su cuello mientras Wanda se movía contra mi muslo suavemente. —Amor, no podemos hacerlo ahora, el doctor dijo que...

—Quiero.

—Wanda, en cualquier momento podrías dar a luz, me preocupa que...—Me sonrojé imaginando como será el momento en que mi esposa de a luz y yo no sepa que hacer.—Super extra hiper dilates, por mis buenos dotes en la cama, claramente. —Dije de forma modesta. —Y mi bebé salga de ti como cuando el jabón se escapa en la ducha.

Wanda me observó extrañada.

—Eres tan rara.

                                [•••]

Wanda's pov:

El dolor en mi abdomen no se detenía, Noah y Emma estaban en el auto mientras Natasha subía el bolso.

—¡¿Estás bien?!—Gritó mi esposa preocupada. —¡¿Se te está cayendo tu cosita?!—Preguntó espantada al ver mi fuente romperse y manchar con orina el suelo y mis pantalones mojarse con ello.—¡¿Sientes la cabeza?!

—Natalia...

—¡¿Se te está cayendo el útero?!—Gritó antes de obligarme a cerrar las piernas y tratar de atarlas con una cinta. —¡Quédate allí, bebé! ¡Mamá viene al rescate!

—Natalia, suéltame. —Me quejé.

—¡¿Qué?! ¡¿Y dejar que mi pingüina se caiga?!

¿Pin–qué? ¿Ella acaba de llamarla pingüina?

—Natalia, nuestra hija estará bien en cuanto yo llegue al hospital... —Gruñí tratando de soltar el amarre. —Con circulación. —Me miró poco convencida.— ¡¿Acaso Mariah no dio a luz?!—Grité molesta.

—¡No estuve en el parto como tal! ¡Yo llegué al hospital y tomé a Noah en brazos!—Se excusó. —¡¿Qué hago?!

—¡Levántame y suelta eso!—Me quejé.

                                 [•••]

Los dolores eran constantes, las contracciones eran cada vez más seguidas y Natalia no dejaba de pasearse por la habitación de un lado a otro alterando más mis nervios.

No recordaba que doliera tanto.

—¿Estás bien?—Preguntó sentándose a mi lado.

—¡¿Te pareció en algún segundo que estoy bien, Romanoff?!—Gruñó.—¡Espero que no sea pelirroja, porque voy a cortarte un pezón y haré que Tony lo mastique!

Me observó espantada y llevó su mano hasta sus seno.

—Auch. —Murmuró. —¿Por qué Tony?—Preguntó luego de un rato en silencio.

Suspiré aguantando mis ganas de levantarme a asesinarla, si no fuese porque la epidural no funciona y mi doctora se está tardando me levantaría a golpearla en el rostro, tengo muchas ganas de dislocarle esa estúpida nariz perfecta que tiene.

—Te amo. —Murmuró observándome con ojos de cachorro asustado.

Mi expresión se relajó... Ella no tiene la culpa, la amo muchísimo. Tomé su mano.

—Yo tambi... —Me detuve al sentir otra contracción dolorosa. —Mierda.

Me quejé y apreté con fuerza los dedos de Natasha provocando que pegara un grito como una verdadera marica llorona.

—¡Mis deditos, Wanda!—Se quejó.

—¡Cállate, yo no te pedí embarazarme!—Gruñí.

—De hecho, sí fuiste...  —Apreté con más fuerza debido a otra contracción dolorosa.— ¡Wanda, por favor! ¡Piedad!—Se quejó sollozante.

Llegó la doctora y Natalia trató de controlar sus quejas.

                             
                                [•••]

—Puja un poco más. —Murmuró mi partera quien trataba de empujar levemente a la bebé quien estaba tardando.

Pujé con fuerza dejando ir un grito de dolor. No recordaba que fuese para tanto, siento que voy a desmay...

—Ay, la cabeza... —Dijo Natasha antes de caer al suelo de un sólo tirón.

Dos enfermeros se acercaron a levantarla.

—Déjenla ahí, se lo merece. —Gruñí antes de pujar nuevamente logrando que un llanto se escuchara por toda la habitación.

Sonreí mientras algunas lágrimas de alivio comenzaban a caer por mis mejillas. Lo siguiente que sucedió fue ver a Anahel enrollada en una sábana color blanco pegada a mi pecho.

Natasha se levantó bastante confundida y nos observó sonriente. Le ofrecieron una silla para poder sentarse y así no volver a marearse.

—Bienvenida, amor mío. —Murmuré observando a una bebé pálida con cabello castaño claro. —Yo soy mam...

—Mamá y yo mami. —Dijo la pelirroja. Giré los ojos ignorándola. —Hola, Annie... —Murmuró acercándose a besar mi frente y peinar mi cabello. —Eres asombrosa...

Sonreí.

—Te amamos, mami. —Murmuré antes de unir nuestros labios de forma corta y repetitiva. —Gracias por cuidar de nuestra familiar...

Ella sonrió entre lágrimas. Natalia jamás dejaban que la vean llorar, pero conmigo siempre podía hacerlo...

—Los cuidaré siempre, cueste lo que cueste. —Murmuró ella antes de rozar su nariz con la mía y luego con nuestra bebé quien comenzó a llorar nuevamente. —No besos esquimales para ella, entendido.

Sonreí.

Es una demente.

                              [•••]

—¡Mi hermanita!—Gritó Noah mientras corría dentro de la habitación del hospital. Emma venía en brazos de Natasha.

Anahel tomaba pecho, por lo que Noah se acercó en sigilo hasta ella. Tomó la mano de Emma en cuanto la pequeña apareció frente a nosotros.

Los ojos grises de Noah se volvieron de un color escarlata profundo y tomó la mano de Anahel quien no abrió los ojos, pero pude ver aquél fulgor en sus manos.

—Es hermosa. —Dijo Emma observando a Ana. Noté sus ojos que comúnmente están cubiertos por gafas, hoy estaban sin ellas y podía mover sus ojos con normalidad.

—Tú eres hermosa. —Murmuré tomando la mano de mi hija.

Enma me observó por primera vez y sonrió.

—Mami, eres muy linda. —Murmuró.—Tu nariz es pequeñísima.

—Si, verdad. —Murmuró Noah.

Comenzamos a reír más relajados. Fue un día agotador.

Nota de autor:

¡Hey! Nos leemos en please, save me. ¿Cómo va su día?

-Codex.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top