53° (+)

Natasha's pov:

—¿Wanda?—Llamé entrando en el baño.

Mi esposa quien se encontraba rasurando sus piernas intentó cubrirse rápidamente.

—Ay, ni te esfuerces. —Giré los ojos jalando la toalla haciendo que esta cayera al suelo. Ella soltó un leve gruñido que me hizo reír.

Es graciosa cuando está molesta.

—¿Qué quieres?—Preguntó y yo traté de tocar su seno, sin embargo golpeó mi mano. —No.

—Sí.

—No, basta.

—Sólo una.

—Natalia Romanoff Maximoff, basta.—Me regañó y giré los ojos. —¿A qué vienes?

Oh, es verdad.

—¿Mis trajes?—Pregunté al recordar a lo que venía.

Ella suspiró.

—Los guardé, no entiendo porque haz traído un traje blanco, y dos negros a nuestra luna de miel. Natasha no es posible que los necesites y...

—¡Nunca se sabe!—Dije molesta.—¡Podrían venir las tortugas ninjas! Debo prepararme.

Wanda giró los ojos.

—No, no van a venir y no empieces a buscarlos, vas a desordenar la ropa y me ha costado mucho ordenarlos.

—Mentirosa. Yo te vi hacer tus cositas mágicas. —Dije orgullosa de saber que ella mentía.

Wanda inclinó la cabeza hacía un costado y me di media vuelta sin pronunciar otra palabra.

Pero de cualquier manera no me da miedo, es una envidiosa, porque a mi se me ven geniales los trajes y a ella le pesa el trasero, porque...

—¡Te estoy leyendo la mente, Natasha!

—¡Ay, basta!—Grité corriendo fuera de la habitación.  —¡Envidiosa!

Bajé las escaleras y me senté a observar las fotografías de mi móvil. En muchas de ellas estaban Mariah y Noe, no las he borrado, y tengo una excusa... No quiero que Noah la olvide, no quiero que Noah deje de amarla o... No lo sé, además es la infancia de mi hijo, no puedo borrarlo todo así como así sólo porque mi ex prometida muerta está allí, a Wanda no le molesta, y yo dejé a Mariah en el ayer, incluso si a veces su recuerdo me atormenta en sueños, ella ya no significa nada para mí.

Pietro me ha dicho qué Noah está muy interesado en cambiarse el peinado, quiere cambiarse el corte de pelo y a la vez quiere cambiar su forma de vestir. El pequeño Noah se ha dejado el cabello largo toda la vida y hoy quiere dejar eso, lo han elegido entre ambos y estoy completamente de acuerdo le he dicho que en cuanto volvamos hablaríamos, también he quedado de acuerdo con Tony en que me podría ayudar a organizar una pequeña fiesta para mi pequeño. Como una despedida para Noe y una bienvenida al pequeño Noah, siento que sería algo muy simbólico y que lo hará sentirse mucho más amado, y comprendido.

                              (•••)

Wanda ha bajado luego de un par de horas, no entiendo que es lo que estaba haciendo todo este tiempo, yo no me tardo tanto en el baño.

Luego de insistir un par de minutos más con lo del traje, he dicho que al menos que me devolviera el blanco, ella ha dicho que no repetidas veces y yo he insistido un par más, porque uno nunca sabe... No soy de rendirme a la primera, jamás me rendiría la primera.

—¿Para qué quieres el dichoso traje?—Preguntó.

—Quiero probarmelo, creo que engordé, llevo dos días sin entrenar y tengo pancita. —Dije levantando mi camiseta mientras me dejaba caer en el sofá.

Wanda subió sobre mí besando mi abdomen repetidas veces mientras yo soltaba algunas carcajadas.

—Basta. —Dije riendo y ella siguió besando mi abdomen repetidas veces.

—Te amo tanto... Eres una idiota. —Murmuró ella y sentí como bajaba la bragueta de mi pantalón.

No me quejo.

(+16 contenido adulto)

Levanté la pelvis dejando que Wanda quitará mis pantalones por completo. Ella comenzó a dejar besos sobre la tela negra de mi braga.

Su lengua pasó sobre la tela suavemente varias veces mientras yo trataba de no perder la cordura.

Sentía la necesidad de cerrar las piernas y aplicar presión sobre mi sexo, es realmente excitante la forma en la que me hace perder la cabeza.

—Wanda... —Gemí al sentirla chupar sobre la tela.—Dios...

—Me llamo Wanda, mi amor... Pero dime como gustes.

Sonreí ante su egocentrismo, es realmente erótico cuando lo usa en estas ocasiones.

—Amor... —Gemí al sentirla lamer lentamente la cara interna de mi muslo, dejó una mordida suave que me hizo querer arrancarme la ropa y entregarme a ella.—Dios, Wanda. Te tardas tanto. —Gruñí alejándome para quitarme la camiseta, el sujetador y le braga de un sólo tirón.

—Pero... —Comenzó ella y la obligué a levantarse.

Uní nuestros labios mientras abría su blusa con rapidez. Wanda tomó mi cintura dejándome caer al suelo.

Ni siquiera noté el momento en el que se deshizo de su ropa, pero noté cuando sentí su piel calurosa pegarse a la mía entre caricias y besos ahogados, la rodilla de Wanda hizo presión sobre mi sexo y comenzó a moverla por un par de minutos antes de llevar su mano a mi sexo generando la presión justa en los lugares necesarios.

—Dime como te gusta, mi amor... —Murmuró ella dejando pequeñas marcas en mi cuello.

Gemí sintiendo dos dedos hundirse en mi interior mientras mi nervio era estimulado por su palma que se frotaba en un vaivén dulce y placentero.

Cerré los ojos comenzando a moverme a su ritmo, mi muslo frotándose contra el necesitado sexo de mi esposa mientras ella repetía palabras en sokoviano que perfectamente podrían haber invocado a un demonio que nos observaba tener sexo escondido detrás de la persiana del salón.

Estoy tan pérdida por esta mujer...

Sus dedos aumentaron el ritmo de las embestidas y yo no supe como reaccionar al sentirla tan profundo, tocando cada punto que me acercaba más y más a mi anhelado orgasmo.

—Te amo. —Gemí moviendo mis caderas a un ritmo justo para esperar sus embestidas duras.

—¿Eres mía?—Preguntó Wanda en un ronco jadeo contra mi oído.

Sentí mi orgasmo cada vez más cerca.

—Soy tuya. —Gemí aferrándome a ella mientras sentía mi abdomen contraerse.

Oh, Dios.

                               (•••)

—No te va a quedar. —Insistí ante Wanda. —Yo soy más grande que tú, y mis muslos son más anchos, definitivamente el traje no te va a quedar.

Wanda me arrebató el traje blanco de viuda, unió nuestros labios y se levantó.

—Recuerda que eres lo que comes.

Giré los ojos y la vi desaparecer tras la puerta, no tardó más de dos minutos en llegar con el traje blanco casi hecho a su medida.

Joder...

El blanco es su color.

Me levanté y le pedí que se de media vuelta, ella lo hizo y sonreí.

—Que mujer... —Murmuré. —Te haré uno de estos, ¿bien? Y cuando tengamos una misión...

Ella negó.

—No más misiones, tenemos una familia. Es nuestra única misión.  —Dijo ella colgándose de mi cuello con sus brazos.

Decidí ignorarla.

—Y cuando tengamos una misión iremos vestidas así, tú con el traje blanco y yo con uno negro, ¿bien? —Dije emocionada antes de besarla repetidas veces hasta que dijera que sí.

La esperanza es lo último que se pierde.

Nota de autor:

1/2

El (+) significa que el capítulo tiene contenido adulto ª, recuerdenlo

-Codex.

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