17°

Natasha's pov:

—¿Y cómo es?

—Su cabello es naranja, así como el tuyo, tiene ojos verdes, da abrazos y besos y siempre quiere jugar, pero a veces se enoja y me regaña. —Murmuró Noe.

Observé desde atrás de la puerta del salón.

—Ella te ama mucho, ¿lo sabes, no?

—Sí, por eso le hago este dibujo. —Murmuró mi hija coloreando. —¿Por qué conoces a mamá?

—Tu madre y yo fuimos muy buenas amigas. —Murmuró Wanda.

Ese concepto de amistad es extraño considerando que pasaba el cincuenta por ciento de mi día entre sus piernas o brazos.

—¿Y qué pasó?

—Discutimos, y nos alejamos, pero el
cariño sigue ahí. —Murmuró Wanda.

—¿Por qué discuten? Los adultos son raros, mejor hubiesen visto caricaturas juntas, eso hago con el abuelo Fury cuando nos peleábamo.

—¿Por qué peleaban?

—Porque no me dejaba ganar, y me gusta ganar. —Murmuró Noe generando que yo comenzara a reír.

Entré al salón y ambas me observaron. Los ojos grises de Noe y la mirada verde de Wanda clavada en mí, de pronto ambas tenían la misma forma de verme.

—Hola, mamá. —Saludó Noe.

Fuera llovía con fuerza, el clima no nos acompaña en lo absoluto.

—Hola, princesa.

Wanda observó fuera.

—Debería llamar a Pietro. —Se levantó.

—¿Wanda? —La llamé. —¿Ya comieron? —Ella negó. —¿Quieres pizza? Podría prepararte la que te gusta.

Ella sonrió levemente.

—Ponle mucho queso y acepto.

Asentí. Noe también ama la pizza con mucha carne y queso.

—¿Qué haces, cariño?

—Hice algo para ti. —Murmuró Noe enseñándome el dibujo. —Esa es Buana, esa es mamá desde el cielo, y esa eres tú tomando a Buana de la mano.

—¿Por qué la tomo de la mano?—Pregunté.

—No lo sé, eso vi. —Murmuró estirándose. —¡Quiero pizza!

La observé extrañada y asentí tomándola en brazos para ir a la cocina

—Haré tu favorita.

—¿Puedo tener un hermanito que se llame Duncan?

—Ese es nombre de caballo.

—Sí, pero quiero un hermanito.

—Puedo darte un cachorro. —Murmuré buscando los ingredientes.

—Que bueno, porque el tío Pietro me ha prometido uno.

Me quedé quieta notando como había manipulado la situación a su antojo. ¡Sólo tiene tres años!

—¿Quién te dijo como plantearme ésto? ¿Fue Wanda, verdad?—Pregunté recordando como la pelirroja ponía todo a su favor siempre.

—Ella dijo que tu mente es algo frágil. ¿Qué es frágil?

Solté una risita.

—Débil.

—Oh.

Wanda entró en la cocina.

—Vendrá más tarde con un regalo para Noe.

La observé fijamente.

—¿Un cachorro? ¿Es en serio?—Pregunté.

—¿Sorpresa? Es un golden, es lindo. —Murmuró ella.

Noe comenzó a jugar con sus autos de carrera en el mesón.

—Noe ve al salón, sabes que a mami no le gusta que rayes la mesa.

Noe se fue rápidamente hasta el salón.

—Pietro insistió. Dice que le vendría bien, su camada desapareció, fue el único cachorro que ha quedado en su granja y él cree que es una señal, ya que... Noe es la única hija de los vengadores que sigue aquí.

Suspiré.

—¿Cuánto tiene?

—Cuatro meses, es gordo y muy lindo. Algo vago, pero inquieto.

Asentí.

—¿Ya pensó en un nombre? —Pregunté y ella asintió. —¿Cuál?

—Piolín le gusta.

Sonreí.

—También a mí. Solía... —Suspiré. —Solía tener sueños con un cachorro llamado Piolín y una vez le conté sobre eso, insistía en tener un cachorro, Mariah janás la habría dejado, es demasiado aprensiva con Noe.

Wanda me observó extrañada.

—Quería preguntarte algo sobre Noe, yo... Me quedaré aquí con ustedes y Pietro, sé que prometí que te ayudaría a cuidar de Noe...

—No estás obligada. —Dije rápidamente. —No sientas que me lo debes por dejar que se queden, ambos son mi familia en cierto punto y...

—No, Nataska. —Me cortó. —Yo... Quiero saber algo sobre Noe, para poder ayudarte mejor...

La observé rápidamente.

—Adelante.

—¿Tiene epilepsia? Es que... —Negué rápidamente. —Vi unos medicamentos en el botiquín y...

—Han de ser de Fury, él presentó un par de ataques de epilepsia los últimos años según lo que Mariah me comentó.

Wanda negó rápidamente.

—No, el... el contenedor de las píldoras decía "Noe J. Hill Romanoff". —Murmuró. —¿Crees que sea un error?

Me di media vuelta y fui hasta el baño espantada. Wanda me siguió intentando calmarme, abrí el botiquín y vi las píldoras.

Noe J. Hill Romanoff. Un comprimido en caso de episodios.

—¿Qué cojones?—Pregunté. —Mariah jamás me dijo de ésto...

—Pietro era epiléptico antes de Hydra. —Dijo rápidamente.  — Sé como tratar estos casos, puedo ayudarte... —Murmuró ella.

—¿Por qué Mariah no me dijo que nuestra hija era epiléptica?—Pregunté. —Jamás tuvo un episodio de epilepsia frente a mí.

—Quizá si con ella. —Dijo Wanda. —No intentes entender las razones por las que no te dijo, no encontrarás respuestas, comenzarás a dudar de su amor por ti y sólo te harás daño, mejor intenta... Dejarlo pasar, ahora sabes que Noe... Tiene epilepsia y debes tratarlo, lidiar con ello.

Suspiré.

—Joder.

—Te ayudaré.

—Lo sé, gracias.  —Murmuré agotada. —Sigue siendo demasiado para... Digerir.

Wanda palmeó mi espalda.

—Un paso a la vez, Romanoff. Tú puedes.

Salió del baño y la escuché llamar a Noe para jugar.

Tomé las pastillas y las dejé en su lugar, cerré la compuerta y comencé a verme en el espejo. Mojé mi rostro repetidas veces intentando no molestarme con Mariah, pero es imposible. Somos una familia, íbamos a casarnos, queríamos otro bebé y ella simplemente... Me ocultó que nuestra pequeña tiene epilepsia. ¿Y sí sufría una crisis estando a mi lado? ¿Qué haría si Wanda no estuviese ayudándome?

—Jodida mentirosa de mierda. —Me quejé molesta. Sentí las lágrimas queriendo escapar de mis ojos por el dolor que me provocaba la mentira de Mariah. —¿Acaso no podía no mentir? ¿No podía compartirlo conmigo? ¿No confiaba en mí?

Suspiré.

Sequé las lágrimas rápidamente y volví a mojar mi rostro repetidas veces.

No dejaré que ésto acabe conmigo, necesitaba un motivo para levantarme, no dejaré que mi amor por Mariah me eche para abajo, mucho menos ahora que sé lo que me ocultó.

Nota de autor:

¡Hey! ¿Cómo van?

-Codex.

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