La despedida

-Pov. Brendon-

Habían pasado años, y cuando digo años me refiero a casi 65 años.

Yo permanecía de la misma apariencia como lucía en los años 2015.

Ahora en estos momentos me encontraba detrás de un árbol observando a una hermosa familia compuesta por una señora mayor de tez morena, baja estatura y sus hijos mayores. El mayor de tez blanca, ojos avellanas y cabello castaño. Eran las mismas facciones de su padre, al cual recordaba. Su hija en cambio se parecía mas a su madre en su juventud, aun podía recordarla.

Mientras yo me delimitaba a ver tal escena desde lo lejos.

Estaban despidiéndose de su difunta perdida dejando unas rosas sobre el lugar y hablando a la lapida con lagrimas en los ojos. Los niños más chicos acompañaban a sus padres de la mano con el semblante triste.

Cuando la familia se despidió me acerque cautelosamente a la lapida. Tenía un collar que guardaba en mi bolsillo que había prometido regalarle en aquella ocasión de nuestra ultima despedida.

-Ryan... -pronuncie su nombre con una amargura saliendo de mis labios- mírame aquí, estoy de nuevo contigo. Ya sé, llegue un poco tarde. -respire hondo y mire a ambos lados- te he observado en estos años, sé que me has querido encontrar por cielo y tierra pero me he tomado la molestia de que no me dejase atrapar por tus encantos. -mire al suelo y me agache a la altura de mi rodilla- Note como al correr de los años has crecido, has terminado tus estudios universitarios, te has casado con una hermosa mujer a la cual se convirtió en tu esposa y ... sé que no haz podido olvidarme y yo tampoco pude hacerlo. -acerque mi mano a su lapida y la acaricie como si le estuviese hablando- por mi parte, me he casado con la señorita Audrey y me fue de los mas pésimo.¡quería tener un hijo conmigo! jajaja -reí para mi mismo con una sonrisa falsa- ¿como podría darle o desearle a mi futuro hijo un cruel destino como el mio? ser un monstruo y no poder tener una vida normal. ya sabes, mi linaje viene con una maldición y así como no lo desee en ti, me escape y acepte mi destino con tal de protegerte y darte la felicidad completa que no pude darte como lo deseabas en aquellos años. -saque una rosa desde adentro de mi saco- te traje esto... como símbolo de nuestro amor. -aclare un poco mi voz- sabes, a pesar de no poder haber estado juntos me sentí aliviado de que jamas te hice daño, me hubiera herido mucho y por el otro lado, nuestra conexión hizo later mi corazón y entendí lo que es el amor. -deposite la rosa sobre la tierra donde estaba su cuerpo descansando en paz- y desde que he aprendido eso no he vuelto a jugar con los corazones humanos para arrebatarles la vida, ahora me he convertido en un esposo fugitivo donde vea un peligro inminente como ataques de vampiros a humanos frágiles e inocentes, yo interfiero y los ayudo-

-También he aprendido a controlar mis impulsos de sed de sangre, ahora me alimento a base de animales, es como una manera de rescindir de mis errores... -sonreí para mi mismo, sé que por dentro era el deseo de Ryan- y aunque a Sarah y Dallon le desagraden mi idea, están de mi lado apoyándome en luchar en contra de los malos, es difícil pero no imposible. Total, nuestras vidas están condenadas hasta nuestras muertes. -saque el collar y lo deje arriba de la rosa, resplandecía con la luz del sol en plena tarde, me levante de mi lugar poniéndome de pie. Me sentía orgulloso de poder ser la persona que el deseo para mi, ser esa clase de persona y no estaba dispuesto a decepcionarlo aunque me costase la vida-

-Tu inocencia me ha cambiado Ry, todo mi ser. Me alegro de que hayas vivido tu vida a pleno, que hayas formado una hermosa familia junto a Helena, tu esposa, tus hijos y nietos. Solo quería despedirme de ti como lo tendría que haber echo hace mucho pero no pude, por mas que quisiera, no podía. -agache la mirada de tristeza- Tenía miedo de poner tu vida en peligro pero bueno, ya nada sirve. -me estaba conteniendo para no largar alguna lagrima traicionera-Ahora estas en un mejor lugar. Adiós mi hermoso ángel Ryro. -hable de lo mas tranquilo, de alguna manera me estaba despidiendo de él y me sentía aliviado-

Me acerque al suelo, bese la tierra donde estaba la rosa roja y el collar que le regale.

Camine por el extenso jardín del parque del cementerio y una angustia cruzo por mi cabeza de solo pensar de cuantas personas había liquidado a lo largo de todos estos años y de solo pensarlo me entristecía más.

Subí a mi auto y conduje a casa, donde nos alojábamos (ahora llamados los rebeldes de la magistratura de la elite de los vampiros) mis hermanos y yo. Seguramente llegaré y Sarah me regañara por salir sin su consentimiento.

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Al llegar al estacionamiento presentí algo raro. No era alarmante pero no podía escuchar los pensamientos de mis hermanos en mi mente, era curioso, como si algo lo bloquease o no se, a estas distancias podía hacerlo. Dudaba que ellos durmiesen porque normalmente no dormimos, apenas podríamos pestañear. Baje del auto y apresure el paso.

Llegue a la entrada y note que le puerta estaba entre abierta. Me adentre sigilosamente, aun no podía oír sus pensamientos y me preocupaba, no habíamos acordado salir, pero no puedo culparlos, me he ido sin avisarles y tal ves, se habrán molestado por eso, ya que, como los malos (o sea, la asociación) nos buscan como fugitivos y ahora, su misión es eliminarnos.

-¡Sarah, se que estas molesta pero salgan de donde estén, esto no es divertido! - espete. Camine por la sala de estar e iba a pasar por el pasillo para subir las escaleras e ir a las habitaciones de arriba-

No escuche objeción alguna de parte de mi hermana y hermano.

Camine un poco mas y note su brazo en el suelo sobresalir. Me alarme y corrí hasta alli a socorrerla.

-¡Sarah! ¡Sarah! -la tome con fuerza y note que su cuello estaba flácido, producto de una llave que le ha quebrado el cuello- ¿Que ha pasado? Respondeme hermanita -una angustia se atoro mi garganta-

Ella no se movía, su cuerpo estaba inerte y sus ojos bien abiertos. La abrace con fuerza y luego la acomode delicadamente sobre el suelo cerrándole sus ojos para que, por fín, descansará en paz. Seguramente ya estará reunida con su único amor, el papá de Ryan.

Me maldije a mi mismo por no haber estado y ayudado. Si no me hubiese ido tal ves ella no hubiera muert...

-¡Corre Brendon! ¡Vete de aqui! -oí en mi cabeza el grito desesperado de la voz de mi hermano Dallon-

Mi cuerpo se estremeció y apreté mis puños con fuerza, sentía odio porque las personas que han dañado a mis hermanos merecen morir por mis propias manos.

Me levante y me dirigí con todas las fuerzas de mi valentía y hagallas a la habitación de arriba. Abrí la puerta y la siguiente escena me perturbo.

-Al fin llegaste querido -decía con una sonrisa malévola Audrey sentada en un sofá acariciando a su estúpido gato felpudo-

Ella dirigió su mirada a un subordinado de sus tropas. El mas grande de ellos tenía a Dallon agarrado por el cuello con su brazo, ejerciendole una llave y los demás, los sujetaban de sus brazos y piernas impidiéndole moverse.

-¡Maldita bruja! -exclame con odio- ¡déjalo en paz!

-Como digas amor -ella trono sus dedos-

Su subordinado ejerció la llave sobre el cuello de mi hermano y se lo torcieron hasta dejarlo inmóvil. El cayo sin vida al suelo y me sentí un idiota e inútil por dejarlo morir de esa manera cruel.

-Te odio hija de puta ¡¿Como mierda pudiste hacerle eso a mis hermanos?! -grite con todas mis fuerzas y corrí tras ella-

Mi cuerpo por inercia se detuvo, estaba a centímetros de matar a mi esposa Audrey y asesinarla con mis propias manos. Pero ahora, me veía acorralado por los brazos de sus subordinados tomándome de mi cuello al igual que a Dallon y Sarah. Los demás me sujetaban de mis brazos y piernas.

Ella se levanto de su sofá y se acerco cautelosamente hacia mi.

-Mira Querido -ella clavo sus ojos rojos en los míos- cuando te casas con la hija de la reina de la Élite debes cumplir como es debido. Tu decidiste traicionarnos y rebelarte contra nosotros junto a tus hermanos, por tu tonta creencia que los vampiros pueden enamorarse de los humanos. Primeramente nadie, y cuando digo nadie es nadie ¡Nadie Abandona a su esposa! -alzo la voz con un profundo odio- 

-No te perdonaré por haberme abandonado durante años -me tomo del cuello de mi camisa y lo apretó con fuerza- y segundo, por traicionar a nuestra legión. Eres de lo peor Brendon y sabes, cual es tu castigo -su esclavo inclino mi cabeza hacia la dirección donde yacía el cuerpo sin vida de mi hermano- morir sin piedad alguna. -me soltó y camino unos cuantos pasos y en todos estos años que conocía a Audrey sabia que estaba furiosa, lo notaba en su voz-

-jajajaja -reí tontamente, ella volteo incrédula- estas resentida porque jamas pude amarte y darte ese hijo que tanto anhelabas de mi. déjame decirte escoria que nunca en mi vida te lo hubiese permitido y menos, a ti. -ella abrió sus ojos como platos y me miro enojada apretando sus puños- ¿sabes porque?... porque me enamore de un hermoso ser humano y sé lo que es en verdad el amor correspondido. -su mirada desafiante hizo que se parara de nuevo delante de mi-

Ella sonrió melancólicamente y con un gusto amargo en su rostro. tal ves, al escuchar decirme esas palabras hirientes le atravesaron profundamente, jamas me lo admitiría, es muy orgullosa-

-bueno, me alegro por ti amor -con su mano acaricio mis mejillas- que sean muy felices en la otra vida. -ella beso mis labios y mordió mi labio inferior-

Luego volteo, tomo a su gato mientras yo escupía su saliva asquerosa. Sus esclavos me sujetaron con mas intensidad que antes. Cerré mis ojos por instinto porque de la llave que me ejercían sobre mi cuello, me estaba quedando sin respirar y  estaba empezando a perder la conciencia. Sabía que pasaría después.

 Antes de cerrar la puerta, Audrey trono sus dedos y se marcho azotando la puerta.

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"Ryan, a pesar de estar en tu misma condición dudo que pueda verte. Tu eras esa luz en toda la inmensa oscuridad. Ojala podamos volver a encontrarnos y ser felices juntos algún día".

-Fín-

Gracias lectores y queridos amigos por leer esta corta historia, espero que lo hayan disfrutado!! 

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