Forty seven.
El oxímetro presionaba mi dedo índice suavemente y una aguja ya se encargaba de pasarle a mis venas suero y algo de calmante, el cual parecía no dar efecto ninguno ya que las contracciones parecían cada vez más fuerte.
Daniel estaba parado junto a mi hermano Jack y junto al mismo estaba Zach, los tres hablaban tranquilamente junto a la ventana como si nada estuviera pasando. Mientras tanto yo apretaba fuertemente la mano de la pobre enfermera y se ganaba algunas maldiciones de mi parte.
— ¿Cuál es el padre?—susurró la enfermera mientras me ayudaba a caminar para relajarme y que todo sucediera más rápido.
—El imbécil de ojos azules—hablé entre dientes.
— ¿El de tez media obscura es su hermano?—asentí—son muy parecidos.
—Es mi gemelo—hablé irónica y ella volvió a reír por mi mal humor. Era algo que llevaba haciendo hace un buen rato con cada respuesta que le daba, su buen humor y buenas vibras comenzaba a molestarme.
— ¿Y ustedes pedazos de idiotas pretender seguir allí parados como si nada o harán algo?—les grité molesta antes de chillar de dolor al sentir otra contracción.
— ¿Quieres que dé a luz por ti?—preguntó Jack burlonamente.
—Te quiero fuera de aquí—apreté mi mandíbula.
— ¿Siempre es así?—preguntó hacia Daniel mientras soltaba una pequeña risa.
—Pues sí, lo hizo una vez sola pero no estaba muy diferente a esta—contestó Daniel tranquilo.
-Tú eres el maldito padre, podrías hacer algo por tu prometida—miré a Daniel molesta y él se acercó a mí para sujetar mi cintura. Estaba encorvada hacia adelante mirando al suelo, aún sujetaba las manos de la enfermera con fuerza y el tacto de Daniel sobre mi cintura en este momento me molestaba.
— ¿Qué quieres que haga por ti, preciosa?
—Haz tu buen papel de padre, o por lo menos finge serlo—volví a chillar. Otra contracción.
Escuché a Daniel reír por lo bajo y luego mis manos fueron soltadas para ser tomadas por las grandes manos del ojiazul que me miraba tierno.
—Sólo respira.
—Juro que te golpearé si vuelves a decir algo así-apreté sus manos y él chilló de dolor—''sólo respira''—lo imité y los demás en la habitación rieron.
—Tiene tres contracciones cada cinco minutos—habló la enfermera mirando el reloj de su muñeca—le avisaré al doctor—y sin más salió de allí con tranquilidad.
—Iré a decirle a los chicos como van las cosas—Jack siguió el camino de la muchacha.
— ¿Cómo estás, princesa?
— ¿Esa es la mejor pregunta que pasó por tu mente?—mascullé hacía Zach. El muchacho comenzó a pasar sus manos por mi espalda para transmitirme relajación pero nada parecía funcionar y las contracciones parecían cada vez más fuerte y repetitivas.
—Espera espera—rogué hacia Daniel que era el encargado de ayudarme a caminar—espera—chillé sujetando mi vientre.
— ¿Qué pasa?—negué con dolor—Zoe—Daniel sujetó mis brazos—trae al doctor—le ordenó a Zach y lo sentí correr fuera de la habitación—. Zoe, dime que pasa—rogó.
No sé como pero ambos terminamos sentados en el suelo, mi espalda apoyada en el pecho de Daniel, él me sostenía con fuerza mientras yo sujetaba mi vientre con dolor.
El doctor no tardó en llegar y al verme en el suelo su preocupación subió. Daniel me tomó en brazos y me dejó sobre la cama que allí había.
—Veamos que está pasando ¿sí?—asentí— ¿cada cuánto tienes las contracciones?—preguntó.
—La enfermera dijo que tenía tres cada cinco minutos, pero acaba de tener unas cuantas seguidas—contestó Daniel.
— ¿Ya está dilatada?—Daniel se encogió de hombros. Por favor doctor, cómo si él fuera a saberlo—. Permiso—susurró el doctor antes de comenzar a revisarme—. Aún no está dilatada—habló luego de algunos segundos—es extraño que tenga tantas contracciones—solté un chillido al recibir la segunda desde que el doctor estaba aquí. Comenzó a palmar mi estómago y me miró preocupado—. Ya están a nacer—miré a Daniel preocupada, ¿cómo nacerían si aún no estaba dilatada?
— ¿Qué pasará ahora?—preguntó Daniel.
—Tendremos que hacer cesárea—me miró apenado.
Había planteado y aclarado en cuanto quedé embarazada que no quería tener cesárea. Pasó lo mismo cuando Mía nació, sólo que ella si había por parto natural.
—Iré a preparar el quirófano—explicó antes de irse.
—No quiero cesárea—miré a Daniel con ojos llorosos. Él sujetó mi mano apretándola un poco, la acercó a sus labios y me dejó un suave beso sobre mis nudillos.
—Todo saldrá bien, ¿sí?—me regaló una sonrisa confiada, pero en cuanto asentí y él corrió su rostro noté como la preocupación llegaba a su rostro.
Los minutos pasaron y en poco más de quince minutos ya me estaban llevando hacia el quirófano. No estaba con Daniel porque lo había llevado a que se cambiara su atuendo por el adecuado para entrar con nosotros. Yo estaba nerviosa, no quería estar sola y ahora lo único que tenía era a una enfermera junto a mí enumerándome la cantidad de cosas que podrían salir mal.
Finalmente Daniel llegó y lo primero que hice fue abrazarlo, necesitaba su apoyo, su compañía, lo necesitaba a él.
—Te amo—susurré en su oído.
—Te amo aún más—me miró con una sonrisa. Dejó un beso sobre mi frente y volví a recostarme.
— ¿Está lista?—preguntó el anestesiólogo. Yo asentí y comenzó a pasar la anestesia.
—Te tengo cariño, te tengo—susurró Daniel mientras sentía como la anestesia comenzaba a hacer efecto rápidamente.
Sentía las manos de Daniel acariciar mi cabello suavemente mientras susurraba una canción en mi oído para ayudarme a calmarme. Escuché el llanto de un bebé y Daniel se alejó de mí.
—Aquí está—el muchacho se acercó a mí con uno de los bebés en sus brazos—aquí está mami—lo acercó a mí entregándomelo suavemente.
—Hola preciosos—susurré.
—Muy bien, debemos seguir—habló el doctor. Le di un suave beso en la mano y luego Daniel lo tomó alejándose hacia la enfermera hablando sobre el estado del bebé.
El doctor continuó y Daniel regresó junto a mí. En pocos minutos volví a escuchar otro llanto y vi al muchacho junto a mí sonreír emocionado con un brillo peculiar en su mirada. Volvió a acercarse ahora con el otro en sus brazos acercándolo a mi rostro.
—Enfermera, venga, ayúdeme—habló el doctor exaltado.
Mi pulso comenzó a subir excesivamente y muy rápido.
— ¿Qué pasa?—preguntó Daniel— ¿Qué está pasando?
—Señor, debe salir del quirófano—la enfermera tomó al bebé.
—No no no, ¿Qué le está pasando?
— ¡Necesita salir!
— ¿Daniel?—susurré débilmente— ¿Daniel?
Comencé a sentirme débil, cansada, y en pocos segundos todo se tornó totalmente obscuro y me trasladé lejos de mí.
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HOLIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII SIGO AQUÍIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
Bueno...pues se nos muere la Zoe...
MENTIRA MENTIRA, no me peguen, ES BROMA.
¿Les gusta? lo siento, quedan poco más de tres capítulos...AL FIN esta historia va a tener un final jsjs, luego de tres temporadas, finalmente se acabará...Me duele.
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