Fifty.
Último
—Me duele, me duele, ¡me duele!—chillé alejándome de Zach dándole un pequeño empujón en el proceso.
— ¡¿Entonces para que me llamas para ayudarte?! ¿acaso no tienes damas de honor?—me giró bruscamente para seguir intentando hacer su trabajo.
—Tú eres mi damo de honor, deberías sentirte privilegiado.
—Soy el padrino del novio, debería estar con él en este momento, no contigo—me giré molesta.
— ¡Pues vete con él entonces!—sujeté la falda del vestido para correr el baño golpeando la puerta de un portazo.
— ¿Por qué escuchó a la futura esposa quejarse tanto?—escuché la voz de Steph subiendo las escaleras.
—El inútil de tu marido no sabe ni ayudarme a abrochar el vestido sin pellizcarme—abrí la puerta aun sujetando la falda del vestido.
—Sí, lo es—apretó el rostro de Zach y él se alejó molesto.
—Nadie aprecia mi esfuerzo, me voy de aquí—comenzó a bajar la escalera de una forma dramática topándose con las demás damas en el camino.
— ¡Qué haces aquí!—chilló Christina—Daniel está caminando por toda la casa, ¡está súper nervioso!—empujó de mi hacia la habitación nuevamente— ¡podría verte!—regañó—. ¿Por qué aún no estás vestida? Al menos no del todo—rodé los ojos dejándome caer en la cama enterrando mi rostro en la almohada.
—Zach estaba lastimándola—explicó Steph—el pobre no sabe abrochar un par de botones.
—Son demasiado delicados—apoyó Gabbie.
Sentí como alguien se recostaba junto a mí y comenzaba a abrochar el vestido con delicadeza.
—Ya está—habló Steph y entre las tres volvieron a levantarme para dejarme sentada en la cama.
— ¿No quiere casarse alguna de ustedes?—rieron sonoramente—esto es muy estresante—Christina comenzó a maquillarme mientras Steph se encargaba de volver a arreglar mi cabello y Gabbie acomodaba el vestido y me ayudaba con los zapatos.
—Ya todas pasamos por esto, en algún momento te iba a tocar—comentó Steph—aunque debiste haber sido la primera, no importa los detalles.
—Igualmente todo está saliendo muy bien, no deberías estar tan estresada—apoyó Christina—ya están casi todos los invitados en la iglesia, Daniel se sabe sus votos a la perfección, todos estamos listos ¿qué más puede estresarte?—hice una mueca.
—No lo sé, pero tengo muchas ganas de llorar—todas rieron a la misma vez.
— ¡Es normal!—todas se alejaron de mi al estar ya pronta—ven—Steph sujetó mis manos y me guió hacia el espejo— ¿O no que estás preciosa?
—Yo diría que hermosa—una voz masculina nos hizo girar sobresaltadas. Jack me miraba desde la puerta con una deslumbrante sonrisa en su rostro.
—Iremos con los chicos—dijo Gabbie y todas salieron de allí rápidamente dejándome a solas con mi hermano.
Solté un chillido y di pequeños saltitos mirándolo. Se acercó sonriendo y me envolvió en un abrazo desde la cintura, me aferré a su cuello y dejé escapar toda la tensión entre sus brazos.
— ¿Estás nerviosa?—susurró y yo asentí—no te preocupes—se alejó mirándome—estás muy bella y todo está bajo control. Daniel está con Corbyn y Zach allí abajo, y Jack con mamá y papá se encargan de todo en la iglesia, dicen que todo va muy bien.
— ¿Estás feliz?—me miró con el entrecejo fruncido.
—Tú eres la que debe estar feliz—mordí mi labio. Dejó un mechón de cabello detrás de mí oído y me sonrió—yo soy feliz si tú eres feliz, lo sabes—asentí suavemente.
El teléfono dentro del saco del traje comenzó a sonar y se alejó excusándose para poder contestar. Mientras tanto me giré hacia el espejo para analizar cada cosa que estaba en mí, para asegurarme que todo esté bien.
—Papá dice que ya llegaron todos los invitados—asentí. Dos golpecitos en la puerta nos alarmaron y la cabeza de Corbyn se asomó lentamente.
— ¿Zoe? Con los chicos ya...—dejó la frase a la mitad y cubrió su boca son las manos— ¡Estás hermosa!—exclamó con ojos cristalizados.
— ¡No vayas a llorar, Besson!—amenacé y el asintió rápido sorbiendo la nariz exagerado.
—Lo guardaré para después—reí.
— ¿Qué pasa?
—Oh si, con los chicos ya nos vamos—asentí— ¿Quiénes van con nosotros?
—En un coche van Daniel, las chicas y tú—asintió—Zach va con nosotros—volvió a asentir.
—Como tú digas, jefa—hizo un saludo militar y luego salió de la habitación.
Una vez que el auto en el que Daniel iba desapareció Jack y Zach me ayudaron a salir de allí y subir al auto, siempre sujetando el largo vestido para evitar que se ensuciara. Cuando llegamos a la iglesia el coche en el que los otros iban ya estaba estacionado fuera. Daniel estaba al final de la escalera con los demás chicos y chicas mientras Corbyn intentaba ayudarlo a acomodar su corbata bien. Al ver nuestro auto llegar Zach les hizo una seña y asintieron. Steph le dio los últimos toques al saco de Daniel y el muchacho finalmente entró seguido de dos de sus padrinos.
Las chicas vinieron y entre las tres me ayudaron a salir sujetando el vestido y su larga cola. Caminamos hacia la entrada donde me desesperé por llegar a ver la entrada de Daniel. El muchacho caminaba lentamente por el largo pasillo hasta el altar, sujetando con fuerza el brazo de su madre que caminaba sonriente junto a él. Una vez ambos llegaron al altar besó su mejilla y su madre se paró junto al padre del mismo. Una vez estuvo allí logré ver cómo puso una cara de terror al ver a Mía sentada tranquilamente en primera fila, ella debería de estar aquí ya que sería la que me ayudaría con la cola del vestido junto a Lavender, la cual estaba parada junto a su madre sujetando su mano.
Daniel se acercó a la pequeña cuidadosamente y le susurró algo al oído, ella asintió y besó su mejilla antes de salir corriendo por el pasillo para llegar a donde estábamos nosotros.
— ¿Quién la dejó allí?—Jack apretó los labios preocupado al saber que había metido la pata.
La música cambió por la tradicional de las bodas y fue la seña para que los padrinos y damas de honor entraran lentamente. Primero fueron Gabbie y Jack, luego Corbyn y Christina, y por último Steph con Zach, el cuál besó mi mejilla susurrando un 'todo irá bien' antes de perderse por el pasillo junto a su esposa.
— ¿Lista?—apreté el brazo de Jack y asentí muy nerviosa—estoy muy orgulloso de ti, pequeña—besó mi mejilla, me colocó el velo delicadamente y luego comenzamos a caminar con lentitud.
No aseguramos que las dos niñas estuvieran en sus lugares antes de adentrarnos en la gran iglesia quedando a la vista de cada persona. Todos nos miraban o más bien, me miraban, con asombro, emoción y alegría. Apreté más de la cuenta el brazo de Jack y el posicionó su mano sobre la mía para acariciarla y calmarme un poco.
Cuando llegamos al altar Jack besó mi mejilla con suavidad y luego estrechó su mano con la de Daniel para luego entregarme a él, el cual antes de sujetar mis manos quitó algunas últimas lágrimas de su rostro. Me quitó el velo del rostro con suavidad y el Pastor dio inició a la ceremonia leyendo algunos versículos y hablando de lo típico en las bodas.
—Y ahora, los votos—el Pastor nos miró sonriente. Daniel carraspeó la garganta y luego me miró sonriente.
—Bien, siendo sincero no tenía ni idea de que decir en este momento—algunas personas soltaron algunas risas—porque sabía que ninguna palabra se podría comparar, ni se podrá comparar a lo mucho que te amo, no podía expresar todo eso en palabras—quité con disimulo algunas lágrimas rebeldes—. Pero luego recordé las muchas veces que habías dicho lo mucho que anhelabas que alguien dijera estás palabras en tu boda, así que, aquí voy—se aclaró la garganta nervioso—. Con ésta mano, yo sostendré tus anhelos—sujetó mis manos con fuerza y yo solté un sollozó de emoción reconociendo las palabras que decía—; tu copa nunca estará vacía, porque yo seré tu vino—rápidamente Zach le extendió una copa con un poco de vino, bebió un pequeño trago de él y luego me lo extendió para que hiciera lo mismo, Steph se acercó para tomar la copa—; con ésta vela—Jack le extendió una vela—alumbraré tu camino en la obscuridad—la acercó a mí para que la apagará con suavidad, Gabbie se llevó la vela—. Y con éste anillo—Corbyn le entregó la pequeña caja que al abrirla dejó ver una preciosa sortija—yo te pido que seas mi esposa—su voz se quebró levemente.
—Acepto—susurré y él introdujo con suavidad el anillo en mi dedo anular.
Tuve que tomarme algunos segundos para lograr calmar los sollozos que no querían parar, logré algunas risas de parte de algunas personas pero finalmente cuando pude hacerlo volví a mirar a Daniel.
—Daniel, querido—mi voz volvió a quebrarse y solté una vergonzosa risa—estoy tan feliz de poder estar finalmente en este momento, aquí contigo. No tengo palabras que puedan expresar lo mucho que te amo—mordí mi labio para tomar un poco de aire—llegaste a mi vida poniendo todo patas para arriba, fuiste un verdadero problema al inicio—él y los chicos soltaron una suave risa dándome la razón—pero...aun así, siempre supe que eras tú—aseguré—me costó, no voy a mentir, me costó demasiado darme cuenta. Pero para cuando lo supe, estaba segura que iría hasta el fin del mundo con tal de hacerte feliz. Yo prometo—me giré hacia Steph la cual me entregó la cajita con la sortija—que ese será mi único objetivo de ahora en adelante, hacerte feliz—su respiración se entrecortó y quitó con rapidez algunas lágrimas—por eso te pido ahora, que me permitas cumplir esa promesa, permitiéndome pasar la vida entera contigo—asintió suavemente.
—Acepto—susurró con la voz entrecortada y esta vez yo introduje con suavidad la sortija en su dedo anular.
—Y así yo los declaro, marido y mujer. Puede besar a la novia—ambos sonreímos ampliamente.
Sujetó mi cintura y yo me aferré a su cuello para que ambos nos juntemos en un suave y profundo beso. Un cosquilleo recorrió todo mi cuerpo en ese mismo instante y fue como si no existiera nada más que él y yo. Al separarnos me abrazó con fuerza susurrando un 'te amo' en mi oído.
[...]
La música sonaba fuerte rebotando en cada pared, la mayoría de los invitados estaban en la pista de baile, cantando y bailando, divirtiéndose.
Yo estaba con Zach y Corbyn bailando cómicamente una canción, entre carcajadas e intentos de pasos de baile la canción terminó, culminada por una risa por parte de todos.
—Ahora regreso—me excusé entre risas. Caminé hacia la barra pidiendo un vaso de agua para poder hidratarme.
—Hola señora Seavey—di un pequeño saltito al sentir dos manos pellizcar mi cintura. Me giré sonriendo y pasé mis manos alrededor del cuello que chico que estaba frente a mí— ¿disfruta de su fiesta?—asentí sonriendo— ¿Me concedería un baile?
— ¡E bailado contigo toda la noche!—reí—tienes toda una vida para bailar conmigo—regañé.
—Eres mala con tu esposo—sonreí al escuchar el apodo—te esperaré en la pista—me guiñó un ojo, besó mi mejilla y luego se alejó para comenzar a bailar con Anna.
Reí mirándolos. Me perdí unos segundos mirando todo el lugar, observando cada persona disfrutando de esta noche.
Miré mi mano y sonreí satisfecha del anillo en mi dedo anular, al fin y al cabo, todo había valido la pena, la menos para mí. Di el último sorbo de agua y cuando iba a regresar a la pista de baile mi mirada se perdió en los grandes ventanales que remplazaban la pared. Vi a Jonah que se alejaba caminando lentamente.
Habíamos decidido festejar nuestra fiesta del brindis en nuestra casa de verano, la cual era muy grande y al fondo de la misma había un hermoso lago.
— ¿Te vas tan temprano?—hablé suavemente. Jonah rio y sin girarse negó.
—Sólo quería respirar un poco de aire fresco—ahora si se giró mirándome.
Traía el típico traje normal, un pantalón de vestir negro, una camisa blanca y la corbata no estaba sujeta a su cuello sino que colgaba por detrás de él, no traía su saco ahora pero había visto que traía uno de color bordo.
— ¿Disfrutas de la noche?—me acerqué a él asintiendo.
— ¿Y tú?—se encogió de hombros.
—Uno hace su mejor esfuerzo—rio suavemente— ¿bailarías conmigo?—lo miré extrañada.
—La música no llega hasta aquí—reí y él negó.
—Tú confía—extendió su mano hacia mí. La tomé tímidamente y él me acercó a él sujetando mi cintura pegándome a él. Dejó su teléfono en el bolsillo de su pantalón y comencé a escuchar la melodía de la canción Falling, de Harry Styles. Pasé mis manos por su cuello y apoyé mi rostro en su pecho. Ambos nos movíamos lentamente siguiendo el ritmo de la canción.
— ¿Eres feliz?—susurró y yo asentí.
—Más que nunca—aseguré.
— ¿Alguna vez...te arrepientes?
— ¿De verdad quieres tener esa conversación?—soltó una leve risa y luego negó.
—Mejor no—sujetó mi mano y me dio una vuelta. Al volver sujetó mi cintura y con la otra mano la mía— ¿seguiremos viéndonos después de esto?
—Claro que sí—aseguré.
— ¿Tú marido está de acuerdo con eso?—rodé los ojos.
—Mi marido también es tu amigo—asintió suavemente—. Tengo una pregunta para ti.
—Adelante.
— ¿Por qué nunca volviste a intentarlo? Esperé por ti, demasiado tiempo—susurré—y tú nunca regresaste—se encogió de hombros.
—Nunca quise aceptarlo, pero tú destino siempre fue Daniel, todos los sabíamos. ¿Para qué entrometerme? Sabía que no cambiaría nada.
—Pude haberme quedado contigo—soltó otra risa.
—Tarde o temprano volverías a él, no puedes negarlo—la canción terminó y él se separó a mirarme—. Pero aunque no haya vuelto por ti, siempre estaré aquí, junto a ti, para lo que sea que necesites—asentí—teniéndote sin tenerte—solté una pequeña risa por la ironía—. Ya vete, no quiero entrometerme más en tu nueva vida—sonrió levemente. Elevé mi mano hacia su rostro acariciando su mejilla suavemente.
—Siempre serás mi primer y gran amor—susurré suavemente, me acerqué a su rostro dejando un beso lento en su mejilla—para siempre.
Fin
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