4: Una bala
—Así que la famosa Miriam, ¿eh?
Las tres chicas caminaban por los pasillos de la organización, cargadas con sus armas y munición, de camino a las salas de práctica de disparo.
Miriam iba en silencio, con la mirada al frente y su habitual expresión seria. Mary cargaba la mayoría de las armas, leyendo sus nombres, recordando lo que había estudiado sobre estas. Mireia estaba aburrida, e intentaba sacar conversación con las otras dos.
—Uy, tan famosa que no puede ni contestarme —dijo la morena, siguiendo con su frase anterior
—Cállate un poco, estoy pensando —le respondió Miriam con sequedad— Mary, ¿cuántos cartuchos llevamos?
—Dos por arma y uno para el rifle —revisó la rubia
—Con eso tenemos para, no sé, ¿diez minutos de entrenamiento? —la castaña refunfuñó al oírlo
—¿Diez minutos? —Mireia se sorprendió por ello— Terminas la faena más rápido que mis exes me terminaban a mí, cariño
—Quizás haya más munición por ahí, juraría que hay un almacén —propuso Mary— Miriam, ¿podrías ir delante y preguntar?
—Claro —dijo la agente, acelerando el paso, pero deteniéndose en seco al escuchar el comienzo de un anuncio de megafonía
"Se solicita la atención de todos los agentes: Por favor, no accedan al almacén de la sala de prácticas de tiro, pues se ha producido una detonación no controlada en esa zona..."
—Vaya, bueno... siempre podemos hacer un entrenamiento breve—volvió a proponer la rubia mientras el anuncio seguía sonando— ¿Cierto?
—Es mejor que nada —la morena se encogió de hombros
Después se giró hacia Miriam, que iba muy por delante de las otras, y aún seguía escuchando el anuncio, completamente quieta.
—Prestas mucha atención a la megafonía, ¿eh? —le gritó Mireia desde lejos, en tono de broma— ¿Te recuerda a tus tiempos en el súper?
La castaña se volvió a mirarla, su cara reflejaba la poca gracia que le había hecho el comentario.
—Andando. Será mejor acceder por la salida de emergencias, está más alejada del almacén —respondió Miriam con sequedad, haciéndoles un gesto para que continuaran caminando
Las chicas la siguieron, camino al entrenamiento, el cual, aunque ellas no lo sabían, sería mucho más distinto a lo habitual.
Lo que llamó la atención de las chicas en cuanto entraron a la gran sala de prácticas no fue el almacén destrozado, sino la cantidad de agentes heridos y enfermeros que habían cerca de la entrada.
Algunos parecían tener quemaduras, otros sangraban en abundancia, incluso había una figura tumbada en el suelo, con una sábana blanca encima. Al lado de cada uno había, al menos, un paramédico intentando ayudarlo como mejor podía.
A Miriam le sorprendió ver al Sr Dope charlando con un par de enfermeros, pues el jefe no solía presentarse ante los agentes, y solo controlaba las cosas desde fuera. El hombre no tardó en notarlas, y se acercó a hablar también con ellas.
—No os preocupéis por esto, todo es debido a la detonación del almacén, deberíais haberlo oido por megafonía —dijo Dope, en respuesta al visible shock de las chicas— Todos los agentes están bien o siendo atendidos
La vista de Mary se desvió hacia la figura del suelo cubierta por una sábana, la cual no tenía a ningún medico cerca, y no parecía emitir ningún sonido o movimiento. No parecía que estuviera bien, dudaba que estuviera vivo siquiera.
—Esto se arreglará rápido, las prácticas de disparo continuan en la zona de las dianas, hay otros agentes allí —les indicó el jefe, señalando con el pulgar— Acudid allí
En cuanto recibió las ordenes, Miriam se limitó a ir a la zona señalada, seguida por Mireia y por una Mary aún asustada.
—¿Estas cosas pasan a menudo? —le preguntó la rubia, temblorosa, a su compañera
—No sé si esta respuesta te calmará, pero no había visto algo así jamás —la morena sonaba tan despreocupada como siempre— Lo único similar fue un accidente en las cocinas, hicieron un flambeado con el extractor encendido y reventó, yo estaba ahí. Pero eso fue culpa de mi compañera
Mireia hizo el gesto de secarse una lágrima, y añadió, en tono de lástima.
—Ahora ella está en un lugar mejor...
—¿¡Qué!?
—Si... —el tono dramático de la morena desapareció rápidamente— Ahora está en lavandería, donde no revientan cosas. Al menos no la despidieron
—¡Mireia! —la cara de Mary cambió de preocupación a molestia, provocando la risa de la otra
Distraídas por la charla, las dos chicas no se percataron de que ya habían llegado a la zona de disparos hasta que Miriam le ofreció un arma y un par de auriculares a cada una.
—Podréis cubriros los oídos con eso para practicar, pero no en las misiones —aclaró la castaña mientras se colocaba, sin auriculares, frente a la diana con forma de humano—Señaladme un punto
—¡El sobaco! —gritó Mireia
Acto seguido, Miriam alzó el arma, clicó el gatillo dos veces y encajó una bala en cada axila de la silueta.
—Siguiente —la castaña dio un paso atrás, dejando paso a otra de las agentes
—¡Voy yo! —la morena corrió a colocarse, con su arma cargada y empuñada, no sin antes comentar algo— No voy a pediros un punto porque me gusta ser inesperada
La chica apuntó a la entrepierna de la silueta, aunque por la potencia del arma, el tiro se desvió y le rozó la pierna a la figura.
—¡Casi! Bueno, eso le impediría salir corriendo —Mireia se encogió de hombros, pasándole el arma a la siguiente— ¡Te toca, rubita!
Mary empuñó el arma como pudo, con las manos algo temblorosas, siendo la primera vez que sostenía una pistola cargada y con la intención de disparar.
Le asustaba un poco la idea de tener algo tan mortífero en las manos. Y, a pesar de que había estudiado numerosos tipos de armas, no sabía cómo disparar una como tal.
—A ver...
Aprovechando que los separadores entre dianas eran paredes transparentes, decidió echar un vistazo al agente de su izquierda, para saber qué postura adoptar.
El hombre adelantó un pie, y así lo hizo ella.
Después sostuvo el arma con ambas manos, y ella lo imitó.
Por último, el agente levantó la pistola a la altura de sus ojos para apuntar correctamente, y Mary hizo lo mismo.
"¡BANG!"
El fuerte sonido del disparo hizo que la rubia cerrase los ojos por un segundo, y al abrirlos, vio que el disparo del agente había hecho una trayectoria en línea recta...
...pero la bala había salido por detrás del arma, en vez de por delante, impactando al hombre en la cabeza.
El agente, con el cráneo atravesado por un agujero, sangró una gran cantidad antes de empalidecer y caer al suelo como un peso muerto. No hizo ninguna clase de sonido o movimiento tras eso.
Todo ello sucedió en un par de segundos, en los que Mary se quedó helada, tan pálida como el hombre al que acababa ver morir.
—...
Las otras dos chicas también vieron la escena, junto con unos pocos agentes que también pasaban por ahí.
—¡Joder! —Mireia fue la primera en pronunciar palabra
—Quedaos aquí, iré a por ayuda —Miriam salió corriendo del lugar, dejando un aviso en tono alterado— ¡No os mováis!
En cuanto la castaña se fue, la otra se acercó rápidamente a Mary, que aún no había reaccionado ni dejado de mirar el cuerpo fallecido.
—No mires eso, ¿vale? No podemos ayudarlo, Miriam ha ido a por un médico —Mireia tomó a la chica de los hombros y, mientras la sacaba de ahí, le habló en el tono más tranquilizador que pudo— Vamos a asegurarnos de que el resto de gente esté bien, ¿vale?
En cuanto salieron de la zona de disparos, y la rubia pareció recordar la concentración, una bombilla se encendió en su cabeza.
—¿Crees que...? —comenzó la pregunta, mirando a la contraria— ¿Es eso lo que le ha pasado a la gente herida que vimos en la entrada?
Los ojos de Mireia se abrieron por completo, como si fuese algo que había visto antes.
—Alguien enemigo debe haberse infiltrado y saboteado las armas de los agentes para herirlos —dedujo la chica, algo más seria ahora
—Entonces lo del almacén solo fue una distracción, o un aviso de algo peor... —siguió hablando Mary
Notaron a otra agente, una mujer de pelo negro y pecas, corriendo cerca de ellas, como si persiguiese a alguien. La mujer trató de cargar su arma, pero al hacerlo, el cargador salió disparado hacia abajo y le atravesó el pie.
—Dios mío... —por primera vez, Mireia parecía verdaderamente preocupada y nerviosa
—Un momento, ¿cómo es que nuestras armas están bien? —se preguntó Mary
—Son de mi reparto, llegué tarde, debieron trucar solo las que llegaron de madrugada —respondió la morena, recogiendo su arma del suelo
—Vayamos a avisar a la gente de esto, es muy peligroso
—¿Destruyendo la agencia desde dentro? Hijos de puta
En unos quince segundos, Miriam se había plantado donde se encontraba Dope, que aún conversaba con dos paramédicos.
—¡Miriam! —el hombre la saludó alegremente, como si no estuviese rodeado de agentes heridos— ¿Qué tal...
—No tengo tiempo —lo interrumpió ella con sequedad. Después, cogió a uno de los enfermeros de la bata y lo acercó a ella— Venga conmigo
—Lo lamento, señorita —dijo el médico, impasible aunque intimidado— estoy hablando con un superior en este momento, así que...
—No me interesa. Venga conmigo
—Me veo obligado a negarme, disculpe
—Como quiera
Con una fuerza que no aparentaba, la chica arrastró al enfermero hacia donde se encontraba el agente herido, hablándole con seriedad de camino.
—Hay un agente herido que necesitará algo que detenga en flujo de sangre, pero primero, unas pinzas para extraerle la bala del cráneo —comenzó a hablar Miriam
—Oh, si, creo que tengo pinzas... —dijo el hombre en un tono inseguro
—También sería ideal reemplazar la sangre perdida —la agente se giró a mirarlo— ¿Lleva alguna bolsa de plasma en el maletín?
—Creo... creo que no —respondió él nerviosamente, agarrando el maletín con fuerza— Pero tendría que mirarlo una vez lleguemos, recordar donde tengo todo...
—No podemos perder tiempo, deje que yo lo haga mientras vamos
—¡No, no! No me gusta que toquen mis utensilios
—Entonces busque lo que necesite ahora
—Es que...
Miriam suspiró con pesadez, quitándole el maletín de la mano. No había tiempo que perder, mucho menos para jugar con la vida de las personas.
Echó un vistazo rápido a su interior, solo para ver numerosas piezas de recambio de armas, tornillos, cargadores y algún explosivo menor, nada típico de un paramédico.
—¿Eh?
Mientras seguía inspeccionándolo, la agente escuchó una voz a su espalda, en la distancia, que reconoció como una de sus compañeras acercándose.
"¡Miriam, hay alguien saboteando las armas, tenemos que avisar a todos y encontrarlo!"
En cuanto escuchó esas palabras, el supuesto médico tragó saliva, pero no le dio tiempo de huir, pues Miriam lo cogió con fuerza del cuello y le echó la más terrorífica de las miradas.
—¡Yo no sé nada, lo juro! ¡No sé de qué va todo esto ni por qué nos han mandado a sabotearos! —chilló el hombre, entrando en pánico al ver a Mary y Mireia aparecer armadas— ¡Os puedo arreglar las armas, lo prometo! ¡El otro es quien lo sabe todo!
—¿El otro?
En cuanto la chica repitió eso, las miradas de las tres agentes se posaron en el otro paramédico con el que hablaba Dope antes. El supuesto doctor se encontraba corriendo hacia la salida principal, seguramente había visto que habían capturado a su compañero.
Sin pensarlo, Mary corrió hacia él, con una valentía nunca antes vista en ella, motivada por las graves heridas — e incluso una muerte — que había visto causadas por esos sabotajes de armas.
Las otras dos agentes se vieron sorprendidas por ello, pero no tardaron en devolver su vista al enfermero en cuanto este volvió a hablar.
—Por favor, no me matéis —suplicó el hombre, aún agarrado del cuello por Miriam
—Por supuesto que no—la castaña le habló con calma— Necesitamos información antes de eso
—Déjamelo a mí, me han dicho que los interrogatorios no son tu fuerte —dijo Mireia, interponiéndose entre ambos mientras se arreglaba el pelo
Se giró hacia el hombre, y tras una breve sonrisa — que lo distrajo exitosamente — le propinó un fuerte puñetazo en la nariz, haciéndosela sangrar con fuerza de inmediato.
—¡Tu nombre, el de tu compañero y el de la empresa para la que trabajáis! ¡Ya! —le gritó la morena, para sorpresa de la otra
—¿¡Qué coño haces!? —fue la respuesta del hombre— ¿¡No decías que no ibas a matarme!?
—Esto no va a matarte, pedazo de exagerado, solo te va a doler mucho —le respondió Mireia, quitándole importancia— Tanto que quizás si desees que te mate— añadió, con cierta gracia
Dicho esto, volvió a propinarle otro fuerte golpe, también en la nariz, aumentando el dolor considerablemente.
—¡Tu nombre, el de tu compañero y el de la empresa para la que trabajáis!
—¡Pascal, soy Pascal Molina! ¡Mi compañero es Raúl, no sé su apellido! — el hombre lloraba de dolor— ¡Somos de la Nacional!
—¡Anda, si sois polis! —dijo la morena con cierta alegría— Pues que flojuchos, ¿no?
—Los policías no están acostumbrados a atacar a gente que sepan defenderse —comentó Miriam
—Yo estaba de baja, de Raúl no tengo ni idea, pero me enseñó él a trucar las armas... solo hice unas pocas
Pascal se cubría ahora la nariz con la mano, intentando reducir el doloroso flujo de sangre, mientras hablaba.
—Eso me interesa lo justo —ahora fue Miriam la que habló— Quiero saber cómo habéis encontrado la ubicación de la sede
—No sé mucho, no sé quienes sois, solo que no hacéis cosas muy legales —respondió el hombre— A mí me han mandado aquí a hacer el sabotaje y cobrar, yo no sé lo que hago
La castaña suspiró, y se giró hacia su compañera, en busca de una opinión externa. Mireia abrió la boca para darla, pero fue interrumpida por el atronador sonido de un disparo de rifle.
Las dos agentes y el policía miraron al frente, para encontrarse con Mary, con la potente arma entre los brazos, y a varios metros de ella, a Raúl tendido en el suelo frente a una gran mancha de sangre.
La sangre era del propio hombre, que ahora yacía muerto por un disparo en el cráneo, al igual que el agente muerto por el arma trucada.
Todos quedaron completamente quietos y en silencio por un par de segundos, hasta que la rubia se dio cuenta de que la observaban, e hizo una señal de aprobación a las chicas.
—Mira, pues parece que tu maestro está muerto ahora —le comentó Mireia a Pascal
—Gracias a Dios me he topado con vosotras y no con esa loca —rió el policia, señalando a Mary con el pulgar
—¿¡Disculpa!? —la morena fingió verse súper ofendida por ese comentario— ¡Menos insultos a mi Barbie francesa!
—Además, toparte con nosotras no es ninguna suerte si conoces la norma principal de la DPB —comentó Miriam, sacando su arma del bolsillo de la chaqueta y limpiándola
—¿Y esa cuál es? —preguntó el hombre con curiosidad
En un rápido movimiento, Miriam cargó el arma y apuntó al pecho del policía con esta.
—"Si sabes que la DPB existe, debes estar trabajando en ella o muerto"
Dicho esto, la agente le propinó tres disparos certeros — dos en la cabeza y uno en el pecho — a Pascal, terminando con su vida instantáneamente.
Hecho esto, ambas se alejaron del cadáver y se acercaron a Mary, que aún cargaba con dificultad el rifle en sus brazos.
—¡Hola! —dijo la chica, dudando un poco que debía decir— Em... no estoy segura de que este sea el trabajo para mí, esto de matar gente...
—Has hecho un trabajo excelente —la castaña no se lo pensó antes de estrecharle la mano a su compañera, haciendo que el arma cayera— Controlar un rifle con gran fuerza de retroceso, hacia un blanco en movimiento, es verdaderamente impresionante. Bien hecho
A Mary le sorprendió bastante este gesto, no estaba acostumbrada a recibir felicitaciones, y mucho menos de alguien tan exigente como Miriam. Sonrió al escucharla, y asintió como agradecimiento.
—Y confieso que tu interrogatorio tampoco ha estado mal, ha sido muy efectivo —dijo la agente, esta vez a Mireia, ofreciéndole su mano también— Incluso con esas frases tan peliculeras
—Siempre he sido muy peliculera —respondió la morena con gracia, estrechándole la mano
—¡Al final hemos hecho un gran equipo! —la rubia sonrió ante la escena— ¡Deberíamos trabajar juntas siempre!
—Hemos hecho un equipo aceptable —fue lo más amable que pudo decir Miriam— No odiaría volver a trabajar con vosotras alguna vez
—Déjame adivinar, ¿eres la típica incapaz de dar un cumplido? —le preguntó Mireia a la castaña, rodeándola con un brazo, sin recibir respuesta— Pues mira, deja de hacerte la tía dura, porque lo hemos hecho de puta madre
Miriam hizo una pausa, mirándola con una mezcla de expresiones, y luego habló.
—Está bien —dijo, sonando poco convincente— Lo hemos hecho bien
—¡Siii! —aplaudió Mary felizmente— ¡Que gran primer día de trabajo!
—Venga, esto hay que celebrarlo, vámonos a beber algo —dijo Mireia, dando una palmada en el hombro a cada una. Después señaló a la castaña— Grumpy Cat invita a una ronda
Haciendo referencia a su nuevo apodo, Miriam adoptó una expresión molesta, aunque siguió caminando junto con las otras dos, viendo como se reían por su reacción. Aunque no se sentía como si se rieran de ella, sino, más bien, con ella, como se haría en un grupo de amigos.
El día no había estado mal. Mary había aprendido a disparar con efectividad, Mireia había demostrado ser algo más que un payaso, y ambas habían sido útiles y veloces en una situación de peligro real.
Le había gustado un poco trabajar en ese equipo. Se lo había pasado mejor que de costumbre.
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