1.- De viajes y encuentros.

[...] Tus palabras suenan

 como si tuvieran

 muchos significados, 

¿Qué es que? [...] 


La lluvia caía como si no fuera a terminar nunca.

Aunque sonase tonto si lo decía en voz alta, él pensaba que el cielo estaba llorando todo lo que no había llorado desde el momento en el que piso ese bus. Había llorado antes, en brazos de su persona favorita porque no podía soportar el hecho de estar alejado de su hogar, pero era lo que tenía que hacer. En cierta parte, estaba harto de que le dijeran siempre lo que tenía que hacer, pero había vivido toda su vida así, bajo los mandatos de los demás. Estaba tan acostumbrado que no le importo que su destino fuera guiado por los dictámenes de alguien más, aunque los quisiera y en su mayoría le dieran igual.

Se sentía solo, sentado en el asiento de la ventanilla, quiso gritarle al mundo que él no era otro suceso del mundo totalmente insignificante e invisible. Porque así se sentía cuando estaba solo, aunque nunca le había molestado la soledad, estar rodeado de una lluvia que no se detiene, la perdida de lo que eras ayer y lo que tenías pensado que serías, le hacía pensar de esa forma y era duro. Era duro apoyarse sólo en sí mismo.

Hoseok suspiró, sorbiéndose la nariz y limpiándose el rastro de lágrimas secas en sus mejillas. Era vergonzoso para un Alfa llorar, pero todas conocían a Hoseok lo suficiente como para parecer sumamente adorable a sus ojos, por lo que él lloraba casi todo el tiempo cuando tenía ganas. 

Era un Alfa tonto, ingenuo y llorón, como le decía Suni. 

Nunca se llevo bien con Suni, pero su hermana mayor era realmente buena para hacerle polerones de lana, así que la quería. Bueno, amaba a sus seis hermanas mayores por igual. El era el menor, y no por eso más consentido. Hoseok sabía que la mayoría de la gente en el pueblo decía que él era como el esclavo de la familia, algo así como la cenicienta, lo que era realmente tonto porque uno; Hoseok era un Alfa macho, dos;  tenía seis hermanas mayores, no hermanastras, tres; sus padres habían muerto cuando él apenas tenía cuatro años. No sabía de donde sacaban el parecido.

Tal vez podía deberse a que, como él era el único Alfa y era el más fuerte -aunque no lo pareciera en absoluto- sus hermanas dejaban que se hiciera cargo de todo, llevar los costales de harina, los arreglos del techo, vallas, piso o los muebles rotos, que limpiase el establo de los caballos, que pedaleara en bicicleta para dejar los pedidos de tartas o ropa hacia la comuna, etc; además de hacer los trabajos menos pesados, como ayudarles a hacer la comida, hacer postres o pan caceros, limpiar la casa, lavar la ropa, tejer, hacer mimbres, alimentar a los cerdos y a las dos vacas... Hoseok sabía hacer de todo. Sus hermanas habían hecho que viviera bajo sus reglas de omegas mujeres, no les importaba que comúnmente el Alfa se encargara más de la planificación de la casa y el dinero en vez de cocinar; para eso estaba la hermana mayor. Si Hoseok fuera un Omega hombre, sería perfecto para el casamiento.

Lo bueno era que a sus hermanas les importaba una pepa de ají los estereotipos sociales.

Al principio vivía con sus seis hermanas en la casa de sus padres, que tenía seis habitaciones, tres para las seis hermanas Omegas que compartían de a dos, una para Hoseok, otra para los invitados y una de sus padres. Después de dos años de que ellos murieron,  dos de sus hermanas gemelas, que eran las mayores de ese entonces 22 años, se habían casado y se habían ido a vivir con otros Alfas en el pueblo, como era costumbre; se llamaban Lena y Lenny, eran muy diferentes; una era la más cariñosa y la otra era frívola como un cubo de hielo, de ellas seguía Yuna nueve años mayor que Hoseok, muy hogareña y maternal, había sido la encargada de cuidar a las más pequeñas y a Hoseok además de planificar todo como el dinero, de ella seguía Hyuna, vivía metida en problemas de Alfas por lo linda que era y era seis años más grande que él, luego Shin, obsesionada con los libros y la cocina, de tres años más, y la penúltima, Suni, enamorada del teatro y la música, dos años más grande. Suni era la que tenía una edad más cercana a la de él, tal vez por eso eran más cercanos y tenían una relación amor-odio.

Solo sus hermanas gemelas mayores no vivían en la casa, las demás seguían viviendo a pesar de haber recibido varias propuestas de casamiento y de trabajo lejos de la ciudad. Según ellas, no querían casarse tan jóvenes, les importaba muy poco el ser madres; excepto Yuna, pero ella no había nacido con tanta gracia ni fuerza física, además les gustaba vivir en sectores rurales igual que a Hoseok, pero sí tenían parejas, por lo que tuvo que vivir asustando a los pretendientes no deseados o en su mayoría, advirtiéndoles sobre sus hermanas. Eso servía mejor como escarmiento. 

Hoseok, en sus veintidós años recién cumplidos, había pasado dos de ellos trabajando en una de las guarderías de Gwangju junto a su hermana Yuna, que había terminado siendo profesora. ¿Cómo era posible que un Alfa fuera cuidador de niños pequeños y tuviera la paciencia para hacerlo? Hoseok tenía seis hermanas y había crecido bajo el arrebato y el mandato de cuatro de ellas, por lo que su paciencia no tenía límites. Al principio había sido un favor para Yuna, porque su ayudante se había enfermado, pero luego todos en el pueblo conocían a Hoseok como el Alfa ideal para ser un hombre de casa. La mayoría de Alfas se reían de él, diciendo que era la versión barata de un Omega, pero a él poco le importaba. Las madres estaban feliz de que él ayudase a cuidar a sus cachorros, porque también les daba clases de música, caza y jugaba con ellos. En sus cortos diecinueve años ya era todo un muchacho maduro y todas las omegas confiaban en él.

Lástima que sus hermanas recibieran la carta de sus tíos de Seúl sobre el futuro de Hoseok.

Hoseok poco sabía de la empresa exportadora de frutas y verduras de su padre, todo lo que había invertido, el hecho de que al morir esa empresa quedo en manos de su tío. Su tío era el hermanastro menor de su padre y se llamaba Min Yoongi. Lo poco que sabía Hoseok, era que su tío era un Alfa y que se había casado con un Omega llamado Park Jimin. Sus hermanas no dejaban de hablar de las fotos que les habían mandado, donde salían ambos esposos y su único hijo llamado Namjoon, que era un año menor que Hoseok, y los regalos, cuando él cumplió los veinte años. Decían que quería que Hoseok fuera a visitarles para hablar un tema importante, pero él nunca lo hizo, solo envió una carta disculpándose y que estaba muy ocupado para hacerlo. Sus hermanas no habían insistido en que los visitara porque Hoseok estaba ayudando en la guardería.

Pero a los veintidós años fue cuando recibió otra carta de ellos, esta vez sólo para Hoseok. Querían que fuera a Seúl a hablar un tema muy importante, que decidiría su futuro y cambiaría su vida. En ese momento, sus hermanas no pudieron ignorar más sus peticiones, así que intervinieron, empacaron la ropa de Hoseok y lo arrastraron al bus que iba hacia Seúl.

Hoseok pensaba que ellas querían deshacerse de él, ¿Pero cómo iban a deshacerse de quien les hacía el desayuno todas las mañanas, les lavaba su ropa o las consolaba cuando un Alfa se pasaba de listo y las ilusionaba? Yuna tenía los ojos rojos cuando estaban en el paradero, incluso Suni había llorado diciendo que le había entrado tierra a los ojos. Hyuna y Rina se habían mantenido calladas -lo que era un fenómeno increíble, porque nunca paraban de hablar- y Shin no había dejado de abrazarlo por la espalda como si no quisiera dejarlo ir. 

Había sido muy triste la despedida, incluso cuando Hoseok piso caca de caballo cuando estaba por subirse al bus y sus hermanas se habían terminado burlando de él como siempre.

Hoseok se preguntaba que era eso tan importante que tenían que decirle, incluso si su hermana Yuna le había dicho que fuera a estudiar a Seúl para ser profesor -porque para ser ayudante tenía que tener un título-, él no quería irse a vivir allí. Quería seguir en el campo, en el pequeño Gwangju. 

Después de tres horas, se quedo dormido en el asiento esperando a que el tiempo pasara y llegara a Seúl. Según el mapa que le había mandado su tío Yoongi, porque Hoseok no tenía celular ni nada remotamente tecnológico, excepto la placa termo solar que habían puesto en los campos y el sistema de agua potable, tenía que caminar dos cuadras desde la Estación a la que iba a llegar hacia el norte y que lo irían a buscar allí. Su esposo no podía porque estaba en su último mes de embarazo y su tío tampoco porque estaría trabajando. 

Hoseok seguía plácidamente durmiendo, hasta que una señora encargada de retirar el ticket del pasaje le tocó el hombro, haciendo que pegara un respingo que casi le provoca un paro al corazón. Para ser un Alfa, era realmente asustadizo.

- ¡Lo siento, joven! -se disculpó la mujer, supuso que Beta-, venía a despertarlo porque ya estamos a cinco minutos de llegar a la estación y tiene que tener los ticket en mano.

- Oh, s-sí, muchas gracias -respondió Hoseok. Se estiró entre bostezos, sintiendo los músculos destensarse, viendo a la mujer que se iba despertando a otros pasajeros. 

Se giro hacia la ventana. 

La lluvia hace mucho que había parado, pero las nubes grises aun no desaparecían. Sería el otoño más largo de todos.


[...]


Cuando Hoseok se bajo del bus, la lluvia había comenzado otra vez, por lo que corrió dentro de la estación a comprarse un café. Se le había olvidado el maldito paraguas, por lo que solo tenía que ponerse el impermeable para no empaparse entero. Las lluvias de otoño eran contadas con los dedos, por lo que para él era un total mal augurio. Desde ya odio Seúl. Demasiado ruido en aquella estación, siendo que su hermana había dicho que era una estación pequeña, ¡Para él era gigante!  Y habían tantas personas.

Se sintió más reconfortado cuando se compró el café caliente y con su maleta y mochila -sus hermanas habían insistido en que llevara tarros de miel de regalo- se dirigió fuera de la estación hacia el lugar donde estarían esperándolo. Camino tranquilamente, a paso lento como siempre lo hacía, y le sorprendió como los demás pasaban por su lado como si estuvieran a punto de ir al baño. Parecían locos, yendo y viniendo, ¡Hoseok ya odiaba ese lugar!

Pero él siempre era optimista, tal vez la casa de sus tíos fuera cálida y más amable. Así que estuvo pensando en eso durante todo el camino, sonriendo por lo bien que sabía su café a pesar de la lluvia que mojaba su tonta maleta de color rosa chillón que le había prestado Hyuna.

Cuando de repente un olor a flores, como a las lavandas y jazmines que había plantado en su patio trasero, le llego a la nariz.

El aroma de una flor bajo la lluvia, a tierra mojada, mezclado con un sentimiento de tristeza azul y de sensualidad al rojo vivo. Un aroma que le erizo los vellos de los brazos, que despertó a su lobo interior, ese que nunca despertaba a excepción si había peligro, y luego... sólo la lluvia.

Camino unos metros hacia delante y observo hacia un callejón.

Su lobo interior había despertado. Y ya sabía el porqué.

Frente a él se encontraba el escenario que más detestaba, un chico delgado y alto, de cabello rubio cenizo y tez canela, golpeando con su pie en el estómago a otro tirado en el suelo mientras que con una vara de metal le clavaba las costillas haciendo que su cuerpo temblara en el suelo bajo la lluvia. 

Se le deslizo el café entre los dedos, mojando más aun sus zapatillas, mirando la escena desconcertado. 

El chico abusón ya se había dado cuenta de su presencia, porque alzo la vista hacia él a la misma vez que Hoseok había aparecido y había botado el café.

Ambos chicos se miraron fijamente a los ojos. Lo que pareció ser una eternidad, en donde el tiempo se detuvo y lo único que seguía funcionando en el mundo era el latido incesante de sus corazones más vivos que nunca, habían sido sólo segundos. Les recorrió una sensación tan cálida, relajante, como un disparo de morfina en su sistema, que asustaba. Habían sentido esos aromas que se mezclaban, sin saberlo, en esos segundos eternos todo había cambiado.

Pero ninguno de ellos se dio cuenta. Sólo querían seguir mirándose.

Hasta que el cuerpo tirado en el suelo gritó entre dolorosos quejidos, sacándolos de la nube que habían creado donde el mundo no existía.

- ¡M-maldito bastardo! -exclamó el otro entre jadeos tirado en el piso y escupiendo sangre-, ¡Q-qué me hiciste!

El chico de cabello rubio pareció reaccionar y volvió a mirarle sin expresión, casi con odio.

- Dame mi dinero -espetó entre dientes. Hoseok no escuchó lo que decía, sólo veía como movía la boca y sentía como si volviera a ser invisible, por alguna razón, eso no le hizo sentir para nada bien.

El hombre volvió a escupir.

- M-maldito p-puto.

El chico gruño con rabia, volviendo a clavar las costillas del tipo con la vara metálica por más tiempo. 

Hoseok se estremeció y sin pensarlo dos veces, soltó su maleta y fue hasta ellos dos para interponerse. Sentía a su lobo demasiado alerta, animado y diría que hasta feliz. No entendía lo que le pasaba. Nunca había sentido a su lobo correr dentro suyo en éxtasis total, solo por ver a un chico de igual estatura que él, con los ojos más grandes y hermosos que hubiera visto nunca detrás de su largo flequillo. Sus ojos eran especiales. Tenía un ojo color celeste y otro verde, mirándole con una sorpresa total. No supo si lo rojizo de sus mejillas era por quemaduras de sol o porque estaba sonrojado.

- ¡Qué estás haciendo! -le gritó el chico frente a él. Hoseok ni siquiera parpadeaba, al parecer el chico rubio se había recompuesto de su sorpresa y ahora lo miraba igual de enfurecido que segundos antes.

- ¡T-tú q-qué e-estás haciendo! -Hoseok maldijo en su mente. ¿Por qué se ponía a tartamudear y tímido tan de repente?

- ¡Hazte a un lado, idiota! -exclamó, apuntándolo con la vara de metal. Hoseok ni siquiera se movió, solo ladeo la cabeza observando con suma curiosidad que era eso-. ¡Voy a darte una puta descarga si no te mueves ahora!

Hoseok frunció el ceño. Su hermana Suni era la única que decía groserías, a pesar de regañarla todo el tiempo por eso.

- ¿Con esa boca comes todos los días? -espetó Hoseok, cruzándose de brazos. El chico lo miró enmudecido-. ¿Por qué golpeas a este pobre hombre?, ¿Qué te ha hecho? Estás actuando como un desalmado.

Hoseok se acuclillo al lado del hombre, que lo miraba con lágrimas en los ojos y tomaba su mano como si pidiera ayuda. Le dio lástima, se notaba que era un Alfa, por sus músculos tonificados y su aroma tan fuerte mezclado con carbón. Debe ser horrible para su orgullo ser vencido por una varita. Estaba seguro que el chico rubio era Omega, su lobo prácticamente seguía aullando por ese chico, pero Hoseok trataba arduamente de ignorarlo.

- ¿U-un d-desalmado? -tartamudeó el chico rubio, pateando el piso y señalándolo con el dedo como un niño-, ¡Él me debe dinero!

- ¿De qué? -preguntó curioso. 

El chico se puso más rojo, no supo si por la rabia o por el hecho de que la lluvia se había detenido reflejando en su cara los primeros rayos del sol.

- ¡Qué te importa!

- Explícame y dejaré que lo golpees -razonó Hoseok, serio. Ese chico le hacía acordar a Suni cuando se ponía testaruda-. Antes no.

Hubo un silencio largo, bastante incómodo. El chico hacia una mueca adorable mirando hacia otra parte cruzado de brazos. Era igual a un pequeño berrinchudo de su guardería llamado Jae, lo que le provoco mucha ternura.

- Le di mis servicios y no me quiso pagar -contestó entre dientes. Hoseok lo pudo entender, tenía el oído bastante agudo.

- ¿Servicios?, ¿De qué?

Como respuesta el otro resoplo, frunciendo aun más el ceño y gruñendo irritado.

- ¿Por qué eres tan entrometido, omega tonto?

Hoseok no se sorprendió porque lo confundiera con un omega, su nariz era muy afilada al igual que sus facciones, era delgado con músculos escondidos, además siempre daba esa aura de tranquilidad que confundían con uno. Aquello le daba igual.

- No soy entrometido, sólo no quiero que mates a este pobre hombre.

- ¡Pobre hombre mis pelotas! -espetó, empezando a desesperarse. Casi podía oler su furia-, ¡Quiero mi dinero, no le di mi culo por nada!

Hoseok lo miró confundido.

- ¿T-tu culo?

- Mi culo -repitió.

- ¿Por qué le prestaste tu culo?, ¿Eso se puede? -Hoseok se inclinó hacia atrás, echando una hojeada rápida a la espalda baja del chico.  Estaba muy bien dotado para ser un omega hombre- Yo veo tu culo bastante bien.

- ¿Eres tonto? -espetó él molesto- Le di mis servicios sexuales y no quiso pagarme.

Hoseok creyó no oír bien.

- ¿Servicios textuales?

- ¿Tex-qué?, ¡No! -negó fastidiado, para inclinarse un poco hacia el rostro atontado de Hoseok- Dije sexuales, de sexo. S-e-x-u-a-l-e-s, vamos, deletrea conmigo.

Se le aclaró la mente, por lo que reaccionó segundos después abultando la boca. Hoseok era bastante tonto en lo que se refería a sexo, como había sido criado alrededor de Omegas, y no cualquier omegas, sus hermanas, casi ninguna omega estaba interesada en él. A la mayoría les gustaban más varoniles y, aunque Hoseok había tenido cuatro novias Omegas durante su adolescencia cuando tenía catorce, dieciséis, dieciocho y veinte, no habían durado mucho a su perspectiva. Apenas una semana o un mes. 

- ¿Eres como esos Omegas de la noche?

El chico lo miraba como si Hoseok tuviera un tercer ojo, pero luego se encogió de hombros y asintió.

- Sí, se podría decir que sí... pero yo tengo más libertad.

- Oh... -musito Hoseok. Jamás se lo hubiera esperado. Ese chico tenía facciones bastante sensuales, pero si lo veías hacer esas morisquetas era mucho más adorable. Hoseok se había quedado anonado viéndolo, lo estrecha que parecía ser su cintura  debajo de su larga camiseta, sus clavículas y su cuello delgado, sus dedos largos y...

- Vamos, muévete o te muevo -espetó impaciente. Hoseok pestañeo, sobrecogido.

- ¿Qué hace eso? -preguntó refiriéndose a la varita.

- ¿Esto? -replicó él, viéndola y apretando un botón rojo, haciendo que de la punta saliera una luz eléctrica azul. Parecido a cuando se cortaba la luz en la casa de Hoseok y tenían que poner velas-. Te da descargas eléctricas por todo el cuerpo, si lo dejo funcionando más de cinco segundos hasta se te puede quemar el pelo.

- ¡Eso es horrible! -se horrorizo Hoseok, viendo al hombre y luego a él-. Debes parar, habla con este hombre, no creo que sea un salvaje para que lo trates así.

- Si que es un salvaje  -afirmó, levantando su camiseta y mostrando su abdomen rellenito en el centro, donde se notaba una hinchazón morada en el costado-, ¡Me golpeó en el estómago cuando se lo pedí amablemente!

- E-eso es... -Hoseok se había quedado sin habla. Apenas bastó ver ese rastro de piel para que lobo aullara otra vez, sus ojos resplandecieran más amarillos y sus mejillas se tiñeran de rojo, primero por la sensación de excitación que le recorrió, y luego por la rabia. Odiaba cuando los Alfas abusaban de su fuerza y se aprovechaban de las/os Omegas, así que volvió la vista hacia el hombre mirándolo lo más amenazante que pudo mientras apretaba su mano con fuerza inconscientemente-. Oye, tú, i-idiota, dale su dinero o te quemará las neuronas con su palito ese, yo que tú le haría caso y si él no lo hace, entonces lo haré yo -el hombre asintió fervientemente, tratando de soltarse de su agarre mientras trataba arduamente de sacar su billetera del pantalón. Cuando lo hizo, se lo tendió al chico quien sacó casi todos los billetes, contándolos y guardándolos en su bolsillo trasero-. Mira que descarado, ¡Golpeando a Omegas! -exclamó indignado Hoseok, parándose y viendo como él guardaba su varita en sus botas militares-. Debería dejar que le quemaras el cabello.

El chico asintió, esta vez totalmente sonriente. Al parecer el dinero le hacía bastante feliz.

- Gracias -sonrió él-. Resultaste más razonable de lo que pensé, lindo omega.

Hoseok se rió, caminando hacia su maleta y tomándola para reanudar su camino junto al Omega que había empezado a seguirlo a su lado.

- ¿Omega? Oh, no, yo soy Alfa -aclaró.

El chico rubio se detuvo a la misma vez que Hoseok, porque en esa esquina tenía que esperar a que lo fueran a buscar.

- ¡¿Qué tú eres qué?! -exclamó perplejo, con los ojos desorbitados-, ¡Pero si hueles a vainilla!, ¡Ese aroma no es de... no es...!

- ¿Vainilla? -ladeo la cabeza Hoseok, extrañado-. Nunca me habían dicho que huelo a vainilla.

Hoseok le resultaba muy agradable ese chico, no sabía el porqué. De repente le pareció ese lugar uno bastante bonito solo porque ese chico estaba allí con él.

Inesperadamente, oyó como un claxón lo sacaba de su estupor, viendo hacia todas partes. A lo lejos vio un hombre acercarse desde una camioneta gigante negra, con hombros anchos y sonriente. 

- ¿Tú eres Jung Hoseok? -dijo el chico. Hoseok asintió y le tendió la mano-. Yo soy Kim Seokjin, soy el conductor de tus tíos, por lo que me toca llevarte a casa, ¡Tenemos que irnos ahora sino queremos encontrarnos con el tráfico, señor Jung!

- ¿Conductor? Eso es bastante genial y, por favor, sólo dime Hoseok -sonrió, negando cuando Seokjin fue más rápido que él y agarró su maleta para llevarla hacia el auto- Oh, me tengo que ir -dijo hacia el chico rubio, quien había estado mirando todo en silencio y con un semblante bastante arisco-. Es una lástima... -musito Hoseok con evidente decepción. De repente su lobo aulló y tuvo una idea que le hizo sonreír radiante otra vez. Del bolsillo de su mochila saco una bolígrafo y, tomando la mano del chico rubio -quien dio un pequeño brinco-, empezó a escribir números en el dorso-... este es el número de la casa de mis tíos, si necesitas ayuda o cualquier cosa puedes llamarme -dijo con rapidez, de repente demasiado tímido como para mirarlo a los ojos o estar plantado ahí demasiado tiempo. Se dio la vuelta y antes de irse se despidió-. Adiós, que te vaya bien, ¡Que tengas un lindo día!

El chico apenas lo miraba, mordiéndose el labio inferior viendo como se iba, con las palabras atascadas en la garganta y en los ojos. Cuando Hoseok se subió al asiento del copiloto -luego de que Seokjin le abriera la puerta muy cortés-, hizo que se detuviera. Se había olvidado de algo muy importante, ¿Cómo era tan idiota?

- ¿Qué sucede? -preguntó Seokjin, viendo como Hoseok miraba hacia todos lados viendo el mecanismo de ese auto. ¿Dónde estaba la palanca para darle vueltas y bajar la ventanilla?

- ¿Cómo se baja la ventanilla? -preguntó agitado. Seokjin apretó un botón y la bajo, haciendo que Hoseok se girara y sacara la cabeza por encima de esta, gritando hacia el chico rubio que no había dejado de mirarle anonadado-. ¡Oh, oh, espera!, ¿Cómo te llamabas?

El chico caminó hasta quedar un poco más cerca y alzó la voz, respondiendo:

- Taehyung.

Hoseok sonrió mostrando todos sus dientes. Se sentía feliz. Definitivamente ese lugar no era tan malo. Taehyung era demasiado bonito como para nacer en un lugar malo.

- ¡Hasta luego, Taehyung!





[...]


Dedicado a las que le rompí el corazón en Dimple, esto es para ustedes (aun si no me quieren leer, no importa TT ) alskdjaks<3

Será un mini-fic igual que 4oclock, so...

Espero que le den amor <3 uwu

Gracias por leer <3




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