XVII.

Rodó los ojos en cuanto recibió mensajes seguidos de Jungkook con la misma consigna, que le abriera y que hablaran.

Había llorado mucho como para dejar su enojo y tristeza solo con muchos mensajes insistentes. Escuchaba el timbre y los toquidos en la puerta, se hacía el sordo mientras caminaba por su departamento, estaba organizando sus libros y mantenía la insistencia de Jungkook como la música de fondo.

Era gracioso como no se había cansado por una gran media hora, él en verdad lo quería. Lo amaba tanto que no le importaba dejar su dignidad frente a los vecinos de Jimin, porque comenzó a gritar desde la puerta su nombre seguido con unos cuantos ‘por favor, amor, ábreme’.

Cuando los ruegos comenzaron a tomar un tinte enojado, fue cuando Jimin se dirigió a la puerta para abrirla y para echar a Jungkook de su edificio. No lo quería ver, a menos que esté arrodillado para pedirle perdón por las lágrimas que le había hecho derramar.

Y fue así, cuando abrió la puerta, encontró a Jungkook de rodillas con un ramo de rosas rojas. Le miraba desde el suelo con sus ojos redondos llenos de pena, le miraba con esa devoción que solo él le tenía al mirarle. Quiso sonreír al verlo como quería, pero no lo hizo.

En su lugar, tomó el ramo de rosas, le quitó el papel y se las arrojó a Jungkook; logrando que las espinas le raspen la mejilla y la nariz.

“No quiero nada de ti, vete y déjame en paz.” Siempre era así, fingir que no se necesitaban, fingir que no estaban incrustados en sus huesos para disimular las enormes ganas que tenían de fundirse en la piel del otro; hasta devorar su corazón.

Jungkook se levantó del suelo al sentir el desprecio. Se merecía el trato, él había barrido el piso con Jimin y era justo que se desquitara, aunque su cara le ardiera por las espinas que le habían lastimado la piel.

“Jimin, amor—”

“¡No me digas así!” Lo empujó cuando comenzó a caminar hacia su lugar. No lo quería cerca, quería hacerle daño. “¡Yo no soy tu amor, es otro!”

“No digas eso.” Volvió a acercarse ganándose una bofetada por parte de Jimin.

“Es así, ¿no que te ibas a enamorar de otro? ¿Que era tu mejor decisión? ¿Que era tuyo? ¡¿Entonces, qué haces aquí!? ¡Vete con él!” Los gritos comenzaban a irritar a Jungkook, como el ardor de su piel por el golpe recibido.

Con la poca paciencia que le quedaba, tomó el brazo de Jimin y trató de meterlo hacia su departamento, el rubio se zafó de su agarre y volvió a darle una bofetada para que se alejara de él. No funcionó, Jungkook se enojó y lo guió del pecho con toda su fuerza para que se metiera.

Lo logró, cuando estuvieron dentro estampó la espalda de Jimin contra la pared y cerró la puerta con su pie. Su mejilla ardía, su corazón latía como loco y un nudo se instalaba en su garganta.

Era un desastre de emociones, como siempre cuando estaba con Jimin. Quería estallar en amor, desmoronarse en tristeza y hervir en enojo. Esta vez de sus ojos nacieron cascadas que le amargaron el corazón.

¿Por qué lloraba? Porque odiaba estar así con Jimin, ya no quería seguir separado de él. Lo extrañaba y sentía que se moría por todo el tiempo que no había pasado a su lado. Estaba dolido, estaba desesperanzado pues creía que nunca se resolvería el problema entre ellos.

El corazón de Jimin se rompió al ver las lágrimas de Jungkook hacer surcos en sus mejillas, pero no hizo nada. Siguió fingiendo el enojo y los celos por alguien más.

“Deja de llorar.” Rodó los ojos apretando sus manos a sus costados, impidiéndose abrazarlo.

“Por favor, perdóname.” Sollozó. “Yo no quise herirte con lo que te dije, solo salió por el enojo.”

“Como siempre, ¿no?” Soltó una risita ahogada. “Siempre que te enojas me dices ese tipo de cosas, no es la primera vez.”

“Perdóname, por favor. Jimin, no quiero pasar ni un minuto más sin ti, no puedo.” Lo abrazó de la cintura colocando su mentón en el hombro del rubio. Lo apego a su cuerpo mientras soltaba lágrimas.

“Suéltame.” Trató de zafarse, pero tampoco ponía mucho de su esfuerzo, fingía que sí.

“No, no hasta que me perdones.”

“No seas infantil, Jungkook.” Siguió, disfrutando de la cercanía y el calor.

El pelinegro se cansó de la situación, llevó su mano hacia el cuello de Jimin y lo atrapó de ahí, lo mantuvo inmóvil y lo besó. El beso no fue correspondido en primera, pero con el paso de los segundos el rubio cedió al beso tan anhelado.

Se enredaron en un abrazo mientras se besaban, era un sabor distinto; lleno de desesperación y amor. Tan desesperado había estado el pelinegro de tener a su amor de toda la vida, que no dudó en morderle el labio hasta sentir que la sangre se mezclaba con su saliva. El beso era abismal, con sabor a las lágrimas de Jungkook y a la sangre de Jimin.

Eso eran ellos, sangre y lágrimas, unidos en un amor tan desesperante y consumidor que les quitaba la respiración de sus pulmones.

Se necesitaban, vivían por y para el otro. No había vida si no estaban al lado de su pareja de toda la vida.

Rápidamente Jungkook tomó de los muslos a Jimin e hizo que se enredara en sus

caderas, lo aprisionó contra la pared mientras lo sostenía y besaba su cuello; manchándolo de su propia sangre. Consumiéndose el uno al otro con cada beso robado.

“Te extrañé mucho.” Susurró Jimin desordenando el cabello de Jungkook, suspirando fuertemente cada vez que el pelinegro besaba su cuello. “Te necesité tanto.”

“Ya somos dos, muñeco.” Sonrió volviendo a besarle los labios. Después besó su mejilla, su frente y su nariz. “Te necesito más que al oxígeno, Jimin, eres todo para mí. Te amo tanto.”

“Yo también, te amo, te amo muchísimo.” Besó su nariz y su frente. “Llévame a la cama. Por favor, te necesito.”

“¿No te lo hizo bien?” Se burló, haciendo caso al pedido de Jimin.

Jimin negó con la cabeza, comenzando a besar el rostro de Jungkook hasta llegar a su cuello donde comenzó a morder. Quería marcarlo para que todo el mundo recuerde que le pertenece a él y solo a él. Hasta el día en que sus almas se unan al inmenso espacio.

Por siempre juntos.

“¿Acaso no te tocó bien? ¿No supo acariciarte? ¿Ah, muñeco?” Siguió burlándose mientras dejaba el cuerpo de Jimin sobre la cama. “¿No te cogió como a ti te gusta?”

“No, no lo hizo.” Gimió por la sobreestimulación de emociones. Estar con Jungkook siempre lo llevaba a su límite. “Solo tú sabes acariciarme, solo tú sabes cogerme como me gusta.” Sonrió haciendo un show para Jungkook, comenzó a acariciar su cuerpo mientras mantenía su mirada en su ex novio; sabiendo que así lo volvía aún más loco por él. “Vamos, desnúdate, no me dejes esperando.”

“¿En esta cama te cogió, no?” Sonrió de lado comenzando a quitarse su camisa para tirarla en el piso. Subió a la cama para atrapar el cuerpo de Jimin contra el suyo y sostuvo sus mejillas para que mantuviera su vista en sus ojos. “En esta cama te dejaste coger por otro, ¿no es así?”

Jimin sonrió de lado, haciendo los ojos de cachorro y mordiéndose los labios. “En esta cama otro me hizo gemir su nombre.” Respondió sabiendo lo que se venía.

Cerró los ojos esperando la cachetada que se vendría, sintió su mejilla arder cuando la palma de Jungkook se estrelló contra su piel. Y sonrió mientras le miraba.

La mano tatuada de Jungkook volvió a su cuello, apretando lo suficientemente fuerte como para quitarle un poco de aire. Estaba enojado, furioso y enamorado. Su interior ardía en celos y posesividad al saber que alguien más había tocado a su preciado Jimin.

“Debería matarte por eso, ¿no crees?”

Jimin solo se rió, esperando lo que se venía: un beso sucio y desesperado.

La ropa de ambos fue cayendo al piso, sus cuerpos comenzaban a sudar por todo el toqueteo torpe que tenían contra el otro. Ambos estaban tan enojados que no medían la fuerza en sus caricias o palmadas, más de una vez Jimin clavó sus uñas en la espalda de Jungkook dejándole marcas rojas con gotas de sangre.

Aún así, a pesar del enojo, sus besos se habían tornado suaves y tiernos. Mientras Jungkook embestía el interior de Jimin, besaba sus clavículas y acariciaba sus caderas, le susurraba lo mucho que lo amaba, cuanto lo extrañaba y lo importante que era en su vida. Su amor enfermo siempre dejaba marcas en su piel y una nueva mariposa en su estómago.

“¿Quién podría saber tocarte? Nadie, solo yo.” Dijo Jungkook levantando la pierna de Jimin para tener un mejor acceso, sacándole un gemido sonoro y haciendo que curvee la espalda. “Yo quien descubrió cada parte de tu cuerpo, yo quien besó cada lunar en tu espalda. Solo yo sé tocarte, ¿no?”

“Solo tú.” Susurró Jimin, perdido en todo lo que el amor de su vida le hacía sentir. Tan deseado, tan amado, tan celado. “Eres el único, solo tú sabes dónde y cómo tocarme. Te amo tanto.”

“Yo te amo más, amor.” Sonrió agachándose para atrapar los labios de Jimin, lo besó con ternura y suavidad. “Solo soy tuyo, tuyo para siempre.”

“¿Sí?”

“Sí, solo te pertenezco a ti.” Besó su mejilla. “Eres mi dueño, Jimin.”

El rubio sonrió abrazándose al cuerpo del pelinegro, estaba feliz, demasiado enamorado.

“Y yo soy tuyo, yo te pertenezco solo a ti.” Dijo tomando el rostro de Jungkook para que le viera a los ojos, para que supiera que estaba siendo sincero. “Mi vida es tuya, todo de mí, te pertenece.”

Ambos se sonrieron, se besaron y siguieron con lo suyo.

Entre gemidos y besos con mucha saliva, Jimin logró colocarse encima de Jungkook para montarlo. Tomó el control del placer de su ex novio mientras disfrutaba de todos sus gemidos y susurros. Cuando sintió que su orgasmo se estaba formando, llevó su mano al rostro de Jungkook y lo tomó de las mejillas obligándolo a abrir la boca, cuando obtuvo lo que quiso se agachó lo suficiente como para escupir en su boca.

“Traga.” Ordenó con una sonrisa.

Y tras sentir la vibración en la polla de Jungkook, el pelinegro tragó con una sonrisa.

Ambos llegaron al orgasmo con un abrazo y sus fluidos esparcidos en sus cuerpos, marcándose de distintas formas. Asegurándose remarcar que le pertenecían al otro y que siempre sería así.

Estaban agotados, cayeron rendidos en la cama de Jimin, el pelinegro se durmió rápido y el rubio aprovecho el momento para tomar una foto de sus agotados cuerpos.

Sería un recuerdo, no solo para ambos.

Era necesario que se entendiera que Jungkook era suyo. Y que siempre lo sería.


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(3/3)

dirty Diana sonando a full

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