43°

Nicole.

Me desperté espantada hoy temprano. Soñé nuevamente con el beso, estoy estresada. Llevo dos días sin hablarme con Leigh, cuando me despierto no está, cuando me duermo tampoco... Joder.

Mi madre me observa preocupada mientras esperamos a que Rachel me llamé, le he pedido que ella me traiga a la consulta, le he dicho a Leigh "mamá me llevará", la pobre se ha quedado en casa sin rechistar, necesito aclarar tanto.

—¿Nicole?—Saludó Rachel. —Pasa.

Observé a mamá y le dejé mi abrigo antes de entrar a la consulta. Me senté en el diván como hago de costumbre y saqué un caramelo, siempre tomo caramelos de la bandeja.

La doctora Deluca me observó y sonrió levemente antes de negar con su cabeza observando mi ficha.

—¿Cómo va todo hoy?—Preguntó y yo suspiré.

—Bien. —Mumuré y luego noté que fue una respuesta en pilotos automático. Ella no contestó, me está dando tiempo. —Mal, no lo sé. —Admití. —Bien y mal, pero a la vez más mal que bien.

—¿La razón?

—Leigh y yo nos besamos. —Dije rápidamente. La doctora me observó enarcando una ceja. —La besé, y ella correspondió, pero no sentí nada y es horrible, ya no nos hablamos, no sé que hacer y... —Suspiré y me detuve al ver como me indicaba que me detenga.

—Come un caramelo. —Murmuró y yo obedecí. —¿Por qué la besaste?—Preguntó.

—Porque creí que debíamos besarnos. —Murmuré.—Creí que el momento... No lo sé.

La doctora anotó un par de cosas y volvió a levantar la mirada.

—¿Por qué lo creíste?—Insistió. —¿Tuviste deseo de besarla?

—No lo sé, es todo tan confuso, me agobio y ni siquiera sé que contestar.

—Cálmate, Nicole. —Murmuró.—Anda, saca otro caramelo.

—Sólo vengo a comer caramelos.—Admití tomando otro.

Es verdad suelo sacarlos cada tanto y por lo general me como muchos en la consulta.

La doctora sonrió y volvió a negar levemente.

—Es normal que sientas confusión en esta etapa. —Mencionó. —Todo está muy reciente, entre emociones y pensamientos siempre habrá un roce que generará un conflicto, debemos aprender a diferenciarlo y manejarlo. —Murmuró.—Me refiero a... Pensar antes de actuar, ¿siento que debería hacer ésto o sólo lo pienso de forma impulsiva? ¿Quiero hacerlo o sólo lo pensé?—Ejemplificó. —Sé que parece absurdo, pero muchas veces contestamos mejor a una pregunta que a la realidad, antes de hacer algo debes meditarlo.

Asentí.

—¿Entonces ahora cómo sabré si quería besarla?

—¿Te atrae Leigh?

Negué.

—Es preciosa, es atenta, es amable... Incluso ahora que no nos hablamos, me prepara el desayuno.—Me encogí de hombros. —Es linda, pero ser linda no es suficiente para que yo le diga que estemos juntas.

Rachel asintió lentamente.

—Tal vez lo mejor sea que se separen un tiempo, seré sincera y... Leigh no se ha sentido bien últimamente, lo mejor para ambas es separarse por una o dos semanas y meditar por separado. —Dijo segura.

—¿Cuándo podré saber sobre mi pasado?—Pregunté ignorando el hecho de que tendré que decirle a Leigh de vivir en casas diferentes.

—¿Qué quieres saber?—Preguntó.

—¿Hubo una cita en el lago con alguien?—Pregunté con temor a que me dijera algo sobre ese tal Hugh.

—Con Charlie, fue uno de los días más lindos de tu vida, allí le dijiste que estabas embarazada y él te pidió matrimonio. —Murmuró. —¿Por qué?

El aire volvió a mi cuerpo y sentí la tranquilidad invadirme.

—Creí que por un momento había engañado a Leigh.—Murmuré espantada.

Rachel levantó la mirada y suspiró.

—¿Tienes otras dudas sobre el proceso?—Preguntó.

—No, ¿por qué suspiras? ¿Pasa algo?—Pregunté y su móvil comenzó a sonar.

—Lo lamento, es mi hija. Debo contestar.

Asentí mientras ella se levantaba y salía de la habitación.

¿Y si engañé a Leigh? ¿Cómo pude lastimarla tanto? Soy de lo peor que existe.

Nuevamente me estoy mareando, odio ésto. Odio los medicamentos y odio no recordar lo hija de puta que fui con Leigh, odio no poder juzgarme.

Odio no poder justificarme... Porque soy humana, y quiero deshacerme de la culpa que siento por todo lo que creo que hice...

Preferiría tener mil déja vús de lo que fuimos antes que perderme de todo lo que pasó, estoy harta.

—Lamento la interrupción. —Murmuró Rachel. —¿Todo bien?

La observé y sentí como las lágrimas caían por mis mejillas. Negué.

—Estoy cansada. —Admití.—Siento que le hago tanto daño y no puedo controlarlo y eso me lastima mucho.

Rachel Deluca se sentó frente a mí, tal vez sean sus años de experiencia avalados por los diplomas que desfilan en las paredes o tal vez simplemente su buen corazón tan empatico, pero siento que ella verdaderamente me comprende con sólo una mirada.

—Esto será más como Rachel que como la doctora Deluca.—Admitió. —Me divorcié hace dos años, y yo sentía que amaba con toda mi alma a mi esposo, sin embargo también... Noté que nos lastimamos más de lo que nos amamos.—Suspiró y tomó mi mano.—Date un tiempo para meditarlo, tal vez si Leigh se niega a soltarte, sea tu momento de pensar... ¿Qué te haría mejor? A ti, a Nicole Ryder...

—Recordarla con amor.—Admití. —Porque no la haría sufrir.

—No puedes obligarte a amar, pero si puedes evitar hacer que se ilusione marcando distancia prudente. Cuando alguien quiere estar contigo, será instantáneo, no te esfuerces de más, la sinceridad y marcar límites no lastima, obligarte a sentir sí, te lastimará mucho, y hemos dejado las pastillas depresivas.

—¿Mi depresión lo arruinó?—Pregunté.

—No, Nicole. No fue así, tu condición no hizo que las cosas se arruinaran, acostumbrarte a las presión arruinó tu estabilidad emocional, no permitamos que llegues a eso otra vez.

Asentí secando mis lágrimas.

—¿Aún tienes la receta de tus vitaminas?—Preguntó y asentí. —Cuando expire debes venir por otra, veremos que tal van y si estas no funcionan subiremos la dosis en otra marca.

—Ya van tres y sigo sin recordar a mi hijo.—Dije triste.

—La pérdida de memoria es algo de lo que aún cuesta saber a ciencia cierta que va a suceder y tu caso es aún más complicado, no te desanimes, sigue con tu lista de actividades. ¿Haz hecho algunas?

—Sí. —Mentí. No tengo ganas de armar puzzles o jugar.—¿Es obligación no vivir con Leigh?—Pregunté preocupada y la doctora negó.

—Es un consejo que va bajo tu propia decisión.

Asentí.

—Al menos piénsalo, Nicole.

Claro, pensarme el lastimar a la madre de mi hijo para no lastimarla aún más mas adelante, que fácil de meditar.

                               [•••]

—¿Mami Li?—Preguntó Pickle sentándose frente a mí. —Taño, Hendy.—Se quejó de que extrañaba a su hermano.

—Henry está con su padre, amor. Volverá el miércoles.

—Hendy, taño. —Insistió. —¿Mami Li?

—Mami Leigh salió y... —Fui interrumpida por la puerta siendo abierta. Ambos nos giramos y vimos a Leigh entrar con dos bolsas.

—Oh, hola. —Saludó con una sonrisa calmada. —Compré algunas cosas, ya que estaremos tres días solos, quería que aprovecharamos y me he pedido los días en el trabajo.

La miré extrañada.

—¿Por?

—Para... —Se detuvo apenada y noté lo borde que he sonado.

—Es decir, me gusta la idea. —Límites, Nicole. —Necesito ayuda en casa, tu hijo te extraña y así podré salir a pasear dándoles tiempo juntos.

Leigh asintió lentamente.

Soy una estúpida.

—Bueno. —Dijo Leigh dejando la bolsa sobre la mesa. —He traído juegos de mesa, encontré tu hoja de actividades y he notado que no las realizas, no es que yo quiera forzarte, pero si me parece que sería divertido ayudarte en eso, de todas formas somos una familia. —Murmuró con una sonrisa.

Sacó varias cajas, entre ellas puzzles, monopoly y otros diversos juegos extraños.

—¡Juebos!—Dijo el pequeño emocionado. —Ete mío. —Señaló dos cajas y comenzó a guardarlas bajo su camiseta.—Ete mío ibual. (Éste es mío igual)

Leigh y yo nos observamos comenzando a reír más relajadas ahora que hace unos días.

—¿Entonces?—Preguntó observándome.—¿Qué dices? ¿O temes que te gane en todos?—Dijo retándome.

—Oh, no. No acabas de decir eso, Leigh Shaw. —Me quejé.—Vas a ver tus lágrimas caer cuando te gane en todos los juegos.

Ella sonrió.

—Que gane la mejor.—Se burló ella estirando su mano la cual estreché. Me dedicó una sonrisa y de pronto recordé algo absurdo que poco y nada tenía que ver con ésto.

—Lo del lago. —Dije rápidamente y ella se giró con una mueca que no logré descifrar. Probablemente ella piensa lo mismo que creía yo. —Fue con Charlie, allí me pidió matrimonio, por eso lo recordaba.

Su expresión se relajó y la vi comenzar a reír nerviosa.

—Oh, Dios. Charlie, jamás había apreciado tanto la existencia de Charlie.—Bromeó y yo sonreí.

No es secreto que mi ex esposo y mi actual novia no son para nada amigos, todo lo contrario, me atrevo a decir que Leigh odia con toda su alma al pelinegro y daría lo que fuese por verlo lejos de Henry.

—¿Creíste que te engañé?—Pregunté directa. Necesito respuestas.

Leigh me observó confusa, como si no supiese que sentir pero a la vez no quisiera demostrarme lo que siente.

—¿A qué viene esa pregunta?

—Me gustaría saber si ya sabes, tal vez... Di indicios de eso, o... —Suspiré y la vi levantarse mientras observaba a nuestro hijo quien minutos atrás había ido dentro a ver caricaturas. —Es decir, ya sabes... Porque... Tu temías que fuese eso...¿No?

Leigh se mantuvo en silencio.

—Sé que no debería preguntarte a ti, pero ni siquiera Rachel me da respuestas y...

—No sé que quieres lograr con esto. —Dijo Leigh apartando la mirada. —Me voy a dar una ducha.

—No, Leigh. Por favor.—La detuve y ella se soltó de mi agarre molesta. No la había visto así jamás... —Leigh...

—No, Nicole. —Dijo fría. —No me corresponde, no es algo de lo que me guste hablar, siquiera pensarlo me da dolor de estómago...

—¿Entonces es una posibilidad? —Insistí caminando tras ella.

—Nicole, basta.

—¿Lo es?—Pregunté entrando a su habitación. —Leigh, responde.

—¡Déjame en paz!—Gritó al borde de las lágrimas.

—¡Contesta!—Grité yo.—¡Deja de huir de ello! ¡Sólo quiero saber quien mierda era antes del jodido accidente!

Leigh me observó con frialdad.

—¿Quieres saber?—Dijo cansada. —Ve y pregúntale a tu psicóloga, que por algo le pago. —Se metió al baño cerrando la puerta de golpe.

Me sentí molesta. ¡Ella dijo que me ayudaría siempre! ¡¿No me amaba?! ¡¿No es capaz de siquiera decirme algo que pueda ayudarme a saber quién mierda soy?!

—¡¿No dijiste que me ayudarías?!—Pregunté dolida.

Ella salió del baño y me observó ofendida.

—¿Y qué mierda he hecho todo éste tiempo?—Dijo cansada.—Dímelo, porque aparentemente no he sido de ayuda... ¡Y no te cansas de hacerme sentir como una mierda!

Tragué saliva y ella se detuvo.

—Lo siento... —Comenzó. —Olvida lo que he dicho, no... No quiero que...

—Tal vez ya no deberíamos vivir juntas. —Dije rápidamente. —La psicóloga está de acuerdo...

Ella me observó en silencio y apartó la mirada luego de dos segundos.

—Si eso te hace bien, concuerdo. —Murmuró y yo me arrepentí de haberlo dicho. No quiero tenerla lejos... Pero tampoco puedo tenerla cerca.—Me iré donde Jules.

—Cuando Henry regrese... Así tendrás tiempo para.. Ordenar lo que necesites y despedirte... —Dije queriendo retrasar la absurda decisión que había tomado.

—Son sólo tres días. —Murmuró ella.—Puedo volver y sacarlos a comer helado... a... Los niños.—Aclaró.

Claro... A ellos. Sólo ellos nos unen.

—Quédate, le hará mejor si ese día los llevas y...Les dices.

Ella asintió lentamente.

—Me daré un baño. —Murmuró y yo asentí antes de salir de la habitación sintiendo que quería llorar.

No quiero tenerla lejos. ¿Qué mierda hice? Soy una estúpida. Todo es tan confuso, todo menos el hecho de que no quiero a Leigh lejos... Pero tal vez eso me ayudé a saber si realmente la quiero cerca o... Sólo la necesito porque no sé valerme por mi misma.

He tomado una buena decisión... Lo anotaré y se lo comentaré a Rachel.

Nota de autor:

¡Hey!

-Codex.






Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top