Capítulo XXII: Una cruda verdad
"Descubrí que tengo que ser como un payaso triste. Riendo hacia afuera, llorando por dentro".
Tony Soprano, Jefe de la "Familia Criminal Di Meo", "Los Soprano".
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Aquella filipina deseaba haber tenido a Clyde cerca para poder destrozarlo frente a sus padres, poner a aquellos dos buenos sujetos para que vieran lo tan horrible que era su hijo y que tanto se ocultaba bajo esa "máscara" o "fachada" de buena persona, cuando, en realidad, era lo peor que pudo haber tenido el Mundo. Uno que dejó de lado a la persona que fue su primer amigo y que lo consideró su hermano desde hacía tanto tiempo. Ahora quería verle la cara a ese moreno lo que a ser cuando le cayera encima el peso del karma. Lamentablemente, para Stella, esa persona no estaba allí, había salido, pero tuvo la suerte de que sus padres sí estuvieran allí, así que, una vez que se instaló dentro de la casa, éstos la invitaron a tomar algo, mientras que apagaban la televisión.
- Ufff, y a me tiene harto esto.- Dijo Howard, con un tono serio y llevando su mano a su frente, cerrando los ojos.- Todos los días la misma noticia: Disturbios y más violencia. Hay veces en las que...no sé, me gustaría irme de esta maldita ciudad, pero no los culpo.- Sostuvo el hombre, mientras que Harold iba a su lado.
- Nosotros también pasamos por malos momentos económicos, cariño.- Le hizo recordar su pareja, quien estaba sirviendo un poco de café para cada uno de ellos.- Yo tampoco los puedo culpar. El Alcalde es un corrupto, gastar el dinero en una estúpida película de "Guerreros de la Justicia Social", sí, sí, todo para complacer a un grupo de mocosos millonarios, mientras que la gente sufre hambre, inseguridad y encima no llega a fin de mes.- Se lamentó aquel hombre, suspirando profundamente.
Stella los escuchaba, hasta esas dos pobres personas habían sufrido con la crisis económica. Su familia pasó por lo mismo, pero habían podido salir adelante, sin tener que irse, pero, por el otro lado, no todas las familias tuvieron la misma suerte que ellos. Cerró los puños alrededor de sus piernas, tomando su falda y apretando los dientes, sintiendo esa rabia que le invadía y más cuando oyó algo más.
- Lo bueno es que a Clyde lo educamos bien y nunca será como esos de ahí que viven engañando a las personas.- Al oír esas palabras, esa estrofa, llevó a que casi se mordiera la lengua con tanta fuerza que le pudo hacer sangrar y sentía cómo le hervía aquel líquido rojo vital en su interior.
- "¿Ser una buena persona? ¿Clyde?. Pobres Señores McBride, cuando sepan lo que su hijo es, en realidad, se les va a caer la mandíbula".- Pensó la filipina con pesar en su ser.
Pronto, Harold les trajo una taza de café a los otros dos integrantes.
- Gracias, Señor McBride.- Agradeció la chica a éste.
- De nada, dulzura. Ahora dime, ¿cómo están las cosas en la escuela?. Me imagino que te está yendo bien con tus calificaciones.- Señaló Harold, quien se sentó al lado de Howard.
Titubeó, sus dedos se movieron alrededor de la taza y tocaron su superficie, el humo se elevaba en finas "columnas" hasta desaparecer por la diferencia de temperatura con el exterior. Pronto, la chica le dio un primer sorbo a su bebida y de ahí cerró los ojos.
- Estoy bien, las clases han sido un poco más solitarias.- Repuso la chica.
- ¿Cómo?.- Quisieron saber ambos padres.
- La mayoría de mis compañeros se han mudado a otras ciudades.- Respondió con una voz cargada de tristeza.
- Ohhh, ya veo y...la crisis nos está destruyendo a todos.- Apuntó Howard con pesar y seriedad en su voz.
- No solo eso, sus familias temen por los disturbios.- Agregó Stella más información en aquella charla que estaban teniendo.
Sí, los disturbios estaban cobrando, con el paso de las horas, mayor vigor e intensidad. Éstos habían tenido su "foco" en el Sur de Royal Woods, por las zonas de barrios obreros y fábricas. Parecía, desde las noticias, una escena de la "Revolución de la Comuna de París", donde los manifestantes con los huelguistas de la Policía levantaban barricadas y quemaban neumáticos en las calles principales, además de hacer Justicia por mano propia por la ola de inseguridad que había allí. Muchos de los conocidos de ellos, de la escuela, vivían en esa zona y debieron irse para estar a salvo del peligro que representaba dicho lugar. Pero se temía que se fuera expandiendo aún más esa violencia.
- Será mejor que pasemos a algo más tranquilo.- Propuso Harold y su marido asintió con la cabeza.- Bueno, Stella, cuéntanos, ¿qué era lo deseabas hablarnos?.- Pidió con amabilidad.
La chica suspiró profundamente, recordó esa sonrisa que se le había dibujado en su rostro. Pero había un problema: ¿Le iban a creer?. Tenía una sola prueba, ¿serviría?. Todas las cartas suyas estaban sobre la mesa, debía funcionar, era su única jugada, además, Clyde podría estar regresando a su casa y si él la descubría allí, se terminaba todo. Sería en vano vengarse de aquel moreno por lo que le hizo a Lincoln. Fue entonces que, mirando al matrimonio, comenzó a hablar con ellos.
- Señores McBride.- Dijo con un tono de respeto.- Hay algo que quiero decirles y es muy importante.- Sostuvo ella.
- Dinos, somos todo oídos.- Prometió aquel pelirrojo.
- No será fácil y les costará digerirlo, pero les voy a pedir de su atención a partir de este momento.- Sostuvo Stella, quien sacó su celular y reprodujo un vídeo tan popular que estaba circulando por las "Redes Sociales".
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Poder, libertad, control, esas tres palabras definían a Clyde McBride, quien se hallaba reunido con sus amigos en la pizzería y arcade donde trabajó Lori en el Pasado. Los chicos estaban pasando el rato, divirtiéndose, matando el tiempo, además de comer de la pizza que servían allí. El moreno les costaba contando lo que Zack le había dicho días atrás, pero todos ellos se rieron de ese pelirrojo, tildándolo de "Subnormal".
- Zack amenazando con decirle a mis padres la verdad, ¡jajaja, se nota que es un don nadie!.- Apuntó Clyde, quien tomaba otra porción de pizza.
- Sí, hizo bien en irse, ¿para qué lo queríamos cerca?. Ni sabía andar en patineta.- Se burló Rayos Oxidados, levantando sus brazos en señal de burla.
- Oigan, ¿saben algo de Lincoln?. No supimos nada más desde que saboteamos la fiesta de cumpleaños a la que asistió.- Quiso saber Rocky, sirviéndose un poco de bebida a su vaso.
- Ni idea, desapareció del radar, creo que ni hasta su familia le habla.- Dijo el moreno de lentes y de ahí los miró a ellos de cerca.- Sin embargo, hace poco perdimos a nuestro querido amigo Chandler y a sus dos amigos a manso de ese asesino en el tren, espero que lo encuentren y que lo lleven ante la Justicia para que lo ahorquen.- Pidió éste, señalando aquel luto que estaban viviendo.
- Una gran persona y con una vida por delante.- Señaló Liam, mientras que lloraba por esa pérdida.
- Propongo un brindis por Chandler. ¡Salud!.- Tomó Clyde su vaso y lo alzó al aire.
- ¡Salud!.- Gritaron todos ellos, brindando por ese joven caído.
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En aquella armería, Miles y Quentin se encontraban hablando con el dueño del local, un hombre semi-calvo y con un bigote espeso y al estilo Sureño, mientras que se encontraba en compañía de un muchacho con camisa a cuadros y jeans azules. Éste les dirigió una fría mirada y de ahí sacaron sus placas de identificación.
- Buenas tardes, Caballeros. Soy el Agente Miles.- Se presentó el "Veterano".
- Y yo soy el Agente Quentin.- Añadió su compañero y guardaron aquellos documentos en sus bolsillos.
- ¿Qué desean?.- Preguntó el dueño de la armería, quien estaba limpiando su mostrador.
- Deseamos preguntarle una cosa: Estamos investigando el "Triple Homicidio de la Estación Presidente John F. Kennedy"...- Comenzó a hablar Miles, pero el dueño se dio la vuelta.
- No me interesa. Problema de ustedes, yanquis.- Le habló con desprecio y utilizando aquella palabra que empleaban contra los que eran del Norte del país.
- Oiga, espere, solo es una pequeña cosa que necesito que me digan.- Intervino Quentin, pero ninguno parecía estar dispuesto a hablar. Fue entonces que optó por sacar su lado más severo, así que apoyó sus manos sobre el cristal y alzó la voz.- ¡Escuchen bien, si no van a cooperar, voy a presentar una orden para que los detengan por posible complicidad y obstrucción en la investigación federal! ¡Así que van a hablar o los veré en la Corte!.- Exclamó el joven, llevando a que el dueño y su hijo les presentaran atención. Éste lo miró de cerca y articuló las siguientes palabras.
- ¿Qué desea?.- Preguntó con seriedad esa persona.
- Quentin, por favor, tranquilo.- Intervino Miles y éste le habló con tranquilidad. Acto seguido, extrajo una pequeña bolsa plástica que tenía, en su interior, unos cuantos casquillos de balas.- Hemos estado analizando la evidencia y creemos que ustedes podrían decir de qué tipo de calibre pertenecen éstos de aquí.- Dijo el "Veterano", mientras que su compañero se tranquilizaba.
- Déjeme ver.- Pidió el hijo del dueño, quien tomó la bolsa y empezó a hablar por lo bajo con su padre.
Quentin y Miles estaba a la espera de los resultados. El muchacho tomó uno de los proyectiles y sacó varias balas que llevaban en una estantería, las cuales estaban clasificadas por el calibre, tamaño y el tipo de armamento para las que eran empleadas. Afuera, por las calles, una nueva explosión se hizo sentir, mientras que un grupo de personas huía tras haber arrojado unas bombas molotov contra un local Feminista, el cual comenzó a arder junto a un par de coches que fueron tirados hasta incendiarlos.
- Vaya, no me esperaba que la gente fuera a hacer algo así.- Sostuvo Quentin, mirando con frialdad aquellos actos de violencia.
- Eran todas mujeres las que hicieron eso. ¿Usted no siente que todos estamos desprotegidos, mientras que los millonarios y "Guerreros de la Justicia Social" tienen dinero y pueden estar a salvo?.- Le cuestionó el hijo del propietario.- Yo les aplaudo a esas mujeres que incendiaron ese local. Ellas sufrieron violencia en las calles, fueron abusadas sexualmente y mi hermana fue una de esas víctimas, ahora ella tiene terror con salir a las calles y nadie de esas "Defensoras de la Mujer" hicieron algo por ella, ni tampoco las vi protestando por lo que sufrió la chica del vídeo, así que cierre la boca y vea bien cómo son las cosas en realidad.- Le espetó aquel joven y le dio los resultados.- Tengan.
Quentin lo miró de reojo y de ahí vio en la "Lista Clasificadora" lo que era.
- Balas calibre 32 para Revólver S&W. Excelente.- Dijo, como si fuera un festejo.
- Genial, ¿podría decirnos quién fue el que compró estas balas?.- Preguntó Miles, intentando ser un poco más reservado y no tensar aún más la cuerda con aquel joven.
El chico y su padre sacaron un cuaderno que tenían anotados los nombres de los clientes junto a sus fechas. Algunas eran muy viejas, desde los años 70, cuando se abrió el local de armas y aún la tinta estaba bien conservada.
- Saca unas fotos a esto y luego vamos a analizar de a poco los nombres de los clientes.- Pidió Miles a su compañero y éste fotografió aquel cuaderno con su teléfono celular.- Excelente, nos vamos. Muchas gracias.- Agradeció y se fueron de allí.
Tanto padre como hijo los miraron con asco y volvieron a su trabajo.
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- Bien, ya tenemos algo más sólido y que nos permitirá dar con el responsable de esto.- Dijo Miles, mientras que Quentin veía la ola de violencia que había llegado a ese sector del lado Suroeste de Royal Woods.
- Va avanzando lentamente.- Señaló el joven con seriedad.- Parece como la "Peste Negra" en la Baja Edad Media. Dentro de poco, toda Royal Woods arderá.- Auguró con un dejo sombrío en su voz hasta que sintió la palma de la mano de su compañero en su hombro.
- Se darán cuenta de lo que hicieron. Vamos, chico, tenemos trabajo que hacer.- Pidió el "Veterano" y pusieron rumbo a su coche.
Una vez que se subieron, transitaron por las calles de aquella zona, en donde los disturbios no eran tan severos, pero podía apreciarse el grado de destrucción, los incendios eran los más representativos, ya que los manifestantes tiraban bombas molotov contra las emisoras de radio y las imprentas de los diarios, los cuales eran vandalizados en su interior, los atacantes salían de allí, en medio del fuego y las columnas de humo que brotaban al haber destruido la maquinaria del lugar y éstas estallaban por los aires. El olor a combustible en el aire, las explosiones y el fuego eran toda una combinación. En otra parte de ese barrio, los manifestantes habían logrado forzar la puerta de una estación de radio, la cual respaldaba al Alcalde Frost como a Stonetalon, culpando a los civiles de ser ellos los "responsables" de todo y aquello fue la gota que rebalsó el vaso. Podían verse a varias personas entrar al lugar, armadas con palos e incluso bidones de nafta y al ir subiendo, podían oírse los gritos de desesperación de los periodistas, quienes eran desalojados a patadas, tirados por las escaleras y siendo pateados en la vereda, siendo éstos miembros de los "Guerreros de la Justicia Social". Quentin vio como a uno de esos chicos le agarraban del cuello de su camisa y le cortaban la barba con navajas, haciéndole cortes en el rostro y a otro lo golpearon repetidas veces hasta que lo obligaron a morder con fuerza el cordón de la vereda hasta que le patearon en la nuca, tirándole todos los dientes y regar con su sangre el asfalto.
Desde su auto, ambos agentes no podían hacer nada y los policías que no habían entrado en huelga estaban saturados de llamadas que iban desde saqueos hasta linchamientos en plena calle. Por los edificios que fueron vandalizados habían mensajes escritos con el "símbolo" del "Payaso Asesino" que decían "Degenerados", "Manipuladoras", "Muerte a los SWJ" y con las imágenes de aquellas banderas de esa gente tachadas y hasta había sangre en los mismos sitios. Ellos no querían ni imaginarse lo que pudo haber ocurrido allí.
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Mientras tanto, volviendo con la Familia McBride, Stella había empleado su última carta, mostrarles el vídeo en el que su hijo estaba metido en aquel acto de sabotaje durante el cumpleaños al que Lincoln animó y fue su último. Al principio, ambos padres les costó creer aquello, era imposible descifrar lo que estaban viendo con sus propios ojos, pero, cuando llegaron a los tres segundos de suma importancia, vitales y que eran la evidencia insostenible, lo negaron, como todo hombre de familia se negaría en creerlo, ya que eso podía ser un acto de incriminación sin sentido, pero, tras unos cuantos minutos, que parecieron ser eternos, los Señores McBride pusieron pausa al vídeo y Howard bajó la cabeza, llevándose sus manos a su rostro.
- Cariño, tranquilo.- Pidió Harold, abrazándolo.
- No...No...No...esto no puede ser verdad...Clyde...Clyde...nuestro propio hijo...¿cómo...por qué...? ¿Por qué lo hizo?.- Quería saber aquella persona, quien derramaba lágrimas a más no poder al descubrir la traición, la mentira y la decepción en su estado más puro.
A Stella le dio pena ver eso, ella también había sido amiga de aquel moreno, pero lo reconoció el día en el que él y los otros le dieron la paliza a Lincoln: Los tiempos cambian, al igual que las personas. Tensó los labios, ahogó esas ganas de llorar pero no se iba a mostrar arrepentida, porque llegarían a pensar que ella desearía tirar abajo todo eso y así Clyde se salvaría de su castigo. No, no iba a ser así. Los miró a los ojos, una fría mirada cruzó por su rostro y de ahí asintió con la cabeza.
- ¿Por qué lo hizo; Stella?.- Preguntó Howard, mirando a la chica en esos momentos.
- Los tiempos cambian, Señores McBride y las personas que una vez confiamos, ahora se vuelven nuestros enemigos. En estos días no puedes confiar en nadie, algo que nos han estado metiendo en la cabeza desde hace mucho. Clyde se volvió así, un desgraciado que encima lo golpeó a Lincoln en el patio de la escuela.- Relató y Harold se puso de pie de un golpe.
- ¡¿Cómo?! ¡Pudo haberlo matado!.- Exclamó el sujeto y comenzó a recordar.- Con razón...con razón había vuelto con una mancha de sangre en su camisa y dijo que era "pintura"...¡Y nosotros fuimos unos ciegos!.-
- Es también nuestra culpa.- Reconoció Howard, poniendo su mano en los hombros de su marido.- Nosotros lo malcriamos, le dimos todo y cumplimos sus caprichos, pero nunca le enseñamos a cómo debe una persona ganarse el sustento, con sangre, sudor y lágrimas, así como también de cómo ser un buen ciudadano. Se rebajó a aquellos que porque tienen dinero y poder, aquellos que supuestamente nos "defendían" pero solo nos utilizan, como meras marionetas, ahora viviremos con esto por el resto de nuestras vidas.-
- No se culpen por ello, aún pueden enseñarle lo que los padres deben ser hoy en día: Educar a sus hijos para que no sean las personas que acaban de ver.- Les animó Stella y fue entonces que el matrimonio se tomó de las manos y asintieron con seriedad.
- Stella, te lo agradecemos muchísimo.- Agradecieron ambos a ella.
- No me den todas las gracias a mí, Zack fue el que encontró esto. Yo solo quiero justicia por mi amigo.- Sostuvo ella, dándole el crédito a aquel pelirrojo de lentes.
- Entiendo.- Comprendió Harold y de ahí fue hacia su pareja.- Bueno, cuando Clyde llegue va a recibir lo que debió haber merecido.- Sentenció con frialdad.
- Así será y no caigan en sus "juegos". Él es todo un manipulador. Bueno, me debo ir, gracias por el café y no se preocupen, él deberá aprender por las buenas o por las malas.- Dijo la filipina, despidiéndose de ambos con un beso y un apretón de manos, dirigiéndose hacia la puerta de la casa.
- Cuídate, Stella y muchas gracias a Zack y a ti por lo que hicieron. Hoy se terminó esta estúpida "pantomima" de que Clyde salga impune, se acabó.- Juró el matrimonio y fue entonces que la chica salió de allí, escuchando como se se cerraba la puerta del domicilio.
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("The Burning Legion", OST de "World of Warcraft: The Burning Crusade")
Lincoln veía por la televisión los disturbios y los linchamientos en las calles. En otro noticiero pasaron a mostrar como un grupo de personas derribaba una estatua levantada por las Feministas y la destruían con martillos y mazos de la construcción, además de golpear a los que defendían dicho monumento. Eran imágenes duras pero mostraban la cruda realidad de las cosas. Por su parte, el chico recordó lo que Stonetalon le había dicho, aquella premiere no faltaba mucho para que se ejecutara y debía estar listo. Fue entonces que, apagando la televisión en el momento en que era pateado un joven por esa gente y le empezaban a golpear con aquellos martillos en la espalda, llevando a que se riera a más no poder.
Subió las escaleras, no había nadie por los alrededores, caminó hasta su habitación y cerró la puerta con llave, sacando de debajo de su cama el maletín que le había dado Albert, hallándose con el revólver y las balas, pero también se topó con aquel traje. El cual consistía en una camisa verde, saco, pantalones, corbata de moño y guantes de un color morado y zapatos negros. Ese traje debía de ser de los años 30 o 40, pensó en lo que su abuelo pudo haberse visto así en el Pasado, tan bien, tan elegante y ahora...él ya no estaba, pero Lincoln había dicho que continuaría con su legado y llevaría aquel traje para la "Premiere".
Faltaban pocos días para dicho evento y el albino iba a prepararse. Nadie lo iba a detener, ni siquiera el destino
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Antes que nada, para los que hayan leído aquel capítulo donde Stella le dio un beso a Lincoln, les tengo que decir que se vayan sacando esa idea, porque no habrá romance en esta historia. Solo fue un pequeño momento y nada más, no veremos algo grande en ese sentido. Por otro lado, cada día nos acercamos al final y les aviso que, a partir del capítulo que viene, el XXIII, solo les diré que se viene algo muy fuerte. Ya solo queda hacer un primer "Movimiento Importante". Ha sido un capítulo "tranquilo", pero en el siguiente, les aconsejo que se agarren bien fuerte del asiento.
Por otro lado, con el traje que Albert le heredó a Lincoln lo tomé en referencia al de Heath Ledger ("Batman: El Caballero de la Noche") y también es un guiño al de la serie animada de los Años 90 de dicha serie.
Bueno, amigos, espero que les guste este nuevo capítulo. Nos estamos viendo, mando saludos y agradecimientos para: J0nas Nagera, Franco y Pupiescritoresfanfic, El Caballero de las Antorchas, Hisworld39, Lucasdíaz9000, eltíorob95, Alquimistaarcano77, Luffy Turner, andres888, Plagahood, Dark-Mask-Uzumaki, Soldado Ruso 09/LeoneEpsilon, RCurrent, AnonimousReader98, LucasAbad0, Marcustine, Relm_Whitman, Luís Carlos, BettyMars516, Deadly Ice 88, Ficlover93 y Banghg.
Cuídense, amigos, nos estamos viendo.
Próximo capítulo: "¿Por qué tan serio?"
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