Capítulo XVI: Un camino (Parte II)
"Sé fuerte para que nadie te derrote, sé noble para nadie te humille, sé humilde para que nadie te ofenda y sigue siendo tú para que nadie te olvide"
Camus de Acuario, Caballero Dorado.
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Stella no se separaba del abrazo que le estaba dando a su amigo, el joven tenía la respiración agitada, como si hubiera corrido una maratón y su corazón latía a más no poder contra su pecho, estrellándose cual piedras daban contra una ventana. Su frente estaba perlada por el sudor, se mordía los labios y su cabeza era un cúmulo de tormenta mental que intentaba entre calmarlo y la otra le decía que tenía que prepararse para el impacto, para lo peor. Fue entonces que sintió las manos de la filipina contra sus hombros y ésta lo miró a los ojos por un margen de tiempo estimado en segundos que parecieron eternos.
Fue entonces que, tras salir de ese "Pequeño Paraíso", el ascensor llegó hasta el piso donde vivía Albert Loud, padre de Rita y abuelo de los chicos. Pusieron sus pies contra la superficie, caminaron unos metros y de ahí vieron salir a un médico de frondosa barba negra y ojos avellanada. Debía de pertenecer al Asilo o lo habían llamado, vaya uno a saber de dónde provenía, pero éste cuando los miró, fue hasta los presentes y se detuvo.
- ¿Lincoln Loud?.- Preguntó el hombre y él asintió con la cabeza, dando un "Sí" a su interrogante. De ahí, éste le tendió su mano para estrecharla.- Mucho gusto, hablé con usted hace pocos minutos, soy el Doctor Henry McCoy.- Hizo su presentación con un tono educado en su voz.
- Igualmente, Doctor.- Respondió el chico y miró hacia el interior del departamento donde vivía su abuelo.- ¿Cómo está? ¿Se encuentra bien?.- Preguntó, pero al escucharla, McCoy cerró los ojos y respiró profundamente. Como médico, él sabía muy bien el papel que ejercía cuando sanaba a sus pacientes, pero también estaba preparado para cuando llegara la hora más lamentable y triste, el momento de Oscuridad que parecía cernirse y devorar todo rastro de esperanza, dirigiendo su mensaje hacia las familias cuando era el momento en el que sus seres queridos estaban por partir. El hombre apoyó sus manos contra los hombros del joven y lo miró a los ojos.-
- Lincoln, tu abuelo está bien, pero...- No pudo completar esa frase, al ver la mirada del albino, éste podía sentir como un "Mar" de voces, de dolor, de agonía, se asomaban como toda tormenta amenazaba una ciudad. Ladeó su cabeza y de ahí buscó las palabras que fueran más "tranquilizadoras" posibles.- Él está bien, sufrió un infarto, pero debido a su avanzada edad, él me ha pedido que te llame a ti y a tu familia.- Buscó con la mirada a los presentes, pero solo se hallaban el albino y su amiga.
- Entiendo.- Comprendió aquel devastador mensaje, bajó la cabeza y de ahí miró al piso. Ese Domingo no podía empeorar para mal de él.- Gracias, Doctor McCoy.- Agradeció, el hombre de barba negra se levantó y de ahí tomó su maletín.
- No es nada, si pasa algo, le dejé mi número de teléfono para que me llamen.- Sostuvo éste y se despidió de ellos, tomando el ascensor y descendiendo hacia el vestíbulo principal.
Stella fue hasta él y puso sus manos contra sus hombros, mirándolo de cerca.
- Calma, todo estará bien.- Le animó ella.- ¿Vamos?.- Preguntó para ver a Albert y él asintió.
Antes de entrar en el departamento de su abuelo, Lincoln volvió la mirada hacia atrás pero nada, no se encontró con ningún integrantes de su familia. ¿En dónde estaban?. Tenían que ir a verlo a aquella persona que tanto amor y visitas les había dado junto a Myrtle y ahora no se presentaban. Otra vez esa voz de su subconsciencia que le instaba a rememorar el momento en el que destruyó aquel cartel y que esto era solo la "Punta del Iceberg", solo podía mantenerla callada en un momento así y más viniendo que su familia no iba a faltar en un momento tan complicado como ese. Salió de esa "deriva" mental cuando entraron en el domicilio del padre de Rita, girando a la derecha, en donde se hallaba su cuerpo y allí lo pudieron ver al Veterano de Guerra: Acostado en su cama, conectado a una máquina le que aplicaba la medicación por vía intra-venosa y que parecía verse tranquilo, que había podido darle una buena paliza a la Muerte, como todo Soldado que fue en el Pasado.
A pesar del paso del Tiempo, Albert Loud se había mostrado siempre enérgico, preparado y con una muy buena salud. Su vida había dado un giro panóptico de 360* cuando conoció a Myrtle y contrajeron matrimonio, pero ahora, tras su partida hacia el Más Allá, el anciano de cabello blanco había hecho todo lo posible por mantenerse en esa postura de fuerte, sin embargo, la edad y el sentimiento de que nadie era inmortal lo llevaron hacia una depresión al perder a la compañera de toda su vida, con la que quería pasar sus últimos años junto a ella. Se preguntaba por qué había sido tan rápida la partida de Myrtle, era injusto, él se imaginaba que viviría un poco más a su lado y que morirían de forma natural, durmiendo en la cama juntos, como toda pareja, sin embargo, aquello no fue más que un engaño o más bien una trampa del destino. El Ser Humano no puede cambiarlo como si fuera una serie o una película, no es como en "Cuento de Navidad" de Charles Dickens donde Ebenezer Scrooge se arrepintió y se convirtió en una mejor persona, pero esto era la vida real y él estaba listo para todo, incluso para desafiar a la Muerte a un "Último Round".
Lincoln entró con Stella a la habitación del peli blanco mayor, éste se levantó cuando los vio y corrió para abrazarlo.
- ¿Cómo estás, abuelo?.- Preguntó el chico con preocupación.
- Jejeje, tranquilo, Soldado, todo está bien. Este viejo Guerrero aún tiene fuerzas suficientes como para quebrarle el brazo a la Muerte misma.- Le respondió con esos ánimos suyos, a pesar de que no quería preocupar al chico por la dura realidad de las cosas.- Pero no te asustes, vengan, tomen asiento.- Pidió éste y los invitó a que se sentaran.- Por cierto, ¿cómo te está yendo en el trabajo de animador de fiestas?.- Quiso saber el peli blanco, cosa que ni él ni Stella lo sabían de que lo perdido por culpa de un error negligente.
- Bien, bastante bien.- Respondió con una pequeña "Mentira Blanca".- Tienes que ver a lo chicos cómo se entretienen.- Sostuvo, relatándole aquello y de ahí se veía un tanto triste por lo que estaba diciendo.
- Me alegra saberlo.- Dijo Albert con una sonrisa en su rostro.- Por cierto, ¿sabes algo de tus padres y hermanas?. Ya deberían haber estado aquí.- Cambió de tema el anciano y su tono se puso un tanto serio.
- Estoy seguro de que vendrán...Espero.- Le tranquilizó Lincoln y bajó la cabeza, lanzando un susurro.
- ¿Lincoln?.- Se acercó Stella a él.- ¿Pasa algo?.- Preguntó ella pero él la tranquilizó.
- Tranquila, estoy bien.- Le respondió éste y de ahí fueron hacia el peli blanco mayor.- Abuelo, cuando te recuperes de ese problema que tuviste, ¿vendrás a visitarnos uno de estos días?.- Preguntó el joven y él asintió con la cabeza.
- Por supuesto que sí, ¿crees que los dejaría abandonados?.- Respondió con energías a la pregunta de su nieto.
"Abandonarlos", para Lincoln, esa palabra era casi como un insulto y más al tener esas "imágenes del Pasado" del ataque vil y cobarde de sus ex-amigos hacia él en el colegio, incluso de Ronnie Anne o de sus hermanas que no le prestaban nada de atención por la filmación de aquella película. Justo en ese momento, Stella se acercó hacia él para decirle que iba a traer algo de beber y le preguntó si querían tanto el albino como su abuelo, pero ambos desistieron. Pronto, ella salió de la habitación para ir a buscar aquello que necesitaba para aplacar su sed.
- Es una chica muy amable y se preocupa mucho por ti, Lincoln.- Le habló Albert y eso llevó a que el chico lo mirara.- Tal vez sea alguien importante para ti en el Futuro, ¿no crees?.
- Es mi amiga, por ahora no estoy interesado en una relación.- Sostuvo el joven, llevando su mano hasta su cabeza, rascándose el cabello.
- Jajajajaja, te comprendo, pero un día de estos vas a tener que encontrar a alguien que esté contigo y se ayuden mutuamente, tal y como Myrtle lo hicimos.- Río y le dio ese consejo de sumo valor.
- Tienes razón.- Comprendió el joven y de ahí lo miró de cerca, acercándose más hacia él.- Abuelo, tengo miedo.- Le contó aquel temor que tenía encima suyo como una nube negra.
- ¿Qué es?. Dime. No te lo guardes para tus adentros.- Sostuvo el anciano y el joven se acercó aún más, siendo abrazado por el peli blanco mayor.
- ¿Crees que voy a tener un buen Futuro en esta Ciudad?.- Preguntó y eso llevó a que Albert enmarcara un ceja.
- ¿Cómo?. Claro que vas a tenerlo aquí, Lincoln. No digas eso, no debes dejar la lucha cuando ya la inicias. Debes pelear con todas tus fuerzas contra aquellos enemigos que te quieran tirar del camino, porque este Mundo es frío y cruel. Créeme, cuando yo era joven, la "Guerra de Corea" nos dejó secuelas a todos nosotros y lo mismo Vietnam, pero salimos adelante. El caer bajo las drogas y esas tonterías del "Movimiento Hippie" que solo quería convertirnos en unos buenos para nada. En este Mundo debes escalar lo más alto, no esperes que nada ni nadie venga de allá arriba y te solucione los problemas. Y eso es algo que tus hermanas deberían tener en cuenta, además, de que la familia es lo primero. El trabajo es importante, pero tus seres queridos están primero, que no se les olvide eso.- Lo que Albert le estaba diciendo a su nieto era como si le estuviera dejando "Señales" para que estuviera preparado para un evento de suma importancia. Acto seguido, éste lo abrazó al joven y le tomó de las manos, sintiendo como las lágrimas del chico caían desde sus ojos hasta la cama.- Ya, ya, tranquilo, no llores, yo voy a estar bien, te lo prometo. Ya verás que el próximo Viernes nos vamos a reunir en casa y la pasaremos bomba.- Le prometió él y eso lo pudo animar, aunque fuera un poco a aquel muchacho.
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Stella se encontraba bajando en el ascensor hacia el vestíbulo, lugar en donde tenían las máquinas expendedoras. Una buena gaseosa le vendría bien, sin embargo, en el camino ella comenzó a mirar su celular y en especial su "Facebook", en donde le apareció aquel reconocido vídeo. Se sintió contenta, porque no conocía de su Naturaleza, sin embargo, en esos momentos, los ojos de la filipina se abrieron como platos, se dispararon las "alarmas" al ver como el albino caía de su monociclo hacia el cumpleañero y de ahí se escuchaba todo un caos en la zona. No podía ver a quienes estaban allí hasta que notó algo, un pequeño detalle que llamó su atención, del cual no pudo darle importancia porque había llegado hasta su destino.
Guardó su celular y caminó hacia una de las máquinas. Mientras que colocaba una moneda y esperaba a que las bebidas fueran entregadas, la joven tanteaba con los dedos sobre el vidrio de aquel aparato sobre el vídeo visto. ¿Qué era ese detalle? ¿Qué había visto?. Su mente le lanzaba una pregunta tras otra, como si se tratara de un examen para recibirse en la Universidad. Quedó en blanco, callada hasta que el sonido de que su pedido estaba listo, la sacó de sus pensamientos. Se agachó y tomó aquellas botellas, por las dudas había pedido una para Lincoln y Albert. De ahí, emprendió el regreso hacia la planta alta.
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Pronto, volviendo con Lincoln, el joven se despertó. Se había quedado dormido, abrazando a su abuelo. Se frotó los ojos, quitándose aquellos rastros de cansancio y de ahí fue moviéndose para despertar al peli blanco mayor. Sin embargo, en esos momentos, cuando lo fue a llamar, notó algo que lo asustó, que puso sus cabellos de punta, erizándose como los de un gato: Al acercarse, notó que él no estaba respirando.
- Abuelo, Abuelo, despierta. ¡Abuelo!.- Entró en pánico, le temblaba todo el cuerpo, lo movió despacio, tal vez estaba profundamente dormido o que no roncaba, sin embargo, el chico no recibía respuestas del mayor.- ¡Abuelo! ¡No, no, despierta, abuelo!.- Rogó, tomando de las manos al anciano y justo llegaba un enfermero al lugar.
- ¿Va todo bien?.- Preguntó éste con preocupación.
- ¡Mi abuelo no respira, se había dormido un rato y no despierta! ¡Por favor, traiga ayuda!.- Pidió el joven con desesperación. Aquel enfermero corrió hacia Albert y le tomó el pulso, su corazón no estaba latiendo.
- ¡Mierda, no!. Espera, voy por el desfibrilador.- Pidió el muchacho y salió corriendo, trayendo a otros dos médicos, quienes reingresaron en la habitación, justo al mismo momento en el que Stella salía del ascensor hacia el pasillo.
La muchacha quedó pálida al ver que esos tres médicos corrían con ese aparato en un carro hasta el departamento de Albert. Las botellas se le cayeron al piso y corrió hacia donde estaba Lincoln, quien estaba siendo sacado por precaución por aquellas personas.
- ¡250 de carga, ahora! ¡Atrás!.- Pidió uno de los médicos y éste aplicó la descarga correspondiente para reanimarlo. El muchacho los veía con lágrimas en sus ojos. Ese día no podía ser el peor de todos: Había perdido su trabajo el día anterior, su familia seguía ignorando, aquellos lazos que tanto había establecido se perdieron para siempre, un vídeo suyo de aquella caída en la fiesta de cumpleaños mencionada se había subido a las "Redes Sociales" y ahora Albert no estaba respirando.
- ¡No hay respuesta!.- Exclamó el enfermero y ordenó de que aumentaran un poco más la descarga eléctrica.
- ¡ATRÁS!.- Gritó el mencionado especialista una vez más, llevando a cabo dicho movimiento pero nada.
("Death Theme", Soundtrack Track 4 de la película "Los Intocables", Ennio Morricone)
Tres intentos, tres veces se aplicó ese procedimiento para reanimarlo. Todos fueron en vano. El médico encargado de aquella tarea negó con la cabeza, habían hecho todo lo necesario para reanimarlo. Stella llegó hasta el albino y éste rompió en llanto contra el pecho de su amiga, quien lo abrazó con fuerza, derramando lágrimas en silencio, una mezcla de angustia por la pérdida de aquella persona tan querida por su nieto y la otra era por el odio hacia el video y los responsables de esa humillación hacia su amigo.
Los médicos y el enfermero guardaron todo, mientras que uno de ellos daba la hora.
- Hora del Deceso: 16:39 PM.- Anunció aquello tan temido y fue llevando el cuerpo de Albert la camilla, en la cual pusieron una sábana blanca para cubrirlo.
- ¿Eres el nieto?.- Preguntó el enfermero, quien se acercó a Lincoln, poniendo su mano en los hombros del joven, asintiendo con la cabeza.- Llamaremos a tu familia para que venga. Y lo lamento mucho. Mi más sentido pésame.- Le informó y tras mostrar sus respetos, se llevaron la camilla con el cuerpo del fallecido para realizar los trámites.
Lo último que le quedaba a aquel albino moría en ese lugar. Todo lo que él conocía, lo que había amado, desapareció por arte de magia: Sus amigos, las personas que una vez confío, salvo por Stella y Arthur, pero los otros mencionados y su familia no estaban allí, lo habían abandonado. ¿Qué clase de Futuro le depararía ahora? ¿Qué vida iba a tener en Royal Woods?. Estaba solo y las voces de su cabeza le decían lo mismo.
- "¿Y en dónde está la familia?. Parece que las palabras del abuelo solo fueron en vano. No están, no les importó nada, solo están concentradas en esa maldita película y...No...No, ¡no puedo decir es la...! ¡CÁLLATE, CÁLLATE, CÁLLATE! ¡BASTA DE ESE ESTÚPIDO MORALISMO HACIA TUS HERMANAS! ¡¿NO TE DAS CUENTA DE QUE TE HAN PISOTEADO DESDE ESE DÍA EN LA CONVENCIÓN Y ANTERIORMENTE?! ¡TE HICIERON A UN LADO, TE ROBARON TU ÚNICA OPORTUNIDAD DE SER FELIZ CON LO QUE TE GUSTABA! ¡DATE CUENTA, LINCOLN, NO VALES NADA PARA ELLOS! ¡NADA!".- Su mente, él, su Yo Interno, todo terminó por explotar, liberando a aquellos Demonios, esas bestias, un vasto "Ejército" que avanzaba implacable como una marea de fuego hacia su objetivo y que tomaba posición con cada "territorio" bajo su control.
Las lágrimas siguieron surcando sus ojos, mientras que una vasta oscuridad tomaba lugar, hacía acto de presencia, porque, finalmente, la "Tormenta Perfecta" había dado con todo y ahora estaban sus consecuencias en vivo y en directo.
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Para Clyde McBride, el haberse salido con la suya, destruir la carrera de Lincoln como animador y que tenía todo el poder que deseaba al alcance de sus manos, él era como un Rey que era coronado. Podía hacer lo que quisiera, sus padres no se darían cuenta de ello, tenía todo bajo control y cualquiera que intentara ponerle un dedo encima, mostrar la evidencia de que él había sido el culpable de todo esto y demás, bastaba para que desplegara todos sus recursos y métodos para convencer a las partes de que él era una "víctima" y que la verdadera que estaba sufriendo era el victimario. Para el moreno, esa tarde de Domingo era de pura paz y sin muchas novedades, por lo que aprovechó para jugar un poco a los videojuegos y de ahí estuvo entretenido un buen rato hasta que sonó su celular.
Puso el juego en pausa y caminó hasta su mesa de luz nocturna, tomando al mismo y viendo quién era.
- ¿Diga?.- Saludó el joven en esos momentos.
- "¡¿Se puede saber qué hicieron tú y los demás con Lincoln?!".- Oyó la furiosa de voz de aquel pelirrojo con lentes, dicha persona que era considerada un "Desertor".
- Ahhhh, Zack, ¿qué tal todo? ¿Cómo va el fin de semana?.- Evadió Clyde aquella pregunta, riéndose por lo bajo.
- ¡No intentes hacerte el gracioso conmigo, Clyde! ¡Vi el vídeo en el que se cayó su monociclo y ya tengo la sensación de que ustedes estuvieron allí! ¡PUDIERON HABERLO MATADO TANTO A LINCOLN COMO A LAS PERSONAS QUE ESTABAN ALLÍ!.- Bramó el pelirrojo, mientras que el otro estallaba a carcajadas.
- ¡Jajajajajaja!.- Reía aquel moreno sin parar.- ¡Qué gracioso que eres, Zack, Dios, debo felicitarte por ello!.-
- "¡¿Acaso te da risa lo que pasó?!. Escúchame bien, Clyde, cuando alguien se entere de que si tú y los demás tuvieron algo que ver, mejor ve preparándote, porque hasta tus propios padres te van a entregar a la Policía y no te va a salvar ni Jack Un Ojo, ¡¿oíste?!".- Le dejó el joven del otro lado de la línea, colgando la llamada y dejando que el moreno siguiera metido en su ataque de risa.
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Zack colgó dejó su celular sobre la mesa de su habitación, reflexionando de lo ocurrido. Había sido el único que no estuvo de acuerdo con la paliza a Lincoln, pudo haberlo evitado pero el miedo a que sufriera un destino peor que el albino le impidió defenderlo. Se iba a culpar por el resto de su vida por ello, sin embargo, él iba a estar atento a cualquier indicio por si había una relación entre lo ocurrido en esa fiesta y de las personas que tomaron el vídeo.
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Ronnie permanecía en su casa, aún le quedaban aquellos golpes recibidos por Stella días atrás. La sangre se la había quitado de encima, pero los moretones seguían presentes, su madre se había preocupado por ella, deseando saber por qué había vuelto con su ropa sucia de polvo pero ella le dijo que se había "caído" y nada más. La culpa le carcomía por dentro, igual que las termitas cuando atacan un mueble para devorarlo, recordó la amenaza de Stella, advirtiéndole de que se mantuviera alejada de Royal Woods y de Lincoln.
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Leni se encontraba al borde de una crisis nerviosa, cada vez que era llamada a la Oficina de Stonetalon, esa persona le hacía unas cosas tan horrendas que iban desde el acoso al manoseo físico. Por su parte, Lucy estaba tomando una decisión final de lo que sería su Futuro con la película.
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Mientras tanto, Arthur Simmons se hallaba en su casa, viendo una de sus películas clásicas, la "Saga de El Padrino", empezando por la primera y pensando en lo que podría suceder más adelante, sobre todo tras haber conocido a Lincoln. Puede que esa persona tuviera algún papel que desempeñar para más adelante, sí, podía ser así.
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Y finalmente, en el "Aeropuerto de Lasing", un avión con procedencia desde Moscú, Rusia, aterrizaba. Los pasajeros estaban exhaustos y entre ellos bajaba un muchacho de cabellos castaño corto con dos mechones que sobresalían a ambos lados de su cara, ojos verde-esmeralda, delgado y vestía una camisa de mangas largas de color negro, corbata roja, pantalones marrones, lo mismo sus zapatos y una larga gabardina "Trench" que le cubría hasta casi el final de sus piernasmarrón, cinturón en el medio con botones dorados, unos guantes sin dedos negros y lentes de vidrio azul oscuro.
Fue hasta el área de desembarque, hizo sus trámites y tomó su equipaje, saliendo afuera del complejo, donde detuvo un taxi y se subió a éste tras meter su valija en el baúl.
- ¿Adónde lo llevo, joven?.- Preguntó el conductor, mientras que el muchacho le daba la dirección.
- "Hotel Theodore Roosevelt", Ciudad de Royal Woods, por favor.- Respondió éste con su acento ruso y tras darle aquellos datos, el taxista puso rumbo hacia dicho lugar.
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Volviendo a la Ciudad, Lincoln se encontraba con Stella a su lado, su familia iba a llegar, sin embargo, el daño estaba hecho, ya no los iba a mirar de la misma manera. Mantendría eso bajo control, por ahora, sin embargo, esa "defensa" era débil y pronto iban a desatarse las "Mareas de la Destrucción" sobre todo aquel que se interpusiera en su camino.
Y con aquel despertar que iba asomándose poco a poco en el albino, pronto vio la llegada de la "Vanzilla" al Asilo. Lágrimas de cocodrilo y engaños, eso era lo que iba a ser testigo para más adelante, sobre todo en el funeral de Albert.
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Y con esto pongo fin a lo que es esta "Saga" muy pequeña de Lincoln. Ahora nos embarcaremos hacia la "Senda de Destrucción" que tendrá lugar, como pudieron ver, la pérdida de Albert ha sido otro clavo más para su hundimiento a la locura y esto está por verse en los próximos capítulos.
Cada quien está puesto en el "Tablero del Destino": Los Loud, Ronnie Anne, Stella, Clyde, Zack, Arthur, todos en Royal Woods tendrán un papel que desempeñar de aquí hasta el capítulo final. Les aviso que a partir del capítulo XVII (17 en Número Romano) en adelante, éstos van a ser más largos o haré el mayor intento posible.
Bueno, amigos, espero que les guste este capítulo nuevo. Nos estamos viendo y mando saludos y agradecimientos por los reviews para: J0nas Nagera, El Caballero de las Antorchas, DiegoyMalFan, Hisworld39, Alquimistaarcano77, AndresTLH, Luffy Turner, Deadly Ice 88, Banghg, LeoneEpsilon/Soldado Ruso 09, AnonimousReader98, RCurrent, LucasAbad0, Lucasdiaz9000, Edwuardo2579, BettyMars516, eltíorob95, Plagahood, Dark-Mask-Uzumaki, Luz sin Vida, Caballero del Viento, FreedomGundam96, lady-saintiasailor, Luís Carlos, Regamers10, Ficlover93 y los demás.
Les deseo un excelente comienzo de día Miércoles de mi parte.
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