uno
—Eres un ángel—el Alfa gime, sus manos sucias sujetan firmemente las estrechas caderas del Omega. Deja su cabeza caer hacia atrás en el sofá aterciopelado, la tela de su traje se tensa mientras los segundos pasan.
El Omega ríe con coquetería.
—Ah, no diga eso, soy todo menos un ángel, señor—la voz de Doyoung tiene un gran efecto en las personas. Su dulce esencia provoca que cualquier Alfa caiga de rodillas frente a él. Los atrae con un tímido guiño y una sonrisa en sus labios.
La respiración del alfa se detiene cuando Doyoung se frota más duro, sus glúteos presionándose contra el miembro del hombre. La música se reproduce desde los altavoces, la voz de una mujer cantando llena la atmósfera. Doyoung rueda los ojos cuando el Alfa gruñe alto.
El dinero consume la mente de las personas. Doyoung está ahí para tomarlo todo y darle a los ricos y poderosos Alfas una cucharada de su propia medicina.
—¿Qué dices si vamos a mi departamento, ángel?
Doyoung hace una mueca al escuchar el espantoso apodo.
—No tengo permitido ir a casa de los clientes—actúa inocente, mirando por encima del hombro al adinerado Alfa.
—Vamos, te pagaré el triple de lo que ganas en un día—el Alfa apesta a desesperación. —No puedo irme esta noche sin tenerte entre mis brazos, ángel.
Doyoung acepta con un guiño sensual, sabiendo perfectamente bien que el nudo del Alfa está liderando aquella propuesta. Doyoung sabe el nombre del tipo y su información personal, todo lo que necesita es volverlo un poco loco. Le tomó un tiempo comprender porqué los Alfas mayores eran tan estúpidos, qué clase de Omega joven dormiría voluntariamente con un alfa viejo y arrugado cuando había muchos hombres más atractivos en la ciudad.
Doyoung es consciente del ego con el que cargan los Alfas adinerados. Compran todo en la vida a su conveniencia y gastan su dinero en deliciosos Omegas. Doyoung es uno de esos, bendecido con rasgos preciosos. Todo lo que se necesita es mover un poco sus caderas y batir sus pestañas para que esos mismos Alfas le pidan un baile privado y le compren un trago.
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La ciudad de Nueva York está tan atareada como siempre. Ciudadanos caminando apresuradamente por las aceras de la carretera, cada uno tiene su propia agenda para el día. Es una ciudad de rascacielos donde las élites miran a la clase media con una mueca en sus rostros.
Las calles siempre fueron abrumadoras, pero Jaehyun se acostumbró en sus primeros meses en la Gran Manzana. Fue difícil transferirse de un estado tranquilo como lo es Maine con la increíblemente baja tasa de delincuencia a un estado con "crímenes regulares" a diario.
Nueva York tiene más accidentes que crímenes en sí según la experiencia de Jaehyun. Sin embargo, ya sean accidentes en construcciones o accidentes automovilísticos, el robo es más común que cualquier otra cosa, especialmente envolviendo a los turistas. Hubo muchas veces en las que estos le habían gritado a Jaehyun porque les robaron sus billeteras o sus teléfonos, y por dentro, Jaehyun les preguntaba por qué dejarían sus pertenencias afuera tan descuidadamente en una de las ciudades más concurridas del estado.
Jaehyun siempre toma el tren para ir a trabajar, incluso con el bullicio de las prisas en la mañana, le parece relajante no quedar atrapado en el tráfico. Sus amigos lo llaman un "Alfa calmado", y Jaehyun siempre se encoge de hombros. No le importa si no es tan dominante como otros Alfas, es más tranquilo y sereno. Prefiere usar la voz de la razón en lugar de usar su género para dominar a los que lo rodean. Incluso con su estatus gracias a ser policía, Jaehyun no es tan agresivo como otros Alfas que ha conocido a lo largo de su vida.
—¡Estás en mi ciudad, yo soy tu dueño!—Es la voz fuerte y resonante con la que Jaehyun se encuentra cuando entra a la estación. La puerta de cristal se cierra de golpe detrás suyo por el viento fuerte de Manhattan.
—Señor, voy a tener que pedirle que se vaya si no puede hablar con nosotros en calma—Jaehyun reconoce la voz de uno de sus colegas, un compañero Alfa con una postura amenazante. Su nombre es Kun, trabajó en la fuerza policíaca el doble del tiempo que Jaehyun.
El hombre de traje se quita el sombrero, pasando una mano por su escaso cabello. —Me robaron, ¿cómo podría estar tranquilo con eso?
Jaehyun deja de espiar después de eso. Sigue caminando y va a su cubículo, uno de los más cercanos a la puerta. Saluda cortésmente a sus compañeros de trabajo y casi evita una peligrosa conversación iniciada por uno de los pocos Betas. Es un hombre encantador, no malinterpreten a Jaehyun, pero su voz chilla terriblemente cada vez que habla.
—Deberías tomarte unas vacaciones para ti mismo, Jaehyun—Donghyuck, un Beta de pelo rubio y ojos avellana que luce un bronceado dorado. —Confía en mí, Hawai es increíble. El aire, la comida, los hombres.
Jaehyun asiente con la cabeza, ofreciendo a Donghyuck una sonrisa con los labios apretados.
—No me gusta tomarme vacaciones.
—¿Qué?—Donghyuck suena sorprendido, se apoya en el escritorio de Jaehyun justo encima del teclado de su computadora. —Ya sé lo que necesitas—se detiene, acercándose cada vez más al alfa. —Un compañero para tus vacaciones. Te diré qué, en Agosto viajaremos juntos a París.
Jaehyun se impulsa hacia atrás, su silla rueda con la fuerza.
—Prefiero no hacer nada más que trabajar con compañeros. Lo siento, Donghyuck.
El Beta es persistente.
—¡Vamos, es París! La ciudad del amor y las luces. La pasarás muy bien, yo me aseguraré de eso.
Jaehyun se pone de pie, escuchando su nombre siendo llamado en algún lugar de la oficina.
—Tengo que irme—iba a salir de su puesto, pero Donghyuck se interpone en el camino con una sonrisa burlona en su cara.
—No te voy a dejar pasar el verano solo y morir de calor en Manhattan—Donghyuck se ríe, Jaehyun frunce el ceño porque rara vez socializa con alguno de sus compañeros de trabajo, excepto tal vez dos de ellos, pero Donghyuck debe pensar que son amigos. —Dime que irás a París en agosto.
Jaehyun intenta irse de nuevo, pero Donghyuck sigue sus movimientos. Jaehyun oye que su nombre vuelva a repetirse. Entonces cede. —Bien, iré a París.
—¿Cuándo?—Donghyuck sonríe hasta las orejas.
—Iré a París en agosto.
El Beta salta, abrazando fuertemente a Jaehyun una vez antes de salir con un movimiento de caderas. —Nos vemos más tarde, Oficial Jung.
Jaehyun se queja internamente y finalmente encuentra quién lo estaba llamando. Es el jefe, Jaehyun se disculpa inmediatamente por su tardanza.
—No hay necesidad de que se disculpe—El alfa de pelo gris levanta una mano. —No tengo mucho tiempo, así que tenemos que hablar rápido, siéntese—Señala a la silla acolchada frente a su escritorio.
Jaehyun sigue la orden y deja sus manos en su regazo. —¿Qué puedo hacer por usted, señor?
El jefe, un hombre de unos cincuenta años con más arrugas que una uva pasa, según las palabras de Mark, uno de los compañeros de trabajo de Jaehyun y a quien podría considerar un amigo. El Alfa extiende una carpeta de manila.
—Vamos al grano, últimamente ha habido un aumento significativo en los informes de robo.
—Bueno, se acerca la temporada turística, las vacaciones de primavera y todo eso—Jaehyun comenta, tomando la carpeta. —No es de extrañar que los trenes estén llenos casi todas las horas del día.
El jefe asiente bruscamente.
—Pero esto no es ningún robo, es extorsión—ve a Jaehyun leer las páginas. —Muchos empresarios han entrado y salido por esas puertas en los últimos meses, todos informando un caso similar.
Jaehyun lee las pequeñas letras con un ceño fruncido.
—¿Un hacker?
—Eso diría yo, pero cada uno de ellos viene con ojos chicos y somnolientos. Hicimos análisis de sangre y todos dieron positivo para tiopental de sodio—Suena el teléfono del jefe y se pone de pie. —Lea los informes y hable con Qian, ambos están asignados en su caso.
La mandíbula de Jaehyun está en el suelo. Solo ha estado en el departamento de policía durante poco más de un año y solo ha trabajado en casos simples como robos o accidentes automovilísticos.
—Jefe—dice con incredulidad. —Gracias.
Es un honor trabajar en un caso tan intrigante, y con uno de los dos oficiales con los que habla, Kun. Toda la estación debía estar burbujeando de celos de que Jaehyun, el casi novato, está trabajando en un caso de alto perfil. El jefe le da una sonrisa amable antes de sacarlo de su oficina para responder a su llamada telefónica con privacidad.
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