Capítulo VI: Secretos.
Declaimer: Los personajes de Naruto NO son míos, pertenecen a Kshimoto, yo sólo los uso para crear esta historia, sin fines de lucro, con el único objetivo de hacer pasar un buen momento al lector.
.
.
.
.
.
.
Hanabi respiraba con dificultad, abriendo la boca y aspirando todo el aire que su nariz ni lograba capturar. Su padre y ella llevaban mucho tiempo entrenando, y por más que se esforzaba, su padre aún no estaba satisfecho con ella.
Habían detalles que Hanabi odiaba al pertenecer al Clan Hyuga, una de ellas eran las constantes comparaciones de los miembros de las ramas principal y secundaria. Hanabi siempre terminaba siendo comparada con Neji, el prodigio del Clan, era vergonzoso que su protector sea más fuerte siendo que era inferior a ella. También odiaba el recuerdo de su difunta hermana, su padre no podía olvidarla e intentaba convertirla en una versión de Hinata.
—Levántate, Hanabi. No hemos terminado— ese día en particular, Hiashi se sentía demasiado impaciente. Aunque Hanabi solamente tenía siete años, Hinata que apenas tenía cuatro se esforzaba más junto a Neji de lo que hacía su segunda hija.
—Quiero un descanso— Hanabi se apoyó sobre sus manos y sus rodillas para levantarse, mantenerse en pie era muy difícil
—Tu hermana seguramente lo estaría haciendo mejor— Hiashi seguía con sus ojos puestos en la menor, estaba muy frustrado por el hecho de que sus avances no eran tan buenos como esperaban, porque incluso Neji que era de la rama secundaria demostraba ser mejor. Y eso era algo de lo que todo el Clan Hyuga se percataba.
—Si era tan buena como dices, ¿Por qué la dejaste morir entonces?— soltó Hanabi con evidente odio y rencor, si su hermana estuviera con vida ella habría podido tener una vida más tranquila.
—Insolente— Hiashi le hizo guardar silencio dando una fuerte bofetada que resonó por todo el Dojo.
Hanabi cayó al suelo al no poder mantener el equilibrio, sujetando su mejilla y haciendo un gran esfuerzo por no saltarle encima. A Hiashi poco le importaba notar como su hija lo miraba furiosa.
—Hiashi-sama— Hizashi entró al Dojo con prisa, a Hiashi le sorprendió que su hermano no haya pedido permiso antes de abrir la puerta como usualmente lo hacía.
—¿Qué sucede, Hizashi?— Hiashi giró en su dirección, restando importancia tanto a la falta de respeto de Hanabi como a la de su hermano.
—Hemos recibido un mensaje urgente del Hokage— Hizashi intentó recuperar su compostura, había estado corriendo desde la torre Hokage después de que una misión suya se canceló para que diera aviso de una situación más importante a su hermano.
—¿De qué se trata?— Hiashi pareció interesado, pocas veces el Hokage le enviaba mensajes, lo que quería decir que algo malo podría estar sucediendo.
—Es Hinata-sama... Hinata-sama apareció en los exámenes Chunin— Hizashi elevó su voz, inconscientemente había terminado gritando a su hermano, aunque eso estuviera estrictamente prohibido.
—N-no es... No es posible— Hiashi retrocedió un paso, imaginando que trataban de gastarle una mala broma.
—Hinata-sama está viva, forma parte de la delegación de Kirigakure— Hizashi miró por un momento a Hanabi, quién no reaccionaba y sólo veía en dirección a su padre. Le habría gustado tener más tiempo para poder darle la noticia a su hermano mayor de mejor manera, pero temía que no tuvieran suficiente tiempo.
¿Cuánto podría retener el Hokage a la Mizukage?
—Necesito ver a mi hija— Hiashi caminó rápidamente hacia su hermano, decidiendo seguirlo con la esperanza de llegar hasta la ubicación de Hinata.
Hanabi permaneció en silencio, sentada sobre el suelo y quedando más confundida que molesta. Le causaba curiosidad saber porqué su padre partía tan rápido y sin despedirse de ella.
.
.
.
Hiruzen y la Mizukage seguían viéndose el uno al otro sin decir alguna palabra, detrás de ellos Ibiki y Aoi permanecían menos tensos que sus líderes. El Hokage era quien más podía notarse molesto, pues ni siquiera el cigarrillo que se había fumado en el camino funcionaba para traerle algo de paz.
Y las sonrisas cínicas de Mei Terumi tampoco ayudaban demasiado a mejorar el ambiente.
Era como si la vejez y la juventud estuvieran compitiendo.
La puerta se abrió sin que alguien hubiera tocado o se haya anunciado al nuevo visitante desde el otro lado, Hiruzen se obligó a mover sus ojos de Mei para ver en dirección a la entrada, encontrándose a Hiashi Hyuga llegando a su oficina, siendo acompañado por su hermano que caminaba a su lado. Hizashi con los años se había convertido en la mano derecha de Hiashi dentro del Clan Hyuga, por lo que era natural verlos llegar juntos.
—¿Dónde está Hinata?— Hiashi miró a Hiruzen y después Mei, reconociendo que era la Mizukage gracias a un símbolo en su sombrero —¿Por qué demonios tenías a mi hija?— Hizashi se adelantó para tomar a su hermano e impedir que haga daño a Mei, Ao también se interpuso entre ambos.
Mei levantó los brazos fingiendo inocencia —Estoy dispuesta a dejar pasar tu insolencia sólo porque me pareces lindo— Mei rió un poco, estando feliz al notar que lograba alterar más al padre de Hinata.
—Hinata por ahora está a salvo junto a Kakashi— Hiruzen se dirigió a Hiashi, esperando que entienda que la menor estaba bajo su protección, por lo que no sería raptada nuevamente.
—Iré a verla entonces— Hiashi se dio la vuelta, pretendiendo salir por la misma puerta por la que había entrado segundos antes.
—Espera Hiashi, te estaba esperando para que hablemos juntos con la Mizukage. Necesito que nos explique porque tenía a Hinata con ella— Hiruzen volvió a hablar para llamar la atención del Hyuga, quién se limitó a asentir en silencio. Aunque no estaba de acuerdo con él porque principalmente deseaba ver a su hija, era cierto que también quería una explicación.
—Como debería comenzar...— Mei tocó su barbilla en un gesto distraído, irritando más a Hiruzen y Hiashi —No fui yo quien recibió a Hinata en Kirigakure, lo hizo Yagura, nuestro Mizukage anterior. Cuando yo tomé el control de mi aldea, quise conocer a la chica que logró pasar nuestro último examen para Genin... Ahí conocí a Hinata— la Mizukage se había preocupado por saber que no logró detener otro de los exámenes de Yagura, pero al visitar el hospital terminó descubriendo que la niña que había ganado la prueba no era originaria de su aldea. Era una Hyuga.
—¿La recibieron?, ¿A qué te refieres exactamente?— Hiruzen se retiró su propio sombrero, poco a poco sentía que el calor iba aumentando, provocando que se volviera incómodo estar encerrados.
—Ah, Hinata llegó a mi aldea cuando tenía nueve años— Mei finalmente había tenido que investigar un poco para saber cómo es que terminaron teniendo a un Hyuga, y su curiosidad sólo se hizo más grande al descubrir que se trataba de la antigua heredera del Clan —Yo no la secuestré, si es lo que ustedes, par de idiotas, están pensando—
—Hinata-sama fue secuestrada cuando tenía cuatro años, ¿Cómo fue que llegó hasta ustedes?— Hizashi cruzó sus brazos, siendo incapaz de creer todo lo que salía de boca de Mei. Esa mujer no le agradaba, era evidente que no tomaba la situación con la seriedad que se requería, incluso es como si se estuviera burlando de lo que sucedía.
—Según los registros de Yagura, le llegaron cartas desde el país del hierro para recibir a Hinata. Ella quería convertirse en ninja, y fuimos los únicos que la aceptaron— Mei realmente no estaba muy interesada en el motivo por el cual el ex Mizukage acogió a Hinata, pues la verdad es que no había que darle demasiadas vueltas pensando lo que planeaba hacer con ella.
Sus ojos podían convertirse en un arma, o incluso pudo tratar de intentar lo mismo que ella. Un intercambio.
—¿En el país del hierro?, ¿Por qué estaba ahí?— el tono de Hiashi fue de desconcierto total, trataba de unir las ideas que surgían en torno al secuestro de su hija pero cada palabra de Mei tenía menos sentido que la anterior.
—Hablé con Mifune personalmente para que me confiese la situación de la niña hasta antes de que la envíen con Yagura— Mei suspiró un poco, de no ser por todo lo que había vivido hasta ahora, se sentiría culpable de meter a una chica que ya había sufrido, en un juego de los altos mandos —Mifune me contó que uno de sus samurái rescató a Hinata de un par de ninjas de Kumogakure—
—Aunque sea cierto que rescataron a Hinata de los ninja que la secuestraron, ¿Por qué el país del hierro nunca intentó devolverla?— Hiruzen no estaba convencido con la historia que ella estaba planteando, inicialmente Hinata había sido secuestrada por ninjas de Aldea Oculta de las Nubes, no tenía sentido que hubiera terminado en otros lugares que no tenían relación con el País del Rayo.
—Lo hicieron, tienen un registro donde mostraban las cartas que enviaron a Konoha y al Clan Hyuga. Ellos nunca obtuvieron una respuesta— con una señal de la mano de Mei, Aoi entregó al Hokage un pergamino donde había registros con fechas sobre todas las cartas que Mifune personalmente había enviado. Algunas de las primeras cartas incluso fueron escritas por la propia Hinata.
Hiashi se acercó a Hiruzen para ver por él mismo el pergamino —No es posible, nunca recibimos una carta— sin importar que el Hokage seguía leyendo, el castaño tomó entre sus manos los registros, siendo seguido por su hermano menor.
Mei levantó los hombros —Puede que alguien las haya intervenido, realmente lo desconozco. La única verdad es que Hinata nunca obtuvo una carta de regreso— el drama familiar no le era muy entretenido, pero debía admitir que sería interesante ver a Hinata reencontrarse con su padre, más cuando la niña lo odiaba por abandonarla.
—¿Qué hay de ustedes?, Les entregaron a Hinata-sama y por tres años no trataron de contactarnos— Hizashi golpeó el escritorio cuando dejó caer el pergamino, Mei que estaba sentada sobre la madera ni siquiera se inmutó, y el Hokage que permanecía en su silla de siempre sólo pudo pedir que los Hyuga no cometieran una imprudencia.
—No es verdad, Yagura trató de contactar al Hokage algunas ocasiones para saber si deseaban tener a la niña de regreso— Mei nuevamente movió su mano derecha, por lo que detrás de ella apareció su fiel escolta con el propósito de entregar un nuevo pergamino. Esta vez se trataba de un registro con algunas cartas de Kirigakure.
—Y tampoco se recibieron las cartas— Hiruzen frunció el ceño cuándo comenzó a leer, Yagura había escrito tres cartas en diferentes fechas, pero parecía que después de seis meses se había rendido.
—Debo admitir que, como Yagura lo intentó sin éxito, yo decidí no enviarles cartas para devolver a Hinata— Mei sonrió, no formaba parte de su plan entregar a Hinata por buena voluntad, la Mizukage tenía un propósito especial para ella —Después de haber tratado a Hinata por un tiempo, les escribí con una propuesta diferente a la del Mizukage anterior—
—Querías participar en los exámenes a Chunin, obtener una alianza con nuestra aldea— Hiruzen suspiró cuando dedujo hacia dónde se dirigía, la nueva Mizukage era calculadora.
—Y ustedes por fin respondieron, parece que la oferta de una alianza comercial y de paz les atrajo más que la heredera Hyuga— Mei se burló un poco, cruzando sus brazos por debajo de su pecho. Si le planteaban esa situación a Hinata, era claro que ella no podría creer en la extraña casualidad entre las cartas que se enviaban a Konoha. Era más factible imaginar que la aldea nunca quiso responder.
—Tú...— Hiashi apretó sus manos para evitar lanzarse contra ella, esa mujer lograba irritarlo a niveles que nunca había experimentado.
—¿Y cuál es tu plan ahora, Mizukage?— Hiruzen observó con atención a Mei, que le devolvió la mirada mientras una sonrisa se formaba en sus labios.
—No les devolveré a Hinata— declaró.
—¿Qué estupidez estás diciendo?— Hiashi levantó su mano para tocar el hombro de la Mizukage, quién de inmediato detuvo sus intenciones interponiendo su antebrazo.
—Hinata ahora es una ninja de Kirigakure, no la devolveré a menos que sea ella quien me lo pida— Mei cruzó una de sus piernas, permitiendo que fuera más fácil ver sus muslos, algo que ninguno de los presentes notó en realidad.
—Entonces hablaré con ella, debe descubrir la verdad, yo no la abandoné— Hiashi se dió la vuelta y caminó hacia la puerta de madera, su hermano pareció reaccionar de nuevo por lo que no tardó en seguirlo.
—Alto ahí, chico lindo— Mei sonrió cuando Hiashi se detuvo al escucharla —¿Crees que te entregaré a Hinata tan fácil?, Si la quieren, primero necesitamos concretar la alianza—
—¿Esto es lo que deseabas desde el principio?— Hiruzen se levantó de su asiento, Mei jugaba bien sus cartas, pero él no quería doblegarse ante ella.
—Yagura trató de devolver a Hinata en buenos términos, pero no lo aceptaron, ahora lo haremos bajo mis condiciones— Mei dió ligeros golpecitos sobre la madera utilizando su dedo índice y medio, era una señal sutil con que estaba pidiendo a Hiashi que regrese a su lugar.
—¿Y cuáles son esas condiciones?— Hiruzen apoyó sus manos sobre el escritorio, ya no le agradaba el rumbo de esa conversación.
—Mi aldea ha sufrido por mucho tiempo, estamos demasiado lejos de poder competir a la par de las otras naciones ninja. Konoha me ayudará a reconstruir Kirigakure, o nunca volverán a ver a Hinata— las sonrisas cínicas desaparecieron del rostro de Mei, lo que resaltaba y volvía más evidente el hecho de que ella no estaba bromeando ahora.
—No puedes amenazarme de esa manera— Hiruzen se miraba molesto, algo que pocas veces sucedía.
—¿Tú qué opinas?— le preguntó Mei a Hiashi. Ella podía notar sus dudas, ese hombre haría cualquier cosa por recuperar a su hija.
—Si Konoha no acepta las condiciones, el Clan Hyuga dejará la aldea— amenazó Hiashi sin titubear, su hermano se sorprendió al escucharlo, no esperando que él se preste a los juegos de la Mizukage.
Hiruzen frotó un poco su cuello pero ni siquiera eso le ayudó a disipar la tensión que sentía en el cuerpo, no podía darse el lujo de perder al Clan Hyuga después de lo que sucedió con el Clan Uchiha. Y a largo plazo, la Mizukage era una mujer que quizá serviría más como aliada que como enemiga. Después de no haber conseguido una alianza con Kumogakure hace años, prácticamente se podría decir que no estaban en buenos términos y que corrían el riesgo de revivir una guerra. Pero Kumogakure lo pensaría dos veces antes de atacar a una alianza entre tres grandes naciones ninja.
—No estoy pidiendo algo malo o de poco beneficio para ustedes, sólo seremos leales él uno al otro— continuó Mei dirigiéndose a Hiruzen ahora, lo que más le interesaba de Konoha era iniciar un buen tratado de comercio para poder fortalecer la economía de su aldea. Y de un tratado de comercio, Konoha también saldría ganando.
—Lo haremos por escrito, necesitamos planear bien nuestro acuerdo— Hiruzen pretendió ceder, aunque por ahora sólo le gustaría ver cuáles eran las propuestas de la Mizukage al haber revelado ya la carta que tenía bajo la manga.
—Eso me parece bien— Mei asintió feliz —Pero, deben tomar en cuenta lo que dije sobre Hinata—
—¿Ahora de qué hablas?— Hiashi entrecerró los ojos, no sabía que más quería esa mujer cuando ya tenía lo que deseaba, una alianza con su aldea.
—No la devolveré si no es ella quien me lo pide, así que traten de convencerla de regresar con ustedes— Mei rió un poco al terminar de hablar, le gusta disfrutar de tener en sus manos el control de esa situación. Todo parecía acomodarse a su beneficio.
.
.
.
Hinata permanecía sentada cerca de la única ventana que había en la habitación, recargó su cabeza sobre el cristal y se abrazó un poco de sus rodillas, imaginándose que estaba en su habitación y no en Konoha. Debió obligarse a abrir los ojos para recordar que no estaba en el país del hierro, por la ventana podía ver cómo los ninjas y civiles caminaban de un lado a otro sin aparentes preocupaciones.
Se sintió mareada.
Konoha no era su hogar, no podía sentir nada por esa aldea. Solamente deseaba regresar a casa, pero tenía que esforzarse si quería salvar la vida de Obito.
Kakashi por órdenes del Hokage había terminado llevando a Hinata a una de las tantas oficinas que había dentro de la torre Hokage, trató de escoger una que tuviera una bonita vista para permitir que la Hyuga estuviera más cómoda. Aunque parecía que el plan no estaba funcionando.
—¿Cómo está Neji-niisan?— Hinata decidió romper el silencio después de un tiempo, Kakashi que estaba recargado en la pared del otro extremo de la habitación, abrió su único ojo visible.
—Él está bien, el antídoto funcionó correctamente— Kakashi habló con su habitual tono cansado, Hinata solamente asintió en silencio.
La menor se sentía sólo un poco culpable por lo ocurrido con Neji, quizá se había sobrepasado con él al estar tan emocionada, usando uno en el Hyuga uno de los venenos más fuertes que tenía. Pero su emoción se perdió cuando Neji se rindió, y al no querer perdonarlo por hacerlo, pretendió negarle el antídoto.
—¿Y Naruto-kun?— Hinata dejó de ver por la ventana para mover sus ojos hacia Kakashi, el hombre le parecía casi de la misma altura que Obito.
—Seguramente estará confundido, pero Naruto es un buen chico. Esperará a que le expliques quién eres antes de decidir algo— le dijo Kakashi en un intento por levantar el ánimo, era como si le fuera posible ver dentro de ella y así descubrir qué era lo que le estaba preocupada en ese momento.
—No mentí acerca de él, me agrada, es lindo... Me recuerda a mi hermano mayor— Hinata sonrió ligeramente, porque sabía por las historias que contaba su hermano, que Obito antes del sello fue una persona alegre y soñadora. Pero Madara lo había transformado en alguien que no era.
—¿Hablas de Neji?— Kakashi fingió no entender que hablaba de otra persona sólo con el propósito de obtener más información acerca de ella, algo que pasó desapercibido por la niña.
—No, yo... La persona que me salvó, cuidó de mí como si fuera su hermana pequeña— Hinata observó con más atención a Kakashi, Obito le habló de él y lo presentó como un ex compañero, pero Hinata sentía que había una historia más profunda entre ellos, por algo Obito le obsequió su Sharingan.
—Me gustaría escuchar tu versión de la historia, saber porqué terminaste en Kirigakure. ¿Quieres hablar de ello?— Kakashi era amable hasta cierto punto, intentaba convertir ese interrogatorio en algo más ligero, permitiendo que ella abriera sus sentimientos y comience a hablar solamente lo que deseaba comunicar por ahora.
El Hatake esperaba tener buenos resultados, no le gustaría fracasar en su misión de obtener información de Hinata y tener que usar su Sharingan. Y la idea de pasar a Hinata a ser sometida a Inoichi para una inspección de su mente no era una mejor opción, Hinata no confiaría en ellos si se sentía amenazada.
Hinata suspiró pesadamente, odiando el hecho de que sus hombros estaban más pesados desde que llegó a Konoha. Sabía bien que era inevitable hablar sobre sus años fuera de Konoha si quería infiltrarse en la aldea.
—Era muy pequeña— murmuró Hinata, para después sumirse en otro profundo silencio.
Se había perdido un instante, tratando de encontrar una forma de iniciar su historia.
—¿Recuerdas el día del incidente?— Kakashi decidió ayudarla, formulando una pregunta de la que le gustaría escuchar respuesta. En vista de que ella no continuaba, debió presionarla un poco.
—Recuerdo el bosque, los ninjas de Kumogakure me habían capturado. En realidad, no sabía quienes eran, pero Mifune-sama y mi hermano me contaron de quién se trataba— Hinata cerró los ojos un momento, los recuerdos del olor de la sangre, el frío del bosque y los ruidos de hojas secas se habían vuelto tan lejanos que era difícil hablar sobre el incidente de su secuestro sin temor a equivocarse. Lo único que en vagamente llegaba a su memoria era el espejismo de su madre, pero es algo de lo que ni hablaría con el maestro de Naruto.
—Sí, eran ninjas que venían a firmar un tratado de paz con nuestra aldea que no se logró consolidar. El Hokage creía que sólo fue un montaje para poder robar los secretos del Byakugan— Kakashi le explicó un poco, imaginando que una de las respuestas que ella podría querer saber era el motivo de su secuestro. Y efectivamente, Hinata se sintió agradecida por sus palabras, como Obito no formaba parte de la aldea no podía resolver ese tipo de dudas. Aunque el Uchiha hubiera llegado a la sencilla conclusión de que estaban detrás sus ojos.
—Ustedes... Nunca me buscaron. Y estoy molesta por eso— la expresión de Hinata endureció al terminar su oración, estaba muy molesta por las acciones de Konoha hacia ella, y para Kakashi resultaba sencillo notar el rencor que sentía hacia Konoha.
—Se creyó que habías muerto. Hiashi vió cómo un ninja te asesinaba, no pudo hacer más porque fue derrotado en combate— Kakashi continuó explicando, y más que por ganar su confianza, lo hacía porque trataba de que su odio no la ciegue. Hiashi al igual que ella era una víctima más de la situación, era un padre que perdió a su hija y se vió obligado por su Clan a de inmediato buscarle un reemplazo.
—¿Y quieres que te crea eso?— Hinata soltó sus palabras con desprecio.
—Se encontró tu sangre en la escena, eso podía confirmar que fuiste herida. Tu cuerpo no fue encontrado pero como estaban detrás de tu Byakugan, era evidente que lo robarían— Kakashi se acercó sólo unos pasos a ella, queriendo poder transmitir su sinceridad. Estaba hablando con la verdad, quería que ella pudiera ver qué todo el enredo en el que estaban se debía a personas ajenas a la aldea.
—No contestaron las cartas— Hinata dirigió su vista hacia la ventana de nuevo, aunque fuera cierto lo que Kakashi decía, Konoha jamás le dió una respuesta a Mifune o a Yagura para que ella pudiera regresar.
—¿Cuáles cartas?— Kakashi ahora estaba desconcertado, y sabía que la culpa de estar en esa posición es que se había arriesgado a realizar un interrogatorio sin toda la información previa.
—Ronin, mi hermano mayor, me rescató de los ninjas de Kumogakure que me habían secuestrado. Él me llevó al país del hierro, me permitió estar en su hogar— Hinata sonrió por los recuerdos, un pequeño rubor se extendió por sus mejillas como muestra de su alegría. Obito había sido bueno con ella y por eso lo guardaba con cariño en su corazón. Él se convirtió en la familia que estuvo buscando después de la muerte de su madre.
—¿Cuántos años estuviste ahí?— Kakashi cruzó sus brazos, queriendo que sus sentimientos no comiencen a jugar un papel en esa conversación. Hinata de una extraña manera le recordaba a Sasuke, y también a él mismo.
—Cinco años— Hinata tocó inconscientemente el relicario en su cuello, un pequeño tic que se le había creado —Mifune-sama escribió cartas a Konoha con el propósito de informar mi paradero, querían devolverme a mi hogar. No obtuve una respuesta—
—Lo lamento, algo debió haber ocurrido. El Hokage y Hiashi habrían contestado de inmediato al haber recibido una carta con información sobre ti— Kakashi posicionó una de sus manos sobre el hombro de Hinata, en una muestra de su apoyo. Ella no tomó bien el gesto, pues de inmediato lo apartó con un golpe a su brazo.
—No puedo creerte— Hinata le miró con rencor, Kakashi representaba para ella la verdad de Konoha, una aldea que le daba la espalda a sus camaradas. Lo hicieron con Obito e Itachi, también con ella.
Kakashi suspiró, entendía perfectamente que ella estuviera indispuesta —Si estabas en el país del hierro, ¿Cómo llegaste a Kirigakure?— prefirió cambiar el tema por el momento y seguir consiguiendo la información que le hacía falta.
—Mi hermano... Ronin murió en batalla, me dejó sola— Hinata se abrazó a sus piernas y, sin apenarse, comenzó a llorar al recordar que su pasado feliz junto a su hermano no regresaría. Terminó girando su cabeza en dirección contraria a Kakashi para evitar que él la viera en un momento de vulnerabilidad. Lo que provocó que el Hatake piense que ella podía ser un poco orgullosa.
—Siento tu perdida— Kakashi se acercó de nuevo para tomar el hombro de Hinata, que se sorprendió al sentir su toque tan cálido, diferente a su encuentro anterior.
Esta vez Hinata sentía que Kakashi estaba siendo sincero. Y Kakashi a su vez creía en lo que ella decía, pues podía notar su sufrimiento.
—La última voluntad de Ronin es que yo me convierta en ninja, él me entrenaba pero al ser un Samurái no podía enseñarme lo que un ninja podía hacer— Hinata se limpió un poco los ojos con el pañuelo que Kakashi le ofrecía, no le gustaba recibir su ayuda, pero se convencía de que eso le ayudaba a ganar la simpatía del ninja. Kakashi por fin había bajado la guardia ante ella.
—Entiendo, él solamente podía enseñarte a usar la Katana— Kakashi pareció reflexionar más para sí mismo que para ella.
—Mifune-sama contactó a varias aldeas pero solamente Kirigakure estuvo dispuesta a aceptarme— Hinata miró sus propias manos, el único motivo de que ella pudiera estar en esa aldea es que Obito la controlaba desde las sombras.
—Entonces, debiste tener nueve años cuando llegaste a Kirigakure— habló Kakashi tratando de unir las piezas del rompecabezas que estaba construyendo. Podía tener una ligera idea de la línea de tiempo que seguía los sucesos de la historia de Hinata Hyuga.
—Así es, me preparé en la academia para convertirme en Genin mientras Yagura-sama trataba de contactar a Konoha. Y de nuevo ustedes no respondieron— Hinata de nuevo no se esforzaba por ocultar su molestia, pero Kakashi sentía que más que odio, ella sentía una profunda decepción.
—Fuiste sometida a la ceremonia de ascenso a Genin de Kirigakure— Kakashi recordó lo que sabía sobre esa aldea después de su enfrentamiento contra Zabuza, al igual que su antigüo enemigo, él también creía que era cruel poner a niños a matar a sus compañeros.
—Sí... Ahora que Mei-sama ascendió, planea destruir esa tradición— Hinata se preguntaba porque Obito había sido tan cruel con Kirigakure, la historia que él le había contado es que se debía al daño que la aldea de la niebla les había causado a sus compañeros. No entendía porque Obito estaba tan apegado a Kakashi Hatake y Rin Nohara, pero imaginaba que se debía a que encontró en ellos una familia.
—De verdad lamento que hayas pasado por todo esto sola, aunque puedo asegurarte que nosotros sí te queremos de regreso— insistió Kakashi, esperando que su voz fuera suficiente para traer de regreso a Hinata. Y quizá no funcionaría, pero al menos podía asegurar que tenía su atención.
—El problema, Kakashi-san, es que yo no deseo regresar— Hinata lo miró directamente a los ojos, descubriendo a un hombre triste en lugar de cansado.
—¡Hinata!— los dos se sobresaltan cuando la puerta se abrió de golpe, mostrando a Hiashi Hyuga y detrás de él su hermano gemelo. El Hokage, la Mizukage y sus respectivas escoltas llegaron unos segundos después.
—Realmente es Hinata-sama— Hizashi estaba sorprendido pero se animó a sonreír al ver a su sobrina con vida.
—Hija mía...— Hiashi caminó lentamente hacia ella, pero Hinata no tardó en posicionarse detrás de Kakashi a manera de protección.
—No te atrevas a dar un paso más, no te quiero cerca de mí— lo amenazó Hinata, tocando por instinto la Katana que tenía en la espalda.
—Hinata, yo... Necesitamos hablar, deseo que regreses con nosotros— Hiashi mantuvo la compostura, podía entender la reacción de su hija después de escuchar la historia de la Mizukage.
—La familia la ha extrañado, Hinata-sama— agregó Hizashi en un intento para mejorar la pesada atmósfera.
—No, no estoy interesada en ustedes, así como ustedes nunca estuvieron interesados en mí— Hinata permaneció escondida detrás de Kakashi, de alguna manera él le recordaba a Obito, le transmitía un poco de la esencia de su hermano.
—No sabía que seguías con vida, pensé que habías muerto... Mi corazón volvió a latir ahora que puedo verte, Hinata— Hiashi sonrió un poco, siempre había pedido a los dioses que le devolvieran a su hija, y por mucho tiempo creyó que era ignorado.
—Cuéntale a otro tus mentiras— Hinata apartó la mirada, odiaba tener que tratar con el padre que atormentó su niñez.
Hiashi se sintió herido por sus palabras, nunca pensó que su hija podría odiarlo, él se había pasado años culpándose por su muerte. Imaginó que al encontrarse con ella podría pedirle perdón por no protegerla y tratar de recuperarla.
—¿Qué te parece un trato, Hinata?— Hiruzen intervino, pues Hiashi no estaba en las mejores condiciones para tomar decisiones acerca de su hija.
—¿Un trato?— repitió Hinata, frunciendo el ceño.
—Es probable que podamos llegar a un acuerdo para que regreses a Konoha con tu familia— Hiruzen frotó su barbilla, queriendo idear algún plan que pudiera ser de interés para la niña, esperando que al menos a Kakashi le haya ido mejor que a él.
—Mi examen... ¿Ya saben contra quién me enfrentaré en la siguiente ronda?— Hinata salió de su escondite, observando mejor al anciano que hablaba con ella.
—Uzumaki Naruto— respondió Ibiki.
—Si Naruto-kun logra derrotarme... Si pierdo contra él, me quedaré aquí— Hinata sonrió, aunque su idea era repentina no podía pensar en nada mejor. Había visto lo que Naruto era capaz de hacer durante las pruebas del examen, él no podría vencerla. Y aunque lo hiciera, seguía ganando porque su propósito era quedarse en Konoha.
Pero obviamente no se los pondría fácil, pensarían que había algo extraño.
—¡Oh!, Eso suena interesante. Acepto la propuesta— Mei rió entusiasmada, que la tutela de Hinata sea decidida por un combate le resultaba prometedor.
—¡Ni hablar!, No dejaré el destino de mi hija en manos de ese niño— Hiashi levantó la voz, y aunque Hinata creyó que podría llegar a temerle, no pudo sentir nada.
—Es la única propuesta que aceptaré— lo cortó Hinata rápidamente, Hiashi se sorprendió al descubrir lo mucho que había cambiado su hija, pues ahora incluso era capaz de enfrentarlo y sostenerle la mirada.
—Dejas un peso muy grande sobre Naruto— Kakashi se dirigió a Hinata en voz baja, como queriendo que sólo la niña pudiera escucharlo.
Ella lo ignoró y volvió a buscar asiento por la ventana.
.
.
.
Naruto rebuscaba entre los bolsillos de su pantalón y su chaqueta los cupones de ramen que le había regalado Kakashi por su pase a la ronda final de los exámenes Chunin. Se había desesperado un poco al no encontrar nada, así que terminó abriendo su chaqueta para inspeccionar sus bolsillos interiores. Una sonrisa se instaló rápidamente en sus labios al encontrar por fin lo que tanto había estado buscando, y que por un instante creyó olvidar en casa.
Habría sido muy estresante olvidar los cupones cuando ya estaba tan cerca de Ichiraku, y regresar caminando a casa en busca de ellos le resultaba todavía más agotador.
Sintió un escalofrío al imaginar que la actitud de Kakashi se le estaba contagiando.
Aunque recordando a su maestro...
Lo primero que venía a su mente ahora era la conversación que tuvieron después de que le regaló sus cupones, ese día Naruto descubrió que Kakashi podía ser cruel, pues primero le dió un regalo y elevó su ego para después darle una mala noticia que desinfló por completo la alegría del obsequio.
Kakashi le contó que fue de la vida de Hinata después de ser raptada y alejada de la aldea, y éso fue solamente porque preguntó por ella. Lo peor de la historia no fue saber de su pasado turbulento, lo peor fue cuando Kakashi le contó cuál era la petición de Hinata.
El Hokage y el Clan Hyuga querían de regreso a Hinata, incluso él deseaba que esté de nuevo en Konoha, pero eso no era algo que Hinata estaba esperando. El Hokage había intentado proponer un trato que terminó saliéndose de las manos, y ahora él tenía una responsabilidad, que si bien ya sentía, ahora se volvía más complicada.
Hinata había dicho que solamente regresaría a Konoha si Naruto podía derrotarla en combate.
Estaba desanimado por esa petición, porque aunque se esforzó en su entrenamiento con Jiraiya no logró ganar la seguridad que estaba buscando. Una parte de él tenía miedo de no vencerla y terminar perdiendo a una amiga.
Todos constantemente hablaban sobre el regreso de la heredera del Clan Hyuga, y al creer que ella podría ser tan increíble como Neji, terminaban descartando por completo la idea de que él pudiera ganar ese encuentro. Y Naruto comenzaba a creerlo también.
Incluso el propio padre de Hinata estaba seguro del desenlace de ese enfrentamiento, puesto que prácticamente lo había obligado a entrenar personalmente con él antes de que finalmente conociera a Jiraiya. Aún así, Hiashi Hyuga lo había hecho prometer que le ganaría a Hinata.
—Ohayo, Naruto-kun—
Escuchó la voz suave de otra persona, aunque al principio por haberse quedado perdido justo enfrente de su restaurante favorito, le fue difícil enfocar a quien estaba frente a él.
La figura de Hinata se hizo más presente ante él, la Hyuga había tenido que levantar la mano para llamar su atención. Los ojos azules de Naruto terminaron un poco más abiertos debido a la sorpresa, de todas las personas en la aldea, ella es a quien menos esperaba ver.
Hinata, al contrario de su compañero, sonreía mientras movía un poco su mano derecha a forma de saludo. Encontrarlo no fue una casualidad, lo había estado buscando hace un par de horas.
—¡Hinata-chan!, ¿Por qué tú...?— Naruto guardó silencio, sin saber exactamente qué es lo que quería conocer acerca de ella. Tenía tantas preguntas que era imposible decidir por dónde comenzar.
—Kakashi-san dijo que me escucharías antes de juzgarme— musitó Hinata bajando la mirada y pasando sus manos por su ropa, queriendo arreglar cualquier arruga en su blusa. Admitía que estaba un poco nerviosa.
—Ah, claro. Me gustaría saber qué sucede realmente contigo— Naruto sonrió un poco, con los ojos brillantes por la expectación. Ella le seguía pareciendo la misma chica amable que conoció en el examen.
—No mentí en todo, tú de verdad me agradas— le confesó la Hyuga, abatida, frotando su brazo derecho y mordiendo sus labios. Para Naruto ella parecía sincera.
—¿Quieres entrar y comer ramen conmigo?, Tengo cupones y prometí que te invitaría por ayudarme en el examen— Naruto tenía de nuevo esa mirada soñadora que provocaba en Hinata un sentimiento extraño, es como si Naruto pudiera transmitirle paz.
Hinata asintió, sonriendo —Sería agradable—
Naruto agradeció al cielo el hecho de que sus pies se sabían a la perfección el camino hacia Ichiraku, pues aunque había estado demasiado distraído con sus propios pensamientos, había terminado llegando al pequeño local. Al ver que Naruto levantaba un poco las mantas que colgaban del techo, Hinata decidió imitarlo para entrar al restaurante. Ambos terminaron sentados uno al lado del otro, con el Uzumaki entregando sus cupones después de sentirse victorioso por no haberlos olvidado.
—¿Mañana es tu competencia?— indagó Teuchi, acercándose al mostrador para observar mejor a la invitada de su cliente estrella. Mientras preparaba los últimos detalles de sus platillos, tampoco perdía detalle de los movimientos de los niños.
Naruto se sobresaltó un poco, teniendo que frotar su cuello, como un gesto que demostraba sus nervios —Sí... Me toca enfrentar a una amiga—
Hinata se sonrojó cuando escuchó sus palabras, estaba sorprendida de que Naruto la siga considerando una amiga después de enterarse que le había ocultado la verdad acerca de quién era.
—Entonces deberé ir a verlos— Teuchi sonrió, meditando más él que para el par de amigos. Las miradas entre Naruto y su amiga delataba un poco la situación.
Naruto pasó de largo el comentario, estaba más distraído viendo cómo es que Ayame, la hija del cocinero, colocaba frente a Hinata y él dos platos con porciones de ingredientes extra para ellos. Nervioso, no se atrevió a tocar su tazón de ramen, estaba seguro de que los cupones que le regaló Kakashi no eran para ese tipo de platillo. El Ramen que les entregaba Ayame era uno de los más caros del menú.
Kakashi era muy tacaño como para regalarle algo así, prefería gastar su dinero en libros.
—¿Qué es esto?— Naruto se dirigió a Ayame, sin dejar ver que se sentía un poco intranquilo. No tenía dinero para pagar por más.
—Van a necesitar mucha energía, acéptalo Naruto— insistió Ayame con una cálida sonrisa plasmada en su rostro, Naruto miró a Teuchi en busca de una confirmación de su parte, y la obtuvo cuando el cocinero asintió en silencio.
—Huele delicioso— Hinata respiró el aroma de su plato al ver que Naruto comenzaba a comer, probó un poco sintiéndose nerviosa por las expectativas y se terminó sonrojando al disfrutarlo demasiado —Ni siquiera el ramen de mi hermano es tan bueno como este—
—¿Puedes contarme acerca de él?, Sasuke dice que es otra de tus mentiras— Naruto apretó un poco sus palillos, Sasuke y Sakura no creían en que Hinata realmente tenía un hermano, menos cuando se descubrió que era una Hyuga. Pero Kakashi le había confirmado la versión de su amiga
—Él era mi hermano mayor— Hinata abrió el relicario que colgaba de su cuello, permitiéndole a su amigo ver las dos fotografías que guardaba. Naruto se detuvo unos segundos para admirar ambas imágenes, podía ver una versión mucho más pequeña de su amiga, siendo acompañado por un joven que tenía los mismos ojos azules que él. Ella no mentía.
—Ustedes no se parecen en nada— Naruto se apartó de ella de golpe y regresó la vista a su plato para poder sorber un poco de sus fideos, quería evitar de esa manera la vergüenza que sentía al haber dicho en voz alta lo que estaba pensando.
Hinata no pudo evitar reír ante su reacción —Porque fui su hermana adoptiva, él cuidó de mí cuando me rescató— agregó, sin querer entrar en detalles.
—¿Ya no está contigo?— Naruto la miró de reojo, notando como Hinata cerraba el relicario y bajaba la mirada hasta su plato.
—Murió en combate, a manos de la aldea que me capturó cuando era una niña— aclaró Hinata, evadiendo los insistentes ojos azules de Naruto, quien se siente mal por haber creído en las palabras de Sasuke y hacer sentir mal con sus dudas a su amiga.
—No entiendo, Kakashi-sensei dijo que te secuestraron... Antes pertenecías a nuestra aldea, de no ser por eso ambos pudimos ser amigos desde mucho antes— Naruto dejó sus palillos por un momento, teniendo el impulso de tomar la mano de Hinata para mostrarle un poco de apoyo, pero negándose a hacerlo por temor a invadir su espacio. No lo haría en un momento tan profundo como el que estaban compartiendo, porque Hinata por fin estaba abriendo sus sentimientos hacia él, y no quería arruinarlo.
—Mi hogar fue el país del hierro, cuando Ronin murió yo no tenía nada... Por eso me fuí a Kirigakure— Hinata alejó sus manos del plato de ramen, abrazándose a sí misma. Su pequeño gesto afligió más a Naruto.
—¿Por qué no regresaste a la aldea?— preguntó, era algo que no lograba comprender.
—Tu aldea nunca me ha querido de regreso— Hinata se atrevió a verlo entonces, encontrando en Naruto la misma mirada molestia que tenía ella.
—¿Y por eso mentiste y ocultaste quien eras?— Naruto se levantó de su asiento, encarando a Hinata y sin dejarse intimidar por ella.
—No, simplemente quería pasar desapercibida— Hinata apretó el borde de la mesa, estaba frustrada, pues no era la reacción que esperaba por parte del Uzumaki.
—No puedo creerlo, tu padre realmente te quiere de regreso, incluso se ofreció a entrenarme para que te pueda derrotar— Naruto terminó soltando parte de sus secretos, porque Hinata al se su oponente no debía saber que recibió entrenamiento de un Hyuga, se supone que debía ocultar sus nuevas habilidades, pero estaba tan desesperado porque quería hacerle ver que su padre era la persona que más había extrañado su ausencia.
—Yo no quiero estar en Konoha, Naruto-kun— Hinata suspiró, dándose la vuelta para tomar la mano del rubio en busca de poder ayudarle a contener sus emociones —No hice la propuesta de nuestro combate para que te sientas presionado, creí que tú podrías entenderme—
—Pues no lo entiendo, no puedo creer que tengas aquí una familia y quieras regresar a una aldea donde no tienes nada— Naruto más que molesto estaba frustrado, él no tenía una familia y no le gustaba que Hinata no quisiera reconocer a la suya. Ella debía considerar mejor sus decisiones, tenía que regresar con las personas que la amaban.
—Tú no conoces a mi padre— Hinata ahora se mostraba molesta, más tensa. No podía aceptar que Naruto defendiera a su padre, no cuando él fue muy cruel con ella.
—Él está muy preocupado por ti, piensa que me ganarás y volverá a perder a su hija— Naruto apretó sus manos, aunque había tratado de escucharla atentamente, terminó cediendo ante sus propios sentimientos. No aceptaría que Hinata renuncie a Konoha.
—Naruto-kun, no sabes cómo me trataba antes de irme— Hinata intentó contenerse, pero finalmente levantó la voz, llamando la atención de las dos personas que los habían atendido minutos antes.
—¡Yo quiero que te quedes!— gritó Naruto, dejando a Hinata asombrada —Eres mi amiga, no puedo permitir que alguien de mi aldea se vaya de nuevo—
—Pero...—
—Te voy a vencer, Hinata-chan. Te mostraré que este también es tu hogar— Naruto golpeó la mesa con su mano extendida, sin importar las astillas que se encajó en la piel —Lo haré, yo jamás me rindo. Nunca retrocederé a mi palabra, ese es mi camino ninja—
Hinata se sonrojó fuertemente por sus palabras. No había conocido antes a una persona que decidiera esforzarse tanto por alguien a quien apenas conocía.
¿Qué significaba el camino ninja?
¿Ella podría ser tan determinada como Naruto?
¿Cuál era el camino ninja que ella quería seguir?
.
.
.
Notas de la autora:
• Puede contener errores ortográficos.
• Cuéntenme que les pareció el capítulo 🤭 creo que Naruto es el único que puede apreciar a otra persona tan rápido jaja él realmente se interesa por Hinata y la quiere conservar como amiga. Y Hinata a su vez se siente atraída porque es la primera vez (sin contar a Itachi) que tiene un amigo :')
• ¿No extrañan a Obito e Itachi? 🙈
Dejen sus votos y comentarios 💜
Nos leemos en la próxima actualización 👀 ❣️
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top