Capítulo II: Noches de luna llena.

DeclaimerLos personajes de Naruto NO son míos, pertenecen a Kshimoto, yo sólo los uso para crear esta historia, sin fines de lucro, con el único objetivo de hacer pasar un buen momento al lector.

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Itachi caminaba detrás de Obito tratando de resistir el frío y agradeciendo que su nuevo compañero le haya aconsejado comprar botas, era más fácil moverse entre la nieve con ellas. Su cadera iba atada a Obito con una soga que dejaba ver poca distancia entre ambos, estar unidos a él le ayudaba a caminar, pues también estaba usando una venda para cubrir sus ojos. Obito lo había hecho pasar por un niño ciego para que su entrada al país del hierro fuera más sencilla, aunque Itachi aún creía que el Uchiha había usado algún Genjutsu también. Le sorprendía que que Madara fingía ser un samurái, y el que los guardias lo hayan reconocido de inmediato y le permitieran entrar fácilmente le indicaba que ya debía llevar mucho tiempo en ese sitio.

Obito al igual que Itachi, se permitió perderse en sus propios recuerdos por varios minutos. Llevaba más de tres años instalado en el país del hierro para tener una casa alejada de cualquier ninja, y cuando decidió que sería el sitio perfecto para tener a Hinata, se encargó de usar un Genjutsu en Mifune, el líder de los Samurái y de la aldea, para poder integrarse en sus líneas militares. 

Lo que Mifune creía saber sobre él es que era hijo de un Samurái que ya había muerto, y que en su primera misión fuera del país del hierro, había tenido la mala fortuna de encontrarse con ninjas. Mifune había aceptado recibir a Hinata cuando Obito le contó que la había salvado de un secuestro, pues Hinata había pedido ayuda al ser llevada contra su voluntad. Al principio habían esperado un poco para evitar que los hombres que secuestraron a Hinata intenten ir por ella, pero al ver qué eso no sucedía, Mifune trató de contactar a Konoha en muchas ocasiones para devolver a la Hyuga, pero nunca obtuvo una respuesta. 

Las cartas que enviaba siempre eran interceptadas por Obito. 

Y Mifune creyendo que era lo mejor, le había encargado cuidar de Hinata, pues ella desde el principio parecía no querer separarse de la persona que la había rescatado.

—Entonces, ¿En este sitio debo llamarte Ronin?— Itachi llamó su atención, tenía curiosidad por saber porque escuchó que los Samurái de la entrada lo mencionaban con ese nombre.

—Así es, tú puedes usar tu nombre si lo deseas— Obito rió un poco, y al contrario de antes, Itachi no sintió que estuviera siendo cínico. Parecía simplemente divertido —Me encanta este lugar, no se involucran con los ninjas, ni siquiera deben saber que existe Itachi Uchiha— él estiró un poco los brazos, la armadura de los Samurái también le parecía agradable, hasta cierto punto.

—Ellos dijeron que no soy el primer niño que rescatas— Itachi bajó la cabeza, le gustaría no tener la venda en sus ojos, así al menos podría saber que hacia la persona delante de él.

—Ah, es verdad… Olvidé decirte que tengo una hermana menor— Obito le restó importancia, dando algunas miradas hacia las casas a los costados del camino que seguían. La nevada era fuerte, así que todos parecían estar refugiados en sus hogares.

—¿Qué?— Itachi se mordió el labio inferior al darse cuenta de que no pudo ocultar su asombro.

—Una hermana adoptiva, claro está— Obito volvió a reír, Itachi había guardado silencio en todo el camino hasta el país del hierro, y sólo apenas que interactuó con los guardias, parecía tener interés en él de nuevo.

—Entiendo— murmuró Itachi, dejando escapar un poco de aire entre sus manos, queriendo encontrar algo de calor.

—Estarás un tiempo aquí mientras encuentro el momento adecuado para integrarte a Akatsuki— Obito se llevó una manos a su barbilla, alzando la cara al cielo, queriendo encontrar en la luna llena alguna respuesta —Necesito que cuides de ella cuando yo no esté aquí, ayúdala a entrenar de ser posible— no le agradaba tanto la idea de dejar a Hinata sola con Itachi, pero su pequeña flor tal vez podría aprovechar y aprender algo bueno del Uchiha.

—Está bien— Itachi se detuvo cuando dejó de escuchar los pasos de su acompañante, el Uchiha ya no estaba caminando.

—Esta es nuestra casa, hay dos puertas. La principal es para ir directo a casa, la segunda te lleva a la panadería que cuida mi hermana menor— Obito señaló las dos puertas al frente de la casa, la primera parecía ser muy sencilla, pero la segunda estaba fabricado en su mayoría de cristal, al igual que las paredes, que tenían letreros brillantes. 

Obito se giró un poco para encargar a Itachi, quién se quitaba la venda de los ojos y la dejaba colgada en su cuello. Con atención observó las dos entradas, asintiendo cuando comprendió a qué se refería. Sus ojos se detuvieron en la segunda puerta, donde podía ver letreros con algunas promociones, además de los horarios de atención.

—¿Panadería?— Itachi arqueó una ceja, porque era difícil imaginar a Madara Uchiha horneando algo.

—Mi hermana hace la mayor parte del trabajo, pero si estarás viviendo aquí, tendrás que ayudarle— Obito levantó los hombros levemente, quitarse el peso de encima de tener que llevarle a Hinata los ingredientes que ella pedía y ayudarle a hornear sería bueno, para variar. 

—De acuerdo— Itachi asintió una vez más, no le molestaba ayudar, pues sabía que sería sólo temporal. Lo único que le sorprendía es que Madara aparentemente llevaba una vida normal en ese lugar.

—Bienvenido a casa entonces, Itachi— Obito se desató la soga de la cadera, dejando libre a Itachi, quien caminó detrás de él para entrar a la casa.

En el interior del hogar, Hinata tenía activado el Byakugan desde que escuchó que abrían la puerta. Había dejado por un momento las vendas con que estaba cubriendo sus manos, ni siquiera sintió el alcohol que vertió de más cuando por accidente se le cayó la botella. Sus ojos volvieron rápidamente a la normalidad después de reconocer a Obito, y al mismo tiempo que se levantaba de un salto, había terminado corriendo hacia la entrada.

—¡Hermano mayor!— Hinata saltó hacia Obito, quien la recibió en sus brazos y la sostuvo de mejor manera luego de acariciar un poco su cabello.

—¿Por qué no terminaste de curar tus manos?— Obito tocó las manos de Hinata, notando que tenía varios cortes que incluso seguían sangrando.

—Estuviste lejos mucho tiempo, extrañaba a mi hermano mayor— Hinata apartó sus manos de los analíticos ojos de Obito, y al notar que su expresión de desaprobación no desaparecía, trató de poner las vendas en su sitio de nuevo. 

—Ya estoy aquí, será mejor que hayas progresado si quieres que te lleve al festival de luces que me pediste— Obito decidió dejar el tema de lado por el momento, pues viendo en dirección a la sala, encontró el botiquín sobre uno de los sofá. Hinata había estado curando sus heridas justo cuando llegaron.

Hinata asintió muy animada —Te sorprenderé, hermano mayor— la Hyuga se asomó por encima de los hombros de Obito para ver a la persona que permanecía detrás de él, estaba intrigada por aquella presencia extra —¿Quién es él?—

—Ah, te presento a Itachi, vivirá con nosotros a partir de ahora— aún sin soltarla de sus brazos, Obito se dió la vuelta para permitir que Hinata vea mejor al otro Uchiha.

Itachi se quedó inmóvil por el asombro y el terror que lo invadieron al ver a la pequeña niña.

Los ojos de Hinata eran inconfundibles. Recordaba a la heredera Hyuga, en tres años que habían pasado ella parecía no tener cambios muy significativos, más que su cabello que antes era corto y ahora crecía un poco por encima de sus hombros. Hinata seguía teniendo un par de ojos infantiles y gentiles, aunque a diferencia de cuando la veía con su padre, Hinata ahora sonreía y se miraba menos tímida. 

—¿Por qué la tienes?— Itachi apretó las manos, le molestaba saber que un Uchiha sí era el responsable del incidente de Hinata Hyuga, y le daba temor preguntarse porque Madara todavía la mantenía con vida.

—¡No quiero!— Hinata gritó antes de que Obito siquiera piense en responderle a Itachi —¡No voy a compartir a mi hermano mayor con nadie!— la ojiperla nunca se había sentido tan celosa como en ese momento, ahora ya no tendría la atención de Obito exclusivamente para ella, y siendo que Obito no estaba todo el tiempo con ella porque salía a misiones, no le parecía justo que debiera compartir con otro el poco tiempo que ellos dos estaban juntos.

Obito no pudo evitar reír ante los gestos que se formaban en el rostro de Hinata, así que la bajó de sus brazos un momento para poder dejarla sobre el suelo de nuevo. La Hyuga no tardó en quejarse, al querer seguir siendo cargada por él.

—Itachi no viene para ser mi hermano, deja de preocuparte— sin esperar una respuesta de ella, Obito le lanzó a Hinata la Katana que se quitó de su cinturón, Itachi le miró incrédulo al percatarse que era la misma arma que el Uchiha usó en la masacre a su clan —Te traje un regalo—

—¿Me enseñarás a usarla?— Hinata tomó la Katana con gran emoción, llevaba mucho tiempo pidiéndole a Obito que le enseñe a usar una Katana, pues lo había visto manejar ese tipo de armas cuando estaba con los Samurái.

—Por supuesto— Obito frotó su cabello, provocando en ella una bonita sonrisa.

—¿Por qué tienes a Hinata-san contigo?— Itachi trató de tomar el brazo de Obito, dispuesto a enfrentarlo en busca de respuestas, pero antes de poder acercarse más a él, Hinata golpeó su mano y se interpuso entre ambos Uchiha.

—No te atrevas a tocarlo— le advirtió la Hyuga viéndolo directamente a los ojos, Itachi se sorprendió al notar el Byakugan activado en los ojos de Hinata.

—Ah, ¿Olvidé mencionarlo?— Obito rió cubriendo su boca por un momento, le divertían las expresiones en el rostro de Itachi. Aunque le asombró la rápida respuesta que había tenido Hinata, pues los había tomado por sorpresa a ambos. Admitía que le gustaba ver cómo ella estaba dispuesta a lanzarse para protegerlo sin importarle su rival.

—Hinata-san…— Itachi se sentía desconcertado, si bien ellos nunca hablaron, no esperaba una reacción tan agresiva de su parte.

—Hablemos de eso después, Itachi— Obito tomó a Hinata y la subió a sus hombros antes de que ella se lance a atacar a Itachi en serio —Y Hinata, no debes atacar a nuestros invitados—

—Pero hermano— se quejó Hinata cuando Obito la llevó cargando hacia la cocina, dejando atrás  a un confundido Itachi 

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Hinata caminaba de regreso a casa después de una larga jornada de trabajo en el hospital del país del hierro. Desde que comenzó sus estudios sobre medicina había estado asistiendo al hospital para poder aprender algo más práctico acerca de la teoría que ya estaba entendido. También le gustaba ayudar a las enfermeras y a los doctores, así podía conocer más sobre plantas medicinales, además de que le enseñaban a preparar sus propias medicinas.

La noche ya había caído sobre la aldea cuando llegó a casa, estaba tan agotada que apenas creía tener fuerza para dejar su gran abrigo en el perchero de la entrada y comenzar a quitarse las botas que llevaba puestas por las probabilidades de tormenta. Su corazón dió un salto cuando a su nariz llegó el olor a chocolate caliente, así que sin haberse puesto las pantuflas y estando sólo con sus calcetas, Hinata se dirigió a la cocina.

Le gustaba imaginar que Obito estaba preparando la cena, aún así, sus ojos se abrieron con más sorpresa al ver que el Uchiha estaba colocando las últimas velas a un pastel. Cerca de él, Itachi estaba de pie frente a la mesa, colocando un gran moño dorado a una caja de regalo.

—Llegaste— Obito le sonrió, Hinata se sonrojó ligeramente cuando por fin fue consciente de que él estaba con su apariencia de samurái para no tener que usar la máscara.

—Bienvenida, Hinata— Itachi también sonrió, logrando que el ligero rubor en las mejillas de Hinata se intensifique.

—Feliz cumpleaños número ocho— Obito decidió ignorar la reacción de Hinata ante Itachi solamente porque se trataba de su cumpleaños.

—Te hicimos un pastel y preparamos algunos regalos— Itachi seguía con sus ojos puestos en ella, dándose cuenta de que parecía estar muy cansada.

—Te has esforzado mucho, sopla las velas para pedir un deseo— Obito señaló el pastel que tanto se había esforzado por preparar, no diría que había recibido ayuda de Itachi, no quería que ese pequeño cretino se lleve el crédito.

Hinata se acercó a la mesa con pasos rápidos, cerrando los ojos antes de soplar las velas. Estaba muy feliz de que Obito siempre celebra su cumpleaños, también de que Itachi se uniera a ellos ese año. En su antigua vida, su padre sólo había celebrado su cumpleaños número cuatro para poder presentarla al Clan como la heredera, y esa fiesta había terminado con un secuestro del que Obito la rescató. Hinata no lograba comprender que hizo mal el tiempo que estuvo con su padre, pues él nunca la había buscado. Aunque ahora estaba con Obito, quién era más paciente y atento con ella.

"Quiero estar con Obito e Itachi siempre" 

Ese había sido su deseo, y esperaba que se cumpliera.

—Te preparé un ramo, Hinata. Las camelias blancas me recordaron a ti— Itachi se giró brevemente para recoger las flores que había escondido en una de las sillas del comedor, Hinata le miró sorprendida cuando extendió el ramo hacia ella.

—Gra-gracias, Itachi-kun— Hinata se sonrojó mientras aceptaba el ramo y tocaba por accidente las manos de Itachi.

En el hospital podía escuchar muchas historias, y una de ellas era el significado de las flores que se regalaban a los enfermos o incluso a algunas de las enfermeras. Las enfermeras decían que las camelias blancas significaban un amor inocente.

—Adulador— Obito giró los ojos y se dejó caer en la silla, una cosa era que Hinata guste de Itachi, otra que Itachi haga crecer esos sentimientos.

—Las pondré en el florero y regresaré para comer el pastel— Hinata salió de la cocina antes de que sus mejillas rojas la sigan delatando, no quería imaginar lo que podría pensar Itachi de ella si descubría sus sentimientos.

Obito dirigió su vista hacia Itachi luego de ver qué Hinata se perdía tras la puerta de la cocina 

—Ni lo intentes— le advirtió.

—¿De qué habla?— Itachi también dejó de ver la puerta para centrar su atención en Madara. 

—¿Te atreves a seducirla delante de mi?— Obito no soportaba la idea de que Itachi pueda interferir en sus planes si lograba conseguir la lealtad de Hinata. 

—No es lo que intento, sólo quiero que ella se sienta feliz con mi estadía en este lugar— Itachi tocó un poco el borde del regalo que había preparado para la niña, al principio era evidente que Hinata no lo aceptaba, pero ahora que no lo consideraba una amenaza, había aprendido a llevarse bien con ella.

—Hinata sólo existe para mi, así que será mejor que tengas tus ojos lejos de ella— Obito activó su Sharingan sin pensarlo, sabía que Hinata eventualmente podría llegar a enamorarse, pero no esperaba que ese día llegaría pronto y mucho menos que el candidato a ganar su corazón sea Itachi.

Eso le enfermaba.

—Realmente no me interesan las relaciones de ese tipo— murmuró él Uchiha sin mucho ánimo de discutir, porque para Itachi el amor era complicado, y ya tenía una debilidad con Sasuke, no quería ponerse otra soga al cuello 

—¿Mi pastel es de chocolate?— Hinata volvió a entrar a la cocina, preocupándose un poco cuando sintió el ambiente tenso entre ambos Uchiha.

—Lo es— Obito le sonrió nuevamente mientras le ofrecía un cuchillo para que parta una rebanada.

Habría querido que Hinata no regrese tan pronto, así podría seguir conversando a solas con Itachi.

—Me gusta el sabor— Hinata probó el betún con su dedo índice antes de entregar una rebanada primero a Obito y después a Itachi.

—Te preparé algunos regalos— Obito comió un poco del pastel para asegurarse por él mismo que no estuviera tan dulce. Sus ojos se fijaron en las pequeñas manos de Hinata, que esperaban la caja que le extendía —Ábrelo— la animó Obito cuando la vió tomar el regalo.

—¡Es la cámara que te pedí!— Hinata se emocionó al reconocer dentro de la caja la cámara que tanto le había pedido a Obito hace meses, su ilusión era poder comenzar a llenar su propio álbum de fotografías.

—Yo también tengo otro regalo— Itachi le ofreció otra caja de regalo, provocando que Obito sienta que Itachi trataba de competir contra él, pues su regalo parecía ser más grande.

—¡Me encanta el color!— Hinata abrazó el kimono azul marino, le agradaba la tela suave de algodón. Y estaba especialmente animada al creer que el color de la tela podría combinar perfectamente con su cabello.

—Me gustaría que me acompañes al festival de fin de año— Itachi le frotó el cabello, sintiéndose satisfecho al notar que a Hinata realmente le gustó su regalo.

—¡Sí!— Hinata seguía emocionada, tratando de medirse el kimono por encima de su ropa para comprobar si era la talla adecuada. 

Se sentía muy feliz ante la idea de ir a un festival con Itachi, Obito ya le había dicho que no estaría con ella en esas fechas, por lo que su deseo de asistir al festival volvía a aparecer con la invitación de su amigo. Podría ir a uno de sus festivales favoritos, y siendo compañera de Itachi, eso era casi como una cita.

—Abre mi último regalo, Hinata-chan— Obito llamó la atención de Hinata mostrando otra pequeña caja con un listón morado.      

—Es un relicario, me gusta mucho— Hinata trató de colocarse el collar en el cuello, sonriendo cuando Obito le ayudó en vista de que ella no podía hacerlo sola.

—Puedes colocar las fotos que tú desees— Obito dejó sus manos sobre los hombros de Hinata por unos segundos más.

Hinata sonrió y abrió el relicario, solamente podía pensar en colocar una fotografía de Obito.

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—Estoy en casa— Itachi caminó hacia la sala, donde encontró a Obito curando las manos de Hinata y colocando una bandita sobre su mejilla.

—Bienvenido, Itachi— Hinata le sonrió, bajando la mirada cuando sintió los ojos de Itachi puestos en ella.

—Te he comprado algunas cosas— Itachi se acercó a ambos, extendiendo hacia Hinata una caja de madera.

—Gra-gracias— Hinata movió las cosas para ver su contenido, encontrando varios jabones, shampoo y cremas, además de algunas sales de baño.

—Con las cremas tus manos volverán a ser tan suaves como antes— Itachi le sonrió amablemente, consiguiendo que Hinata se emocione al escucharlo.

—Iré a mi habitación— Hinata se bajó de las piernas de Obito y corrió en dirección a su habitación, quería ver todo lo que Itachi había comprado para ella, quizá incluso comenzar a usar algunas cosas.

—¿Para qué necesita todo eso?— Obito le miró, tratando de encontrar sus intenciones ocultas. No le agradaba la aparente bondad de Itachi.

—Ella es una niña— respondió Itachi sin más.

—¿Y crees que no lo sé?— soltó Obito con tono sarcástico.

—Ella necesita de otros cuidados diferentes a nosotros— Itachi se sentó en el sofá, tomando cierta distancia de Obito. Se había tomado el tiempo para hacer una pequeña investigación y encontrar los mejores productos para Hinata, pero obviamente no le explicaría eso, solamente le haría ver más sospechoso.

—¿Me tratas de decir que soy negligente con ella?— Obito se cruzó de brazos, hace un momento le había ayudado a curar las heridas que se hizo en el entrenamiento, así que no creía que estuviera siendo descuidado respecto al cuidado de Hinata.

Todo lo contrario, Obito trataba no ser igual a Hiashi Hyuga. Intentaba ser afectuoso con ella sin llegar a consentirla demasiado o poniendo ciertos límites para que ella no invada su espacio. Nunca la insultaba como lo hacía su padre, ni siquiera cuando ella fallaba. Y también tenían un sistema de recompensas, Obito le obsequiaba regalos que ella pedía siempre que cumpliera con las metas que se planteaban. Celebraba y reconocía todos sus logros, así como me hacía ver qué sus fallas lo entristecían. Era así como había conseguido que Hinata se esfuerce tanto por hacerlo feliz.

Itachi suspiró —Hinata es una niña, ella debe querer verse linda. La he sorprendido tratando de cuidar un poco más su cabello y su piel— el Uchiha cerró sus ojos por un momento, dejando que el recuerdo de la pequeña Hinata viéndose al espejo llegue a él. La Hyuga trataba de cuidar hasta el mínimo detalle de su persona.

Obito bajó la mirada, reconociendo que quizá no había prestado la suficiente atención en Hinata, o tal vez había pasado por alto algunos detalles. Hoy la había notado triste y preocupada de que sus manos estuvieran tan ásperas debido a los entrenamientos. Y al ver cómo se había alegrado tanto cuando Itachi le dijo que una de las cremas haría que sus manos volvieran a ser suaves, comprendió mejor el punto de Itachi.

—Ella ya es linda— Obito comenzó a recoger los instrumentos del botiquín médico, no creía que Hinata debiera esforzarse por ser bonita, pero entendía que ella era más delicada, y por ello quizá debía cuidarse de una manera diferente a Itachi o él.

—Se esfuerza demasiado. Entrena, estudia, apoya en el hospital y mantiene la panadería, es justo que pueda relajarse algunas veces— continuó Itachi, pues en ocasiones se preguntaba si Madara era consciente de lo exigente que era con la pequeña, que apenas y estaba cerca de los nueve años. 

—Sí, ya comprendí— Obito se levantó del sofá, comenzando a caminar en dirección a la habitación de Hinata, hablar con Itachi siempre le irritaba demasiado

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Hinata trató de limpiar la sangre que corría por su muslo, pero la herida rápidamente volvió a sangrar. Le gustaba el kimono que estaba usando porque Obito se lo había regalado, era agradable usarlo en los entrenamientos porque le permitía más flexibilidad, pero ahora que lo había ensuciado deseaba haberse puesto otra ropa.

Su kimono llegaba por arriba de sus rodillas y era de un suave color crema con un estampado de lunares color rojo, el obi que se ajustaba a su cintura era de color azul claro. Su atuendo lo complementaban las calcetas blancas que llegaban por debajo de sus rodillas y sus sandalias que hacían juego con el obi. Hinata se entristecía de no haber podido detener uno de los ataques de los Kunai de Itachi, porque ahora su kimono se había manchado del color rojo de la sangre a la altura de su hombro.

Observó a Obito de reojo, que miraba con atención su combate contra Itachi. No podía comprobar si se sentía decepcionado de ella o no, debido a que toda expresión de su rostro estaba oculta por una máscara naranja. Aunque si le era posible mirarle sus brazos cruzados sobre su torso, lo que no indicaba nada bueno. 

Con tan sólo nueve años, Hinata no se sentía a la altura que Obito esperaba de ella. Sin importar que él no lo dijera o le recrimine, podía sentirlo.

—Aún puedo continuar— habló Hinata al ver que Itachi dejaba su pose ofensiva y daba un paso lejos de ella.

—No ha logrado darme ningún golpe— Itachi resaltó lo obvio para que entienda que el combate ya debía terminar.

Hinata se sonrojó y bajó la mirada, existía una razón para que no haya podido concretar algún golpe a Itachi. Sabía el daño que hacía a sus contrincantes cuando usaba el Byakugan para poner en práctica su puño suave. Podía lastimar a Itachi seriamente, y no quería hacerlo. No cuando estaba enamorada de él. 

—Hinata, cuando Itachi me traicione... ¿Seguirás sin poder atacarlo?— Obito dirigió su vista a ella, Hinata notó entonces el color rojo en el orificio de su máscara. 

Obito no necesita decir más, Hinata había logrado ver los recuerdos de Obito con ayuda de un genjutsu justo del día en que Itachi decidió unirse a su hermano mayor. Obito e Itachi estaban juntos por un acuerdo que podría romperse si se dañaba a Sasuke Uchiha o a Konoha, y aunque sabía que Obito nunca lastimaría a Sasuke, Konoha era una situación muy diferente. Konoha era la delgada línea que mantenía a Obito e Itachi unidos, y si bien Obito no se atrevería a lastimar a sus hermanos menores, Itachi desconocía que Obito era su familia, por lo que fácilmente estaría dispuesto a herirlo. 

Si tenía que decidir entre ellos dos, se lanzaría para proteger a Obito sin dudarlo.

—Estoy contigo— Hinata apartó sus ojos de Obito y observó en dirección a Itachi, que se sorprendió por la rapidez con que ella lo atacó nuevamente.

La relación de Obito y Hinata ciertamente lo tenía intrigado, pues Hinata nunca ponía en duda alguna orden de él. 

Itachi se movía para esquivar cada uno de los ataques de Hinata, pero incluso el menor roce lograba preocuparle. Podía sentir el dolor extendiéndose dentro de su cuerpo cada que ella lo tocaba "suavemente".

—Es un duelo, Hinata. No pienso interferir incluso si Itachi amenaza contra tu vida— Obito movía sus ojos de un lado a otro, analizando todo con su Sharingan. Debía reconocer que la rapidez de Hinata había mejorado bastante, y eso sumado a que ahora Hinata peleaba con más determinación, le tenía de buen humor.

Itachi se sintió más irritado al escucharlo, sabía bien que Obito era consciente de que no estaba atacando en serio a Hinata, por lo que esas palabras en realidad debían tener otro significado. Él le estaba ordenando a Hinata que lo ataque a morir, lo que le parecía demasiado para ser sólo otro entrenamiento.

Hinata miró entre la defensa abierta de Itachi, abriéndose paso y consiguiendo colarse con su mano derecha. Había logrado dar un golpe certero en el corazón de Itachi con su dedo índice y medio. 

—Terminó— Obito sonrió al ver como Itachi retrocedía y casi de inmediato caía sobre sus rodillas, tocando su torso con su mano derecha y cubriendo su boca con la mano izquierda, tratando de evitar la sangre que salía de su boca.  

La nieve debajo de Itachi pronto se cubrió de un tono carmesí.

—I-itachi-kun...— Hinata le miro un tanto preocupada, no quiso usar tanta fuerza, pero sabía perfectamente que había logrado lastimar el corazón de Itachi. 

—Estará bien, no te preocupes por él— Obito se acercó a la menor, tomando la mano de Hinata, que se sorprendió cuando Obito la elevó para cargarla entre sus brazos —Ahora vamos a curar tus heridas— el Uchiha cubrió el corte que Itachi le había hecho en el muslo, sabiendo que sería bueno usar los ungüentos que Hinata preparaba si no quería verle una horrible cicatriz después.

—Estoy bien. No te preocupes, Hinata— Itachi se levantó lentamente, tardando un poco al caminar detrás de ellos. El golpe lo había tomado por sorpresa, y dolía más de lo que intentaba mostrar, pero confiaba en que el descanso y algunas medicinas podrían ser suficientes. Lo que importaba es que Hinata estuviera bien, aunque ella pareciera estar feliz de obtener la aprobación de Obito.

—Les invitaré la cena hoy— Hinata se escondió en el cuello de Obito, avergonzada por haber dañado a Itachi y esperando callar con ese plan la voz de su consciencia.

Obito sonrió y acarició su cabello, esa sería su última cena con Itachi, pues al ver los progresos de Hinata en combate, sabía que ya no lo necesitaba ahí más tiempo.

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Notas de la aurora: 

• Puede contener errores ortográficos.

• El nombre Ronin significa "Samurái que no tiene maestro". Obito puede ser muy clínico 🌚

• Este es un capítulo más cortito de lo que pensé, realmente sería más largo pero decidí cortarlo aquí para beneficio. Este era más un capítulo para que vean como era la relación de los tres antes, también los últimos momentos felices de Hinata 🤧

• El primer amor de Hinata fue Itachi, porque era más cercano a su edad, además de ser de los únicos con quién convivía aparte de Obito. Pero Itachi no era consciente de sus sentimientos y tampoco le correspondía 🥴

• Obito intenta tener otro tipo de crianza con Hinata para no repetir los patrones de Hiashi, por eso Hinata también se siente más cómoda con él que con su padre. Hinata es un poco más abierta ahora y no tiene miedo de expresarle a Obito que lo quiere.

Dejen sus votos y comentarios 💜

Nos leemos en la próxima actualización 👀 ❣️

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